SOBRE AVANCARGA Y LITERATURA
Publicado: 25 Ene 2008 22:34
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Esto es lo último que esperas leer en un libro titulado "La Bodega", que como es fácil adivinar, versa sobre el mundo del vino:
"...Peña ordenó que retirasen la cuerda y desenvolvieran la tela engrasada. Josep desató el suyo con cuidado y se metió el cordón engrasado en el bolsillo. Descubrió que bajo el envoltorio exterior había otras dos capas.
Bajo el tercer envoltorio -ahi dentro, esperando ser descubierta como el fruto seco dentro de su cáscara- , había un arma.
-Es el arma adecuada para un soldado -explicó Peña- . Un Colt del 44. Hoy en día se ven muchos como éste, restos de la Guerra de Secesión americana. Hace unos agujeros tremendos y el peso no está mal para cargarla. Si sólo disparase una bala, sería una pistola. Pero este arma dispone de seis balas, cargadas en un cilindro giratorio, o sea, que es un revólver. ¿Entendido?
Les enseñó a quitar la pequeña cuña que había delante de la cámara, lo que permitía desencajar el barril para limpiarlo.
Josep frotó con su trapo aquel metal que había pasado ya tantas veces por los procesos sucesivos de uso y limpieza que casi la mitad de la pátina había desaparecido en manos ajenas. Experimentó la incómoda sensación instintiva de de que aquel arma había sido disparada en combate, instrumento letal que había herido y matado a otros hombres, y le tuvo más miedo que al perro de Angel.
El sargento repartió más provisiones de la caja de Miquel: dio a cada jóven un calcetín relleno de pólvora; un pesado saquito de balas de plomo; un tubo de cuero vacío y cerrado por un extremo; un cuenquito de madera lleno de sebo; una varilla para limpiar; una bolsa llena de unos objetos minúsculos que parecían tazas pero apenas medían la mitad que la uña del meñique de Josep; dos extrañas herramientas metálicas, una de las cuales tenía la punta afilada.
Una vez allí, les enseñó a tirar del martillo hasta llegar al primer tope para poner así el seguro del gatillo, de modo que no pudiera dispararse.
-Para que una bala de plomo salga disparada del cañón, hace falta que estallen treinta grains de pólvora -explicó el sargento- . En mitad de un tiroteo no tendréis tiempo de contar los grains ni de bailar una sardana, asi que... -mostró el tubo medidor de cuero- echáis a toda prisa la pólvora en este saco, en el que cabe la cantidad correcta, y luego lo vaciáis en la cámara del arma. A continuación metéis en la cámara la bala de plomo y a continuación apretáis la palanca de carga para que se pose firmemente sobre la pólvora. Un toque de grasa por encima de la bala, y luego estas tacitas, que son los pistones que estallan al recibir el golpe del martillo. Podéis rodar el cilindro a mano y cargar todas las cámaras, de una en una.
-En pleno combate, un soldado ha de ser capaz de cargar las seis cámaras en menos de un minuto. Tenéis que practicarlo una y otra vez. Que cada uno empiece a cargar la suya.
...
...Cuando quedó satisfecho de que todas las armas estuvieran correctamente cargadas, sacó una navaja y marcó el tronco de un árbol con un tajo. Luego se plantó a unos seis o siete metros, alzó su arma y disparó seis rápidos tiros. Aparecieron seis agujeros en el tronco. Varios de ellos habían quedado juntos y entre los demás no había más de dos dedos de separación.
-Xavier Miró. Ahora tú- ordenó el sargento- . Has de sostener el arma con firmeza y, sin embargo, aplicar sólo una leve presión sobre el gatillo. Piensa en una mariposa que se posa sobre una hoja.
Aquellas palabras no funcionaban con Xavier. El dedo dio seis tirones del gatillo, el arma se sacudió y se zarandeó en su mano destemplada, y las balas se hundieron en la maleza, esparcidad.
Jordi Arnau fue el siguiente, y tampoco se le dio mucho mejor.
-Alvarez.
Josep se encaró al árbol que hacía las veces de diana. Cuando estiró el brazo, lo hizo en posición rígida de tanto como odiaba el arma, pero oyó de nuevo las palabras del sargento y pensó en Teresa al acariciar el gatillo.
Tras cada detonación saltaban chispas, humo y fuego del cañón, como si Josep fuera Dios, como si su mano arrojara relámpagos para acompañar aquellos truenos. Cuatro agujeros nuevos se sumaron a los que había formado el sargento Peña con sus disparos. Otros dos quedaron a no más de tres centímetros.
Josep se quedó plantado, quieto.
Estaba asombrado y avergonzado por la sensación repentina de que en sus pantalones había un bulto claramente visible para los demás, pero nadie se rió.
Lo más inquietante de todo: cuando Josep miró a Peña, vio que el hombre lo estudiaba con atento interés."
...os suena, ehh???? :D
Por cierto, este párrafo está extraido literalmente de la última novela de el escritor NOAH GORDON, titulada "La Bodega", curiosamente ambientada en Cataluña, en la época de la guerra Carlista.
...¡¡ayyy, me duelen los dedos!!. ;)
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Esto es lo último que esperas leer en un libro titulado "La Bodega", que como es fácil adivinar, versa sobre el mundo del vino:
"...Peña ordenó que retirasen la cuerda y desenvolvieran la tela engrasada. Josep desató el suyo con cuidado y se metió el cordón engrasado en el bolsillo. Descubrió que bajo el envoltorio exterior había otras dos capas.
Bajo el tercer envoltorio -ahi dentro, esperando ser descubierta como el fruto seco dentro de su cáscara- , había un arma.
-Es el arma adecuada para un soldado -explicó Peña- . Un Colt del 44. Hoy en día se ven muchos como éste, restos de la Guerra de Secesión americana. Hace unos agujeros tremendos y el peso no está mal para cargarla. Si sólo disparase una bala, sería una pistola. Pero este arma dispone de seis balas, cargadas en un cilindro giratorio, o sea, que es un revólver. ¿Entendido?
Les enseñó a quitar la pequeña cuña que había delante de la cámara, lo que permitía desencajar el barril para limpiarlo.
Josep frotó con su trapo aquel metal que había pasado ya tantas veces por los procesos sucesivos de uso y limpieza que casi la mitad de la pátina había desaparecido en manos ajenas. Experimentó la incómoda sensación instintiva de de que aquel arma había sido disparada en combate, instrumento letal que había herido y matado a otros hombres, y le tuvo más miedo que al perro de Angel.
El sargento repartió más provisiones de la caja de Miquel: dio a cada jóven un calcetín relleno de pólvora; un pesado saquito de balas de plomo; un tubo de cuero vacío y cerrado por un extremo; un cuenquito de madera lleno de sebo; una varilla para limpiar; una bolsa llena de unos objetos minúsculos que parecían tazas pero apenas medían la mitad que la uña del meñique de Josep; dos extrañas herramientas metálicas, una de las cuales tenía la punta afilada.
Una vez allí, les enseñó a tirar del martillo hasta llegar al primer tope para poner así el seguro del gatillo, de modo que no pudiera dispararse.
-Para que una bala de plomo salga disparada del cañón, hace falta que estallen treinta grains de pólvora -explicó el sargento- . En mitad de un tiroteo no tendréis tiempo de contar los grains ni de bailar una sardana, asi que... -mostró el tubo medidor de cuero- echáis a toda prisa la pólvora en este saco, en el que cabe la cantidad correcta, y luego lo vaciáis en la cámara del arma. A continuación metéis en la cámara la bala de plomo y a continuación apretáis la palanca de carga para que se pose firmemente sobre la pólvora. Un toque de grasa por encima de la bala, y luego estas tacitas, que son los pistones que estallan al recibir el golpe del martillo. Podéis rodar el cilindro a mano y cargar todas las cámaras, de una en una.
-En pleno combate, un soldado ha de ser capaz de cargar las seis cámaras en menos de un minuto. Tenéis que practicarlo una y otra vez. Que cada uno empiece a cargar la suya.
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...Cuando quedó satisfecho de que todas las armas estuvieran correctamente cargadas, sacó una navaja y marcó el tronco de un árbol con un tajo. Luego se plantó a unos seis o siete metros, alzó su arma y disparó seis rápidos tiros. Aparecieron seis agujeros en el tronco. Varios de ellos habían quedado juntos y entre los demás no había más de dos dedos de separación.
-Xavier Miró. Ahora tú- ordenó el sargento- . Has de sostener el arma con firmeza y, sin embargo, aplicar sólo una leve presión sobre el gatillo. Piensa en una mariposa que se posa sobre una hoja.
Aquellas palabras no funcionaban con Xavier. El dedo dio seis tirones del gatillo, el arma se sacudió y se zarandeó en su mano destemplada, y las balas se hundieron en la maleza, esparcidad.
Jordi Arnau fue el siguiente, y tampoco se le dio mucho mejor.
-Alvarez.
Josep se encaró al árbol que hacía las veces de diana. Cuando estiró el brazo, lo hizo en posición rígida de tanto como odiaba el arma, pero oyó de nuevo las palabras del sargento y pensó en Teresa al acariciar el gatillo.
Tras cada detonación saltaban chispas, humo y fuego del cañón, como si Josep fuera Dios, como si su mano arrojara relámpagos para acompañar aquellos truenos. Cuatro agujeros nuevos se sumaron a los que había formado el sargento Peña con sus disparos. Otros dos quedaron a no más de tres centímetros.
Josep se quedó plantado, quieto.
Estaba asombrado y avergonzado por la sensación repentina de que en sus pantalones había un bulto claramente visible para los demás, pero nadie se rió.
Lo más inquietante de todo: cuando Josep miró a Peña, vio que el hombre lo estudiaba con atento interés."
...os suena, ehh???? :D
Por cierto, este párrafo está extraido literalmente de la última novela de el escritor NOAH GORDON, titulada "La Bodega", curiosamente ambientada en Cataluña, en la época de la guerra Carlista.
...¡¡ayyy, me duelen los dedos!!. ;)
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