REQUETÉS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Publicado: 05 Nov 2012 21:47
Todo esto que os cuento no me lo he inventado yo, está sacado de mi lectura del libro <<REQUETÉS de las trincheras al olvido>> de Pablo Larraz Andía y Víctor Sierra-Sesúmaga.
Durante la guerra civil que asoló España de 1936 a 1939, el carlismo aportó al bando nacional más de 60.000 combatientes, encuadrados en cuarenta y dos tercios de requetés. Una décima parte de estos hombres, cerca de 6.000, perdieron la vida en el transcurso del conflicto. Miles de mujeres voluntarias se incorporaron a hospitales de vanguardia o retaguardia, talleres, costureros e innumerables actividades de apoyo a combatientes y heridos de guerra, bien encuadradas en Frentes y Hospitales o el Socorro Blanco.
El carácter voluntario de los carlistas no sólo se circunscribe al teritorio vasco-navarro (pensamiento erróneo frecuente). Once tercios de Requetés se crearon en Navarra y ocho en las provincias Vascongadas (fueron de las más destacadas durante la guerra),pero hubo muchas más, las dos Castillas contaron con nueve tercios de Requetés propios, Andalucía siete, Aragón seis, Asturias y Cataluña con uno, además de numerosas unidades y agrupaciones menores.
Al finalizar la contienda, su papel en la misma no fue suficientemente reconocido, fundamentalmente por razones políticas del régimen franquista, pero también entre quienes vivieron todo aquello se extendió la idea de <<pasar página>> en favor de la concordia y de la reconciliación.
TERCIO DE MONTSERRAT
El tercio de Montserrat se fundó en San Sebastián, en la sede del Requeté que Cataluña había abierto para alistar a sus voluntarios.
Os voy a contar resumidamente (a los que les guste les aconsejo se compren el libro) la historia de un voluntario del Tercio de Montserrat, evadido a zona nacional y superviviente del cerco de Codo, Zaragoza.
José María Costa Velasco, nacido en Vic, en 1918. se incorporó voluntario con dieciocho años.
A los 15 días escasos de estar en el tercio los mandaron al frente, a Codo, un pequeño pueblo que servía de avanzadilla de las líneas nacionales en Belchite. Era un lugar en el que no había actividad bélica en absoluto, era un pueblo agrícola y pequeño, el enemigo estaba a más de dos mil metros de sus trincheras. Incluso tenían tiempo de ayudar a la gente del pueblo, uno del tercio que era relojero les arregló el reloj de la torre que estaba parado desde hacía años, <<cuando lo inauguraron, uno del pueblo al ver los números(los restaurón con números romanos)les dijeron "pero porque habeis puesto los números del reloj en catalán", hubo muchas risas>>. Todo cambió el día del ataque. José estaba haciendo su primera guardia en la trinchera, -cuando escuché los primeros tiros en un primer momento casi me alegré, pensando que por fin iba a saber lo que era la guerra(llevabámos quince días de calma absoluta)y la verdad es que lo supe en seguida...
Nos atacaron las brigadas internacionales, con una superioridad aplastante y durante los primeros momentos del ataque vinieron a reforzarnos unos veinte chicos de una bandera de falange. El tiroteo fue arreciando, empezaron a pegarnos también con artillería, y nosostros, con nuestros fusiles como única arma, a pesar del empeño, perdimos las primeras trincheras de la ermita. Pronto quedamos cercados, aislados durante tres días, con la seguridad de que íbamos a morir(entre ellos, había la consigna de no hacer prisioneros catalanes, por lo que representábamos). Nos fuímos quedando sin oficiales y casi sin munición, pero aguantábamos, y se combatía casa por casa-. En frente había un batallón completo, unos de guardia, otros cavando trincheras, la cosa se ponía fea - ya quedábamos pocos, decidimos salir-, calaron bayonetas "que sea lo que Dios quiera", cuando los vieron salir, "¡qué se pasan!, ¡qué se pasan!,les oímos gritar, fuímos directos a ellos, hubo entre los rojos una indecisión tremenda no se creían lo que estaba sucediendo y aprovechamos para cruzar sus líneas", logramos pasar casi todos pero los últimos del grupo tuvieron que volverse para Codo,porque empezaron a reaccionar.
Seguimos corriendo como locos mientras comenzaron a disparar, en su huída a José le pegaron tres balazos: uno en el labio que no llegó a tocar los dientes; otro en la garganta, pero sin ahondar (si no hubiera sido mortal), y el tercero en el hombro derecho, que entraba y salía sin tocar hueso, pero que sangraba muchísimo.-Mientras se me empapaba la camisa de sangre, tiré el arma y seguí corriendo para alejarme lo máximo posible. Entonces recibí el cuarto disparo, en la espalda, justo debajo de la paletilla, pero no entró, porque la bala iba ya muerta por la distancia. Pero pegó y cayó, y menos mal porque el lugar era mortal. Parece imposible pero no sentía dolor solo notaba la sangre caliente que corría por la camisa-.
El espirítu de los voluntarios catalanes del tercio de Montserrat fue magnifíco: católicos, catalanes amantes de su tierra y españoles de los pies a la cabeza; el ejemplo que dieron y la estela que dejaron allá por donde pasaron no se puede borrar por más que algunos lo intenten.
Por eso, para mantener vivo su recuerdo, se creó la hermandad del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat. Esta hermandad, con Mosén Nonell a la cabeza, se encargó de recuperar los cuerpos de todos los combatientes que había desparramados por Codo y Quatre Camins, y se llevaron a un mausoleo que se hizo junto al santuario de Montserrat.
Reflexiones de José.
En realidad, la guerra la ganaron los menos estúpidos. Ahora miras friamente la organización de ambos ejércitos y ves que no fue una guerra de guerrillas, pero en algunos momentos poca cosa le faltaba. Se improvisaba mucho, y aquel que mejor sabía responder a la improvisación, ese triunfaba. Cuando se habla con admiración de los republicanos y se les tilda de demócratas, y recuerdo a las gentes con las que nos enfrentamos: anarquistas, la brigadas internacionales, los voluntarios comunistas... yo creo que no había ni uno que pensara en la República ni en la democracia. Eran partidarios de una dictadura soviética, y nada más.
Durante la guerra civil que asoló España de 1936 a 1939, el carlismo aportó al bando nacional más de 60.000 combatientes, encuadrados en cuarenta y dos tercios de requetés. Una décima parte de estos hombres, cerca de 6.000, perdieron la vida en el transcurso del conflicto. Miles de mujeres voluntarias se incorporaron a hospitales de vanguardia o retaguardia, talleres, costureros e innumerables actividades de apoyo a combatientes y heridos de guerra, bien encuadradas en Frentes y Hospitales o el Socorro Blanco.
El carácter voluntario de los carlistas no sólo se circunscribe al teritorio vasco-navarro (pensamiento erróneo frecuente). Once tercios de Requetés se crearon en Navarra y ocho en las provincias Vascongadas (fueron de las más destacadas durante la guerra),pero hubo muchas más, las dos Castillas contaron con nueve tercios de Requetés propios, Andalucía siete, Aragón seis, Asturias y Cataluña con uno, además de numerosas unidades y agrupaciones menores.
Al finalizar la contienda, su papel en la misma no fue suficientemente reconocido, fundamentalmente por razones políticas del régimen franquista, pero también entre quienes vivieron todo aquello se extendió la idea de <<pasar página>> en favor de la concordia y de la reconciliación.
TERCIO DE MONTSERRAT
El tercio de Montserrat se fundó en San Sebastián, en la sede del Requeté que Cataluña había abierto para alistar a sus voluntarios.
Os voy a contar resumidamente (a los que les guste les aconsejo se compren el libro) la historia de un voluntario del Tercio de Montserrat, evadido a zona nacional y superviviente del cerco de Codo, Zaragoza.
José María Costa Velasco, nacido en Vic, en 1918. se incorporó voluntario con dieciocho años.
A los 15 días escasos de estar en el tercio los mandaron al frente, a Codo, un pequeño pueblo que servía de avanzadilla de las líneas nacionales en Belchite. Era un lugar en el que no había actividad bélica en absoluto, era un pueblo agrícola y pequeño, el enemigo estaba a más de dos mil metros de sus trincheras. Incluso tenían tiempo de ayudar a la gente del pueblo, uno del tercio que era relojero les arregló el reloj de la torre que estaba parado desde hacía años, <<cuando lo inauguraron, uno del pueblo al ver los números(los restaurón con números romanos)les dijeron "pero porque habeis puesto los números del reloj en catalán", hubo muchas risas>>. Todo cambió el día del ataque. José estaba haciendo su primera guardia en la trinchera, -cuando escuché los primeros tiros en un primer momento casi me alegré, pensando que por fin iba a saber lo que era la guerra(llevabámos quince días de calma absoluta)y la verdad es que lo supe en seguida...
Nos atacaron las brigadas internacionales, con una superioridad aplastante y durante los primeros momentos del ataque vinieron a reforzarnos unos veinte chicos de una bandera de falange. El tiroteo fue arreciando, empezaron a pegarnos también con artillería, y nosostros, con nuestros fusiles como única arma, a pesar del empeño, perdimos las primeras trincheras de la ermita. Pronto quedamos cercados, aislados durante tres días, con la seguridad de que íbamos a morir(entre ellos, había la consigna de no hacer prisioneros catalanes, por lo que representábamos). Nos fuímos quedando sin oficiales y casi sin munición, pero aguantábamos, y se combatía casa por casa-. En frente había un batallón completo, unos de guardia, otros cavando trincheras, la cosa se ponía fea - ya quedábamos pocos, decidimos salir-, calaron bayonetas "que sea lo que Dios quiera", cuando los vieron salir, "¡qué se pasan!, ¡qué se pasan!,les oímos gritar, fuímos directos a ellos, hubo entre los rojos una indecisión tremenda no se creían lo que estaba sucediendo y aprovechamos para cruzar sus líneas", logramos pasar casi todos pero los últimos del grupo tuvieron que volverse para Codo,porque empezaron a reaccionar.
Seguimos corriendo como locos mientras comenzaron a disparar, en su huída a José le pegaron tres balazos: uno en el labio que no llegó a tocar los dientes; otro en la garganta, pero sin ahondar (si no hubiera sido mortal), y el tercero en el hombro derecho, que entraba y salía sin tocar hueso, pero que sangraba muchísimo.-Mientras se me empapaba la camisa de sangre, tiré el arma y seguí corriendo para alejarme lo máximo posible. Entonces recibí el cuarto disparo, en la espalda, justo debajo de la paletilla, pero no entró, porque la bala iba ya muerta por la distancia. Pero pegó y cayó, y menos mal porque el lugar era mortal. Parece imposible pero no sentía dolor solo notaba la sangre caliente que corría por la camisa-.
El espirítu de los voluntarios catalanes del tercio de Montserrat fue magnifíco: católicos, catalanes amantes de su tierra y españoles de los pies a la cabeza; el ejemplo que dieron y la estela que dejaron allá por donde pasaron no se puede borrar por más que algunos lo intenten.
Por eso, para mantener vivo su recuerdo, se creó la hermandad del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat. Esta hermandad, con Mosén Nonell a la cabeza, se encargó de recuperar los cuerpos de todos los combatientes que había desparramados por Codo y Quatre Camins, y se llevaron a un mausoleo que se hizo junto al santuario de Montserrat.
Reflexiones de José.
En realidad, la guerra la ganaron los menos estúpidos. Ahora miras friamente la organización de ambos ejércitos y ves que no fue una guerra de guerrillas, pero en algunos momentos poca cosa le faltaba. Se improvisaba mucho, y aquel que mejor sabía responder a la improvisación, ese triunfaba. Cuando se habla con admiración de los republicanos y se les tilda de demócratas, y recuerdo a las gentes con las que nos enfrentamos: anarquistas, la brigadas internacionales, los voluntarios comunistas... yo creo que no había ni uno que pensara en la República ni en la democracia. Eran partidarios de una dictadura soviética, y nada más.