Me acuso Padre...
Publicado: 22 Mar 2009 18:43
Padre
me acuso de haber pecado.
Sírvanse estas cuatro letrujas de este vuestro fiel servidor como infausta confesión de su pecado de hoy, y como parte de la penitencia que me sea impuesta, la cual ruego a Vos, que no sea muy gravosa. Ruego que extiendo a, estos, mis hermanos avancargueros; a los cuales pido que su juicio no sea muy severo, ni sus carcajadas demasiado estentóreas.
Hallándome a día de hoy, no bien pasada la hora quinta, en nuestro lugar de tiro habitual, en brava pero amistosa porfía en mi club, pequé, sí, Padre, pequé de obra y de omisión.
Estando en la nominada como modalidad Mariette, y mientras procedía a la carga del primero de los tambores del invento de ultramar, que el llamado como el profeta Samuel dio en bautizar como Revólver; apareciese el maligno poniendo en horamala una plomiza bola de esas que nuestros hermanos desviados en su Fe verdadera, conocen como puntocuatrocincocuatro. No se asusten las audiencias, pues bien sabido es que el Diablo siempre anda por las competiciones de carbonillas, intentando liar, despistar y equivocar a quienes no tiene en estima ni cariño; pues, siguiendo al servicio de Nuestro Señor y renunciando a sus obras maléficas, trocamos los elementos de su reino: el humo, el azufre, el salitre en noble ejercicio de espiritualidad. Numerosos y muy sabios hombres de Dios nos han enseñado, que la avancarga, templa nuestro espíritu, fortalece el alma, es noble sustituta de la lujuria, enemiga de la pereza, ordenadora de nuestra gula y pacificadora de nuestras envidias, y eso sólo citando alguno de sus muchos beneficios para nuestro espíritu.
Sin dejar de pensar en ciertos problemas personales que me acucian y que por falta de oración y meditación no acerté a dejar en el carruaje; procedía a introducir la sémola prima (fiel reflejo de la gula desatada por las porras previamente consumidas), seconda la malhadada bola y para terminar, para mi notable asombro expresado por la expresión más bobalicona posible, de la pólvora (seguro que causado por mi despistada lujuria al estar en mariette y de bien seguro que no hubiese acaecido en Kuchenreuter) la cual procedió a desparramarse y desperdiciarse de forma similar al borboteo y vergonzoso arruine de nuestra semilla, cuando somos presa del nefando pecado de Onán.
Tiempo me costó darme cuenta de mi yerro, y conseguir explicarme el extraño suceso que ocasionaba que manase pólvora de mi revólver. Tras ver inutilizada una de mis recámaras, arruinose mi concentración, dando en fallos de mis ejercicios, oyendo zumbar burlonamente aquellas otras bolas que falladas eran. Rematándose la catástrofe de este nuevo Rocroi, con unos míseros LIX (y a bien seguro, que algún puntillo no merecido fuese adjudicado por el corrector merced al buen rato que pasó viendo mis cuitas posteriores)
Y para terminar, padre, la ignominia de tener que pedir presta ayuda a mis hermanos, para que imbuidos de sus conocimientos, herramientas y Fe; lograsen sacarme la bola del agujero maldito (ay, la lujuria otra vez que en cercana la canícula nos confunde), la cual guardo para recuerdo de mi pecado.
Y aquí, con humildad expongo mi fallo, tanto como penitencia, como para arrancar de mis hermanos alguna que otra risa, numerosas burlas y el recuerdo que, en la línea de tiro, cuerpo, razón y alma deben ser una Trinidad y no un conjuntillo de taifas egoístas.
Sírvanse estas cuatro letrujas de este vuestro fiel servidor como infausta confesión de su pecado de hoy, y como parte de la penitencia que me sea impuesta, la cual ruego a Vos, que no sea muy gravosa. Ruego que extiendo a, estos, mis hermanos avancargueros; a los cuales pido que su juicio no sea muy severo, ni sus carcajadas demasiado estentóreas.
Hallándome a día de hoy, no bien pasada la hora quinta, en nuestro lugar de tiro habitual, en brava pero amistosa porfía en mi club, pequé, sí, Padre, pequé de obra y de omisión.
Estando en la nominada como modalidad Mariette, y mientras procedía a la carga del primero de los tambores del invento de ultramar, que el llamado como el profeta Samuel dio en bautizar como Revólver; apareciese el maligno poniendo en horamala una plomiza bola de esas que nuestros hermanos desviados en su Fe verdadera, conocen como puntocuatrocincocuatro. No se asusten las audiencias, pues bien sabido es que el Diablo siempre anda por las competiciones de carbonillas, intentando liar, despistar y equivocar a quienes no tiene en estima ni cariño; pues, siguiendo al servicio de Nuestro Señor y renunciando a sus obras maléficas, trocamos los elementos de su reino: el humo, el azufre, el salitre en noble ejercicio de espiritualidad. Numerosos y muy sabios hombres de Dios nos han enseñado, que la avancarga, templa nuestro espíritu, fortalece el alma, es noble sustituta de la lujuria, enemiga de la pereza, ordenadora de nuestra gula y pacificadora de nuestras envidias, y eso sólo citando alguno de sus muchos beneficios para nuestro espíritu.
Sin dejar de pensar en ciertos problemas personales que me acucian y que por falta de oración y meditación no acerté a dejar en el carruaje; procedía a introducir la sémola prima (fiel reflejo de la gula desatada por las porras previamente consumidas), seconda la malhadada bola y para terminar, para mi notable asombro expresado por la expresión más bobalicona posible, de la pólvora (seguro que causado por mi despistada lujuria al estar en mariette y de bien seguro que no hubiese acaecido en Kuchenreuter) la cual procedió a desparramarse y desperdiciarse de forma similar al borboteo y vergonzoso arruine de nuestra semilla, cuando somos presa del nefando pecado de Onán.
Tiempo me costó darme cuenta de mi yerro, y conseguir explicarme el extraño suceso que ocasionaba que manase pólvora de mi revólver. Tras ver inutilizada una de mis recámaras, arruinose mi concentración, dando en fallos de mis ejercicios, oyendo zumbar burlonamente aquellas otras bolas que falladas eran. Rematándose la catástrofe de este nuevo Rocroi, con unos míseros LIX (y a bien seguro, que algún puntillo no merecido fuese adjudicado por el corrector merced al buen rato que pasó viendo mis cuitas posteriores)
Y para terminar, padre, la ignominia de tener que pedir presta ayuda a mis hermanos, para que imbuidos de sus conocimientos, herramientas y Fe; lograsen sacarme la bola del agujero maldito (ay, la lujuria otra vez que en cercana la canícula nos confunde), la cual guardo para recuerdo de mi pecado.
Y aquí, con humildad expongo mi fallo, tanto como penitencia, como para arrancar de mis hermanos alguna que otra risa, numerosas burlas y el recuerdo que, en la línea de tiro, cuerpo, razón y alma deben ser una Trinidad y no un conjuntillo de taifas egoístas.