Coomo detectar yihadistas
Publicado: 04 Jul 2013 13:59
Os pongo un artículo que he encontrado y, creo puede ser de utilidad.
USECNETWORK International Magazine – Noviembre 2010.-
La “taqiyya” es un concepto del Islam que los salafistas han asimilado e interpretado a su manera con el fin de camuflarse en el entorno de la sociedad occidental sin que se les pueda identificar por sus pautas de comportamiento. Ibn Taymiyya, uno de los autores islamistas preferidos por los radicales, citó: “cuando un musulmán se encuentre realizando la yihad o conviviendo entre infieles, no tiene obligación de mostrarse distinto de quienes le rodean. Pudiendo verse obligado a asimilarse a ellos siempre que sea con un buen fin religioso como conseguir su conversión a la fe musulmana, enterarse de sus secretos, evitar un daño o algún otro fin de provecho”. En aplicación de este principio, los individuos radicalizados se consideran exentos de cumplir cualquiera de los preceptos obligatorios que hacen más evidente su condición musulmana, como realizar el rezo cinco veces al día, no comer carne de cerdo o no beber alcohol. Con este planteamiento, cualquiera queda aturdido y puede llevarnos a pensar que no tiene sentido continuar analizando el tema, pero realmente es más complejo y apasionante de lo que parece.
La radicalización yihadista de una persona pasa por una primera fase de interiorizar la idea de yihad violenta por imperativo religioso y bajo los auspicios de un guía espiritual. Se asimila el odio hacia la sociedad occidental a la que consideran corrupta, desprecian el sistema democrático (pero se aprovechan de las condiciones que les ofrece) y culpabilizan a los “cruzados” (europeos y norteamericanos) de las represiones brutales, guerras y agresiones que sufren los pueblos musulmanes en cualquiera de los puntos en conflicto del globo. Ante esta situación en la que ven al Islam humillado y personalmente no ven cumplirse sus expectativas, añaden la crisis de identidad al no sentirse del país donde han nacido ni tampoco del originario de sus padres. Es entonces cuando la idea de la ummah (comunidad islámica mundial) les seduce.
Las amenazas de atentados en Estados Unidos y Europa, proferidas estos últimos meses en diferentes comunicados de Al Qaeda y otras organizaciones terroristas de su entorno, junto con las confidencias obtenidas de yihadistas arrepentidos y el resultado de los interrogatorios a terroristas detenidos, han producido un notable incremento de la presión ejercida por las fuerzas militares y agencias de inteligencia en los diferentes escenarios de conflicto donde se combate a los yihadistas.
Como resultado, se han evitado algunas acciones terroristas en suelo europeo y norteamericano, que se encontraban en las últimas etapas de activación o que fallaron al llevarlas a cabo. Investigadores y analistas se han sorprendido ante el aumento del efecto “home grow terrorism” (terroristas nacidos en el propio país), contra el que han luchado en los últimos años, pero que no está dando los resultados deseados. Faisal Shahzad sería un claro ejemplo, cuando el 1 de mayo pasado falló en su intento de atentar en Times Sqare con un coche bomba. El joven de origen paquistaní, hacía un año que había conseguido la nacionalidad, después de diez residiendo en los Estados Unidos, y a sus 30 años de edad, nada hacía sospechar lo hondo que había calado en él la ideología salafista. Casado y con dos hijos, había realizado estudios informáticos, tenía un master en dirección de empresas y trabajaba como analista financiero, incluso contaba como tantos otros con un perfil en la red social “Orkut”. Los especialistas determinaron como elemento probable de su radicalización, la desesperación y desencanto con el sistema, ya que ante la crisis económica no pudo asumir los pagos de la hipoteca de su casa, teniendo que abandonarla para vivir en un piso de alquiler.
El contenido del presente trabajo, está dividido en dos partes, en primer lugar repasaremos una serie de pautas conductuales que pueden ayudar al policía de proximidad como buen conocedor de los entornos que patrulla y magnífico observador, a detectar personas o hechos de interés que podrán facilitar su labor a las unidades de investigación de Guardia Civil o Cuerpo Nacional de Policía. La segunda parte la dedicaremos a la exposición de los detalles físicos y estereotipos que permiten identificar islamistas, con una salvedad muy importante y es que las características descritas, tanto las pueden reunir personas muy devotas de la fe musulmana como las que realmente estén radicalizadas.
Pautas conductuales
Teniendo en cuenta el concepto de taqiyya citado al principio, es importante detectar posibles cambios en ambos sentidos, tanto en musulmanes que no eran practicantes y se convierten en fervorosos creyentes, como en personas que cumplían devotamente con sus obligaciones y dejen de hacerlo.
Un minucioso seguimiento de los establecimientos regentados por musulmanes o en los que se reúnan tales como locutorios, carnicerías halal, restaurantes, cafetines, bazares y sobre todo mezquitas o lugares de oración como oratorios en bajos de locales, garajes, polígonos industriales, trastiendas o viviendas habilitadas a este efecto que se hayan detectado por haber observado la entrada y salida que coincidan con los momentos de las oraciones, permitirá apreciar la llegada de personas ajenas a la comunidad. En los recién llegados, es importante determinar el lugar que utilicen como alojamiento, evaluar el rol que desempeñan, cantidad de personas, entorno en que se mueven, situación laboral, si se producen altas en el censo municipal y si su estancia es temporal o definitiva.
Es interesante también detectar ausencias de personas conocidas que tuviesen algún indicio de radicalización o incluso sin haberlos observado pero que falten durante varias semanas o meses del entorno habitual en el que se relacionan. Normalmente se aducirá la enfermedad de algún familiar, atender negocios, realizar estudios en el extranjero o simplemente disfrutar de unas largas vacaciones. Reiterando una vez más que resultará fundamental apreciar a su regreso si cambian de hábitos, volviéndose unos fervorosos musulmanes o por el contrario, si antes lo eran, observar que han dejado de serlo. Así como variaciones en las compañías que frecuenten, visitas que reciban y cambios de actitud hacia su propia familia o entorno.
Como apoyo para poder determinar con la mayor exactitud posible las cuestiones arriba descritas, es de enorme utilidad la colaboración ciudadana así como disponer de unas relaciones fluidas y de intercambio de información con personal de los departamentos de servicios sociales, juventud, educación y deportes.
Detalles físicos y estereotipos
Resulta difícil determinar si un musulmán es yihadista ya que la apariencia externa es un elemento insuficiente. Hay que tener en cuenta que algunos de los síntomas pueden ser apreciables durante el proceso de radicalización, pero una vez que el individuo se ha incorporado a un grupo islamista radical procurará guardar las apariencias. Es muy importante tener en cuenta que el aspecto físico y la vestimenta no tiene porqué ser una prueba concluyente de la militancia yihadista.
A continuación se relacionan los indicios que se pueden observar para tener una sospecha fundada de que un individuo pueda ser yihadista. Después se describen los elementos de comportamiento de grupo que pueden determinar ésta radicalización y por último se hace una breve referencia a los grupos más difíciles de detectar.
Físicamente se dejan crecer una larga y espesa barba, afeitándose en ocasiones el bigote, en imitación del profeta Muhammad y sus primeros seguidores. Suelen llevar el pelo de la cabeza muy corto y como demostración de fervor religioso, una callosidad en la frente producida al golpearla contra el suelo durante las oraciones, demostrando con orgullo que rezan más y con más intensidad. Las uñas siempre muy recortadas.
Por lo que respecta a la vestimenta, es frecuente que utilicen la indumentaria tradicional islámica, portando chilabas o pantalones muy amplios y gorro típico (cofia) o turbante. Si por motivos de trabajo no puede utilizarlos a diario, aprovecharan los fines de semana o vacaciones. La longitud de los pantalones no podrá sobrepasar los tobillos, que han de quedar al descubierto. No utilizan pantalones cortos para practicar deporte.
En la fisonomía, destacar que no se pueden hacer tatuajes, aunque pueden tenerlos si se los habían hecho con anterioridad a su conversión al Islam. Ocasionalmente se puede observar una pérdida de peso considerable debido a la práctica del ayuno voluntario que practican seis días más después del Ramadán, así como todos los lunes y jueves del año.
Comportamiento individual
Intensifica la práctica religiosa, realizando escrupulosamente las cinco oraciones diarias a su hora, dejando para ello todo lo que estuviese haciendo. Prestar una atención estricta a los alimentos permitidos (halal) y los prohibidos (haram). No consumir bebidas alcohólicas, llegando al extremo de no entrar en establecimientos donde se vendan bebidas alcohólicas e incluso dejar de trabajar en almacenes y cadenas de supermercados por negarse a tocar cajas que contuviesen botellas de cerveza o licores.
Dejar de fumar, no escuchar música, no participar en juegos de azar, no relacionarse con mujeres, excepto las de la familia, negándose a tener contacto con ellas, sin admitir estrecharles la mano y por supuesto impedir que sus mujeres sean atendidas por médicos o enfermeros que no sean del sexo femenino. No ir al cine, salas de fiesta o espectáculos similares.
Situaciones de tensión o cambios de comportamiento con la familia, ya que el sujeto radicalizado intentará que cuantos le rodeen adopten las actitudes y comportamientos adecuados a los principios salafistas. Su esposa e hijas han de taparse todo el cuerpo para salir de casa y al recibir visitas deberán permanecer aparte. La disminución de las relaciones sociales le llevará a interactuar nada más que con individuos que comparten su punto de vista radical a los que considera hermanos, mientras que los musulmanes “tibios” (por no adoptar sus preceptos) son discriminados pasando a denominarlos despectivamente “extraviados”, “incrédulos”, “hipócritas” y “apóstatas”.
Evitan el contacto con los infieles o politeístas (cristianos por creer en la Santísima Trinidad) sin procurar lo más mínimo adaptarse o integrarse en la sociedad de residencia en el país europeo, generando polémicas como la del uso del pañuelo (hiyab) en los centros educativos, dándose casos donde después de haber conseguido asistir a clase con la cabeza cubierta, se ha continuado con una escalada de reivindicaciones, pasando por no practicar educación física al no poder vestir chándal al tratarse de prendas ajustadas y después solicitar la separación de clases por sexos.
Uso de una retórica religiosa, usando frases hechas como “en el nombre de Dios”, “si Dios quiere”, “alabado sea Dios”. Recurriendo para dar explicaciones de hechos de la vida cotidiana o justificar acciones u omisiones a los hadices o escritos sobre hechos de la vida del Profeta, así como citas del Corán. Consulta información de forma selectiva en medios radicales del Islam, dedicando muchas horas a navegar por Internet, visitando páginas webs salafistas o yihadistas, descargando archivos, escuchando sermones o discursos radicales en salas de palk talk y relacionándose con sus hermanos a través de chats, foros y redes sociales.
Comportamientos colectivos
Su detección es muy importante, ya que determinará la posible radicalización yihadista de todo un grupo. Ante la más mínima sospecha de que puedan estar siendo vigilados por la policía intentarán reducir temporalmente las actividades colectivas, pero no podrán suprimirlas definitivamente para que no se resienta la cohesión y motivación del grupo.
Practican la oración de forma colectiva en una mezquita, oratorio, garaje o domicilio particular, teniendo en cuenta que si acuden a una mezquita, no tiene porqué estar implicado el imam. Cada vez con menor frecuencia, por sentirse sometidos a una fuerte presión policial, distribuyen en los lugares de culto fatwas o escritos radicales, sin entregarlos personalmente, sino que los dejan en algún lugar preferente para que puedan se recogidos por los asistentes, prescindiendo absolutamente de hacerlo en viernes para evitar ser controlados por confidentes policiales.
En los casos en que consiguen el control de un lugar de culto, se produce un ”vacío” de los musulmanes no radicales que dejan de asistir. Realizan actividades deportivas o al aire libre para fortalecer la cohesión grupal. Por supuesto, las mujeres y los hombres formaran grupos separados. Lectura, audición o visualización de material propagandístico, contribuyendo así a que los individuos no se sientan aislados sino dentro de una comunidad global.
Relación con delincuentes comunes con el fin de recaudar fondos para la yihad, aceptando la comisión de fraudes con tarjetas de crédito, robos de vehículos, hurtos y tráfico de drogas. Emplean medidas de autoprotección para eludir la vigilancia: uso de alias, cambio frecuente de móviles, memorización de nombres y números para no llevarlos anotados o escribirlos cambiando algunas de las cifras.
La práctica de todas estas medidas de seguridad por los islamistas radicales, les resulta muy atractiva al desarrollar una atmósfera de clandestinidad que les hace sentirse auténticos muyahidines o combatientes en defensa del Islam. No obstante, estos procedimientos pueden acabar siendo su perdición ya que con unas buenas dotes de observación les pondrán bajo sospecha para acabar detectándolos.
Grupos difíciles de detectar
Finalmente, citar dentro de este grupo algunos perfiles que se están destacando en los últimos dos o tres años, por estar alcanzando unos niveles de radicalización preocupantes y que por sus particularidades se hace mucho más complicado detectar y neutralizar.
Se trata de españoles conversos al Islam, algunos de ellos procedentes de ideologías de ultraizquierda y organizaciones independentistas, así como mujeres españolas que se convierten al casarse con inmigrantes musulmanes. Personas hispanoamericanas de religión musulmana y radicalizados en corrientes salafistas, tanto con residencia en España como Iberoamérica y que mantienen relaciones a ambos lados del Atlántico. Y subsaharianos musulmanes inmigrantes que proceden de países en conflicto como Níger, Mali, Chad y la zona del Sahel, Sudán y Somalia-Etiopía.
José Luis Jiménez
USECNETWORK International Magazine – Noviembre 2010.-
La “taqiyya” es un concepto del Islam que los salafistas han asimilado e interpretado a su manera con el fin de camuflarse en el entorno de la sociedad occidental sin que se les pueda identificar por sus pautas de comportamiento. Ibn Taymiyya, uno de los autores islamistas preferidos por los radicales, citó: “cuando un musulmán se encuentre realizando la yihad o conviviendo entre infieles, no tiene obligación de mostrarse distinto de quienes le rodean. Pudiendo verse obligado a asimilarse a ellos siempre que sea con un buen fin religioso como conseguir su conversión a la fe musulmana, enterarse de sus secretos, evitar un daño o algún otro fin de provecho”. En aplicación de este principio, los individuos radicalizados se consideran exentos de cumplir cualquiera de los preceptos obligatorios que hacen más evidente su condición musulmana, como realizar el rezo cinco veces al día, no comer carne de cerdo o no beber alcohol. Con este planteamiento, cualquiera queda aturdido y puede llevarnos a pensar que no tiene sentido continuar analizando el tema, pero realmente es más complejo y apasionante de lo que parece.
La radicalización yihadista de una persona pasa por una primera fase de interiorizar la idea de yihad violenta por imperativo religioso y bajo los auspicios de un guía espiritual. Se asimila el odio hacia la sociedad occidental a la que consideran corrupta, desprecian el sistema democrático (pero se aprovechan de las condiciones que les ofrece) y culpabilizan a los “cruzados” (europeos y norteamericanos) de las represiones brutales, guerras y agresiones que sufren los pueblos musulmanes en cualquiera de los puntos en conflicto del globo. Ante esta situación en la que ven al Islam humillado y personalmente no ven cumplirse sus expectativas, añaden la crisis de identidad al no sentirse del país donde han nacido ni tampoco del originario de sus padres. Es entonces cuando la idea de la ummah (comunidad islámica mundial) les seduce.
Las amenazas de atentados en Estados Unidos y Europa, proferidas estos últimos meses en diferentes comunicados de Al Qaeda y otras organizaciones terroristas de su entorno, junto con las confidencias obtenidas de yihadistas arrepentidos y el resultado de los interrogatorios a terroristas detenidos, han producido un notable incremento de la presión ejercida por las fuerzas militares y agencias de inteligencia en los diferentes escenarios de conflicto donde se combate a los yihadistas.
Como resultado, se han evitado algunas acciones terroristas en suelo europeo y norteamericano, que se encontraban en las últimas etapas de activación o que fallaron al llevarlas a cabo. Investigadores y analistas se han sorprendido ante el aumento del efecto “home grow terrorism” (terroristas nacidos en el propio país), contra el que han luchado en los últimos años, pero que no está dando los resultados deseados. Faisal Shahzad sería un claro ejemplo, cuando el 1 de mayo pasado falló en su intento de atentar en Times Sqare con un coche bomba. El joven de origen paquistaní, hacía un año que había conseguido la nacionalidad, después de diez residiendo en los Estados Unidos, y a sus 30 años de edad, nada hacía sospechar lo hondo que había calado en él la ideología salafista. Casado y con dos hijos, había realizado estudios informáticos, tenía un master en dirección de empresas y trabajaba como analista financiero, incluso contaba como tantos otros con un perfil en la red social “Orkut”. Los especialistas determinaron como elemento probable de su radicalización, la desesperación y desencanto con el sistema, ya que ante la crisis económica no pudo asumir los pagos de la hipoteca de su casa, teniendo que abandonarla para vivir en un piso de alquiler.
El contenido del presente trabajo, está dividido en dos partes, en primer lugar repasaremos una serie de pautas conductuales que pueden ayudar al policía de proximidad como buen conocedor de los entornos que patrulla y magnífico observador, a detectar personas o hechos de interés que podrán facilitar su labor a las unidades de investigación de Guardia Civil o Cuerpo Nacional de Policía. La segunda parte la dedicaremos a la exposición de los detalles físicos y estereotipos que permiten identificar islamistas, con una salvedad muy importante y es que las características descritas, tanto las pueden reunir personas muy devotas de la fe musulmana como las que realmente estén radicalizadas.
Pautas conductuales
Teniendo en cuenta el concepto de taqiyya citado al principio, es importante detectar posibles cambios en ambos sentidos, tanto en musulmanes que no eran practicantes y se convierten en fervorosos creyentes, como en personas que cumplían devotamente con sus obligaciones y dejen de hacerlo.
Un minucioso seguimiento de los establecimientos regentados por musulmanes o en los que se reúnan tales como locutorios, carnicerías halal, restaurantes, cafetines, bazares y sobre todo mezquitas o lugares de oración como oratorios en bajos de locales, garajes, polígonos industriales, trastiendas o viviendas habilitadas a este efecto que se hayan detectado por haber observado la entrada y salida que coincidan con los momentos de las oraciones, permitirá apreciar la llegada de personas ajenas a la comunidad. En los recién llegados, es importante determinar el lugar que utilicen como alojamiento, evaluar el rol que desempeñan, cantidad de personas, entorno en que se mueven, situación laboral, si se producen altas en el censo municipal y si su estancia es temporal o definitiva.
Es interesante también detectar ausencias de personas conocidas que tuviesen algún indicio de radicalización o incluso sin haberlos observado pero que falten durante varias semanas o meses del entorno habitual en el que se relacionan. Normalmente se aducirá la enfermedad de algún familiar, atender negocios, realizar estudios en el extranjero o simplemente disfrutar de unas largas vacaciones. Reiterando una vez más que resultará fundamental apreciar a su regreso si cambian de hábitos, volviéndose unos fervorosos musulmanes o por el contrario, si antes lo eran, observar que han dejado de serlo. Así como variaciones en las compañías que frecuenten, visitas que reciban y cambios de actitud hacia su propia familia o entorno.
Como apoyo para poder determinar con la mayor exactitud posible las cuestiones arriba descritas, es de enorme utilidad la colaboración ciudadana así como disponer de unas relaciones fluidas y de intercambio de información con personal de los departamentos de servicios sociales, juventud, educación y deportes.
Detalles físicos y estereotipos
Resulta difícil determinar si un musulmán es yihadista ya que la apariencia externa es un elemento insuficiente. Hay que tener en cuenta que algunos de los síntomas pueden ser apreciables durante el proceso de radicalización, pero una vez que el individuo se ha incorporado a un grupo islamista radical procurará guardar las apariencias. Es muy importante tener en cuenta que el aspecto físico y la vestimenta no tiene porqué ser una prueba concluyente de la militancia yihadista.
A continuación se relacionan los indicios que se pueden observar para tener una sospecha fundada de que un individuo pueda ser yihadista. Después se describen los elementos de comportamiento de grupo que pueden determinar ésta radicalización y por último se hace una breve referencia a los grupos más difíciles de detectar.
Físicamente se dejan crecer una larga y espesa barba, afeitándose en ocasiones el bigote, en imitación del profeta Muhammad y sus primeros seguidores. Suelen llevar el pelo de la cabeza muy corto y como demostración de fervor religioso, una callosidad en la frente producida al golpearla contra el suelo durante las oraciones, demostrando con orgullo que rezan más y con más intensidad. Las uñas siempre muy recortadas.
Por lo que respecta a la vestimenta, es frecuente que utilicen la indumentaria tradicional islámica, portando chilabas o pantalones muy amplios y gorro típico (cofia) o turbante. Si por motivos de trabajo no puede utilizarlos a diario, aprovecharan los fines de semana o vacaciones. La longitud de los pantalones no podrá sobrepasar los tobillos, que han de quedar al descubierto. No utilizan pantalones cortos para practicar deporte.
En la fisonomía, destacar que no se pueden hacer tatuajes, aunque pueden tenerlos si se los habían hecho con anterioridad a su conversión al Islam. Ocasionalmente se puede observar una pérdida de peso considerable debido a la práctica del ayuno voluntario que practican seis días más después del Ramadán, así como todos los lunes y jueves del año.
Comportamiento individual
Intensifica la práctica religiosa, realizando escrupulosamente las cinco oraciones diarias a su hora, dejando para ello todo lo que estuviese haciendo. Prestar una atención estricta a los alimentos permitidos (halal) y los prohibidos (haram). No consumir bebidas alcohólicas, llegando al extremo de no entrar en establecimientos donde se vendan bebidas alcohólicas e incluso dejar de trabajar en almacenes y cadenas de supermercados por negarse a tocar cajas que contuviesen botellas de cerveza o licores.
Dejar de fumar, no escuchar música, no participar en juegos de azar, no relacionarse con mujeres, excepto las de la familia, negándose a tener contacto con ellas, sin admitir estrecharles la mano y por supuesto impedir que sus mujeres sean atendidas por médicos o enfermeros que no sean del sexo femenino. No ir al cine, salas de fiesta o espectáculos similares.
Situaciones de tensión o cambios de comportamiento con la familia, ya que el sujeto radicalizado intentará que cuantos le rodeen adopten las actitudes y comportamientos adecuados a los principios salafistas. Su esposa e hijas han de taparse todo el cuerpo para salir de casa y al recibir visitas deberán permanecer aparte. La disminución de las relaciones sociales le llevará a interactuar nada más que con individuos que comparten su punto de vista radical a los que considera hermanos, mientras que los musulmanes “tibios” (por no adoptar sus preceptos) son discriminados pasando a denominarlos despectivamente “extraviados”, “incrédulos”, “hipócritas” y “apóstatas”.
Evitan el contacto con los infieles o politeístas (cristianos por creer en la Santísima Trinidad) sin procurar lo más mínimo adaptarse o integrarse en la sociedad de residencia en el país europeo, generando polémicas como la del uso del pañuelo (hiyab) en los centros educativos, dándose casos donde después de haber conseguido asistir a clase con la cabeza cubierta, se ha continuado con una escalada de reivindicaciones, pasando por no practicar educación física al no poder vestir chándal al tratarse de prendas ajustadas y después solicitar la separación de clases por sexos.
Uso de una retórica religiosa, usando frases hechas como “en el nombre de Dios”, “si Dios quiere”, “alabado sea Dios”. Recurriendo para dar explicaciones de hechos de la vida cotidiana o justificar acciones u omisiones a los hadices o escritos sobre hechos de la vida del Profeta, así como citas del Corán. Consulta información de forma selectiva en medios radicales del Islam, dedicando muchas horas a navegar por Internet, visitando páginas webs salafistas o yihadistas, descargando archivos, escuchando sermones o discursos radicales en salas de palk talk y relacionándose con sus hermanos a través de chats, foros y redes sociales.
Comportamientos colectivos
Su detección es muy importante, ya que determinará la posible radicalización yihadista de todo un grupo. Ante la más mínima sospecha de que puedan estar siendo vigilados por la policía intentarán reducir temporalmente las actividades colectivas, pero no podrán suprimirlas definitivamente para que no se resienta la cohesión y motivación del grupo.
Practican la oración de forma colectiva en una mezquita, oratorio, garaje o domicilio particular, teniendo en cuenta que si acuden a una mezquita, no tiene porqué estar implicado el imam. Cada vez con menor frecuencia, por sentirse sometidos a una fuerte presión policial, distribuyen en los lugares de culto fatwas o escritos radicales, sin entregarlos personalmente, sino que los dejan en algún lugar preferente para que puedan se recogidos por los asistentes, prescindiendo absolutamente de hacerlo en viernes para evitar ser controlados por confidentes policiales.
En los casos en que consiguen el control de un lugar de culto, se produce un ”vacío” de los musulmanes no radicales que dejan de asistir. Realizan actividades deportivas o al aire libre para fortalecer la cohesión grupal. Por supuesto, las mujeres y los hombres formaran grupos separados. Lectura, audición o visualización de material propagandístico, contribuyendo así a que los individuos no se sientan aislados sino dentro de una comunidad global.
Relación con delincuentes comunes con el fin de recaudar fondos para la yihad, aceptando la comisión de fraudes con tarjetas de crédito, robos de vehículos, hurtos y tráfico de drogas. Emplean medidas de autoprotección para eludir la vigilancia: uso de alias, cambio frecuente de móviles, memorización de nombres y números para no llevarlos anotados o escribirlos cambiando algunas de las cifras.
La práctica de todas estas medidas de seguridad por los islamistas radicales, les resulta muy atractiva al desarrollar una atmósfera de clandestinidad que les hace sentirse auténticos muyahidines o combatientes en defensa del Islam. No obstante, estos procedimientos pueden acabar siendo su perdición ya que con unas buenas dotes de observación les pondrán bajo sospecha para acabar detectándolos.
Grupos difíciles de detectar
Finalmente, citar dentro de este grupo algunos perfiles que se están destacando en los últimos dos o tres años, por estar alcanzando unos niveles de radicalización preocupantes y que por sus particularidades se hace mucho más complicado detectar y neutralizar.
Se trata de españoles conversos al Islam, algunos de ellos procedentes de ideologías de ultraizquierda y organizaciones independentistas, así como mujeres españolas que se convierten al casarse con inmigrantes musulmanes. Personas hispanoamericanas de religión musulmana y radicalizados en corrientes salafistas, tanto con residencia en España como Iberoamérica y que mantienen relaciones a ambos lados del Atlántico. Y subsaharianos musulmanes inmigrantes que proceden de países en conflicto como Níger, Mali, Chad y la zona del Sahel, Sudán y Somalia-Etiopía.
José Luis Jiménez