Entrevista con el patriarcado.

[Amra]

Hola.

PREGUNTA. Ante todo, ¿por qué ha adoptado usted esta forma corpórea?
RESPUESTA. Me pareció una buena carcasa para que sepas con qué clase de entidad estás hablando. Represento siglos de segregación entre mujeres y hombres. Para mí hay un tipo de mujer válida, que es infantil, hacendosa y doméstica, y también un tipo de hombre válido, que por cierto escasea en tu país tanto como ellas: adulto, responsable, trabajador, sacrificado y ajeno por completo a las cosas del hogar. Hoy, el que más y el que menos friega un plato o dos e invade los espacios de las mujeres.

P. Ahora entiendo por qué ha elegido usted el cuerpo de El Fary.
R. En aquel famoso clip de televisión era yo quien hablaba a través de su cuerpo.

P. Tiene usted una pila de años. ¿Cómo está de salud?
R. Estupendamente bien.

P. ¿Está seguro? Ha venido cojeando.
R. El hombre no se queja. Digamos que voy tirando. A lo largo de la historia mucha gente ha tratado de destruirme: las putas, los gais y las lesbianas desde el principio de los tiempos con su desafío al rol de género; luego las sufragistas con esa manía de votar, y las feministas del siglo XX, salvo algunas de las norteamericanas, sobre todo desde los años ochenta, que eran de mi equipo sin saberlo.

P. ¿Cómo dice?
R. Tengo gran aprecio por Catharine MacKinnon, por ejemplo. En Estados Unidos hay unas cuantas teóricas feministas que ven a las mujeres como yo: como seres inferiores y necesitados de tutela. A veces parece que vayan a ponerse a hablar de la virginidad, aunque siempre encuentran eufemismos.

P. Es sorprendente que usted les dé las gracias a las feministas.
R. Hace ya muchos años que mi supervivencia depende de las lecturas erróneas que se hacen sobre mí, y algunas feministas son expertas en ello. De no ser así, yo no tendría fuerzas ni para conceder esta entrevista.

P. Entonces, ¿sí está usted malherido?
R. Me encuentro mejor, gracias. Pero es cierto que mi situación no era buena. Cada vez hay más señoras en cargos directivos, juezas, médicas, investigadoras, hasta bomberas que no entran por cuota. Además, hombres y mujeres os tratáis, en general, de manera errónea, como si fuerais iguales. Tenéis el divorcio y el aborto naturalizados, y un montón de chavalas prefieren trabajar en vez de parir. Esto pasa en la izquierda y la derecha. Está todo lleno de traidores.

P. Se dice que la derecha es machista y patriarcal.
R. Ja. Ya quisiera yo. Hasta los más conservadores quieren que sus hijas estudien carrera, opositen, ganen dinero, etcétera. ¿Qué hay de patriarcal en eso? Deberían preocuparse más por casarlas bien y vigilarlas, pero tendrías que ver a esas chicas de familia bien en las discotecas elitistas, por la noche. Por fortuna, la nueva hornada de feministas españolas y el Ministerio de Igualdad han tirado de la cuerda.

P. No sé si entiendo bien…
R. ¿Cómo que no? Por una parte, han implantado esa idea de que la mujer es un ser necesitado de tutela y protección constante, como las niñas. Por otra, han metido suficiente cizaña, han demonizado lo bastante el deseo masculino, la libido, el mero concepto de la masculinidad como para cabrear a muchos hombres.

P. ¿Le gustan los hombres furiosos, o qué?
R. Los que entienden que la mujer es diferente, una especie de niña que puede convertirse en loba si el varón se lo permite. Hoy, por suerte, hay chavalitos que salen de los talleres feministas que les calzan en la escuela convencidos de que las chicas son exactamente eso, y unas privilegiadas. Así que lo que no logré mantener ofreciendo a los hombres una prolongación de la madre en la esposa, una cama hecha, un plato caliente, lo va a conseguir la reacción de estos chicos frustrados.

P. ¿Quiere usted entonces que las mujeres sean maltratadas por los hombres?
R. En absoluto. ¿Cuándo he dicho tal cosa? Repito que para mí las mujeres son niñas. A un niño que se porta mal se le puede dar una cachete, no una paliza. Yo soy el orden, la segregación. Los hombres ocupan el lugar de fuerza y la responsabilidad: por eso construyen carreteras, van a la guerra y mueren sin que a nadie le importe. Las mujeres, como dan a luz, deben permanecer protegidas y apartadas de la violencia.

P. Dice que los hombres mueren sin que a nadie le importe, como si fuera algo que le agrada.
R. Es la norma básica de mi funcionamiento. Los hombres son prescindibles. De ahí que crease la idea del héroe, que anima a los hombres a ir a la guerra para ganar la gloria y conseguir, con ello, un montón de mujeres.

P. Así que las mujeres tampoco le importan.
R. Me importa el orden, no sé cuántas veces tengo que decirlo.

P. De acuerdo. Hoy se dice que, por su culpa, las mujeres deben protegerse de los hombres.
R. ¡Ridículo! En todo caso, deben protegerse de su deseo de convertirse en hombres. Había un tipo llamado Freud que era de mis favoritos. Ya no se hacen hombres así.

P. La protección de la que usted habla parece sinónimo de dominación.
R. Interpretación incompleta. Se domina al esclavo, no es lo mismo. El cuchillo sirve para matar y para cortar la soga con la que te ahorcan. Te repito que soy un orden. Esto es diferente de ser un abuso. Soy un orden en el que cada cual ocupa el lugar que le corresponde y reina en él. Las mujeres son las reinas de su espacio, los hombres los reyes del mundo, pero eso no les da permiso para invadir el espacio de las mujeres. La humanidad funcionó así muy bien durante siglos.

P. Durante siglos, las mujeres fueron dominadas…
R. ¿Y los hombres no eran dominados también, por otros hombres, en esas mismas épocas? ¿Crees que la libertad y la democracia llegaron mucho antes para los hombres que para las mujeres? Fueron unos pocos años de desfase. Todo empezó a joderse con la Revolución Industrial, cuando la gente dejó de considerarse esclava por quedarse sin vida hogareña. Las mujeres en las fábricas, ¡qué espanto!

P. La explotación de las mujeres también se le atribuye a usted.
R. La gente es muy lista cuando me pone el apellido de capitalista, pero soy más viejo que eso, y en la URSS comunista tampoco había mujeres en el Gobierno. La explotación no depende de mí. Repito que soy un sistema de reparto estricto de los espacios. Quizás esta es la forma más neutra y razonable de verme.

P. Pero a quien se sale de ese espacio asignado por usted, lo castiga.
R. Yo no castigo, soy el orden. Beneficio a todos, los de arriba y los de abajo.

P. A ver. Aceptando que hubiera una visión sesgada sobre lo que es usted, ¿acaso no tiene usted una visión sesgada de lo que son los hombres y las mujeres?
R. Fue la naturaleza la que os sesgó. No sois iguales, como demuestran los deportistas transgénero. Date cuenta de cómo las amenazas se convierten en ventajas para mí. Siempre detesté a los afeminados, y ellos también me están salvando. Ahora las feministas radicales hablan todo el rato de biología. En los años setenta, te pegaban un tiro si mencionabas los genes o la evolución.

P. Cambiemos de tercio. ¿Está usted a favor de la violación y en contra del consentimiento?
R. ¡Cómo osas decir tal cosa! ¡Esto es un escándalo!

P. Es algo que se dice mucho.
R. Odio las violaciones. Me gustan los hombres fuertes y responsables, así que no me gustan los violadores, que son hombres que no se hacen responsables de su fracaso amoroso y transgreden el espacio más íntimo de las mujeres, así como la protección que yo les brindo. La mujer es sagrada para mí y su sexo está en el centro, se llame honra, virginidad o consentimiento.

P. El caso es que en las sociedades patriarcales se las viola.
R. Y en Suecia también. Lo tienes que ver desde otro ángulo: el del castigo. ¿Has visto cómo tratan en las cárceles a los violadores? Ahí estoy yo. Cuando alguien burla mi protección, otros hombres ejecutan mi castigo. Hombres débiles son destruidos por hombres fuertes, todo siempre según mi sistema. Todo lo demás es antipunitivismo, una idea muy poco patriarcal, y mira lo que está pasando con vuestra nueva ley sexual, je je je.
P. Entonces, ¿la cultura de la violación no es cosa suya?
R. La violación es una anomalía, una transgresión. Los hombres deben cortejar a las mujeres, y ellas elegirán, si son maduras, o lo harán sus padres o tutores legales en caso de que no lo sean. El violador, el donjuán a fin de cuentas, es un monstruo miserable que transgrede los espacios que yo segrego.

P. Pero según usted las mujeres son propiedad de los hombres, y por tanto también lo son sus cuerpos.
R. ¿Son los niños propiedad de sus padres? No. Las mujeres están bajo la protección y la tutela de los hombres, según lo veo yo.

P. Habla usted mucho del tipo de hombre que no le gusta. ¿Qué hay de las mujeres?
R. No me gustan las directivas de empresa. No me gustan las mujeres con pantalones. Puedo aceptar maestras, enfermeras o limpiadoras, aunque en mi mundo ideal no existirían. También he acabado aceptando a mujeres que invaden espacios masculinos y hacen el ridículo.

P. ¿Podría ponerme ejemplos?
P. Temo a Clara Serra y me divierto con Leticia Dolera; no me gusta Nadia Calviño, pero me encanta Ángela Rodríguez Pam.
R. Ella le odia a usted.
P. Hay tanta gente que cree que me odia, y sin embargo… Ángela Rodríguez Pam y sus compañeras del ministerio son la mujer ideal para mí. Incapaces de hacerse responsables de ninguno de sus actos pese a ostentar una gran responsabilidad, y pese a que todo el mundo ha visto sus errores. Todo es culpa de otro, dicen, pero la gente no es tonta y piensa: “¡Si parecen niñas!”. Les agradezco enormemente su ayuda.

P. Para terminar, ¿cómo ha vivido usted el 8-M?
R. Es uno de los mejores días que recuerdo, al menos en los últimos años. Ver a tantas facciones de mujeres enfrentadas entre sí hizo que me sintiera seguro. ¡Parecen odiarse con más visceralidad de la que me dedican a mí! Espero que el año que viene se repita.

Fuente:

https://www.elconfidencial.com/cultura/2023-03-09/entrevista-patriarcado-8m-feminismo-machismo_3589144/

Un saludo.