Omaha Beach (Relato)
Publicado: 11 Jun 2007 13:59
Extraido de varias fuentes:
A las 5 de la mañana, un ametrallador alemán empezó a disparar sobre jóvenes americanos en la playa. Nueve horas y 12.000 cartuchos más tarde, seguía disparando.
Cuando los líderes mundiales paseban por el cementerio de guerra estadounidense de Omaha Beach, un hombre que había llevado a docenas de ellos a esas tumbas estaba a cientos de millas de allí, en Alemania.
Pero Hein Severloh cuenta que sus pensamientos siguen absorbidos por los eventos que ocurrieron hace 60 años en Normandía.
Ha estado de nuevo en las playas muchas veces, para rezar sus propias oraciones de soldado para los muertos de ambos bandos.
Pero en este aniversario del Día-D, por primera vez soldados alemanes han sido oficialmente invitados a asitir, aunque él no cree que un hombre con su apodo y pasado sea del todo bienvenido. Hein Severloh se volvió famoso entre los soldados americanos desesperados sobre el más sangriento de los lugares de desembarco de Normandía como "La Bestia de Omaha Beach".
Fue el primero en abrir fuego y el último en terminar, aproximadamente nueve horas después.Manejando su ametralladora barrió a balazos a los americanos, tiñendo la arena y el mar de rojo. Su arma se calentó tanto que quemaba la hierba que había alrededor. Pero él seguía, oleada tras oleada que avanzaban desde los vehículos de desembarco que llegaban a la playa.
"Recuerdo el primero en morir" dice un sr. Severloh de 80 años desde su casa cerca de Hannover "el hombre salió del mar y estaba buscando un sitio donde esconderse. Le apunté al pecho pero el disparo fue alto y el dio en la frente. Vi su caso de acero rodando hacia la orilla y entonces se desplomó. Sabía que estaba muerto...aún sigo soñando con ese muchacho y me pongo enfermo cuando pienso en él ¿qué podía hacer? ellos o yo, eso era lo único que pensaba.
Durante las siguientes nueve horas en el nido de ametraladoras número 62 el cabo severloh sembró la playa con su MG42. Su posición, la número 75 sobre las amplias arenas le daban una visión y una línea de fuego perfectas.
"Eramos 30 hombres", dice, "cada uno con un único pensamiento e la cabeza: ¿saldríamos vivos de allí?"
"Yo no quería estar en esta guerra, no quería estar en Francia y no quería estar disparando con una ametralladora a chavales de mi edad (20 años). Pero ahí estábamos, sirviendo en una guerra que ya estaba perdida y obedeciendo las órdenes de nuestro teniente de abrir fuego tan pronto como el agua les llegara por las rodillas".
Tras haber sobrevivido a una temporada en el frente oriental, Francia eran unas vacaciones para hombres como Hein Severloh. Todo eso terminó con la pálida luz del amanecer en la mañana del 6 de Junio de 1944, cuando los ejércitos americanos invadieron la costa.
El cabo Severloh tenía 12.000 cartuchos "empecé a disparar a las cinco de la mañana" dice "y estaba aún disparando nueve horas más tarde". "No sentía pánico, ni odio, uno hacía lo que tenía que hacer y sabía que ellos, tan cierto como que el infierno existe, te harían lo mismo a ti si tuvieran la oportunidad".
"Al principio los cuerpos estaban a 500 metros, luego a 400, más tarde a 150. Había sangre por todos lados, gritos, muertos y moribundos. El oleaje mecía más cuerpos en la orilla".
"Habían pequeñas pausas, cuando ningún vehículo anfibio llegaba, durante las que podía enfriar mi ametralladora". "Era consciente de que algunos de mis camaradas se habían largado, pero tenía miedo de la terrible perspectiva de entrentarme a la mirada de mi oficial, así que me mantuve en el puesto".
A las 5 de la mañana, un ametrallador alemán empezó a disparar sobre jóvenes americanos en la playa. Nueve horas y 12.000 cartuchos más tarde, seguía disparando.
Cuando los líderes mundiales paseban por el cementerio de guerra estadounidense de Omaha Beach, un hombre que había llevado a docenas de ellos a esas tumbas estaba a cientos de millas de allí, en Alemania.
Pero Hein Severloh cuenta que sus pensamientos siguen absorbidos por los eventos que ocurrieron hace 60 años en Normandía.
Ha estado de nuevo en las playas muchas veces, para rezar sus propias oraciones de soldado para los muertos de ambos bandos.
Pero en este aniversario del Día-D, por primera vez soldados alemanes han sido oficialmente invitados a asitir, aunque él no cree que un hombre con su apodo y pasado sea del todo bienvenido. Hein Severloh se volvió famoso entre los soldados americanos desesperados sobre el más sangriento de los lugares de desembarco de Normandía como "La Bestia de Omaha Beach".
Fue el primero en abrir fuego y el último en terminar, aproximadamente nueve horas después.Manejando su ametralladora barrió a balazos a los americanos, tiñendo la arena y el mar de rojo. Su arma se calentó tanto que quemaba la hierba que había alrededor. Pero él seguía, oleada tras oleada que avanzaban desde los vehículos de desembarco que llegaban a la playa.
"Recuerdo el primero en morir" dice un sr. Severloh de 80 años desde su casa cerca de Hannover "el hombre salió del mar y estaba buscando un sitio donde esconderse. Le apunté al pecho pero el disparo fue alto y el dio en la frente. Vi su caso de acero rodando hacia la orilla y entonces se desplomó. Sabía que estaba muerto...aún sigo soñando con ese muchacho y me pongo enfermo cuando pienso en él ¿qué podía hacer? ellos o yo, eso era lo único que pensaba.
Durante las siguientes nueve horas en el nido de ametraladoras número 62 el cabo severloh sembró la playa con su MG42. Su posición, la número 75 sobre las amplias arenas le daban una visión y una línea de fuego perfectas.
"Eramos 30 hombres", dice, "cada uno con un único pensamiento e la cabeza: ¿saldríamos vivos de allí?"
"Yo no quería estar en esta guerra, no quería estar en Francia y no quería estar disparando con una ametralladora a chavales de mi edad (20 años). Pero ahí estábamos, sirviendo en una guerra que ya estaba perdida y obedeciendo las órdenes de nuestro teniente de abrir fuego tan pronto como el agua les llegara por las rodillas".
Tras haber sobrevivido a una temporada en el frente oriental, Francia eran unas vacaciones para hombres como Hein Severloh. Todo eso terminó con la pálida luz del amanecer en la mañana del 6 de Junio de 1944, cuando los ejércitos americanos invadieron la costa.
El cabo Severloh tenía 12.000 cartuchos "empecé a disparar a las cinco de la mañana" dice "y estaba aún disparando nueve horas más tarde". "No sentía pánico, ni odio, uno hacía lo que tenía que hacer y sabía que ellos, tan cierto como que el infierno existe, te harían lo mismo a ti si tuvieran la oportunidad".
"Al principio los cuerpos estaban a 500 metros, luego a 400, más tarde a 150. Había sangre por todos lados, gritos, muertos y moribundos. El oleaje mecía más cuerpos en la orilla".
"Habían pequeñas pausas, cuando ningún vehículo anfibio llegaba, durante las que podía enfriar mi ametralladora". "Era consciente de que algunos de mis camaradas se habían largado, pero tenía miedo de la terrible perspectiva de entrentarme a la mirada de mi oficial, así que me mantuve en el puesto".