Buena parte de la sociedad estadounidense lleva ya varios meses con la mirada puesta en lo que para muchos podría considerarse como una grave amenaza o un durísimo ataque a sus derechos como ciudadanos norteamericanos. La propuesta de su presidente, Barack Obama, de endurecer la legislación vigente en toda la nación para restringir el acceso a las armas de fuego ha generado un clima de desconfianza entre toda la industria armamentística nacional, al mismo tiempo que ha multiplicado la demanda de armas y municiones por todo lo ancho y largo del país. Han pasado ya más de ocho meses desde que un joven de 20 años cometiera una de las masacres más duras e irracionales de la historia de Estados Unidos. Fue en diciembre de 2012, en una escuela infantil de Newton, Connecticut, y este trágico suceso, que acabó con la vida de 20 niños y 6 adultos (entre ellos la propia madre del homicida), ha sido el gran causante de esta vorágine a favor de un mayor control o restricción armamentística. Sin embargo, y a pesar de los notables esfuerzos de buena parte de la clase política y la sociedad americana con una postura más enconada en contra de las armas, el deseado endurecimiento de la legislación sobre armas de fuego no ha llegado a producirse. El motivo fundamental por el que se han parado todas estas iniciativas en contra de las armas ha sido el unánime apoyo recibido por todos los estamentos del sector armero a favor de la 2ª enmienda (no olvidemos que en Estados Unidos el derecho a la posesión de armas de fuego está reconocido como tal por su propia Constitución).
Fabricantes, cazadores, tiradores, coleccionistas, políticos, actores, deportistas… cualquier ciudadano que considerara injusto culpar a las armas de fuego de la terrible masacre cometida por estos desequilibrados ha expresado su opinión libremente y ha defendido sus postulados en cualquier escenario público. Estos argumentos en pro de mantener la legislación actual en cuanto a tenencia y uso de las armas de fuego en el país norteamericano han acabado llegando a oídos de los senadores y congresistas estadounidenses, quienes han rechazado mayoritariamente cualquier propuesta encaminada a socavar lo más mínimo su derecho a poseer un arma de fuego. Uno de los últimos intentos tuvo lugar el pasado mes de abril, cuando el Senado de Estados Unidos rechazó la propuesta de Barack Obama encaminada a endurecer las condiciones para adquirir un arma de fuego en cualquier estado del país norteamericano. Y además lo hizo con los votos a en contra de senadores republicanos (la mayoría) y senadores demócratas, quienes nuevamente, en ejercicio de su plena libertad política y haciendo gala de una madurez democrática que ya quisieran muchos de nuestros representantes, tomaron su decisión pensando no en su partido o en los postulados de su líder, sino en lo que ellos consideran que puede ser el bien común de sus conciudadanos. Y en este caso, parece que lo tienen bastante claro: su derecho a poseer un arma de fuego es inalienable, y nada ni nadie puede atentar contra él. Ni el mismísimo presidente de su país. Al menos, de momento.
EDITORIAL del nº49 del periódico Armas.es, Edición Impresa (Agosto-Septiembre 2013)
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