Armas italianas en la Segunda Guerra Mundial
Publicado: 28 Mar 2014 14:10
Mucho se ha escrito sobre las armas ligera italianas del último conflicto mundial pero no siempre se ha dicho la verdad. Sobre ellas al igual que de otras se repiten mitos erróneos sin fundamento y lo triste es que se siguen repitiendo las mismas falsedades por muchos autores actuales. Por eso quiero aportar luz y acabar con ellas; muchas veces surgidas entre los hombres que combatieron en ese conflicto y los informes elaborados por americanos e ingleses cuyo objetivo en muchos casos era levantar la moral de sus hombres denigrando las armas del enemigo.
De todas las armas empezaré por el 91 o Carcano (il 91), como es conocido en muchos sitios. Siempre se ha dicho que ha sido el peor fusil de todos los contendientes y el de peor calidad. Esta afirmación está muy lejos de la realidad. En su época ( finales del XIX) era ensalzada por los Estados Mayores de diferentes ejército europeos, debido a la sencillez de sus mecanismos, el fácil mantenimiento, su robustez, su bajo precio y la rasancia de la trayectoria de su munición (siempre se ha buscado estos objetivos en cualquier arma militar). Todo el problema de su mala valoración radicaba en los informes del ejército norteamericano (para los alemanes también editaron panfletos y filmaron películas donde se reflejaba la superioridad de su propio armamento, a excepción de los documentos confidenciales) y de los propios soldado que los enviaban a casa como trofeos. Estos últimos al no poder encontrar en su país la munición originaria, tendían a transformarlos a un calibre disponible como hacían con los Arisakas o los Kar 98. Y aquí radicaba el problema, el Carcano construido con acero de calidad por el que tuvieron que pagar royalties los italianos no era apto para resistir las presiones de otras municiones pues estaba concebida para su propio cartucho. Esto supuso la rotura de muchas armas transformadas. Dando pie a su mala fama en muchos círculos de tiradores; opinión que poco a poco va cambiando. Pues es un arma muy agradable en el disparo y bastante precisa. La pena es que los italianos no hubiesen pensado en esta contingencia y hubieran gastado más dinero en hacer un fusil más apto para su conversión a otros calibres. El egocentrismo anglosajón claramente olvida que los Lee enfield no pudieron transformarse al 7,62 NATO pues no resistían por la calidad de sus aceros la presión de esta municiones más potentes que el 303, viéndose obligados en el Reino Unido como en la India a hacerlos nuevos con aceros adecuados. Otro aspecto valorado era la imposibilidad de cargarlo con cartuchos sueltos. El símil con el Garand es muy repetido para utilizarlo aquí. Los fusiles de repetición se concibieron en su gran mayoría para municionarlos con varios cartuchos a la vez no pensándose en cargarlos con cartuchos sueltos. En el sistema de cargar un arma se ha demostrado la superioridad del sistema mannlicher por su mayor rapidez al introducir de un movimiento el paquete de cartuchos. Sobre el repetido aspecto de impedir la carga con cartuchos sueltos en caso de necesidad en un combate, pensemos si es más rápido cargar uno y disparar o esperar a terminar de cargar los cinco uno a uno mientras se acerca el enemigo. De todas formas lo lógico sería recoger los peines distribuidos a nuestro alrededor tanto del sistema máuser como del mannlicher y rellenarlos en alguna pausa del combate.
Continuando con el 91 otro aspecto denigrado en esta arma es su munición, mejor dicho su calibre. El hacer comparaciones con el 5,56 NATO es erróneo para justificar la reducción del calibre del fusil italiano, su longitud y masa no es la misma y por su puesto su calibre es mayor. Debemos recordar como una bala tiende a deformarse o doblarse al impactar contra tejido muscular, cartílago o hueso. Y en esto son superiores las balas con punta roma o redondeada como la italiana por encontrar mayor resistencia a la penetración en su punta facilitando lo antes descrito, frente a las de punta ojival con mayor facilidad la penetración. Siendo la ventaja de estas últimas su mayor orificio de entrada y su capacidad de voltear dentro del cuerpo produciendo un canal de lesiones de mayor dimensión. Otro problema era su menor alcance primordialmente para el tiro con ametralladoras ya que al no cambiar la bala como en otros países a una forma ojival su coeficiente balístico era muy pobre y tendía perder velocidad rápidamente. Habiendo hecho esta transformación siguiendo el ejemplo de otros ejércitos hubiesen logrado mejorar el alcance tan deseado para las armas de apoyo como una mayor vulnerabilidad.
Otra arma con mala opinión era el mortero Brixia de 45mm. Arma de gran precisión y con una cadencia de 20 a 30 disparos por minuto. Su aspecto negativo era la escasa potencia de su granada, siendo comparada con una granada defensiva por su carga explosiva de 60 gramos. (En algunos ejércitos al mortero lo denominaban lanzagranadas “granatenwerfer”). Las preferencias por un tipo u otro de arma se apoyo en la sicología de los ejércitos y en sus planteamientos tácticos. Hay un arma parecida en cuanto a su eficacia y uso, muy bien valorada y respetada en su día por sus usuarios y sus enemigos. Me refiero al lanzagranadas tipo 89 con dos tipos de munición, una que le era propia y la otra la granada de mano tipo 91 con adaptador; usándose ambas con gran profusión y siendo la causa de muchas bajas americanas en la campaña del Pacifico. Tanto impresionó a los americanos su eficacia que en base a esta arma se inspiraron para desarrollar y dotar a su Secciones con el lanzagranadas M79. Volviendo al arma italiana, su eficacia debía ser semejante a la japonesa, al igual que la maniobrabilidad pues es notoria la rapidez para su puesta en uso. Su alta cadencia de fuego permitiría otorgar tanto en la defensa como en el ataque un apoyo considerable de fuego. Y creo que sería irrelevante para un soldado enemigo considerar que granada que le venía encima tenía 60 o 100 gramos de explosivo por que en cualquier caso buscaría refugio. Tampoco quisiera dejar de lado el hecho de que los rusos antes de desarrollar su lanzagranadas automático AGS 17 crearon un prototipo para su munición de 30mm idéntico al mortero Brixia italiano. Si tal vez los italianos hubieran diseñado su mortero Brixia con capacidad de fuego automático o semi automático, la opinión sobre esta arma y su munición hubiese sido diferente. También recordar que los ingleses hicieron toda la guerra con un mortero de 50mm mientras los alemanes y los rusos desde comienzo del conflicto los desecharon como poco prácticos (¿quien tenía razón?).
En cuanto a las armas automáticas nada que decir pues entre los años 20 y 30 desarrollaron muchos modelos válidos de fusiles ametralladores y ametralladoras y acabaron eligiendo lo peor con excepción de los subfusiles Beretta.
No quisiera dejar de lado sus granadas de mano, rechazadas en su época por su escasa potencia y efectividad. De los tres modelos los soldados preferían la Breda y la Oto de gran capacidad por el bajo índice de fallos y su mayor carga explosiva (70 gramos). Si uno observa manuales de la época se aprecia la gran cantidad de metralla de pequeñas dimensiones que producían al estallar, debido al gran número de partes metálicas que la conformaban. Con ello su radio de acción rondaba entre los 5 y 10 metros que es lo que actualmente se busca en las granadas de mano que actúan como ofensivo/defensivas, con una fragmentación controlado, produciendo gran cantidad de metralla de pequeñas dimensiones de escaso alcance, evitando así herir al lanzador. En esto posiblemente los italianos se adelantaron a su tiempo sin saberlo pues diseñaron unas granadas de acuerdo con lo que buscan los ejércitos de hoy en día, encontrándonos en ellos con gran una disparidad de criterios como la granada checa con 46 gramos de explosivo, o las alemanas y austriacas con70 a 90 gramos, acabando con las de otros países con cargas explosivas entre 100 y 200 gramos. Finalmente estaría el valorar su funcionamiento por impacto frente a la seguridad del retardo cosa que dejo para otro momento.
Finalmente decir que no solo sus enemigos sino los propios italianos han hablado mal de sus armas, aunque en los últimos libros publicados en Italia esta tónica está cambiado, pasando a valorar adecuadamente y de forma realista su armamento. Librándose con ello ese complejo de país pobre que justificó en parte la causa de su derrota por la supuesta mediocridad de sus armas.
De todas las armas empezaré por el 91 o Carcano (il 91), como es conocido en muchos sitios. Siempre se ha dicho que ha sido el peor fusil de todos los contendientes y el de peor calidad. Esta afirmación está muy lejos de la realidad. En su época ( finales del XIX) era ensalzada por los Estados Mayores de diferentes ejército europeos, debido a la sencillez de sus mecanismos, el fácil mantenimiento, su robustez, su bajo precio y la rasancia de la trayectoria de su munición (siempre se ha buscado estos objetivos en cualquier arma militar). Todo el problema de su mala valoración radicaba en los informes del ejército norteamericano (para los alemanes también editaron panfletos y filmaron películas donde se reflejaba la superioridad de su propio armamento, a excepción de los documentos confidenciales) y de los propios soldado que los enviaban a casa como trofeos. Estos últimos al no poder encontrar en su país la munición originaria, tendían a transformarlos a un calibre disponible como hacían con los Arisakas o los Kar 98. Y aquí radicaba el problema, el Carcano construido con acero de calidad por el que tuvieron que pagar royalties los italianos no era apto para resistir las presiones de otras municiones pues estaba concebida para su propio cartucho. Esto supuso la rotura de muchas armas transformadas. Dando pie a su mala fama en muchos círculos de tiradores; opinión que poco a poco va cambiando. Pues es un arma muy agradable en el disparo y bastante precisa. La pena es que los italianos no hubiesen pensado en esta contingencia y hubieran gastado más dinero en hacer un fusil más apto para su conversión a otros calibres. El egocentrismo anglosajón claramente olvida que los Lee enfield no pudieron transformarse al 7,62 NATO pues no resistían por la calidad de sus aceros la presión de esta municiones más potentes que el 303, viéndose obligados en el Reino Unido como en la India a hacerlos nuevos con aceros adecuados. Otro aspecto valorado era la imposibilidad de cargarlo con cartuchos sueltos. El símil con el Garand es muy repetido para utilizarlo aquí. Los fusiles de repetición se concibieron en su gran mayoría para municionarlos con varios cartuchos a la vez no pensándose en cargarlos con cartuchos sueltos. En el sistema de cargar un arma se ha demostrado la superioridad del sistema mannlicher por su mayor rapidez al introducir de un movimiento el paquete de cartuchos. Sobre el repetido aspecto de impedir la carga con cartuchos sueltos en caso de necesidad en un combate, pensemos si es más rápido cargar uno y disparar o esperar a terminar de cargar los cinco uno a uno mientras se acerca el enemigo. De todas formas lo lógico sería recoger los peines distribuidos a nuestro alrededor tanto del sistema máuser como del mannlicher y rellenarlos en alguna pausa del combate.
Continuando con el 91 otro aspecto denigrado en esta arma es su munición, mejor dicho su calibre. El hacer comparaciones con el 5,56 NATO es erróneo para justificar la reducción del calibre del fusil italiano, su longitud y masa no es la misma y por su puesto su calibre es mayor. Debemos recordar como una bala tiende a deformarse o doblarse al impactar contra tejido muscular, cartílago o hueso. Y en esto son superiores las balas con punta roma o redondeada como la italiana por encontrar mayor resistencia a la penetración en su punta facilitando lo antes descrito, frente a las de punta ojival con mayor facilidad la penetración. Siendo la ventaja de estas últimas su mayor orificio de entrada y su capacidad de voltear dentro del cuerpo produciendo un canal de lesiones de mayor dimensión. Otro problema era su menor alcance primordialmente para el tiro con ametralladoras ya que al no cambiar la bala como en otros países a una forma ojival su coeficiente balístico era muy pobre y tendía perder velocidad rápidamente. Habiendo hecho esta transformación siguiendo el ejemplo de otros ejércitos hubiesen logrado mejorar el alcance tan deseado para las armas de apoyo como una mayor vulnerabilidad.
Otra arma con mala opinión era el mortero Brixia de 45mm. Arma de gran precisión y con una cadencia de 20 a 30 disparos por minuto. Su aspecto negativo era la escasa potencia de su granada, siendo comparada con una granada defensiva por su carga explosiva de 60 gramos. (En algunos ejércitos al mortero lo denominaban lanzagranadas “granatenwerfer”). Las preferencias por un tipo u otro de arma se apoyo en la sicología de los ejércitos y en sus planteamientos tácticos. Hay un arma parecida en cuanto a su eficacia y uso, muy bien valorada y respetada en su día por sus usuarios y sus enemigos. Me refiero al lanzagranadas tipo 89 con dos tipos de munición, una que le era propia y la otra la granada de mano tipo 91 con adaptador; usándose ambas con gran profusión y siendo la causa de muchas bajas americanas en la campaña del Pacifico. Tanto impresionó a los americanos su eficacia que en base a esta arma se inspiraron para desarrollar y dotar a su Secciones con el lanzagranadas M79. Volviendo al arma italiana, su eficacia debía ser semejante a la japonesa, al igual que la maniobrabilidad pues es notoria la rapidez para su puesta en uso. Su alta cadencia de fuego permitiría otorgar tanto en la defensa como en el ataque un apoyo considerable de fuego. Y creo que sería irrelevante para un soldado enemigo considerar que granada que le venía encima tenía 60 o 100 gramos de explosivo por que en cualquier caso buscaría refugio. Tampoco quisiera dejar de lado el hecho de que los rusos antes de desarrollar su lanzagranadas automático AGS 17 crearon un prototipo para su munición de 30mm idéntico al mortero Brixia italiano. Si tal vez los italianos hubieran diseñado su mortero Brixia con capacidad de fuego automático o semi automático, la opinión sobre esta arma y su munición hubiese sido diferente. También recordar que los ingleses hicieron toda la guerra con un mortero de 50mm mientras los alemanes y los rusos desde comienzo del conflicto los desecharon como poco prácticos (¿quien tenía razón?).
En cuanto a las armas automáticas nada que decir pues entre los años 20 y 30 desarrollaron muchos modelos válidos de fusiles ametralladores y ametralladoras y acabaron eligiendo lo peor con excepción de los subfusiles Beretta.
No quisiera dejar de lado sus granadas de mano, rechazadas en su época por su escasa potencia y efectividad. De los tres modelos los soldados preferían la Breda y la Oto de gran capacidad por el bajo índice de fallos y su mayor carga explosiva (70 gramos). Si uno observa manuales de la época se aprecia la gran cantidad de metralla de pequeñas dimensiones que producían al estallar, debido al gran número de partes metálicas que la conformaban. Con ello su radio de acción rondaba entre los 5 y 10 metros que es lo que actualmente se busca en las granadas de mano que actúan como ofensivo/defensivas, con una fragmentación controlado, produciendo gran cantidad de metralla de pequeñas dimensiones de escaso alcance, evitando así herir al lanzador. En esto posiblemente los italianos se adelantaron a su tiempo sin saberlo pues diseñaron unas granadas de acuerdo con lo que buscan los ejércitos de hoy en día, encontrándonos en ellos con gran una disparidad de criterios como la granada checa con 46 gramos de explosivo, o las alemanas y austriacas con70 a 90 gramos, acabando con las de otros países con cargas explosivas entre 100 y 200 gramos. Finalmente estaría el valorar su funcionamiento por impacto frente a la seguridad del retardo cosa que dejo para otro momento.
Finalmente decir que no solo sus enemigos sino los propios italianos han hablado mal de sus armas, aunque en los últimos libros publicados en Italia esta tónica está cambiado, pasando a valorar adecuadamente y de forma realista su armamento. Librándose con ello ese complejo de país pobre que justificó en parte la causa de su derrota por la supuesta mediocridad de sus armas.