Oferta en el supermercado de armas.
Publicado: 25 Ene 2008 20:51
Oferta en el supermercado de las armas
Fusiles de asalto, pistolas y hasta granadas de mano. Los delincuentes que operan en España encargan pedidos selectos de armas a traficantes búlgaros. Estos las consiguen de empleados en fábricas de su país y Chequia. Luego, las traen a España ocultas en coches y furgonetas. Una pistola vale de 600 a 1.000 euros.
Los delincuentes españoles y extranjeros que atracan joyerías, centros comerciales y viviendas consiguen la mayoría de sus armas –sobre todo pistolas– en fábricas totalmente legales de la República Checa y Bulgaria, según relatan a interviú fuentes policiales. “En la fábrica búlgara de Sopot, dedicada a ensamblar armas de fabricación rusa –relata un responsable policial– hay un buen número de empleados infieles que trabajan para las organizaciones criminales búlgaras. Sacan las armas pieza a pieza y las desvían para el mercado negro”. Esa era la procedencia de cuatro búlgaros detenidos por la policía en Gandía (Valencia) en la operación Baikal, llevada a cabo por el Grupo XVI de la Brigada de Policía Judicial de Madrid. Acababan de llegar desde su país con un alijo de armas listo para su venta: cincuenta pistolas Makarov Baikal del calibre 9 milímetros, siete subfusiles de asalto Kaláshnikov AK-47, veinticinco silenciadores y abundante munición.
Todo el alijo estaba perfectamente camuflado en el interior de una furgoneta: había armas en la rueda de repuesto, en el depósito de gasolina, en dobles fondos practicados en el techo y el suelo del vehículo… “Tal y como estaba preparada la furgoneta, sospechamos que ha hecho muchos más viajes cargada”, revela uno de los responsables de las investigaciones. En realidad, policía y Guardia Civil saben cómo vienen las armas del Este: ocultas a veces en furgonetas, a veces en coches de lujo que estos grupos roban en sus países y traen a España.
El grupo búlgaro capturado en la operación Baikal trabajaba sobre pedido, como hacen los traficantes de armas radicados en España. “Los grupos de delincuentes que viven en España hacen un pedido y, cuando creen que hay suficiente material demandado, los traficantes hacen el viaje hasta Bulgaria. En este caso, como tapadera, se llevaban lavadoras desde España para decir, si eran interceptados, que se dedicaban a transportar electrodomésticos a su país”, señala el policía. Un guardia civil añade: “Se encarga cualquier cosa, un Kaláshnikov, un fusil Uzi, hasta granadas de mano”. Su compañero de patrulla completa: “Algunos grupos de delincuentes tienen granadas y otras armas extravagantes como forma de darse caché, prestigio y de paso intimidar a otros. Recuerdo un grupo de gitanos de Málaga que las enseñaban en la puerta de sus casas”.
Los grupos colombianos son, junto a los procedentes de Europa del Este, los que más armas cortas manejan. “Los delincuentes colombianos, especialmente los destinados en las ‘oficinas de cobro’, están armados y muy armados”, señala un especialista en crimen organizado colombiano. La mayoría de las pistolas manejadas por estos criminales proceden de robos en casas y chalés. No en vano, además de las reglamentarias de policías, militares y guardias civiles, hay 81.453 armas legales en poder de particulares en España, según los últimos datos aportados en el Congreso de los Diputados en mayo de 2007. Luego, esos mismos delincuentes alquilan esas armas a otros grupos criminales para que trabajen en España, por lo que cobran, según fuentes policiales, un mínimo de trescientos euros.
Una vez en España, los traficantes de armas se deshacen de su mercancía con rapidez. En algunos casos, los compradores son intermediarios, que van a vender los hierros a otros delincuentes: “Ya hemos encontrado a atracadores colombianos y chilenos que llevaban armas de fabricación checa o soviética”, dice un responsable de la Brigada de Madrid.
Toda la clientela suele acudir a locales –bares, tiendas, locutorios…– regentados por ciudadanos búlgaros donde se lleva a cabo la transacción. También en algunas conocidas discotecas de Madrid y Valencia, donde los búlgaros son los encargados de la seguridad. A veces se riza el rizo. La Guardia Civil detuvo a un grupo de búlgaros en la operación Compostela. Vendían coches de lujo robados a delincuentes que también les compraban armas. Pero con trampa. Balizaban el coche (le colocaban un dispositivo para seguirlo), lo rastreaban y lo atracaban cuando tenían dinero fresco de la venta de drogas.
Un mercado casi infinito, pues. “En el mundo de la noche, si te pones y preguntas, no hacen falta más de tres contactos o intentos para que alguien se te presente con alguna oferta”, asegura un guardia civil. ¿El precio? “No hay tarifas fijas –advierte un policía–, depende del número de unidades que se adquieran y de la cantidad de intermediarios, pero el precio de una Makarov Baikal nunca es menor de 500 o 600 euros. Si hablamos de un AK-47, nunca menos de 2.000 euros”. interviú habló con uno de los intermediarios en ese mundo. “En Barcelona te venden una pistola Glock 19, en su cajita y con sus dos cargadores, por 3.000 euros. Una pistola ametralladora Uzi nunca baja de los 12.000 euros”. En cualquier caso, en el bazar de armas hay también ofertas de temporada. “El mercado fluctúa, pero no te cobran lo mismo si encargas una pistola que si encargas diez. Es como en el supermercado”, explica un guardia civil que lleva más de diez años luchando contra los grupos mafiosos en España.
Fusiles de asalto, pistolas y hasta granadas de mano. Los delincuentes que operan en España encargan pedidos selectos de armas a traficantes búlgaros. Estos las consiguen de empleados en fábricas de su país y Chequia. Luego, las traen a España ocultas en coches y furgonetas. Una pistola vale de 600 a 1.000 euros.
Los delincuentes españoles y extranjeros que atracan joyerías, centros comerciales y viviendas consiguen la mayoría de sus armas –sobre todo pistolas– en fábricas totalmente legales de la República Checa y Bulgaria, según relatan a interviú fuentes policiales. “En la fábrica búlgara de Sopot, dedicada a ensamblar armas de fabricación rusa –relata un responsable policial– hay un buen número de empleados infieles que trabajan para las organizaciones criminales búlgaras. Sacan las armas pieza a pieza y las desvían para el mercado negro”. Esa era la procedencia de cuatro búlgaros detenidos por la policía en Gandía (Valencia) en la operación Baikal, llevada a cabo por el Grupo XVI de la Brigada de Policía Judicial de Madrid. Acababan de llegar desde su país con un alijo de armas listo para su venta: cincuenta pistolas Makarov Baikal del calibre 9 milímetros, siete subfusiles de asalto Kaláshnikov AK-47, veinticinco silenciadores y abundante munición.
Todo el alijo estaba perfectamente camuflado en el interior de una furgoneta: había armas en la rueda de repuesto, en el depósito de gasolina, en dobles fondos practicados en el techo y el suelo del vehículo… “Tal y como estaba preparada la furgoneta, sospechamos que ha hecho muchos más viajes cargada”, revela uno de los responsables de las investigaciones. En realidad, policía y Guardia Civil saben cómo vienen las armas del Este: ocultas a veces en furgonetas, a veces en coches de lujo que estos grupos roban en sus países y traen a España.
El grupo búlgaro capturado en la operación Baikal trabajaba sobre pedido, como hacen los traficantes de armas radicados en España. “Los grupos de delincuentes que viven en España hacen un pedido y, cuando creen que hay suficiente material demandado, los traficantes hacen el viaje hasta Bulgaria. En este caso, como tapadera, se llevaban lavadoras desde España para decir, si eran interceptados, que se dedicaban a transportar electrodomésticos a su país”, señala el policía. Un guardia civil añade: “Se encarga cualquier cosa, un Kaláshnikov, un fusil Uzi, hasta granadas de mano”. Su compañero de patrulla completa: “Algunos grupos de delincuentes tienen granadas y otras armas extravagantes como forma de darse caché, prestigio y de paso intimidar a otros. Recuerdo un grupo de gitanos de Málaga que las enseñaban en la puerta de sus casas”.
Los grupos colombianos son, junto a los procedentes de Europa del Este, los que más armas cortas manejan. “Los delincuentes colombianos, especialmente los destinados en las ‘oficinas de cobro’, están armados y muy armados”, señala un especialista en crimen organizado colombiano. La mayoría de las pistolas manejadas por estos criminales proceden de robos en casas y chalés. No en vano, además de las reglamentarias de policías, militares y guardias civiles, hay 81.453 armas legales en poder de particulares en España, según los últimos datos aportados en el Congreso de los Diputados en mayo de 2007. Luego, esos mismos delincuentes alquilan esas armas a otros grupos criminales para que trabajen en España, por lo que cobran, según fuentes policiales, un mínimo de trescientos euros.
Una vez en España, los traficantes de armas se deshacen de su mercancía con rapidez. En algunos casos, los compradores son intermediarios, que van a vender los hierros a otros delincuentes: “Ya hemos encontrado a atracadores colombianos y chilenos que llevaban armas de fabricación checa o soviética”, dice un responsable de la Brigada de Madrid.
Toda la clientela suele acudir a locales –bares, tiendas, locutorios…– regentados por ciudadanos búlgaros donde se lleva a cabo la transacción. También en algunas conocidas discotecas de Madrid y Valencia, donde los búlgaros son los encargados de la seguridad. A veces se riza el rizo. La Guardia Civil detuvo a un grupo de búlgaros en la operación Compostela. Vendían coches de lujo robados a delincuentes que también les compraban armas. Pero con trampa. Balizaban el coche (le colocaban un dispositivo para seguirlo), lo rastreaban y lo atracaban cuando tenían dinero fresco de la venta de drogas.
Un mercado casi infinito, pues. “En el mundo de la noche, si te pones y preguntas, no hacen falta más de tres contactos o intentos para que alguien se te presente con alguna oferta”, asegura un guardia civil. ¿El precio? “No hay tarifas fijas –advierte un policía–, depende del número de unidades que se adquieran y de la cantidad de intermediarios, pero el precio de una Makarov Baikal nunca es menor de 500 o 600 euros. Si hablamos de un AK-47, nunca menos de 2.000 euros”. interviú habló con uno de los intermediarios en ese mundo. “En Barcelona te venden una pistola Glock 19, en su cajita y con sus dos cargadores, por 3.000 euros. Una pistola ametralladora Uzi nunca baja de los 12.000 euros”. En cualquier caso, en el bazar de armas hay también ofertas de temporada. “El mercado fluctúa, pero no te cobran lo mismo si encargas una pistola que si encargas diez. Es como en el supermercado”, explica un guardia civil que lleva más de diez años luchando contra los grupos mafiosos en España.