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El significado de la segunda enmienda
por Jacob G. Hornberger, junio 2000
La conmoción en torno a la Marcha del Millón de Madres no debe distraernos del verdadero propósito de la Segunda Enmienda a la Constitución, que es para protegernos de la tiranìa de nuestros propios gobernantes.
Casi todas las discusiones con respecto a las armas de fuego tienen que ver con la violencia relacionada con las armas en la sociedad. La matrìcula de las armas; las licencias para poder poseerlas; los plazos de espera para poder adquirirlas; los programas municipales para comprar las armas de los ciudadanos a fin de sacarlas de circulación; y hasta la confiscación - todas estas ideas se proponen con el objetivo de eliminar las muertes relacionadas con las armas de fuego.
Sin embargo, como bien observan los que se oponen a estos proyectos, los medios que proponen los que preconizan el control de las armas, no bastan para alcanzar sus fines. El que estuviera dispuesto a quebrantar las leyes promulgadas para prohibir los actos de violencia, apenas se sentirìa coartado por las leyes promulgadas para controlar las armas. Por otra parte, el que sì respetara las leyes para controlar las armas, quedarìa más indefenso contra el que no las respetara.
Además, no hay razón alguna para creer que la guerra contra las armas pudiera librar a la sociedad estadounidense de las armas, más que lo que la guerra contra la droga haya logrado eliminarla de nuestro paìs. Todo el que quisiera comprar armas ilegalmente en el mercado negro, podrìa hacerlo con la misma facilidad con que actualmente puede comprar drogas.
Por lo tanto, el control de las armas acabarìa por crear una sociedad en la cual los elementos antisociales y violentos seguirìan armados, mientras que la gente pacìfica y cumplidora quedarìa desarmada. Desde luego, ello constituirìa una fórmula desastrosa para el que quedara desarmado.
Sin embargo, pese a su evidente importancia, la capacidad de defenderse de los asesinos, de los ladrones y de toda clase de maleantes, no es la razón principal por la cual el pueblo estadounidense promulgó la Segunda Enmienda de la Constitución en el 1791. El propósito real de la enmienda - y el que los norteamericanos de nuestra època actual corren un gran riesgo al olvidar - es para protegernos, no de los maleantes particulares, sino de los estatales.
Hay que recordar que las revoluciones fundamentalmente son guerras contra el gobierno propio. Tèngase en cuenta que cuando Jorge Washington y Tomás Jefferson se rebelaron contra Inglaterra en el 1776, ellos eran ciudadanos británicos y no estadounidenses. Cuando Miguel Hidalgo e Ignacio Allende se sublevaron contra España en el 1810, ellos eran ciudadanos de España y no de Mèxico. En diversas ocasiones en la historia, los pueblos han tomado las armas en contra de sus propios Estados por motivo de lo que ellos vieron como actos infames de brutalidad contra ellos por parte de los funcionarios estatales.
Históricamente, la mayor amenaza a la libertad y al bienestar de los pueblos no lo han sido los Estados extranjeros, sino el Estado propio. Tal y como ya observó Tomás Jefferson en la Declaración de la Independencia, si un Estado se excede en maltratar a sus propios ciudadanos, el pueblo tiene el derecho de resistir la fuerza con la fuerza, aun al grado de acudir a la revolución violenta.
Sin embargo, tanto la resistencia a la tiranìa como la revolución violenta precisan de un ingrediente esencial - de las armas. Sin ellas, la única respuesta factible a la brutalidad estatal es obedecer. Una sociedad desarmada es una sociedad obediente, sociedad en la cual, en los casos extremos, la gente cumple las órdenes de su propio gobierno de ponerse en cola para entrar en las cámaras de gas.
Este punto lo reflejan los comentarios de Fidel Castro acerca de la redada del gobierno federal estadounidense en el hogar de los familiares del niño Elìan González en Miami. Castro hizo la observación, que sus agentes no habrìan tenido que portar armas para poder realizar una redada semejante en Cuba, porque a los cubanos no se les permite poseer armas de fuego. Lo que no dijo Castro, por supuesto, es que gracias al control de las armas el pueblo de Cuba además carece de los medios para derrocar a los esbirros armados comunistas que imperan sobre ellos.
"Pero aquì en Estados Unidos, nuestros dirigentes son elegidos democráticamente. Nosotros somos el gobierno. No hay nada que temer." Sin embargo, dadas las circunstancias propicias, un gobierno democrático puede volverse más tiránico aun que otro totalitario.Que no se nos olvide: el propósito mismo de la Constitución y de la Carta de Derechos, ¡es para protegernos de nuestros propios funcionarios elegidos por medios democráticos!
Cuando el ciudadano está bien armado, los funcionarios estatales tienen que recapacitar antes de caminar mucho por la vìa de la tiranìa sobre el pueblo. Por lo tanto el derecho de llevar las armas, que la Segunda Enmienda protege, es la mejor póliza de seguro que el pueblo norteamericano pudiera tener contra la tiranìa.
Jacob G. Hornberger es presidente de The Future of Freedom Foundation en Fairfax, estado de Virginia (
www.fff.org) y corredactor de la obra, The Tyranny of Gun Control (en español: La Tiranìa del Control de las Armas).