Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

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Brasilla
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Ene 2018 23:29

El día que Blas DE LEZO Y OLAVARRIETA humillo a INGLATERRA


Si queremos recordar momentos heroicos de nuestra armada de guerra, debemos rememorar a un almirante excelente, don Blas de Lezo. Nació en Pasajes, Guipúzcoa el 3 de febrero de 1689. Blas de Lezo pasó a la inmortalidad gracias a su épica, participó en 22 batallas y expediciones, rindió para España decenas de buques del enemigo y jamás nadie pudo decir que se arrodillo ni se humillo ante nadie. Lezo se convirtió en uno de los mejores estrategas de la historia de la Armada Española y en un hombre temido en todos los mares. Los vascos fueron magníficos marineros que han dado momentos brillantes a la Historia de España.

En 1704 Blas Lezo muy joven, estaba alistado en la marina y recibió su bautismo de fuego. Durante la Guerra de sucesión por el trono en España, en Vélez Málaga, se enfrentaron las flotas francesa y española contra la inglesa y holandesa. En esta batalla, Blas recibe un balazo de cañón que le hiere en una pierna. Los médicos deciden seccionar el miembro sin anestesia. Lezo tiene ahora 15 años y ha perdido una pierna. La valentía y el ardor combativo de Lezo, llamó la atención de sus oficiales, lo que le supuso su primer reconocimiento, ascendiendo a la categoría de alférez de navío.

En el sitio de Tolón, perdió un ojo mientras defendía el Castillo de Santa Catalina. Una metralla procedente de un proyectil, le provocó el estallido del globo ocular izquierdo.

1713 perdió el brazo en el segundo sitio de Barcelona. Una bala de mosquete acabó con uno de sus brazos.

La situación física de Blas de Lezo era más que lamentable. Había perdido un ojo, una pierna y uno de sus brazos , pero seguía en activo, seguía luchando, combatiendo como oficial de la armada española. Blas de Lezo soportó los apelativos de patapalo, mediohombre, etc. Lo soportaba, pero no le gustaba mucho que le llamaran el almirante patapalo.

En 2005 los ingleses celebraron el 200 aniversario de su victoria de Trafalgar sobre la flota combinada franco-española en Trafalgar. Para el desfile naval, invitaron a las armadas de todo el mundo y España envió un portaaviones y la fragata 103 "Blas de Lezo". Esta fragata, lógicamente no fue elegida al azar. Fue un recuerdo al astuto guipuzcoano que derrotó con su ingenio y valor a una flota inmensa inglesa en Cartagena de Indias. Los historiadores ingleses, siempre han ocultado esta importante derrota; pero la realidad fue la presencia de la Blas de Lezo para amargarles algo su fiesta y tocarles en su orgullo.

Del 13 de marzo al 20 de mayo de 1741, tuvo lugar La batalla de Cartagena de Indias, entre las armadas española e inglesa. Esta batalla fue decisiva para el desenlace final de la Guerra de la Oreja de Jenkins (1739–1748), uno de los conflictos armados entre el España y Gran Bretaña ocurridos durante el siglo XVIII.

Esta nueva Armada Invencible de 195 navíos, era mayor que la de Felipe II, y la segunda más grande de todos los tiempos, después de la armada aliada que desembarcó en Normandía en la II guerra Mundial . El ejército inglés, comandado por el almirante Edward Vernon, trató de invadir Cartagena de Indias con 32.000 soldados y 3.000 piezas de artillería. Cartagena estaba defendida por 3.600 soldados y 6 navíos españoles. Inglaterra estaba tan segura de su victoria que el rey inglés mandó acuñar monedas celebrando su triunfo, en las que se leía "la arrogancia española humillada por el almirante Vernon y los héroes británicos tomaron Cartagena, abril 1, 1741 " ..... !! ... en ellas aparecía Blas de Lezo representado de rodillas entregando su espada al almirante Vernon, eso sí, un Lezo muy completito con todas sus piernas, brazos y posiblemente ojos ... increíble ¿no?

La victoria de las fuerzas españolas, al mando del teniente general de la Armada Blas de Lezo, prolongó la supremacía militar española en el Atlántico occidental hasta el siglo XIX.

Antecedentes Históricos de la Batalla de Cartagena de Indias

Era tiempos muy difíciles para España, en el siglo XVIII estábamos involucrados en multitud de conflictos bélicos. En 1713, España había firmado de manera deshonrosa el Tratado de Utrecht, por el que España había perdido las posesiones continentales europeas; pero todavía quedaban las americanas y sus ciudades que se habían convertido en bastiones críticos para asegurar el comercio con América.

Cartagena de Indias era la ciudad principal en el continente americano para los intereses españoles. Una ciudad bellísima y espléndidamente fortificada, donde los españoles iban a dar una muestra de su valentía y heroísmo en la guerra que pasó a la historia con el nombre de la Guerra de la Oreja de Jenkins. Un conflicto extraño y soterrado por los cronistas.

De dónde viene el nombre de Oreja de Jenkins

En las costas de Florida actuaba un pirata llamado Robert Jenkins, que fue interceptado por un guardacostas español, a las órdenes del capitán Juan de León Fandiño. El capitán permitió seguir con vida al pirata y le amputó una oreja; y con la oreja del pirata en la mano, le dijo:

«Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve».


Como parte de una campaña de la oposición parlamentaria en contra del primer ministro Walpole, Jenkins compareció en la Cámara de los Comunes en 1738. En su comparecencia, Jenkins denunció el caso con su oreja en la mano. Como consecuencia de esta maniobra política, Walpole se vio obligado a declarar la guerra a España el 23 de octubre de 1739.

Esto fue considerado como una afrenta en el parlamento británico y los ingleses declararon la guerra a España; una oreja iba a provocar una guerra. Pero la verdad no era así, los ingleses encontraron la excusa oficial para declararle la guerra a España ya que Inglaterra trataba de desplazar a España y ocupar su posición para su control marítimo y comercial de los mares atlánticos y arrebatarle a España las mejores posesiones americanas de su imperio.

Inglaterra organizó una formación de guerra formidable. Preparó y armó una magnífica flota de 195 navíos entre buques de guerra y transporte, la flota más grande jamás vista hasta la armada aliada del desembarco de Normandía. La flota se puso rumbo a Cartagena de Indias, para tomarla al asalto, era el gran objetivo de los ingleses.

Entre las tropas inglesas estaba el hermanastro de Jorge Washington, el futuro presidente norteamericano, que dirigía un grupo de 4.000 milicianos americanos que iban a participara en la toma de la ciudad.

Junto con los 195 navíos, viajaban 11.000 soldados de asalto, 15.000 marineros, los 4.000 milicianos americanos y 2.000 macheteros negros jamaicanos. Los macheros serían la vanguardia, la carne de cañón de la Gran Bretaña en su intento de conquistar Cartagena de Indias. Importante resaltar que los ingleses eran los mejores artilleros del momento y que iban a contar, en sus buques, con 3.000 piezas de artillería. Inglaterra iba a atacar con lo mejor que tenía en su armada de guerra, en material y personal de asalto, estaba determinada a la victoria y desplazar a España de su Imperio Americano.

Blas de Lezo organiza las defensas de la ciudad

En aquellos días, Blas de Lezo era el responsable de la defensa de la ciudad. Cartagena de Indias contaba con unas magníficas fortalezas y castillos que protegían la ciudad. Las fuerzas defensoras eran pocas. Lezo disponía de 3.000 soldados del ejército regular español, reforzados con 600 arqueros indios del interior y unas 1.000 piezas de artillería. Esto es todo con lo que se contaba para asegurar que Cartagena de Indias pudiera seguir siendo española durante los próximos años.

Para el desenlace final de la batalla, resultó decisiva la eficacia de los servicios de inteligencia españoles, que consiguieron infiltrar espías en la Corte Londinense y en el Cuartel General del almirante Vernon. El plan general inglés así como el proyecto táctico de la toma de Cartagena de Indias fueron conocidos de antemano en las Cortes Españolas y por Blas de Lezo. Se dispuso de tiempo suficiente para reaccionar y adelantarse a los acontecimientos.

El virrey Eslava, jefe político y militar del Virreinato, tenía confianza de que el almirante Torres llegaría a tiempo a Cartagena para atacar a Vernon por la retaguardia, pues la flota española estaba anclada en La Habana a la espera de la llegada de la flota inglesa. Pero Torres nunca llegó a Cartagena .......

Cartagena no se iba a rendir y Blas de Lezo se decido por la resistencia a ultranza de la ciudad y organizó los recursos disponibles para este objetivo.

El sabía que tenía pocos recursos, pero aún así pretendía aguantar y resistir con todo lo que tenía. Los 6 navíos disponibles fueron hundidos por los españoles para impedir el movimiento fácil de los barcos enemigos por la bocana del puerto. Antes de hundir los navíos, Blas de Lezo, ordenó desmontar los cañones de las 6 naves y situarlas estratégicamente rodeando la ciudad; las colocó en posiciones claves para batir las ensenadas y puntos de desembarco.

La gran bahía de Cartagena está dividida en dos bahías naturales con problemas defensivos muy diferentes: la Bahía Exterior limitada por la península de Bocagrande, continente, y las islas de Tierrabomba, Barú y Manzanillo; y la Bahía Interior con el puerto colonial, cerrada también por Bocagrande, continente, y por las islas de Manzanillo y Manga.

El 17 de marzo de 1640, naufragan en la Bocagrande la nave capitana y los galeones Buensuceso y Concepción, de la armada comandada por Rodrigo Lobo da Silva. Los cascos hundidos sirvieron de núcleo colector de arena lo que aceleró la formación de la barra, dificultando la navegación en 1741.

Después de 1640, las mareas profundizan de manera natural el canal de Bocachica cuyo fondo era de barro. Con un ligero dragado, los más pesados galeones y naves de guerra iniciaron su tránsito entre Barú y Tierrabomba, modificando radicalmente todo el sistema defensivo de la bahía de Cartagena. En 1741, el canal de Bocachica sería el adecuado para los navíos de guerra ingleses de tres puentes.

El 13 de marzo de 1741 la imponente flota del almirante Edward Vernon llegaba a la bahía de Cartagena. Vernon ordenó las maniobras oportunas para que las naves inglesas situaran sus flancos frente a las defensas de Cartagena.

15 de marzo, llegan los primeros buques ingleses a Playa Grande y dos días después fondearon sobre la misma playa 195 navíos, pertenecientes a las tres escuadras, comandadas por el almirante Vernon, contra-almirante Chaloner-Ogle y el capitán en jefe Lestock.

19 de marzo, los ingleses continúan sin disparar y estudian el campo de operaciones. Algún pequeño intento de desembarco frustrado por la Boquilla sin relevancia.

20 de marzo, toda la armada inglesa queda anclada en la Punta de Hicacos, muy cerca del puerto de Cartagena; donde estaban los buques españoles Dragón y el Conquistador que impedían el paso a la bahía interior de Cartagena por Bocagrande

Ante la imposibilidad de entrar por Bocagrande, Lestock, al frente de 12 navíos ponen rumbo a Bocachica. Durante la travesía disparan contra la batería de Santiago que disponía de 11 cañones cuyo comandante , el capitán de fragata Lorenzo Alderete, también era el responsable de la batería de San Felipe de Bocachica, con 5 cañones. Fracasaron en su intento de romper el cerco de Bocachica y se mantuvieron disparando contra el castillo de San Felipe de Bocachica.

20 de marzo, consiguen desembarcar 500 efectivos cerca de la batería de Santiago y el 21 desembarca el resto del contingente británico.

Noche del 20 al 21, los ingleses toman la batería de Varadero y con sus cañones disparan a la de Punta de Abanicos. Los españoles abandonan la batería, quedando Campuzano con un sargento y 11 soldados del regimiento de Aragón y dos artilleros. Les responden con cañonazos los buques San Felipe y África, quedando retrasados en reserva el Galicia y el San Carlos.

3 de abril, 18 buques alineados frente a Bocachica inician un terrible bombardeo para romper las defensas de los castillos de San Luis y San José que cierran su paso a la Bahía exterior. Knowles se dirige a la ensenada de Abanicos para destruir definitivamente la resistencia de Campuzano , que finalmente tienen que retirarse con su escasa tropa al castillo de San José.

4 de abril , la batería de Abanicos queda completamente destruida y Lestock vuelve al ataque con objeto ahora de destruir el fuerte de San José y San Luis.

El 4 y el 5 de abril, los fuertes reciben un intensísimo y prolongado cañoneo. Las tres baterías del fuerte de San Luis, que defendían por tierra y mar quedaron desmanteladas y descubiertas las playas para un desembarco. Las murallas del castillo San Luis se derrumbaron y por la brecha abierta cargaron los ingleses a bayoneta calada desde tierra. Ante la imposibilidad de resistir, se tocó retirada y durante toda la noche continuó el desembarco enemigo.

Noche del 5 al 6 de abril, Blas de Lezo sitúa los buques Dragón y Conquistador entre los canales del Castillo Grande y Manzanillo con intención de hundirlos para impedir el paso de los navíos ingleses por la entrada de Bocagrande.

Como parte fundamental de la defensa de Cartagena se planificó el hundimiento de los barcos cuando fuera oportuno, para dificultar la maniobra de la flota inglesa. Se incendió el San Felipe, y se disparó desde el san Carlos nueve cañonazos al África para hundirle en la bocana de entrada. Pero los encargados de disparar desde el San Felipe, fueron capturados por la imposibilidad de abandonar el barco antes de que llegasen los ingleses.

La situación empeoraba para los españoles, y los soldados del fuerte de San José fueron evacuados en pequeñas embarcaciones al castillo Grande y posteriormente a Cartagena.

11 de abril, los ingleses toman el castillo de Santa Cruz que previamente había sido abandonado.

El 13 de abril a las 9 de la mañana, comenzó el asedio de la ciudad con continuos bombardeos. Simultáneamente otra escuadra asediaba al fuerte Manzanillo. La situación empezaba a ser desesperada para los españoles, les faltaban alimentos y el enemigo no daba tregua.

Iban pasado los días, y el cañoneo inglés no cesaba, era intenso y continuo, mañana, tarde, noche, mañana ... pero la moral de las tropas españolas estaban a la altura de las defensas de la ciudad, se mantenía intacta y no terminaba de debilitarse.

Cartagena de Indias fue severamente castigada por la artillería naval inglesa. Pero las defensas seguían soportando todo lo que les llegaba desde los barcos ingleses. Vernon estimó que los españoles resistiría dos o tres días más, no era posible pensar que tan pocos pudieran resistir el empuje y fuego de tantos. Los españoles tenían orden de resistir hasta el final no se les permitía ni un paso atrás, habían clavado la bandera e iban a morir allí, defendiendo la ciudad hasta el final.

16 de abril, 4 de la mañana, Vernon decidió que se tomaría Cartagena de Indias al asalto, más de 10.000 hombres desembarcaron por la costa de Jefar, los macheteros jamaicanos, los milicianos americanos y las fuerzas regulares inglesas.

Pero las sucesivas ofensivas inglesas se encontraron con trincheras inexpugnables así como con los mosquetes y bayonetas españolas.

El 17 de abril, la infantería británica, toman el alto de Popa, a un kilómetro del castillo de San Felipe , auténtico baluarte español en el Caribe.

Blas de Lezo tomó tres decisiones que fueron decisivas para el desenlace final de la batalla. Mandó excavar un foso en torno al castillo para que las escalas inglesas se quedasen cortas al intentar tomarlo. Ordenó cavar una trinchera en zigzag, evitando que los cañones ingleses se acercasen demasiado. Les envió dos “desertores” que engañaron y llevaron a la tropa inglesa hasta un flanco de la muralla bien protegido, donde serían masacrados sin piedad.

Asalto definitivo al castillo de San Felipe de Barajas

La noche del 19 al 20 de abril se produjo el definitivo asalto al castillo de San Felipe. Tras una potente preparación artillera desde un buque de 60 cañones y bombardas. Vernon intentó asaltar el castillo con unos 10.200 hombres de infantería, organizados en tres columnas, apoyados por los negros macheteros jamaicanos. En frente tenía la batería de San Lázaro de propio castillo de San Felipe y 1.000 hombres muy motivados.

La sorpresa fue mayúscula, cuando los ingleses comprobaron que sus escalas eran demasiado cortas y no podían escalar las murallas del castillo. Las tropas inglesas no podían atacar ni huir debido al peso del equipo. Aprovechando esta circunstancia, los españoles abrieron fuego contra los británicos, produciéndose una carnicería sin precedentes.

Los ingleses no pudieron escalar las murallas pero al amanecer, se encontraron con las bayonetas de unos trescientos soldados de los tercios españoles que saltaban sobre ellos desde sus trincheras. Fue una masacre:

“…rechazados al fusil por mas de una hora y después de salido el Sol en un fuego continuo y biendo los enemigos la ninguna esperanza de su intento (…) se pusieron en bergonzosa fuga al berse fatigados de los Nuestros los que cansados de escopetearles se abanzaron a bayoneta calada siguiendolos hasta quasi su campo…”

El error del castillo de San Felipe desmoralizó a los ingleses. El orgulloso y engreído Sir Andrew Vernon había sido incapaz de vencer a unos pocos harapientos españoles capitaneados por un anciano tuerto, manco y cojo.

El pánico se apoderó de los ingleses, rompieron sus líneas de combate y huyeron despavoridos tras la última carga española hacia sus barcos para protegerse de la furia de la infantería de los tercios.

Desde el 22 al 25 de abril, decrecieron los enfrentamientos. El 26 los ingleses volvieron a bombardear la ciudad.

El 9 de mayo, Vernon asumió que era completamente imposible que sus tropas pudieran tomar al asalto la fortaleza de Cartagena de Indias, los disparos de las tropas españolas era una resistencia insalvable para sus fuerzas. Vernon ordenó la retirada, levantar el asedio y volver a Jamaica. Había fracasado estrepitosamente. Tan sólo acertó a pronunciar, entre dientes, una frase: “God damn you, Lezo!”.

Vernon envío de una última carta a Lezo: “Hemos decidido retirarnos, pero para volver pronto a esta plaza, después de reforzarnos en Jamaica”. A lo que Lezo respondió con ironía: “Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque esta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres.”

Fueron tantas las bajas inglesas, que tuvieron que abandonar numerosos barcos y hundirlos allí mismo por falta de recursos para poderlos gobernar en la mar, no les quedaban suficientes marineros.

Hasta el 20 de mayo estuvieron saliendo embarcaciones inglesas de Cartagena. El último en abandonar el sitio fue Lestock. De los 195 buques se contaron en la retirada 186.

Los ingleses tuvieron 9.500 muertos, 7.500 heridos, perdieron 1.500 cañones y perdieron 50 naves.

Los españoles sufrieron 800 muertos, 1.200 heridos y perdieron 6 naves. Los fuertes de Bocachica, Castillo Grande y Manzanillo quedaron totalmente destruidas.

Esto fue un horror para los ingleses, quedaron completamente humillados. La mayor operación de la Royal Navy hasta el momento se saldó también como la mayor derrota de su historia.

La falsa victoria de los ingleses en Cartagena de Indias

A Inglaterra habían llegado noticias erróneas, la información aseguraba que la victoria en Cartagena se había consumado. Vernon , había mandado un correo al rey inglés asegurando que había logrado la victoria, lo que generó una euforia en su país. Pero para su desgracia, lo que consiguió en realidad fue la mayor y más humillante derrota de toda la historia de la Royal Navy, pues perdió 50 naves y 11.000 hombres a manos de una guarnición compuesta por sólo 6 barcos y 3.600 defensores españoles dirigidos por el Almirante español Blas de Lezo.

En vista de las falsas buenas noticias remitidas por Vernon, el rey Jorge II ordenó se elaboraran medallas conmemorativas de la supuesta victoria. En las medallas se representaba a un Blas de Lezo, entero y completo con dos brazos, dos piernas, arrodillado ante Vernon. Hubo celebraciones y fiestas basadas en una gran mentira, vamos que se lo pasaron bien durante algunos días; hasta que llegó la verdadera noticia, anunciando la humillante derrota de Vernon antes Blas de Lezo; la realidad heló sus sonrisas ... !!

[b]Inglaterra Silencia su Derrota en Cartagena de Indias[/b]

La humillación fue tal que el rey Jorge II ordenó a los historiadores ingleses no se escribiera nada de la derrota; y los historiadores ingleses son hegemónicos, lo que ellos no publican no existe. Y como los historiadores no escribieron nada sobre Cartagena de Indias, esta batalla fue injustamente ocultada para la historia.

Muy pocos españoles han oído hablar de la guerra de la Oreja de Jenkins, en la que los británicos sufrieron quizás, la vergüenza más grande de su historia. La mayoría de españoles de hoy en día no se sienten orgullosos de serlo, mientras a los ingleses les sale el orgullo por las orejas. Sin embargo, algunos ingleses perdieron sus “orejas” por culpa de su derrota ante los españoles.

Qué fue de Vernon después de su Derrota en Cartagena de Indias

A su vuelta a Inglaterra y en vista de la cruda realidad, Vernon fue relevado de su cargo inmediatamente y expulsado de la Marina en 1746. A pesar de su profundo descrédito, a su muerte en 1757 se decidió enterrar su cuerpo en la Abadía de Westminster, como si fuera un héroe más de los que allí reposan.

La falaz leyenda que en su tumba reza :

“He subdued Chagre, and at Carthagena conquered as far as naval forces could carry victory”

"Sometió a Charges y en Cartagena conquistó hasta donde la fuerza naval pudo llevar la victoria"



El monumento muestra una figura de Vernon con ofrenda floral, junto al busto del Almirante. Aparecen trofeos navales , así como de una coraza romana y el club de Hércules.

Por esta estas acciones militares recibió el agradecimiento de ambas Cámaras del Parlamento. Después de estos servicios se retiró sin título para el ejercicio de publico. Recibió su recompensa, el amor y la estima de todos sus contemporáneos y generaciones posteriores.

Qué fue de Blas de Lezo

Blas de Lezo corrió una suerte diferente. Blas quedó muy mal herido por los combates de Cartagena de Indias, murió cinco meses más tarde víctima de las heridas del combate. Y lo lamentable, nadie sabe donde está enterrado. Sus restos quedaron en una fosa común, por lo que su cuerpo no pudo ser enterrado en las condiciones que merecía, Blas de Lezo murió en Cartagena en septiembre de 1741.

[b]Murió Don Blas sin reconocimiento merecido y además denostado por su rey. Pasados 20 años, recibió su primer reconocimiento con la concesión de un título honorífico en la persona de su hijo. 70 años después se publican las primeras monografías sobre el ilustre marino. Se coloca una placa en su casa de Pasajes. Una escultura , donada por el gobierno español, en Cartagena de Indias; un busto en una calle de San Sebastián y se pone su nombre a una fragata de la Armada Española. Con el paso del tiempo se fue perdiendo su recuerdo para generaciones posteriores. Pero recientemente se ha despertado un gran interés gracias a los nuevos medios de internet.[/b]

[i]Otro ejemplo de la gratitud de los españoles por los que lucharon y murieron por nuestro país. Increíble pero cierto, España le olvidó.[/i]

No se le pudo rendir el homenaje que él hubiese merecido, se le concedió a título póstumo el marquesado de Oviedo y después muchos navíos españoles llevaron su nombre. Hoy una fragata tipo F100, lleva su nombre.

Curiosidades del destino, aquel que les humilló fue a Londres a la fiesta conmemorativa de Trafalgar para amargar un poco, en su orgullo a la Pérfida Albión. La fragata F103 Blas de Lezo, participó en las celebraciones del 200 aniversario de la victoria de Trafalgar celebrada por los ingleses. Don Blas había resucitado de sus cenizas .....

Si yo tuviera que identificar al perfecto héroe militar, don Blas de Lezo sería mi candidato ideal.

El problema radica en que los españoles no sabemos ni escribir nuestra propia historia. Todos los niños han oído hablar algo sobre de la Armada Invencible, y quién ha oído algo sobre Blas de Lezo y de la batalla del sitio de Cartagena de Indias. La historia la escriben los hegemónicos historiadores ingleses y nosotros la traducimos. En efecto, si hubiera sido del mundo anglosajón, numerosas películas y libros ya lo habrían inmortalizado como un hombre valiente que a pesar de sus incapacidades físicas por amputaciones de pierna y brazo, y la pérdida de un ojo, salvo a Cartagena de caer en las manos del Inglés.

Los locales de Cartagena, bromean todavía en la actualidad cuando se le nombra a don Blas de Lezo, agitando los puños cada vez que se menciona su nombre, diciendo : "¡Gracias a él, nosotros no hablamos inglés" .... !!! !

Consecuencias de la Batalla de Cartagena de Indias

La victoria aseguró el comercio con América 60 años más. Los ingleses nunca volvieron, ni a Cartagena ni aparecieron por los puertos del Caribe, que siguieron siendo hispanos hasta que decidieron ser hispanoamericanos. Los mares del Caribe volvieron a convertirse en un lago español. Los españoles pudieron continuar enarbolando la bandera en la inmensidad del océano Atlántico durante 60 años más.

La hegemonía de la armada española fue tal que el Atlántico se consideró un lago español. Esto ya no volvería a ser igual, ni siquiera después de Trafalgar, cuando los ingleses se convirtieron en los señores del mar.

Inglaterra ya no volvió a amenazar seriamente al Imperio español, que subsistió todavía un siglo más. España, en cambio, contribuyó años más tarde, con Bernardo de Gálvez, al desmoronamiento de las colonias inglesas en América, cuestión también poco difundida. Pero esto ya es otra historia .

Noticias más actuales

Los Cartageneros se indignan con su Alcalde:
Destrozan a martillazos la placa de homenaje a Vernon en Cartega de Indias

El Alcalde de Cartagena hizo construir una placa en conmemoración a la visita del Príncipe Carlos en la que se elogia el "valor y sufrimiento" de los ingleses que intentaron tomarse la ciudad en 1741.

INAGURACION DE LA PLACA POR EL OREJAS Y LA CORNUALLES

En noviembre de 2014, el alcalde de Cartagena de India, Dionisio Vélez Trujillo tuvo la ocurrencia, para agradar al heredero de Inglaterra y a su amada duquesa de Cornualles, poner una placa a pies del Castillo de San Felipe, junto a la escultura de Don Blas, con la siguiente inscripción:

"Esta placa fue desvelada por sus altezas reales el Príncipe de Gales y su esposa la Duquesa de Cornualles, en memoria al valor y sufrimiento de todos los que murieron en combate intentando tomar la ciudad y el Fuerte de San Felipe bajo el mando del almirante Edward Vernon en Cartagena de Indias en 1741"

Esta iniquidad ha tenido inmediata respuesta por parte de concejales y también de un espontáneo que arremetió contundentemente contra la placa:

“Conseguí la mona expresamente para eso. Yo escuché en las noticias que el Alcalde había decidido quitarla y solo me le adelanté a los trabajadores de la Alcaldía”, El hombre estaba indignado por la colocación de la placa y por la llegada del Príncipe Carlos y la Duquesa de Cornualles.

“No creo haber cometido ningún delito, eso lo iban a quitar de todas maneras”, agregó.

Jaime Rendón, el espontáneo que golpeó con una maza 40 veces la placa, pidió la dimisión del alcalde 'Dionisio el Hermoso' por la metida de pata. "Con esta placa el consistorio ha traído infelicidad, dolor, vergüenza e indignación a los habitantes de Cartagena. Al alcalde que lo reemplace le sugiero que cambie la placa por la siguiente":

"En este lugar, corriendo el año 1741, el jefe de la Armada Inglesa, almirante Edward Vernon, cayó humillado con su flota de saqueadores y sus 186 navíos de guerra ante los héroes de Cartagena comandados por Don Blas De Lezo".

El gobierno de Cartagena ha aprobado una moción considerando una afrenta para la historia de Cartagena honrar a los atacantes ingleses. 16 concejales de 19 posibles, firmaron un documento a través del cual le solicitaban al alcalde Dionisio Vélez retirar la placa.

La polémica placa a los ingleses fue finalmente desmontada

Los Madrileños ya disfrutan de su Escultura en honor a Don Blas

Blas de Lezo ya está en Madrid. El sábado 15 de noviembre de 2014 ante la presencia del Rey Don Juan Carlos y multitud de seguidores de la figura del almirante que propinó a la Royal Navy la mayor derrota de su historia.

Más de mil personas han seguido el acto en los Jardines del Descubrimiento en la Plaza de Colón. Entre los presentes han estado la alcaldesa Ana Botella, el embajador de Colombia y Esperanza Aguirre. En el acto también estuvo el jefe de Estado Mayor de la Armada, almirante general Jaime Muñoz-Delgado

El embajador de Colombia, Fernando Carrillo, pronunció un emotivo discurso , resaltando que el gran mérito de Blas de Lezo fue no amedrentarse por la superioridad numérica del enemigo. Aseguró que gracias a su valentía, cambió la historia de Colombia, de Iberoamérica y de España.
escultura de don blas de lezo en colon

Algunas frases de los discursos pronunciados en el acto:

"No hay patria sin compatriotas a los que admirar. La patria no es un territorio ni una fecha, es el ideario donde habitan hombres como Blas de Lezo. El sacrificio, esfuerzo y humildad convirtieron al marino en uno de nuestros mejores hombres". Íñigo Paredes, el presidente de la Asociación Monumento a Blas de Lezo, promotora de la escultura mediante cuestación popular.

[b]"Un gran español y a un marino que venció en todas las batallas en las que participó engrandeciendo el nombre de España. Con sólo seis buques y un puñado de hombres alcanzó su máxima hazaña histórica en 1741" [/b]Jaime Muñoz-Delgado. Almirante jefe del Estado Mayor de la Armada .

"El gran mérito de Blas de Lezo fue no amedrentarse por la superioridad numérica del enemigo. Su valentía, cambió la historia de Colombia, de Iberoamérica y de España". El embajador de Colombia, Fernando Carrillo

"Esta escultura hace justicia a este español ejemplar, su inteligencia, astucia y valentía convierten a Blas de Lezo en el héroe que toda nación habría querido honrar. Su último triunfo con la inauguración de este monumento, simboliza además la victoria sobre "quienes pretenden imponer el silencio o negar la contribución generosa y leal de todos los pueblos" o sobre aquellos que quieren dar por "caducada una gran nación como es España ". Ana Botella alcaldesa de Madrid

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 30 Ene 2018 00:47

Batalla de PENSACOLA 1.781


Antecedentes Históricos de la Batalla de Pensacola

Como tantas veces y "gracias a Francia", nuestra histórica aliada, España se vio envuelta en una guerra contra la Gran Bretaña. Debido al famoso Pacto de Familia de los Borbones, firmado en París el 15 de agosto de 1761, España estaba obligada a considerar como enemigo propio a los enemigos de Francia y a intervenir militarmente cuando nuestro aliado necesitara socorro en cualquier parte del mundo.

Nuestro Borbón, Carlos III, entró en guerra contra Inglaterra al lado de Francia, Austria y Rusia. El Pacto de Familia arrastró a España a una guerra para la que no estaba preparada y además nos unimos al bando perdedor. Perder la guerra contra Inglaterra, tuvo consecuencias para España.

La Paz de París supuso un fuerte botín para Inglaterra. Obtiene de Francia Canadá, los territorios del Misisipí al oeste de los montes Apalaches (excepto Nueva Orleans), Dominica, Granada, San Vicente y Tobago. Los franceses son obligados a devolver a los ingleses Mallorca que la había ocupado durante la contienda. Mallorca era inglesa desde la Guerra de la Sucesión Española. Inglaterra también recibe de España la Florida y el derecho de libre navegación por el río Misisipí. España recupera La Habana y Manila, ocupadas por Inglaterra, y a cambio y Francia nos entrega “de buen grado” la Gran Luisiana al oeste del Misisipi, incluyendo Nueva Orleans, recuperándose estos territorios para la corona de España; tratado de Fontainebleau, 3 de noviembre de 1762.

Este posicionamiento territorial, nos obligaba a mantener nuestra presencia militar en la Luisiana, antes territorio francés. Con el tiempo, es la presencia de España en estos territorios al norte del Golfo de México, la que finalmente nos envolvió en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.

La Revolución Americana: 1775 - 1783


Las raíces de la Revolución Americana se encuentran en la Guerra de los Siete Años. Gran Betaña fue la vencedora e impuso el tratado de París , muy duro con los intereses de los derrotados, lo que desencadenó un fuerte sentimiento de deseo de venganza en España y Francia. Posiblemente Gran Bretaña no supo medir bien las consecuencias económicas y sus arcas quedaron vacías por los gastos derivados de la guerra.

Con este negro panorama, el Gobierno británico decidió que sus colonias americanas debían pagar más impuestos a la metrópoli del imperio ya que la mayor arte del esferzo de guerra había tenido lugar en terrotorio americano. Esto desencadenó un sentimiento de marginalidad y de discriminación a lo largo de los territoriso de las Trece Colonias Americanas.

La dura guerra entre Gran Bretaña y sus trece colonias rebeldes de América del Norte se saldó con la victoria de los independentistas y con el nacimiento de USA, pero que esto no habría sido posible sin la intervención de Francia y también de España cuya contribución aún no ha sido debidamente estudiada.

MOTIN DEL TE

El primer enfrentamiento tuvo lugar en 1773 en Boston. Los colonos arrojaron al mar las sacas de té que llegaron en tres barcos desde Gran Bretaña. Este acto simbólico plasmaba la negativa de los colonos americanos a pagar esta mercancías que estaba gravada con unos impuestos muy altos para los residente . Este enfrentamiento se conoce como el motín del té. El famoso Tea Party americano, tiene sus bases ideológicas precisamente en este motín que iniciío el proceso de la Independencia americana

El 19 de abril de 1775, se produce el primer enfrentamiento armado al intentar los rebeldes ocupar un depósito de armas en Concord ( muy cerca de Boston). Las milicias sitiaron Boston y en mayo el Congreso Continental decidió asumir el papel de Gobierno nacional y empezó a reclutar un ejército. Gran Bretaña respondió enviando tropas para sofocar la rebelión.

El 2 de julio de 1776 el Congreso Continental decidió " que estas Colonias Unidas son, y por derecho deben ser, estados libres y soberanos"

Finalmente el 4 de julio de 1776, 56 congresista procedentes de las Trece Colonias aprobaron la Declaración de Independencia.

Algunos hechos históricos de los españoles en los Estados Unidos


En el siglo XVIII, la provincia de La Luisiana, se denominaba La “Gran” Luisiana, porque comprendía todos los estados lindantes con el Misisipí, desde el actual estado hasta el Canadá. La Gran Luisiana bajo la Corona de España, comprendía alrededor del 30 % del territorio actual de los Estados Unidos.

Paso a recordar algunos hechos históricos del descubrimiento, exploración y colonización por los españoles de este inmenso país del norte de América.

- 1495, Fernández Labrador descubre la península del Labrador, situada al noroeste del Canadá.

- 8 de abril 1513, Juan Ponce de León descubre oficialmente los Estados Unidos. Este descubrimiento tuvo lugar 6 años antes de que Hernán Cortés entrara en México (1519) y 107 años antes que los ingleses llegaran a Nueva Inglaterra (1620). Este hecho fue el inicio de la presencia de los españoles en los territorios de los Estados Unidos.

- 1528, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, cruzó durante unos 9 años el sur y el suroeste de los Estados Unidos.

- 1539, Fray Marcos de Niza cruzó desde México el desierto de Sinaloa, Arizona y Nuevo México.

- 1540, Vázquez de Coronado, exploró el Gran Cañón y estableció su presencia en Kansas

- 1589, Juan de Oñate, salió desde Guadalajara y llegó la Paso del Norte y llegó a Nuevo México.

- 1767, Fray Junípero Serra, fundó un gran número de misiones a lo largo de la Alta California

- Los españoles exploraron y reclamaron los territorios de la región del Pacífico Noroeste desde 1774.

- Expediciones a los territorios de Alasca de Juan Pérez , 1774; Bruno Ezeta, 1775; Ignacio Arteaga, 1779.

- 1775, Juan Bautista de Anza, llegó a las Montañas Rocosa e inició la construcción de San Francisco.

Estos españoles establecieron las bases de la exploración y colonización del continente Norteamericano que perduró durante cuatro siglos. La organización de la presencia española se basó en las misiones y en las ciudades.

Alrededor de las misiones, dirigidas por los jesuitas y franciscanos, se desarrollaron huertas y ranchos donde se cosecharon las hortalizas y la cría de ganado que traían los españoles desde México y que entonces eran desconocidos en estas tierras americanas.

Posteriormente a las misiones de los jesuitas y franciscanos, los españoles impulsaron la fundación y desarrollo de un gran número de ciudades desde la Florida hasta California: San Agustín, reconstrucción de Nueva Orleans, Galvestón ( en honor de Bernardo de Gálvez), Santa Fe, San Antonio ( en honor de Antonio Valero), Alburquerque ( en honor del marqués de Alburquerque), Los Ángeles, San Francisco y otras muchas ciudades más pequeñas y menos conocidas por nosotros.

Orden de Combate del Ejército Español en la Batalla de Pensacola

Comandante general: Mariscal de Campo Bernardo de Gálvez

Segundo Comandante: Mariscal de Campo Juan Manuel de Cagigal

Mayor General: Coronel José de Ezpeleta

Cuartel Maestre General: Teniente Coronel Francisco de la Nava

Comandante de la Artillería: Teniente Coronel Vicente Risel

Comandante de Ingenieros: Teniente Coronel José de Urraca

Brigadas
Primera brigada:

Comandante: Brigadier Jerónimo Girón

Total 1592 hombres
Rey: 419 hombres, Príncipe: 257, Navarra: 672 , Habana: 244

Segunda brigada:
Comandante: Coronel Manuel Pineda
Total 1386 hombres
Soria: 495 , Hibernia: 467, Flandes: 424

Tercera brigada:
Comandante: Coronel Francisco Longoria
Total 1343 hombres
Guadalajara: 382 ,España: 428 , Aragón: 287 , Luisiana: 149 , Dragones: 97

Cuarta brigada:
Comandante: Capitán de Navío Felipe López de Carrizosa
Total 1323 hombres.
Marineros: 624 ,Infantes de Marina: 699

Total brigadas: 5.644 Hombres.

TROPAS AFECTAS AL CUARTEL GENERAL:
1ª Division Campo Volante:
Comandante: Coronel Pablo Figuerola
Total 741 hombres
2ª de Cataluña, 228 hombres ; Fusileros de montaña, 78 ; Milicias de pardos de La Habana, 262 ; Milicias de Nueva Orleans, 173

2ª Division Francesa.
Comandante, Capitán de navío Marine royale: Mr. de Boiderut
Total 509 hombres
Dotaciones de marineria e infanteria de marina de los buques franceses, 509.

3ª Division de Artillería.
Comandante. Teniente Coronel Vicente Risel
Cuerpos: 604 hombres
Artilleros españoles, 209
Artilleros franceses, 74
Artilleros marina española, 80
Artilleros marina francesa, 108
Escolta del cuartel general:
Carabineros de Nueva orleans: 13
Zapadores (gastadores de fortificaciones): 120

Total del Ejercito: 7.498 hombres.

Listado de los buques de la escuadra española que participaron en la conquista de Pensacola en 1781.

La escuadra, al mando de José Calvo de Irázabal, para la escolta de los mercantes que llevaban las tropas de ocupación de Pensacola es la siguiente:

Españoles 15 navíos:
Navío San Ramón 64 insignia de José Calvo de Irázabal
Fragata Santa Clara 34 capitán de fragata Miguel Alderete
Fragata Santa Cecilia 28 capitán de fragata Miguel de Goicoechea
Paquebote San Gil José María Chacón
Navío San Luis 80 insignia de José Solano
San Francisco de Asís 74
San Juan Nepomuceno 74
Guerrero 74
San Miguel 74
Arrogante 74
San Gabriel 74
San Agustín 74
Velasco 74
San Nicolás 80
Astuto 58

Franceses 4 navíos:
Palmier 74
Intrepide 74
Triton 64
Destín 74

Comienza la Batalla de Pensacola

Pensacola era una posición estratégica para los ingleses. Después de la victoria de Bernardo en Mobile (Alabama), los ingleses tuvieron que refugiarse en Pensacola cuyo defensa estaba bajo la responsabilidad del general inglés John Campbell.

Una de las mayores dificultades estratégicas para la toma de Pensacola, estaba en su entorno geográfico. Bernardo opinaba que debería tomarse por mar y que por consiguiente se precisaba de una importante flota para asegurar el éxito del proyecto. Pero había un problema, Miguel de Goicoechea, aseguraba ante el Consejo de la Habana , que el ataque debería realizarse por tierra. Esta falta de unidad en el criterio, hizo que el ataque se retrasase mucho tiempo.

Efectivamente, Bernardo de Gálvez se desplazó a la Habana para convencer al gobernador de Cuba, Diego Navarro y al Comandante General Navia de su estrategia. Logrado su objetivo, se le autorizó la entrega de 3.900 soldados y provisiones para seis meses. México le cedió unos 2.000 soldados más y Puerto Rico y Santo Domingo contribuyeron también.

16 de octubre de 1780, habían pasado 2 meses desde la toma de Mobile, una impresionante flota, bajo el mando de Bernardo de Gálvez, puso rumbo al continente norteamericano con objeto de atacar y tomar Pensacola a los ingleses. La flota zarpó de la Habana, el entusiasmo de la multitud y el tañir de las campanas y las oraciones de los fieles, empujaron con determinación a Bernardo y su flota hacia la conquista de Pensacola.

A los pocos días ocurrió un hecho importante y que en circunstancias habituales, hubiera llevado al comandante de la flota a suspender definitivamente su proyecto.

El 18 de octubre, se desencadenó una terrible tormenta huracanada, ocasionando el hundimiento de una nave y la total dispersión de la flota en el Golfo de México. Algunas naves terminaron en Mobile, otras en Nueva Orleáns e incluso algunas acabaron en Campeche, Península del Yucatán. Pero Bernardo, no se intimidó por las circunstancias adversar. Pensacola caería tarde o temprano en manos española ese era el objetivo y estaba decidió a conseguirlo. Bernardo volvió a la Habana para someterse a un Consejo de Guerra.

21 de octubre, dos fragatas españolas capturan dos fragatas británicas la "George" y la "Nancy" que iban de Jamaica a Charlestown.

El general inglés John Campbell, que estaba al mando de la guarnición de Pensacola, tuvo conocimiento del desastre de la flota española y ordenó al coronel van Hayleden, salir de Pensacola con 700 soldados , 400 casacas rojas y 300 indios aliados de los ingleses, para recuperar Mobile.

7 de enero de 1781, los ingleses sitian Mobile y atacan a la guarnición española por la noche. Pero los españoles con menores recurso, al mando del joven Ramón Castro, rechazo completamente el asalto de los británicos e incluso el propio coronel inglés cayó muerto. La columna inglesa, se ve derrotada y perdida en su intento y los ingleses se retiran sin poder recuperar Mobile.

Bernardo no se desanimó y se enfrentó al Consejo de Guerra y de nuevo le apoyaron en dicha empresa. Pasaron tres meses hasta que la flota estuvo lista, ahora contaba con unos 1.315 soldados y 5 navíos de la armada

13 de febrero de 1781, Bernardo salió de la Habana y puso rumbo al Golfo de México. Bernardo iría repasando los errores y causas de lo ocurrido en su anterior intento de recobrar Pensacola para la Corona española y el Virreinato Mexicano. Ahora repetía el intento de desembarco con un navío de línea , el buque insignia "San Ramón" de 64 cañones, 3 fragatas, un paquebote y varios pequeños transportes más, con una fuerza de sólo 1.315 soldados.

23 de febrero de 1781, la flota divisa Santa Rosa, pequeña isla muy próxima a Pensacola. Durante la noche, Bernardo desembarca en Puerto Sigüenza, ataca a la guarnición inglesa y toma siete prisioneros. Durante la operación, dos fragatas inglesas fondeadas en la bahía son alertadas por los disparos y cañonean a los españoles. A las órdenes de Bernardo, se produce el contraataque y las dos fragatas inglesas huyen en dirección a Pensacola.

9 de marzo de 1781. Finalizada la escaramuza, Bernardo de Gálvez decide iniciar la fase final de la operación y ordena poner rumbo a tierra cruzando el estrecho entre la isla y tierra firme. El resultado es una sorpresa, ya que el “San Ramón”, buque insignia de la flota encalla, se hunde parcialmente y durante toda la noche se trabajó duro para poner el barco a flote. Bernardo, ordena a Calvo de Irázabal, abandonara el San Carlos, para evitar otro posible hundimiento, y que continuara con el resto de la armada.

Calvo de Irázabal , junto con varios oficiales, se negó a obedecer llegándose a una situación muy complicada. El problema surge porque José Calvo de Irázabal era el jefe de las fuerza navales, y aunque Gálvez fuera el Comandante en jefe de todas las fuerzas, en las decisiones de temas navales Irizabal tenía la última palabra, quien rehusó entrar en la bahía de Pensacola.

Ante este motín, Bernardo decide entrar solo en la bahía de Pensacola. Es el momento donde se manifiesta la valentía y la capacidad de asumir riesgos de nuestro protagonita. Bernardo estaba dispuesto a demostrar que sabía navegar con su barco y que asumía en solitario tan arriesgada misión. A bordo del Galveztown inició la entrada en la bahía de Pensacola acompañado del navió de Valenzuela. Estas dos naves venían de La Luisiana y estaban directamente bajo el mando de Bernardo. El resto de la flota quedó fuera de la misión sin poner rumbo al interior de la bahía.

Cuando los ingleses castigaban duramente con su artillería las dos naves, el resto de las naves de la flota española decidieron seguir el rumbo iniciado por Bernardo. Calvo de Irázabal, se quedó atrás con el San Ramón y acusó a Gálvez de traidor. La reacción de Gálvez fue decisiva para la misión, éste no hizo caso de tal acusación e izó la bandera de Almirante de la flota, recibiendo el aplauso y reconocimiento del resto de las embarcaciones. La fragata San Ramón, capitaneada por Irázabal se volvió y puso rumbo en solitario a Cuba.

Con la flota fondeada en la bahía, Bernardo esperó la llegada de refuerzos de Mobile y de Nueva Orleans. Durante la espera el general inglés, John Campbell, ordenó la quema de edificios civiles de Pensacola, lo que produjo indignación en Bernardo por la falta de humanidad y mala fe del general inglés

19 de abril de 1781, llegó una escuadra de combate procedentes de Cádiz, los refuerzos eran una realidad, Bernardo contaba ahora bajo su mando con 7.498 soldados y 19 navíos de línea. Era la hora de iniciar el asalto a Pensacola.

Enfrente estaban dispuestos a resistir, 3.600 hombres pertenecientes al 16º y 60º Regimiento inglés el 3º Rgto. alemán de Waldeck, los Rgtos. de Realistas de Pensilvania y Maryland, los West Florida Royal Forresters, la Royal Artillery, los Dragones de Maryland, y unos 950 indios, negros, civiles armados y marinos de los buques HMS "Mentor" y "Port Royal" .

1 de mayo de 1781. Los españoles van desplegando baterías de veinticuatro libras desde donde disparan a las posiciones de los ingleses.

6 de mayo de 1781. Los españoles efectúan 560 disparos con morteros y 200 de metralla causando graves daños a los ingleses , neutralizando numerosos cañones.

8 de mayo de 1781. Una vez neutralizadas las defensas británicas externas, Bernardo ordenó disparar al interior de Fort George. La fortuna de un disparo de mortero de los españoles produjo la explosión del almacén de pólvora de los ingleses. El resultado fue dramático, de golpe habían muerto más de 100 soldados. Aprovechando el desconcierto, el capitán Cajigal inició el cañoneo sobre la fortaleza donde ondeaba todavía orgullosa la bandera de la Gran Bretaña. Bernardo ordena el asalto a sangre y fuego a la fortaleza inglesa, desencadenándose un durísimo combate cuerpo a cuerpo. Finalmente las tropas inglesas se ven desbordadas por el ímpetu y decisión de las tropas españolas. John Campbell se ve obligado a levantar bandera blanca y rinde la plaza de Pensacola a la Corona Española.

9 de mayo de 1781, el general Campell firman las capitulaciones. El acuerdo consideraba la entrega no sólo de Pensacola, sino también los fuertes al norte del Golfo de México, excepto San Agustín y la isla de Jamaica. En el mismo documento se garantizaba la repatriación de las tropas inglesas a Inglaterra.

10 de mayo de 1781 a las 3 de la tarde, las tropas inglesas arrían su bandera y se iza en su lugar la de la Corona Española. Las tropas española tomaron posesión de Fort George.

Los ingleses sufrieron 150 muertos, 400 heridos y 2.200 prisioneros. Las tropas españolas contaron con tan sólo, 80 muertos y 200 heridos .

Bernardo de Gálvez describía la ceremonia de rendición:

"el 10 de mayo de 1781, a las 3 de la tarde se formaron a 500 varas del Fuerte Jorge 6 cias. de granaderos y las de cazadores de la Brigada francesa, a cuya distancia salió el General con su tropa y después de haber entregado las banderas del Regimiento Waldeck, y una de artillería, con las ceremonias acostumbradas rindieron sus armas"
.

Bernardo nombró a Arturo O’Neill como gobernador de general de la Florida y logró acuerdos y alianzas con tribus locales, lo que supuso un periodo de paz en el norte del Golfo de México, mientras perduró la presencia de tropas españolas en estos territorios.

Consecuencia de la Batalla de Pensacola

La victoria se celebró con júbilo y sonaron las campanas en Nueva Orleans, La Habana, México y Madrid. Pero seguramente la mayor satisfacción la tuvo George Washington que estaba luchando con sus tropas rebeldes contra el Imperio Británico. Con la salida por barco de las tropas inglesas se puso fin definitivo a la presencia de tropas inglesas en Norteamérica.

El 10 de mayo de 1871, los casacas rojas huyeron y dejaron vía libre a George Washington para lograr la independencia de los Estados Unidos. Thomas Jefferson escribió al General Gálvez, expresando sus gracias por la ayuda de España a la causa revolucionaria.

Con esta victoria, España y México recobraron la Gran Florida y los territorios de Nueva Inglaterra , quedan limpios de tropas inglesas y a punto de formarse los Estados Unidos de América. La Corona Española y Bernardo de Gálvez, habían prestado una gran ayuda económica y política a la independencia Norteamericana.

Posteriormente, en febrero de 1782, Bernardo con unos 10.000 soldados atacaron los últimos reductos ingleses en Jamaica y Nueva Providencia en las Bahamas

20 de enero de 1783, se firma el tratado de París entre Inglaterra por un lado y Francia y España por otro, reconociéndose la independencia de los Estados Unidos y el derecho de España a la Gran Florida.

Junio de 1784, Carlos III nombre a Bernardo Gobernador de la Capitanía General de Cuba cuando tenía 38 años. Más tarde vendrían las desavenencias con los dirigentes americanos sobre el derecho de navegación del Misisipí, pero esta ya es otra historia.

El consejero del rey, Conde de Aranda, iba a acertar con exactitud en sus predicciones:

“Esta república federal nació pigmea, por decirlo así y ha necesitado del apoyo y fuerza de dos Estados tan poderosos como España y Francia para conseguir su independencia. Llegará un día en que crezca y se torne gigante, y aun coloso temible en aquellas regiones. Entonces olvidará los beneficios que ha recibido de las dos potencias, y sólo pensará en su engrandecimiento... El primer paso de esta potencia será apoderarse de las Floridas a fin de dominar el golfo de México. Después de molestarnos así y nuestras relaciones con la Nueva España, aspirará a la conquista de este vasto imperio, que no podremos defender contra una potencia formidable establecida en el mismo continente y vecina suya”.

España estuvo desde el principio de la guerra de la independencia con los rebeldes frente al imperio inglés. Bernardo de Gálvez, mantenía contactos y negociaciones con Thomas Jefferson, Patrick Henry, Oliver Pollock y Charles Henry Lee. Las acciones militares de Gálvez bloquearon el puerto de Nueva Orleans para que los navíos británicos no pudiesen utilizar el río Misisipí y también permitió el tránsito de los rebeldes americanos a través de todo el territorio al sur de la zona de guerra, ayudando al envío de armas y municiones destinadas a las tropas americanas de George Washington y George Rogers Clark.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Última edición por Brasilla el 02 Feb 2018 14:01, editado 1 vez en total.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 30 Ene 2018 01:48

Batalla de CENTLA


La Batalla de Centla fue un enfrentamiento ocurrido el 14 de marzo de 1519, en el cual los indígenas maya-chontales, dirigidos por su cacique Taabscoob, se enfrentaron con los españoles comandados por Hernán Cortés. En esta batalla fueron derrotados los indígenas Chontales.

El 12 de marzo de 1519, el conquistador español Hernán Cortés arribó a tierras del actual estado de Tabasco, desembarcando en la "Punta de los Palmares", la cual se encontraba a media legua del pueblo de Potonchán,​ siendo recibido en forma hostíl por los maya-chontales, quienes con señales les pedían que se fueran y que no entraran al pueblo. Cortés decide acampar esa noche en la punta de los Palmares, y esa noche planea la estrategia militar para tomar Potonchán. Para tal fin, Cortés envió esa noche a tres de sus soldados a reconocer el terreno y el camino que conducía a la población.
]
Al día siguiente, 13 de marzo, los españoles celebraron una misa, la cual fue oficiada por Fray Bartolomé de Olmedo y el capellán de la armada Juan Díaz, siendo esta la primera misa cristiana en territorio continental de México.​ Después de la misa, Cortés apercibió a su capitán Alonso de Ávila dándole 100 soldados para que avanzara por el camino hacia el pueblo apenas escuchara los primeros disparos, en tanto que él mismo avanzaba primero hacia Potonchán por el río Grijalva.

Al ver los indígenas el movimiento de las tropas enemigas sobre el río, se prepararon para el combate, para evitar que los españoles desembarcaran, por lo que Cortés, llamó al escribano del Rey llamado Diego de Godoy, para que hiciera un requerimiento a los nativos exigiendo que lo dejaran desembarcar en el pueblo, tomar agua y alimentos y que se sujetaran al rey de España, llevándose a cabo la primera actuación notarial en México.​ La contestación de los indígenas fue el grito de guerra. Los indígenas advirtieron a los españoles que si saltaban en tierra, los matarían. ,

Los españoles trataron de desembarcar en el poblado, pero una lluvia de flechas se lo impedía. Además los soldados de Cortés tenían que subir por el barranco del río, lo que implicaba una dificultad más. Los españoles peleaban con el agua a la cintura, tratando de desembarcar, pero la resistencia de los maya-chontales era brava. Los españoles comenzaron a utilizar las armas de fuego, cuyas detonaciones asustaban a los nativos. Con ello, además, Alonso de Ávila recibió la señal para entrar por la parte trasera a la ciudad, la cual se encontraba atrincherada con troncos gruesos. De esta forma, Cortés por el frente y Ávila por la parte posterior iniciaron el sitio de Potonchán, que después de una ligera resistencia cayó en poder de los conquistadores españoles, quedando algunos prisioneros, varios heridos y muchos indígenas muertos.

A continuación Cortés recorrió la gran plaza de Potonchán, donde había unos aposentos y salas grandes y tres casas de ídolos, tomando posesión de aquella tierra.

..."En los cues de aquel patio mandó Cortés que reparásemos y que no fuésemos más en seguimiento del alcance, pues iban huyendo, y allí tomó Cortés posesión de aquellas tierras por Su Majestád y ... en su real nombre, y fue desta manera: Que desenvainada su espada, dio tres cuchilladas en señal de posesión en un árbol grande que se dice ceiba, que estaba en la plaza de aquel gran patio..."

La batalla

Al día siguiente, 14 de marzo de 1519, mandó Cortés al capitán Pedro de Alvarado con cien soldados para que fuese tierra adentro hasta dos leguas, y mandó por otra parte a Francisco de Lugo, con otros cien soldados. Francisco de Lugo se topó con unos escuadrones guerreros, iniciándose un nuevo combate. Al escuchar los disparos y tambores, Alvarado fue en ayuda de Lugo, y juntos después de haber batallado logran hacer huir a los naturales, regresando los españoles al pueblo a informarle a Cortés. En la batalla participaron, según las crónicas de Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo, 40 000 indígenas de 8 provincias cercanas, contra 410 españoles.

Las tropas de Hernán Cortés llegaron a la desembocadura del Río Tabasco (hoy Grijalva). En este lugar las huestes españolas nuevamente fueron atacadas por los maya-chontales. Rápidamente los españoles se defendieron empleando sus armas de fuego, lo que volvió a causar pavor a los indios, pero lo que más los aterró fue ver a los jinetes de la caballería española, pues los indios creyeron que tanto la persona como el caballo (que nunca habían visto en su vida) eran uno solo. Al final los indios resultaron derrotados debido sobre todo a la mejor tecnología militar de los españoles.

..."Y después de apeados debajo de unos árboles y casas que allí estaban, dimos muchas gracias a Dios por habernos dado aquella vitoria tan cumplida, y como era día de Nuestra Señora de Marzo, llamóse una villa que se pobló, el tiempo andando, Santa María de la Vitoria, ansí por ser día de Nuestra Señora como por la gran vitoria que tuvimos. Aquesta fue la primera guerra que tuvimos en compañía de Cortés en la Nueva España (...) y fuimos a ver los muertos que había por el campo y eran más de ochocientos (...) Estuvimos en esa batalla sobre una hora, que no les pudimos hacer perder punto de buenos guerreros hasta que vinieron los de a caballo. (...) luego enterramos dos soldados y quemamos las heridas a los demás y a los caballos (...) y que en aquella batalla había para cada uno de nosotros tantos indios que a puñados de tierra nos cegaran, salvo que la gran misericordia de Nuestro Señor en todo nos ayudaba (...) y cenamos y reposamos (...) Y dejémosle aquí, y diré lo que más pasamos"

Consecuencias

Al día siguiente, embajadores enviados por Taabscoob llegaron al campamento español con prendas para pagar su derrota. Entre los obsequios había joyas de oro, jade y turquesa, pieles de animales, animales domésticos, plumas de aves preciosas y 20 jovencitas, entre las cuales venía Malitzin, que los españoles bautizaron como Marina y quien se convertiría en intérprete y consejera de Cortés.

Después de la batalla, el día 25 de marzo de 1519, los españoles fundaron en el lugar de la batalla la Villa de Santa María de la Victoria. Ese mismo día celebraron una misa, la cual fue oficiada por Fray Bartolomé de Olmedo y el capellán de la armada Juan Díaz. Los españoles permanecieron ahí hasta el 12 de abril, antes de embarcarse rumbo a Veracruz, donde iniciaron la ruta hacia la ciudad capital azteca, Tenochtitlan.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 30 Ene 2018 20:00

Guerra anglo-española de 1.727 - 1.729


La guerra anglo-española de 1727–1729 consistió en un fallido intento británico de atacar y capturar Portobelo y un igualmente fallido intento español de recuperar Gibraltar. Con el tiempo, terminó con un retorno al statu quo ante bellum en virtud del Tratado de Sevilla.nota

Tras conocerse la firma del Tratado de Viena del 30 de abril de 1725 entre los representantes de Felipe V de España y de Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico, las Monarquías de Gran Bretaña y de Francia lo vieron como amenaza al statu quo establecido en la Paz de Utrecht y el 3 de septiembre firmaron junto con el reino de Prusia el Tratado de Hannover para «mantener a los Estados firmantes en los países y ciudades dentro y fuera de Europa que actualmente poseyeran».

A la "Alianza de Hannover" se adhirieron posteriormente las Provincias Unidas, el reino de Dinamarca y el reino de Suecia, aunque Prusia finalmente lo abandonó. Felipe V destituyó a Johan Willem Ripperdá, quien había negociado en Viena el tratado en nombre suyo, cuando supo que el emperador no daría finalmente su consentimiento al matrimonio de sus dos hijas con los infantes españoles Carlos y Felipe —en realidad hacía tiempo que estaba concertado el matrimonio de María Teresa con el joven duque Francisco Esteban de Lorena, boda que se celebró en 1736—, y que tampoco estaba dispuesto a entrar en conflicto con Gran Bretaña por lo que no apoyaría a Felipe V si este intentaba recuperar Gibraltar o Menorca. En contrapartida las concesiones comerciales prometidas por Felipe V a la Compañía de Ostende nunca se materializaron y acabó disolviéndose en 1731 por la presión británica.

Para obligar a que Felipe V desistiera de su proyecto revisionista de lo pactado en Utrecht, Gran Bretaña desplegó su flota por el Mediterráneo y el Atlántico, capturando barcos españoles sin que hubiera habido una declaración de guerra. Como las reclamaciones ante el gobierno de Londres por los apresamientos por barcos británicos, a los que la corte de Madrid consideraba piratas, no surtieron ningún efecto, el nuevo grupo de consejeros que había sustituido a Ripperdá apoyaron la decisión de Felipe V de conquistar Gibraltar.

Así en enero de 1727 el embajador español ante la corte de Jorge I de Gran Bretaña presentó un escrito en que consideraba sin valor el artículo 10 del Tratado de Utrecht por el que se cedía Gibraltar, alegando los incumplimientos del mismo por parte de Gran Bretaña —había ocupado tierras en el istmo, no había garantizado el mantenimiento del catolicismo y había permitido la presencia de judíos y musulmanes—. El asunto fue llevado al parlamento por el primer ministro Robert Walpole y allí se comprometió a que nunca se entregaría Gibraltar sin el consentimiento expreso del mismo. La votación final celebrada el 17 de enero de 1727 en la que el parlamento ratificó la soberanía británica sobre Gibraltar supuso la declaración de guerra a la Monarquía de España.

El bloqueo británico de Portobelo y el asedio español de Gibraltar

Gran Bretaña había tratado de usar su poder naval a principios de la controversia, por el bloqueo de Portobelo, en Panamá, pero el intento resultó un desastre, en el que se perdieron 4000 hombres, principalmente por las enfermedades. El objetivo principal del bloqueo fue evitar que los galeones españoles pusieran rumbo a la metrópoli, pero no se consiguió y la flota se retiró finalmente.

El 11 de febrero de 1727 un ejército español, bajo el mando del marqués de las Torres y la supervisión del jefe de Ingenieros del Real Cuerpo de Ingenieros, el marqués de Verboom, puso sitio a la plaza (se trataba del primer asedio tras la firma del Tratado de Utrecht). Dependiendo de las fuentes, las tropas españolas fueron entre 12 000 y 25 000. Los defensores británicos eran 1500 al principio del asedio, pero aumentaron hasta alrededor de 5000 gracias a los refuerzos traídos por mar por la flota al mando de Charles Wager. Tras un asedio de cuatro meses con varios intentos infructuosos y costosos, las tropas españolas desistieron y se retiraron el 12 de junio. Habían perdido más de 1400 hombres, mientras que los británicos habían sufrido 300 bajas.

El segundo sitio a Gibraltar —el primero tuvo lugar en 1705— no tuvo éxito debido a la superioridad de la flota británica que defendía el Peñón, que impidió que la infantería pudiera lanzarse al asalto después de que la artillería hubiera bombardeado las fortificaciones británicas. "España volvía a comprobar que la Roca, desde tierra, era casi inexpugnable mientras pudiese contar con el apoyo de una flota que llevase tropas de refresco y provisiones", afirman Rosa Mª Capel y José Cepeda.

Los acuerdos de paz

En junio de 1727 se llegó a un armisticio pero hasta marzo de 1728 Felipe V —presionado por el rey de Francia, el emperador y el papa para que pusiera fin al conflicto con Gran Bretaña y al que prometieron celebrar el Congreso de Soissons— no volvió a reconocer la validez del artículo 10 del Tratado de Utrecht en la llamada Acta de El Pardo, en un momento de agravamiento de su enfermedad mental.

El Congreso de Soissons no dio ningún resultado, pero sí lo tuvieron las negociaciones a "tres bandas" entre las Monarquías de España, Gran Bretaña y Francia, que culminaron con la firma del Tratado de Sevilla del 9 de noviembre de 1729. En ese tratado Felipe V obtuvo por fin lo que venían anhelando él y su esposa Isabel de Farnesio desde 1715, que su hijo primogénito el infante Carlos ocupara el trono del ducado de Parma y del ducado de Toscana —lo que fue reconocido también por el emperador en otro tratado firmado después—. "Lo que resulta llamativo es que en agosto de 1731 una flota británica llegó a Cádiz para acompañar a don Carlos a su destino".

Sin embargo, quedaron pendientes algunas cuestiones por resolver entre ambos estados, por lo que una década más tarde estalló la llamada Guerra del Asiento. A resultas del conflicto, Gran Bretaña estableció una fuerte alianza con Austria, que se prolongó hasta 1756.

Algunos historiadores sitúan el comienzo de la guerra en 1726 porque, en esa fecha, las relaciones angloespañolas ya eran muy tensas debido a que Gran Bretaña había enviado una flota a las Antillas para hostigar el tráfico marítimo español sin que hubiera mediado una declaración de guerra.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 30 Ene 2018 20:11

Invasión de Portugal de 1.762


La Invasión española de Portugal entre el 5 de mayo y el 24 de noviembre de 1762 fue un episodio militar de la Guerra de los Siete Años, en el cual España y Francia invadieron Portugal en tres ocasiones y en todas fueron derrotados por la Alianza anglo-portuguesa. Inicialmente en los combates solo participaron fuerzas de España y Portugal, antes de que los franceses y los británicos intervinieran en el conflicto para favorecer a sus respectivos aliados. Esta campaña estuvo fuertemente marcada por una guerra de guerrillas de corte nacionalista en las comarcas montañosas de Portugal, que cortaba los suministros de los ejércitos españoles, y un campesinado hostil que practicó una política de tierra quemada a medida que se acercaban los ejércitos invasores, dejando a estos faltos de suministros.

Durante la primera invasión, 22.000 españoles comandados por Nicolás de Carvajal, marqués de Sarria, entraron a la provincia de Alto Trás-os-Montes (noreste de Portugal) con el objetivo final de conquistar Oporto. Tras ocupar con éxito algunas fortalezas, se vieron enfrentados a un levantamiento nacional. Aprovechando el terreno montañoso, las guerrillas infligieron grandes pérdidas a los invasores y prácticamente cortaron las líneas de comunicación con España, causando escasez de suministros esenciales. Al borde de la inanición, los españoles trataron de conquistar Oporto rápidamente, pero fueron derrotados en la batalla del Duero y en Montalegre antes de retirarse a España. Después de este fracaso, el comandante español fue sustituido por Pedro Pablo Abarca de Bolea, conde de Aranda.

Mientras tanto, una tropa de 7.104 británicos se estableció en Lisboa, lo que condujo a una reorganización masiva del ejército portugués bajo el mando del jefe supremo de la alianza, el conde de Schaumburg-Lippe.

Durante la segunda invasión de Portugal, 42.000 hispano-franceses bajo las órdenes de Aranda tomaron Almeida y varias otras plazas fuertes, mientras que el ejército anglo-portugués detuvo otra invasión española en la provincia de Alentejo, y contraatacó hacia el territorio español de Valencia de Alcántara, donde un tercer cuerpo español se estaba reuniendo para la invasión.

Los aliados luso-británicos lograron detener al ejército invasor en las montañas al este de Abrantes, donde la pendiente del terreno era elevada para el ejército franco-español, pero muy suave para los anglo-portugueses, lo que facilitó el suministro y los movimientos de los últimos. Los anglo-portugueses también impidieron a los invasores cruzar el río Tajo y los derrotaron en Vila Velha.

El ejército hispano-francés (cuyas líneas de suministro con España habían sido cortadas por la guerrilla) fue prácticamente destruido por una estrategia de tierra quemada: los campesinos abandonaron todos los pueblos de los alrededores, llevándose con ellos o destruyendo todo cultivo, la comida y todo lo que pudiese ser utilizado por los invasores, incluyendo las carreteras y las casas. El gobierno portugués también alentó a la deserción entre los invasores ofreciendo grandes sumas de dinero a todos los que desertasen, se uniesen al bando opuesto o no.

El resultado final fue la desintegración del ejército franco-español, que fue obligado a retirarse a Castelo Branco (más cerca de la frontera) cuando una fuerza portuguesa bajo las órdenes de Townshend realizó un movimiento envolvente hacia su retaguardia. Según un observador británico, los invasores sufrieron pérdidas de unas 30.000 tropas (casi tres cuartas partes del ejército original), causadas principalmente por el hambre, la deserción y la captura durante la persecución de los remanentes franco-españoles por el ejército anglo-portugués y el campesinado.

Por último, el ejército anglo-portugués tomó los cuarteles españoles en Castelo Branco, capturando a un gran número de españoles, heridos y enfermos que Aranda había dejado atrás cuando se tuvo que retirar a España, después de un segundo movimiento envolvente aliado.

Durante la tercera invasión de Portugal, los españoles atacaron Marvão y Ouguela, pero fueron rechazados con serias bajas. El ejército anglo-portugués dejó sus cuarteles de invierno y persiguió a los españoles en retirada, capturando algunos prisioneros; y un cuerpo portugués entró en España y tomó más prisioneros en La Codosera. El 24 de noviembre, Aranda pidió un alto el fuego que fue aceptado y fue firmado por el conde de Schaumburg-Lippe el 1 de diciembre de 1762.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 30 Ene 2018 20:28

Alzamiento de GUAGUA


En el contexto de la guerra de los Siete Años (1761-1763) se produce la ocupación británica de Manila. La colonia china de Guagua tomó partido por el invasor, enfrentándose al incipiente ejército formado por Simón de Anda y Salazar tras su fracasado intento en la noche de Navidad de 1762 de asesinar a Anda y a todos los españoles. La conspiración fue descubierta a tiempo y abortada, no sin lucha.

Pese a la capitulación de la ciudad el 5 de octubre de 1762, miembros de la Real Audiencia de Manila y sus aliados nativos impidieron la ocupación de otras partes del archipiélago, tal como era el plan británico.

...Era el 23 de diciembre, y en este mismo día tuvo noticia Anda de que los chinos avecinados en Guagua de la Pampanga, distante una legua de su residencia Bacolor, obedientes a los consejos de sus aliados ingleses, habían resuelto asesinarle durante la misa de las doce de la noche, conocida con el vulgar nombre del gallo. Anda, a quien los peligros engrandecían, recibió tranquilo el aviso, y poniéndose poco después al frente de la bisoña y pequeña columna, con ella, resuelto, se dirigió a Guagua...

Los residentes chinos salen a su encuentro, Anda pide su rendición, se niegan y comienza el combate:

...Anda los intima a la rendición, niéganse a ello por segunda y tercera vez, y apenas de ello se apercibe los bate y vence, y persiguiéndoles a la carrera, toma el fuerte cuajado de cañones de a ocho, hechos de cañas gordas, reforzadas con cuerda embreada. Muchos fueron los chinos que murieron, y más a los que alcanzó el terrible decreto que para su total exterminio en toda Filipinas dió Anda, sabedor de la alianza y plan que tenían concertado con los ingleses en contra de los españoles y su gobierno, y noticioso por la historia del país de la constante ingratitud con que desde nuestra dominación corresponden a nuestras deferencias, y en particular en los casos difíciles como el que se estaba atravesando...

[b]Expedición de los ingleses a Bulacán[/b]

Tras el primer fracaso se organiza en Manila una división anglo-china. Parte de la ciudad ocupada para entrar en Bulacán por la barra de Malolos. El asturiano Bustos ataca la retaguardia, hostigando a los ingleses, los cuales, tras haber incendiado el convento e iglesia de Bulacán, se retiran a Manila. En este ataque a Bulacán muere su alcalde, el artillero Ibarra y otros defensores.

Bustos establece su cuartel general en Malinta, desde donde hace excursiones hasta los arrabales de Manila, en la que escasean los víveres.

Consecuencias

Esta rápida victoria permitió a Anda continuar adiestrando a sus tropas en prevención de nuevos acontecimientos. Los británicos habían establecido un destacamento en Pasig desde donde pretendían ocupar las provincias de Laguna y de Batangas, siendo hostigado por Pedro José Bustos, segundo de Anda.

El alcalde de Pangasinan ya había sublevado su provincia días antes del alzamiento de Guagua. En Ilocos sucede lo mismo. Anda no contando con suficientes fuerzas adiestradas ofreció a los pangasinanes, si se aquietaban, su único hijo en prenda, y no pudiendo ofrecer garantía igual a los ilocanos, expidió un decreto previniendo al cabecilla Diego Silang, amenazándolo con enviar sus tropas contra él si no se sometía.

Conjurado el peligro Anda puede formar una división de treinta españoles con armas de fuego y cuatrocientos indios flecheros. La manda Fernando Araya y parte al encuentro con los sublevados.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 30 Ene 2018 21:02

Toma de la HABANA 1.762


La Toma de La Habana por los ingleses tuvo lugar durante la Guerra de los Siete Años, en agosto de 1762. Este hecho dejó al descubierto las debilidades de las defensas españolas en el Mar Caribe. El mismo se produjo al entrar los ingleses en conflicto con la corona española, puesto que esta última se había aliado con Francia, otro tradicional enemigo de Inglaterra.

En un principio los ingleses intentaron establecer una especie de colonia llamada «Cumberland» que sirviera de punto de apoyo a una invasión en la isla, por el Sur, en lo que hoy es la provincia de Guantánamo, pero las condiciones fueron muy hostiles tanto por el terreno, como el constante hostigamiento de los villareños, por lo que, finalmente, desistieron.


En 1756 estalló la compleja guerra de los Siete Años, que se libró por todo el mundo y enfrentó a dos alianzas rivales encabezadas por el Reino Unido y Francia. Ante las sucesivas derrotas de 1759, Francia trató de coligarse con España. La alianza entre Francia y España se reflejó en el Tercer Pacto de Familia, firmado en agosto de 1761. Pese al apremio de Francia, España esperó a la llegada de la flota de Indias en septiembre para comenzar las acciones que debían precipitar su entrada en la guerra, pues necesitaba el dinero que traía para financiar las operaciones. El 4 de enero de 1762, el Reino Unido declaró la guerra a España, que hizo lo propio el día 15 del mismo mes. Por entonces la Armada española era muy inferior a la británica: mientras la primera contaba con unos cuarenta navíos de línea, la segunda podía contar con unos ciento veinticuatro.

Preparativos británicos

En marzo de 1762, los mandos británicos de mar y tierra partieron del Reino Unido hacia el Caribe con cuatro regimientos de infantería. ​ Arribaron a la isla de Martinica, por entonces británica, a finales a abril, donde reunieron diecinueve navíos, dieciocho fragatas y diez mil soldados para la campaña cubana. La flota de invasión alcanzó Matanzas el 5 de junio.

El 6 de junio la fuerza británica se vio en La Habana. Inmediatamente, doce barcos fueron enviados a la boca del canal de entrada para bloquear encerrar a la flota española. Su plan era tomar primero el fuerte Morro, al norte del canal, asediándolo según las enseñanzas de Vauban. Debido a su posición, una vez tomada la fortaleza la guarnición de la ciudad tendría que rendirse. Sin embargo, este plan no tuvo en cuenta el hecho de que la fortaleza estaba situada en un promontorio rocoso donde era imposible excavar las trincheras de acercamiento y que una gran zanja cortada en la roca protegió el fuerte en el lado de la tierra.

La fuerza española, encabezada por el gobernador Prado y el almirante Hevia, fue sorprendida por el tamaño de la tropa atacante y adopto tardíamente una actitud defensiva con la esperanza que refuerzos, un huracán o la fiebre amarilla destruyeran al enemigo. En consecuencia, la flota española fue mantenida en el puerto, mientras que sus marineros, artilleros y marines fueron enviados a guarnecer las fortalezas de Morro y Punta bajo el mando de oficiales navales. La mayoría de sus municiones y pólvora, así como sus mejores armas, fueron transferidas a esas dos fortalezas. Entre tanto, las tropas regulares quedaron a cargo de la defensa de la ciudad.

La entrada del puerto se cerró con una cadena y tres navíos de línea, el Asia, la Europa y el Néptuno, fueron elegidas por su mal estado para ser hundidas detrás de la cadena. Conscientes de la importancia del Morro, los comandantes españoles le dieron máxima prioridad.

El 7 de junio las tropas británicas fueron desembarcadas al noreste de La Habana y comenzaron a avanzar hacia el oeste al día siguiente. Se enfrentaron con un cuerpo de milicia que fue fácilmente rechazado. Al final del día, la infantería británica había llegado a los alrededores de La Habana. La defensa del Morro fue asignada a Velasco e Isla, un oficial naval, que inmediatamente tomó medidas para preparar y proveer la fortaleza para un asedio.

Sitio de El Morro

El 11 de junio un partido británico atacó un reducto destacado en las alturas de Cavannos. Sólo entonces el mando británico se dio cuenta de lo fuerte que era el Morro, rodeado de matorrales y protegido por una gran zanja. Con la llegada de su tren de asedio al día siguiente, los británicos comenzaron a erigir baterías entre los árboles en la colina de La Cabana con vistas al Morro (unos 7 metros de altura), así como la ciudad y la bahía. Sorprendentemente, esta colina había sido dejada sin defensa por el ejército español a pesar de su conocida importancia estratégica. El rey de España había dado instrucciones a Prado para fortificar esta colina, una tarea que consideraba la más urgente entre los confiados a su comandante.

El 13 de junio, un destacamento británico aterrizó en Torreón de la Chorrera, en el lado oeste del puerto. Mientras tanto, el coronel Patrick Mackellar, un ingeniero, supervisaba la construcción de las obras de asedio contra el Morro. Ya que cavar trincheras era imposible, decidió erigir protectores. Planeaba cavar hacia un bastión del Morro y una vez que sus obras de asedio hubieran llegado a la zanja crear una pista a través de esta zanja con los escombros producidos por sus actividades mineras.

El 22 de junio, cuatro baterías británicas que totalizaban 12 cañones pesados y 38 morteros abrieron fuego contra el Morro desde La Cabana. Mackellar avanzó gradualmente sus parapetos hacia la zanja bajo la cubierta de estas baterías.

El 29 de junio, las baterías británicas habían aumentado sus impactos directos diarios en el Morro a 500. Velasco estaba perdiendo hasta 30 hombres cada día, y la carga de trabajo de reparar la fortaleza todas las noches era tan agotador que los hombres tenían que rotar entre el fuerte y la ciudad cada tres días. Velasco finalmente logró convencer a Prado de una incursión contra las baterías británicas. Al amanecer del 29, 988 hombres (una compañía mixta de granaderos, infantes de marina, ingenieros y esclavos) atacaron las obras de asedio. Llegaron a las baterías británicas desde la parte trasera y comenzaron a disparar sus pistolas, pero la reacción británica fue rápida y los atacantes fueron rechazados antes de que causaran algún daño serio.

El 1 de julio, los británicos lanzaron un ataque terrestre y naval contra el Morro. La flota usó al HMS Stirling Castle, HMS Dragon, HMS Marlborough y HMS Cambridge. Sin embargo, su actuar fue ineficaz porque la fortaleza estaba demasiado elevada. La respuesta de los 30 cañones del Morro causaron 192 bajas y dañaron gravemente a los barcos, el primero de ellos acabaría siendo desguazado el 14 de septiembre por inutilizable. Mientras tanto, el bombardeo por la artillería terrestre fue mucho más efectivo. Al final del día, sólo 3 piezas españolas eran todavía eficaces en el lado del Morro frente a las baterías británicas.

El 2 de julio, los parapetos británicos alrededor del Morro se incendiaron y las baterías se quemaron, destruyendo gran parte del trabajo realizado desde mediados de junio. Velasco capitalizó inmediatamente este acontecimiento, remontando muchas armas y reparando las brechas en las fortificaciones del Morro.

Desde su llegada a La Habana, el ejército británico sufrió fuertemente la fiebre amarilla. Ahora estaba a la mitad de la fuerza. Y como la temporada de huracanes se acercaba, Albemarle estaba en una carrera contra el tiempo. Ordenó reconstruir las baterías con ayuda de los marineros y muchos cañones de 32 libras fueron tomados de las cubiertas inferiores para equipar las posiciones.

El 17 de julio, las nuevas baterías británicas habían silenciado progresivamente la mayor parte de las armas de Velasco, dejando sólo dos de ellas operativas. Con la ausencia de la cubierta de artillería, ahora era imposible para las tropas españolas reparar el daño infligido en el Morro. Mackellar también fue capaz de reanudar la construcción de obras de asedio para acercarse a la fortaleza. Con el ejército en tan mal estado, el trabajo progresó bastante lento. Toda la esperanza del ejército británico ahora residía en la llegada de refuerzos de América del Norte.

El 20 de julio el progreso de las obras de asedio permitió a los británicos comenzar la excavación hacia el bastión derecho del Morro. Mientras tanto, la artillería británica, ahora sin oposición golpeaba, diariamente al Morro hasta 600 veces, causando unas 60 bajas. Velasco ya no tenía otra esperanza que destruir que atacar. A las 04:00 horas del 22 de julio, 1.300 soldados y milicianos salieron de La Habana en tres columnas y atacaron los parapetos que rodeaban el Morro. La salida no tuvo éxito y las obras de asedio quedaron relativamente intactas.

El 24 de julio Albemarle ofreció a Velasco la oportunidad de rendirse, permitiéndole escribir sus propios términos de capitulación. Velasco respondió que la cuestión sería resuelta por la fuerza de las armas.

El 27 de julio llegaron los refuerzos de Norteamérica encabezados por el coronel Burton. Durante su viaje, habían sido atacados por los franceses, que capturaron unos 500 hombres. Estos refuerzos consistieron en:

46º regimiento de infantería Thomas Murray
58º regimiento de infantería Anstruthe
3.000 milicianos de las colonias americanas
253 rangers de los cuerpos Gorham y Danks

El 29 de julio el túnel cerca del bastión derecho de la fortaleza de Morro fue terminado y listo para explotar. Albemarle fingió un asalto esperando que Velasco finalmente decidiera rendirse. Por el contrario, Velasco decidió lanzar un ataque desesperado desde el mar sobre los mineros británicos en la zanja.

A las 02:00 horas del 30 de julio dos goletas españolas atacaron a los mineros, pero tuvieron que retirarse. A las 13:00 los británicos detonaron el túnel, los escombros llenaron parcialmente la zanja y Albermarle la juzgó pasable. Ordenó a 699 hombres escogidos el cargar. Los españoles no alcanzaron a reaccionar, cuando 16 británicos entraron Velasco se precipitó a su brecha con sus hombres. Fue herido mortalmente en el combate cuerpo a cuerpo. Tras hacerse con el fuerte Velasco fue transportado a La Habana.

A las 21:00 del 31 de julio Velasco murió de sus heridas. Los británicos controlaban una posición que dominaba la ciudad y la bahía. Construyeron baterías a lo largo del lado norte del canal de entrada desde el fuerte de Morro hasta la colina de La Cabana.

Rendición

El 11 de agosto, después de que Prado hubiera rechazado la petición de capitular que le había enviado Albemarle, las baterías británicas abrieron fuego contra La Habana. Un total de 47 cañones (15 de 32 libras y 32 de 24), 10 morteros y 5 obuses machacaron la ciudad desde una distancia de 500-800 metros. Al final del día, fuerte La Punta fue silenciada. Prado no tenía otra opción que rendirse.

Los días 12 y 13 de agosto prosiguieron las negociaciones de los artículos de capitulación. Prado y su ejército obtuvieron los honores de la guerra. Hevia olvidó quemar su flota que cayó intacta en manos de los británicos.

Consecuencias

El 14 de agosto entraron los ingleses en la ciudad. Habían obtenido la posesión del puerto más importante de las Indias Occidentales españolas, equipamiento militar, 1.828.116 pesos españoles y mercancías valuadas en alrededor de otro 1.000.000 pesos españoles. Tomaron el Aquilón (74 cañones), Conquistador (74), Reina (70), San Antonio (64), Tigre (70), San Jenaro (60), África (70), América (60), Infante (74) y Soberano (74), junto con 3 fragatas, 9 embarcaciones más pequeñas, entre ellas la Marte (18) comandada por Domingo de Bonechea, y algunos buques armados pertenecientes a compañías mercantiles de La Habana y Caracas. Además, dos nuevos buques casi terminados de la línea fueron incautados en los astilleros: San Carlos (80) y Santiago (60 u 80).

Durante el asedio los británicos habían perdido 2.764 muertos, heridos, capturados o desertores, pero el 18 de octubre también habían perdido 4.708 muertos por enfermedad. Una de las brigadas más agotadas fue trasladada a América del Norte donde perdió otros 360 hombres dentro de un mes de su llegada. Tres buques de la línea se perdieron como resultado directo de los disparos españoles o daños graves recibidos que causaría su desaparición más tarde. Poco después del asedio HMS Stirling Castle fue declarado inutilizable y fue despojado y escurrido.​ HMS Marlborough se hundió en el Atlántico debido a los daños extensos recibidos durante el sitio, y el HMS Temple se perdió mientras volvía a Gran Bretaña para las reparaciones.

A su regreso a España, Prado y Hevia fueron sentenciados y condenados.

Ocupación y canje por la Florida

Durante el período que duró la ocupación, once meses, Cuba vivió un intenso auge económico propiciado por algunas medidas tomadas por los ingleses como la apertura de los puertos para el comercio y la importación de numerosos esclavos que necesitaba la maltrecha economía. Incluso durante ese período se introduce lo que hoy en día es uno de los manjares de la comida cubana, el cerdo. Las relaciones entre los habaneros y los ingleses fueron buenas, aunque estos veían a los mismos como unos ocupantes.

Luego de once meses, en julio de 1763, Inglaterra y España acordaron un canje en el cual parte de la Florida quedaría en manos de los ingleses a cambio del retorno a España de La Habana y Cuba en su totalidad.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 30 Ene 2018 21:15

Batalla del Rio San Juan en Nicaragua


La batalla por el Río San Juan de Nicaragua fue una de las batallas de la guerra anglo-española de 1761-1763. La batalla, tuvo lugar de julio a agosto de 1762, cuando William Lyttelton, gobernador británico y comandante jefe de Jamaica, envió una expedición naval a Nicaragua con el objetivo principal de la captura de la ciudad de Granada y asentar su dominio en América Central.

Debido a que América Central representaba una vía potencial entre el Atlántico y el Pacífico, así como al deseo de los británicos de ampliar la colonización de dicha zona más allá del área asentada en la Costa de los Mosquitos, Nicaragua fue el blanco principal de los ataques británicos durante el siglo XVIII. Debido a los intereses económicos de los británicos en la zona, se firmó el 16 de marzo de 1740 un tratado entre el rey Eduardo I del pueblo miskito y el rey Jorge II de Gran Bretaña.7​ En el marco de los términos del tratado, se establecería un protectorado sobre la Costa de los Mosquitos y los británicos suministrarían armas modernas al reino miskito.

Cuando estalló la guerra de los Siete Años en Europa en 1756, España, inicialmente, no llegó a unirse a ninguna de las dos coaliciones.

Más avanzada la guerra de los Siete Años, el gobierno español se preocupó de que la cadena de grandes pérdidas francesas a manos de los británicos se había convertido en una amenaza para los intereses españoles. El 15 de agosto de 1761, el rey Carlos III de España y el rey Luis XV de Francia firmaron el Tercer pacto de Familia. Este tratado creó una alianza entre España y Francia, y llevó a España a entrar en la guerra, iniciando la guerra anglo-española de 1761-1763.

Gran Bretaña declaró la guerra a España el 4 de enero de 1762 y, a su vez, España a Gran Bretaña el 18 de enero de 1762.8​ Los británicos capturaron La Habana y Manila a principios de 1762. También a principios de 1762, William Lyttelton, gobernador británico y comandante jefe de Jamaica, propuso una expedición naval a Nicaragua. El objetivo era navegar hasta el lago Nicaragua y luego capturar la ciudad de Granada.

El conflicto se inició en junio de 1762, durante la administración del gobernador interino de Nicaragua Melchor Vidal de Lorca y Villena. Instigado y ayudado por la fuerza expedicionaria británica, un grupo de miskitos atacó las plantaciones de cacao en el valle de Matina. Al mes siguiente se allanaron muchos asentamientos defendidos en Nicaragua, incluyendo Jinotega, Acoyapa, Lovigüisca, San Pedro de Lóvago, la misión de Apompuá, cerca de Juigalpa, y Muy Muy. A su paso quemaron y saquearon aldeas, así como capturaron algunos prisioneros españoles. Muchas de las personas que capturaron fueron vendidos como esclavos a los comerciantes británicos y transportados a Jamaica.

El combinado inglés y miskito se dirigió hacia la fortaleza de la Inmaculada Concepción, en el río San Juan, en julio. La fuerza atacante se componía de dos mil hombres y más de medio centenar de barcos,​ mientras que los soldados de la fortaleza eran tan sólo alrededor de un centenar. Para empeorar las cosas, los invasores amenazaban la región, en un momento en que el comandante de la fortaleza, don José de Herrera y Sotomayor, fue mortalmente enfermo. Mientras el comandante español de la fortaleza, José de Herrera y Sotomayor, moría de enfermedad, su hija Herrera Rafaela hizo un juramento solemne a su padre de que iba a defender la fortaleza a costa de su vida si es necesario.

La batalla

La fuerza expedicionaria llegó a la fortaleza el 26 de julio de 1762. A la mañana, el vigía de guardia del fuerte oyó cañonazos dando la alarma. Poco después, los invasores capturaron el puesto de observación y a sus defensores. El comandante británico, al corriente por los prisioneros españoles, se enteró de que en la fortaleza cundía el desorden debido a la reciente muerte de su comandante. Unas horas más tarde, con su flota anclada en el río, el comandante británico envió un emisario para exigir la rendición incondicional de la fortaleza a cambio de evitar nuevas hostilidades. El segundo al mando de la guarnición, un sargento, estaba a punto de acceder a la petición cuando Herrera intervino rechazando la petición de rendición. Al ver lo que ella percibió como la actitud cobarde de los defensores, Herrera reprochó:

¿Has olvidado los deberes impuestos por el honor militar? ¿Vas a permitir que el enemigo robe esta fortaleza, que es la salvaguardia de la Provincia de Nicaragua y de sus habitantes?

Animada por el espíritu de su difunto padre, se opuso firmemente a la rendición de la fortaleza, insistiendo en que cada soldado debía ocupar su lugar en el combate.

En respuesta al rechazo de sus demandas, los británicos formaron una línea de escaramuza, creyendo que esto sería suficiente para lograr el efecto deseado. Herrera, entrenada en el manejo de armas, disparó uno de los cañones y logró matar al comandante británico. El ejército, enfurecido por la muerte de su líder, comenzó un vigoroso ataque contra la fortaleza que continuó durante toda la noche.

La guarnición, vigorizada por el heroísmo de Herrera, opuso una resistencia feroz que causó grandes pérdidas a los británicos en hombres y barcos. Al caer la noche, Herrera ordenó a las tropas lanzar algunas hojas empapadas con alcohol al río en ramas flotantes a las que prendieron fuego. La corriente arrastró el material en llamas hacia la flota enemiga. Esta acción inesperada obligó a las tropas invasoras británicas a suspender su ataque para el resto de la noche y retirarse a posiciones defensivas. Al día siguiente, los británicos volvieron a asediar a la fortaleza, pero con pocos avances y muchas bajas.

Inspirado por Herrera, el teniente Juan de Aguilar llevó a los defensores a la victoria en una batalla que duró seis días. Los británicos, finalmente, levantaron el cerco y se retiraron el 3 de agosto de 1762.​ Se retiraron a la desembocadura del río San Juan, donde su presencia impidió el transporte marítimo en el mar Caribe durante algún tiempo.

Consecuencias

Tras esta victoria por parte de España, los españoles lograron mantener su posición en América Central durante la guerra de los Siete Años comprobando la eficacia de España ante una invasión británica del centro del continente. Por tanto, los británicos se dieron cuenta de que las defensas españolas estaban bien organizadas en aquella región y que la conquista de Centroamérica no era tan fácil como habían previsto.

España y Gran Bretaña comenzaron las negociaciones de paz (en Fontainebleau, 3 de noviembre de 1762), que culminaron en el Tratado de París el 10 de febrero de 1763. La Habana y Manila, que habían sido capturadas por los británicos, fueron devueltas a España a cambio de la Florida.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 30 Ene 2018 21:33

Primera Expedición de Cevallos a Rio Grande


La Primera expedición de Cevallos a Río Grande fue una acción militar, entre septiembre de 1762 y abril de 1763, llevada a cabo por los españoles liderados por Pedro Antonio de Cevallos contra los portugueses en América del Sur, como parte de la Guerra de los Siete Años.

Al tomar conocimiento Cevallos de que el Tratado de Madrid (1750) había sido anulado por medio del Tratado de El Pardo (12 de febrero de 1761), y por ende, debía restablecerse la línea del Tratado de Tordesillas, escribió por dos veces al virrey del Brasil, Gomes Freire, para que devuelva los territorios españoles ocupados y deje en libertad de regresar a sus pueblos a los indígenas misioneros, al no tener respuesta, escribió de nuevo el 12 de julio de 1762. Intimó también al gobernador de Colonia a que desalojara las islas Martín García y Dos Hermanas.

En enero de 1762 España se unió a Francia contra Gran Bretaña en la Guerra de los Siete Años, en consonancia con el Pacto de Familia. El plan era atacar a Portugal, que había sido neutral hasta ese momento, pero que era un importante aliado económico de Gran Bretaña. El 9 de mayo de 1762 España invadió Portugal y también decidió atacarlo en América del Sur, y en particular tomar durante la disputa la Colonia del Sacramento.

Cevallos comenzó preparativos de guerra al no obtener la devolución de territorios que le reclamara al virrey del Brasil, para ello, envió a José de Vera con milicias de Santa Fe a Maldonado, aprovisionó las guarniciones de Montevideo y de Buenos Aires, formó un batallón de milicias y puso en movimiento hacia el Río de la Plata a 1.000 indígenas misioneros.

El teniente coronel Tomás Luis de Osorio, comandante de las tropas de Caballería del Regimiento de Dragones y del Fuerte Jesús, María, José de Río Pardo, construyó una fortificación de campaña en diciembre de 1762, la Fortaleza de Santa Teresa, guarneciéndola con cerca de 400 soldados y artillándola con algunas piezas de pequeño calibre. El lugar elegido fue el desfiladero de Angostura cerca del monte de Castillos Grande, cerrando el camino terrestre junto al litoral, que iba desde la Colonia del Sacramento hacia la villa de Río Grande.

[b]La expedición en 1762[/b]

En los primeros días de enero de 1762 la fragata Victoria, con 26 cañones, comandado por el teniente de navío Carlos José de Sarriá, partió de Cádiz rumbo a Buenos Aires con órdenes de que el gobernador del Río de la Plata, Pedro Antonio de Cevallos, ataque a la Colonia.

Cevallos comenzó a preparar en secreto sus fuerzas y en septiembre de 1762 organizó suficientes hombres y barcos para el ataque. A principios de septiembre partió la flota compuesta por la fragata Victoria, el navío de registro armado Santa Cruz, tres avisos (entre ellos el San Zenón), doce lanchas grandes armadas y quince transportes. 2.700 milicianos cruzaron el Río de la Plata y desde el 7 al 14 de septiembre se produjo el desembarco. El 26 de ese mes se les sumó la artillería y municiones procedentes de Montevideo en 113 carros. Luego el ejército fue aumentado por una fuerza de 1.200 indígenas misioneros el 27 de septiembre. El 1 de octubre las fuerzas comenzaron a moverse hacia Colonia y el 5 de octubre comenzó el sitio de la plaza.

Las relaciones entre Cevallos, quien comandaba el ejército, y Sarriá, quien comandaba la flota, eran muy malas. Después de desembarcar el ejército y sin la aprobación de Cevallos, Sarriá partió con la flota de 16 barcos hacia la Ensenada de Barragán, en donde permaneció hasta el 29 de octubre con los barcos de su mando: Victoria, Santa Cruz, tres avisos, ocho lanchas y tres buques corsarios. El 14 de octubre 4 bergantines portugueses lograron salir de Colonia evacuando a algunos residentes civiles y llevándose objetos de valor, sin que la flota española actuara. Tres de ellos regresaron a Colonia el 17 de octubre con víveres para los sitiados.

Afortunadamente para los españoles, los portugueses estaban mal preparados y el 31 de octubre de 1762 Vicente da Silva da Fonseca, el gobernador de la plaza, capituló, entrando los españoles en Colonia el 2 de noviembre de 1762, siendo también ocupadas la isla Martín García y la isla San Gabriel. Los prisioneros portugueses son enviados a Río de Janeiro en sus propios buques, mientras que gran parte de los civiles son trasladados a Cuyo.

El hundimiento del Lord Clive
Invasión anglo-portuguesa al Río de la Plata (1763)

Gran Bretaña, que estaba ahora oficialmente en guerra con España, no participó en las batallas, pero la British East India Company tuvo planes para conquistar territorio español en Sudamérica y envió dos viejos barcos. El más grande era el HMS Kingston, de 62 cañones, que fue renombrado Lord Clive, el otro barco era la fragata Ambuscade. Se había acordado con los portugueses el reparto del área del Río de la Plata, la Banda Oriental para Portugal y la occidental para el Reino Unido, financiando la campaña la compañía con 100.000 libras esterlinas y los dos barcos.

La pequeña escuadra partió de Londres en julio de 1762 rumbo a Lisboa. El 30 de agosto partieron de esa ciudad al mando del capitán John McNamara, comandando la Ambuscade el capitán William Roberts. En Río de Janeiro el gobernador portugués, Gomes Freire le suministró 9 barcos (uno de ellos era la fragata Nossa Senhora da Gloria, de 38 cañones) transportando 500 soldados al mando del teniente coronel Vasco Alpoin. El 21 de noviembre, la escuadra partió de Río de Janeiro hacia el estuario del Río de la Plata para atacar Buenos Aires y Montevideo, pero al llegar a la altura de esta última ciudad, se enteran de la caída de Colonia, debiendo abandonar el proyecto de tomar Buenos Aires debido a no poder hallar el canal de acceso.

El 4 de enero de 1763, la escuadra decidió atacar y retomar Colonia del Sacramento. El 6 de enero los tres buques mayores bombardearon Colonia. La escuadra española al mando de Sarriá, huyó a la primera vista del enemigo. Sarriá destruyó la bandera de su barco para prevenir su caída en manos enemigas, desembarcó en la isla San Gabriel y mandó hundir a la Victoria que estaba varada en la isla, que finalmente se hundió el 8 de enero por una tormenta.

Abandonado por su flota, las defensas costeras españolas combatieron solas, el Lord Clive quedó bajo su fuego, se incendió y se hundió. Murieron 272 hombres a bordo, incluyendo al comandante de la expedición, capitán McNamara, otros 62 fueron rescatados por los españoles. El resto de los barcos aliados retornó a Río de Janeiro, entre ellos la Ambuscade que llevaba 60 muertos de su tripulación.

[b]La expedición en 1763[/b]

El Fuerte de Santa Bárbara se hallaba artillado con siete piezas y guarnecido por un efectivo de quinientos correntinos y muchos indígenas, al mando del teniente coronel Antonio Catani cuando el 1 de enero de 1763 fue asaltado y conquistado por fuerzas portuguesas al mando del capitán Francisco Pinto Bandeira, basadas en el Fuerte Jesús, María, José de Río Pardo. Estas fuerzas estaban conformadas por 230 dragones riograndenses y aventureros paulistas (éstos al mando del capitán Miguel Pedroso Leites). La artillería apresada, junto con 9.000 cabezas de ganado y 5.000 caballos arreados de las estancias de la zona fueron trasladados al fuerte de Río Pardo.

El 10 de febrero de 1763 se firmó el Tratado de París, que puso fin a la Guerra de los Siete Años y obligaba a España a devolver los territorios conquistados.

Aún en control de Colonia del Sacramento, Cevallos marchó con su ejército al este en la primavera, el 19 de marzo de 1763 salió de Colonia con 300 dragones llegando a Maldonado el 29 de marzo. El 8 de abril el ejército salió de Maldonado en dos columnas, la vanguardia iba al mando del capitán Alonso Serrato con 150 hombres, seguía la artillería y en la retaguardia iban 169 carretas.

El 17 de abril mandó construir una batería de 6 cañones frente a la Fortaleza de Santa Teresa, guarnecida por 1.500 hombres y 13 cañones. El día 18, 400 portugueses fracasaron en su intento de impedir la construcción de la batería, batidos en retirada, se produjo la deserción de 1.200 soldados de la fortaleza, quedando dentro de los muros su comandante, el coronel Luis Tomás Osorio con 280 dragones y 25 oficiales, los que se rindieron al día siguiente (19 de abril), siendo capturado Osorio, quien con poco más de 100 hombres de la guarnición fueron trasladados a Maldonado.

Cevallos envió tres destacamentos en persecución de los fugitivos, al capitán Serrato hacia el Fuerte de San Miguel y al capitán José de Molina en dirección a Río Grande, hacia donde debían converger los otros tres destacamentos. El Fuerte de San Miguel se rindió sin combatir, quedando en poder español 13 cañones en Santa Teresa y 15 en San Miguel.​ Cevallos ordenó la mejora de la Fortaleza de Santa Teresa, siendo su autor el ingeniero Francisco Rodríguez Cardozo.

El 24 de abril arribó a Río Grande de San Pedro y el 12 de mayo de invadió la villa conquistando el Fuerte de Jesús, María, José de Río Grande retirándose los portugueses hacia São José do Norte en la orilla opuesta a Río Grande, que también fue ocupada por Cevallos. Los pobladores portugueses que no huyeron hacia Porto dos Casais, fueron trasladados por Cevallos a Maldonado, dando origen al pueblo de San Carlos. Fueron capturados 27 cañones y 8 morteros.

El 27 de diciembre de 1763, Colonia del Sacramento y la isla San Gabriel volvieron a manos portuguesas, pero las demás conquistas continuaron en poder español.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 30 Ene 2018 23:32

Guerra anglo - española 1.796 - 1.802


La guerra anglo-española (1796–1802) fue un conflicto que enfrentó a España, que contaba con el apoyo de Francia, con Gran Bretaña. Finalizó en 1802 con la firma de la Paz de Amiens.

Las batallas libradas en este periodo en las que intervino Francia quedaron enmarcadas en las guerras revolucionarias francesas. Aunque muchos de los choques en los que participó España terminaron en victorias para esta, la guerra anglo-española la desgastó mucho en los aspectos militar, político y económico.

Desde los años 30 del siglo XVIII, los monarcas españoles y franceses, ambos pertenecientes a la dinastía Borbón, firmaron una serie de tratados, conocidos como Pactos de Familia, para hacer la guerra a Gran Bretaña. Sin embargo, en 1789 se produjo la Revolución Francesa y se abolió la monarquía en Francia. Esto puso fin a los pactos hispano-franceses y una serie de potencias europeas, incluida España, declaron la guerra al país galo para frenar la expansión del liberalismo político que ponía en peligro las coronas europeas.

La coalición monárquica fue vencida y se firmó la Paz de Basilea en 1795, que acabó con la llamada Guerra del Rosellón, librada entre 1793 y 1795 entre España y la república francesa. La Francia republicana era ya un hecho consumado, y el objetivo común de ambos países seguía siendo evitar la expansión del imperio británico.

En agosto de 1796 Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV, firmó con el representante francés el Tratado de San Ildefonso, en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso de Segovia. En el Tratado, ambas naciones acordaban iniciar una política conjunta contra Gran Bretaña y socorrerse militarmente en el caso de que una de las partes lo pidiera.

Ese mismo verano, España y Francia mandaron una flota conjunta de veinte navíos desde Cádiz a las pesquerías de Terranova, donde arrasaron con barcos y plazas británicas. En 1797 Gran Bretaña envió una escuadra al Caribe con el propósito de invadir la isla de Trinidad y la de Puerto Rico. La isla de Trinidad fue invadida pero Puerto Rico resistió el ataque. El mismo año, flotas de España y Gran Bretaña combatieron el cabo San Vicente, en las costas de Portugal (entonces aliado británico), choque que resultó favorable a las armas inglesas.

Los británicos atacaron también la isla de Tenerife, pero la acometida fue rechazada por la artillería de la isla y el almirante británico Nelson perdió un brazo de un cañonazo en los combates. Los británicos también asaltaron Menorca, que había sido británica durante varias décadas hasta que los españoles la reconquistaron en tiempos de Carlos III. También tuvieron lugar varios combates en la costa española peninsular: en Cádiz, Cartagena, Brión y Algeciras.

En Francia, la situación había dado un giro, y ahora parecía decidida a mantener una política bélica, conquistando Egipto y la Europa continental. El general Napoleón dio un golpe de Estado en 1799 y se hizo con el poder político en el país. En 1804 Napoleón se proclamó emperador. Sin embargo, España continuó su alianza con Francia e incluso envió a Dinamarca en 1807 tropas españolas, en liga con las francesas, para proteger esas costas de eventuales invasiones británicas durante las guerras napoleónicas. El imperialismo francés preocupaba seriamente al Reino Unido.

En 1801 España y Francia entraron en guerra contra Portugal, en lo que se conoció como guerra de las Naranjas, que terminó con victoria española.

En marzo 1802 se firmó la Paz de Amiens entre Francia, España y la República Bátava por una parte y Gran Bretaña, por la otra. Napoleón había conquistado Malta en 1798, pero Gran Bretaña se la había arrebatado a este en el 1800. En la Paz de Amiens, se acordó que Gran Bretaña debía abandonar Malta y ceder su gobierno a la Orden de Malta, pero el Reino Unido no cumplió lo pactado. Por esta y otras causas, la paz entre Francia y Gran Bretaña se rompió en mayo de 1803. Aunque España trató de mantener la neutralidad, finalmente declaró la guerra a los británicos en diciembre de 1804.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 30 Ene 2018 23:53

Acción del 25 de Enero de 1.797


La acción del 25 de enero de 1797 fue una batalla naval menor ocurrida durante las Guerras revolucionarias francesas y enmarcada dentro de la Guerra anglo-española de 1796-1802. Tuvo lugar en el Golfo de Cádiz cuando el navío de línea español San Francisco de Asís fue atacado y perseguido durante varias horas por un escuadrón británico comandado por el oficial George Stewart y formado por tres fragatas de 5ª clase y una corbeta de 6ª clase. Tras un intercambio de fuego intermitente pero feroz, las naves inglesas seriamente dañadas fueron forzadas finalmente a retirarse. Por su parte, el San Francisco de Asís, que sólo sufrió daños menores, fue capaz de retornar a Cádiz sin mayores problemas. El comandante del navío, capitán Alonso de Torres y Guerra, fue ascendido por su hazaña.

Españoles y británicos, que habían sido aliados contra la Francia revolucionaria hasta el Tratado de Basilea, se convirtieron en enemigos cuando España se alineó con Francia en el Tratado de San Ildefonso de 1796. Al estallar la guerra entre ambos países, los ingleses se retiraron del Mediterráneo y se posicionaron en la costa atlántica de la Península Ibérica, desde el Cabo de Finisterre hasta Gibraltar.​ El almirante John Jervis, comandante de la Flota del Mediterráneo, situó su base en Lisboa con la orden del almirantazgo de "... aprovechar cualquier oportunidad para hostigar al enemigo", además de proteger el comercio británico con las colonias.

El invierno de 1796 a 1797 fue uno de los más tormentosos del siglo XVIII. La Royal Navy perdió dos navíos de línea, el HMS Courageux en un naufragio en Gibraltar y el HMS Bombay Castle hundido en la desembocadura del río Tajo, así como dos fragatas. Una expedición francesa enviada a Irlanda para ayudar a los rebeldes de la Society of the United Irishmen contra el gobierno inglés también fracasó debido a las tormentas. La Armada Española sufrió de igual manera aquel tormentoso invierno y su navío de línea de 74 cañones, el San Francisco de Asís, anclado en la Bahía de Cádiz y comandado por el capitán Alonso de Torres y Guerra para proteger la llegada de los barcos mercantes procedentes de América, fue golpeado por una tormenta, desanclado de su fondeadero y obligado a salir a mar abierto.

La batalla

Al amanecer del 25 de enero, el navío San Francisco de Asis, que se encontraba en labores de patrulla navegando en paralelo a la costa de Cádiz y a unas 11 leguas de distancia de ésta, divisó cuatro navíos desconocidos que se aproximaban y, ante la falta de repuesta a sus señales, la tripulación del San Francisco de Asís se puso en estado alerta. El capitán del barco español, Alonso de Torres y Guerra, aún no lo sabía, pero se trataba de las fragatas inglesas Lively, Niger y Meleager acompañadas de una corbeta. Los hechos que sucedieron a continuación son narrados en la Gaceta de Madrid de fecha 7 de febrero de 1797:

Empezaron estos a perseguir al Asís, confiados en su ventaja de vela y superioridad de fuerzas, pues muy luego se conoció que consistían en dos fragatas de 40 cañones, otra de 34 y una corbeta de 28, las cuales a la una del día estaban a tiro de cañón, y entonces afirmó el navío Asís su pabellón español, preparado ya para un combate tan desigual.

Correspondieron los enemigos largando sus banderas inglesas, y rompió el fuego el navío Asís, que se batió en retirada sin intermisión hasta las 4, sufriendo el de dos fragatas que alternativamente lo batían a metralla, dirigiendo él sus tiros con sólo los cuatro guarda-timones de ambas baterías con viveza y acierto, y dando de tiempo en tiempo una orzada o arribada para presentarles el costado, cuyas descargas no pudieron resistir, obligándolas en estos casos a arribar por el daño y averías que sufrían.

Separáronse las fragatas del combate a las 4, y habiendo consultado entre sí los comandantes ingleses volvieron a combatir a las 4 y media, y prosiguieron hasta las 5 que se retiraron.
La proximidad de la noche, y la situación de quedar empeñado en la costa entre Huelva y Ayamonte, determinaron al Comandante del Asís a virar de vuelta del E resuelto a pasar entre los enemigos batiéndolos por ambas bandas; pero estos viendo tal resolución arribaron, y se pusieron en huida, lográndola a favor de la oscuridad de la noche

Consecuencias

El San Francisco de Asís tuvo un total de 14 bajas (2 hombres muertos y 12 heridos) y recibió un impacto en su palo mayor, además de daños menores en las jarcias y el casco. El barco fue reparado y el 14 de febrero de ese mismo año tomó parte en la Batalla del Cabo de San Vicente.

El número de bajas y los daños sufridos por los barcos británicos se desconocen hoy en día, aunque se cree que al menos una de las fragatas resultó seriamente dañada y la acción no es mencionada por ninguna fuente inglesa, ​ a pesar de que durante las guerras revolucionarias y napoleónicas no fue un hecho muy corriente que un solo navío saliera victorioso de un enfrentamiento contra un escuadrón de fragatas bien armadas.

Como recompensa por su victoria, al capitán Alonso de Torres y Guerra se le concedió la encomienda del Corral de Calatrava perteneciente a la Orden de Alcántara, la cual conllevaba además el título de caballero y una renta de 15.800 reales. Por otra parte, la carrera del comandante George Stewart no se vio afectada por este fracaso e incluso fue elegido por el almirante Jervis para llevar a Inglaterra la buena nueva de la victoria en el cabo de San Vicente.

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Re: Hechos de armas heroicos Bdel Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 31 Ene 2018 00:34

Batalla de TENERIFE 1.797


Seguramente los turistas ingleses que hoy se acercan a las Islas Canarias, para disfrutar de ese paraíso terrenal, desconocen completamente que en 1797, la Pérfida Albión, fue humillada por el general español Antonio Gutiérrez de Otero , con una concluyente victoria ante su más importante héroe de los mares, el entonces contralmirante Horacio Nelson.

Con la toma de Las Canarias, el Imperio Británico seguramente hubiera adelantado 100 años la caída del Imperio Español. El control de esta gran plataforma estratégica, hubiera permitido a Gran Bretaña asegurarse sus intereses económicos en el Nuevo Mundo y en la costa oeste de África.

En julio de 1797, la Royal Navy a las órdenes de Nelson, se presentó en Tenerife con 9 navíos de guerra bien artillados y 3.700 soldados armados hasta los dientes. Sus intenciones era conquistar las Islas Canarias. La operación militar iba a ser un simple paseo militar, tal era la arrogancia de Nelson.

Pero la determinación y heroísmo de todo el pueblo tinerfeño, liderado por el General Antonio Gutiérrez de Otero , terminó con la arrogancia británica y con el brazo derecho de contralmirante Nelson en el fondo de la bahía de Santa Cruz de Tenerife. Gutiérrez logró coordinar eficazmente, en muy poco tiempo, un heterogéneo grupo de soldados regulares con indisciplinados pescadores, labradores y artesanos.

"Nada esta perdido si tienes voluntad de triunfar" Antonio Gutiérrez

Comienza en 1796 con el tratado de San Ildefonso y terminó en 1808 cuando Napoleón invadió España. Fue un conflicto militar que enfrentó a España, con el apoyo de Francia, contra Inglaterra. En 1808, durante nuestra mal llamada Guerra de la Independencia, el pragmatismo anglosajón, llevó a Inglaterra a cambiar su posición y se convirtió en nuestro aliado contra Francia en su llamada Guerra Peninsular.

El 18 de agosto de 1796

España y la Francia revolucionaria firmaron el tratado de San Ildefonso. Este acuerdo, era una alianza militar entre ambos estados para coordinar una política militar conjunta contra Gran Bretaña. Uno de sus objetivos era fortalecer la posición de la flota española que estaba amenazada por los ingleses en sus viajes a América. Lo firmaron , en el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, Manuel Godoy ( en nombre de Carlos IV) y el general Catherine de Pérignon ( en nombre del Directorio Francés)

El 14 de febrero de 1797,

Los ingleses vencen a la armada española frente al cabo de San Vicente , en la costa portuguesa del Algarve. Esta derrota demostró la superioridad de flota británica, al mando de John Jervis, gracias a la disciplina y el entrenamiento de sus marinos. Nos costó 390 muertos y 4 navíos de línea que fueron capturados.

Con la armada española bloqueada por la británica en la bahía de Cádiz el 8 de julio de 1797 ; el almirante Jarvis vio la oportunidad de tomar Santa Cruz , la plaza fuerte de las Islas Canarias y donde se encontraba la Capitanía General . El proyecto de invasión fue diseñado por Nelson, y así se lo hizo ver a Jarvis en su carta del 12 de abril de 1797. La idea era tomar las Islas Canarias y Tenerife era la primera y más difícil etapa.

Las Canarias eran reconocidas como la mejor y más estratégica plataforma para que la Royal Navy, pudiera surcar el Atlántico , asegurándose el avituallamiento y refugio, y acabando para siempre con el control español de ese Océano

El 14 de Julio de 1797 el almirante de la Royal Navy, John Jervis , decide una vez analizado el plan propuesto por Horacio Nelson, a autorizar la operación de desembarco y toma de Santa Cruz en la isla de Tenerife. Entonces. Santa Cruz era la única Plaza Fuerte del Archipiélago, a la vez que el puerto más importante de las Canarias.

John Jervis, que había ascendió unos meses antes a Nelson a contralmirante, puso bajo su mando una gran flota que transportarían 3.700 soldados armados hasta los dientes en 9 buques bien artillados para tomar al asalto la única plaza fortificada de la Islas Canarias, Santa Cruz en la Isla de Tenerife.

Nelson tomó el mando de la flota y se puso en marcha hacia las Islas Canarias. Nelson valoró esta operación como un simple crucero que terminaría en un paseo militar:

En una carta , Nelson le decía a su esposa Frances: "Querida Frances,no debes esperar noticias mías próximamente pues voy a emprender un pequeño crucero .."

17 de julio

El día 17, Nelson se reúne con los comandantes de las naves de la flota en su buque insignia, el Theseus, para diseñar el plan de asalto a Santa Cruz.

1º Que los soldados del mismo navío serán transportados juntos en los botes de desembarco y llegarán a la vez a tierra.
2º Cuando los botes sean descubiertos , se iniciarán las descargas de artillería sobre la ciudad y se mantendrá hasta que el enemigo enarbole la bandera blanca.
3º Asegurar el desembarco rápido de las piezas de artillería .
4º Las fragatas fondearán en la parte N.E. de la bahía, una vez que las fuerzas de desembarco estén en tierra.
6º Inmediatamente después del desembarco, las fuerzas de asalto, se dirigirán a la retaguardia de la batería marcada con una G. en la parte N.E. para tomar la cumbre de la colina que se halla sobre ella.
7º Los capitanes podrán desembarcar y dirigir a sus marineros, bajo la dirección del capitán Troubridge.
8º Los infantes de marina estarán a las órdenes del capitán Oldfield y a su vez, él estará bajo el mando del capitán Troubridge
9º El teniente Baynes del destacamento de artillería estará bajo el mando del capitán Troubridge
10º Los oficiales y hombres del Culloden, deberán ir a bordo de la Terpsícore
11º. Los remos de los botes de desembarco serán forrados con lona .
12º El Culloden y el Zealous construirán cada uno una plataforma para transportar a tierra un cañón de 18 pulgadas, y el Theseus un cordaje para arrastrar artillería.
13º La Seahorse construirá una plataforma para un cañón de 9 pulgadas.

El plan de ataque diseñado por Nelson, consistía en la aproximación nocturna a la costa de las tres fragatas de menor calado para el desembarco de las tropas de asalto. Una vez desembarcadas las fuerzas de infantería de marina, atacarían las zonas montañosas para hacerse con el control de las baterías situadas al nordeste de la ciudad. Las tropas durante la operación de desembarco estarían a las órdenes de Troubridge capitán del Culloden

Durante la toma de las baterías de artillería de costa, la bombardera Rayo abriría entonces fuego sobre la ciudad con sus morteros.

Al amanecer y siempre que se tuviera el control de las baterías de artillería , los navíos de línea se aproximarían para iniciar un fuerte bombardeo de la ciudad hasta lograr la entrega de los tesoros de los mercantes anclados en los muelles o la completa destrucción de la ciudad.


18 y 19 de julio


Durante los días 18 y 19, la armada continuaba rumbo a las Islas Canarias

Tras la derrota naval de la escuadra española en el Cabo de San Vicente (14 de febrero de 1797) ante la Royal Navy de John Jervis y el bloqueo de la flota española en Cádiz ( 3-8 de julio 1797) por la flota Inglesa de Nelson, hicieron sospechar al comandante general de las Islas Canarias, general Gutiérrez, un próximo ataque de los ingleses a la Islas Canarias. Los reducidos recursos y la imposibilidad de que pudieran llegaran refuerzos en socorros, hacía de las Islas Canarias un objetivo muy fácil y apetecible por su importancia estratégica.

20 de julio

Troubridge por orden de Nelson se traslada al Theseus, buque insignia de Nelson y recibe del contralmirante la últimas instrucciones del plan de ataque:

Para la fuerza de desembarco, cada navío de línea aportarían 200 hombres y 100 cada fragata. La fuerza de desembarco se completaría con 80 artilleros, lo que completa un total de 1080 hombres.

Operación de desembarco:

Fase I : la primera opción era la realización del desembarco a dos millas al nordeste del muelle de la ciudad, en la playa de Valle Seco. Una vez desembarcadas, las tropas avanzarían para tomar mediante maniobra envolvente el castillo de Paso Alto.

Fase II: Una vez tomado Paso Alto y en el caso de que la ciudad no se rindiera, las tropas se dirigirían al muelle principal para ocupar desde allí Santa Cruz.

Nelson entrega una carta sorprendente, escrita por él , a Troubridge para que una vez desembarcado, la hiciera llegar a las autoridades de la ciudad:

Tengo el honor de informarle que he venido a exigir la inmediata entrega del navío Príncipe de Asturias, procedente de Manila y con destino a Cádiz, perteneciente a la Compañía de Filipinas, junto a su entero y completo cargamento, y así mismo todos aquellos cargamentos y propiedades que hayan podido ser desembarcadas en la isla de Tenerife, y que no sean muy pesada contribución a la isla.
Artículo 1°. Deberán entregarme los fuertes poniendo al momento a las fuerzas británicas en posesión de las puertas.
Artículo 2°. La guarnición depondrá las armas, permitiéndose sin embargo a los oficiales que conserven sus espadas y aquélla, sin condición de ser prisionera de guerra, será transportada a España o quedará en la isla, siempre que su conducta agrade al oficial comandante.
Artículo 3º. Con tal que se cumpla con el primer artículo de que me entreguen los cargamentos ya citados, no se exigirá a los habitantes ni la más pequeña contribución; al contrario, gozarán bajo mi protección de toda seguridad en sus personas y propiedadespara el consumo de sus habitantes. Y, siendo mi ardiente deseo que ni uno sólo de los habitantes de la isla de Tenerife sufra como consecuencia de mi petición, ofrezco los términos más honrosos y liberales; que si son rechazados, los horrores de la guerra que recaerán sobre los habitantes de Tenerife deberán ser imputados por el mundo a vos, y a vos únicamente; pues destruiré Santa Cruz y las demás poblaciones de la isla por medio de un bombardeo.

21 de julio

La flota inglesa permaneció alejada de la costa y durante la noche navegó hacia Santa Cruz a todo trapo.

22 de julio

Durante la madrugada del 22, en plena oscuridad, más de 20 barcas inglesas con unos 1.000 hombres (marineros e infantes de marina) a bordo, intentaron desembarcar por la zona de la desembocadura del barranco de Valleseco, al norte del Castillo de Paso Alto. Las fuentes corrientes hicieron difícil el acercamiento desde sus buques, produciéndose un considerable retraso en lo previsto.

Además, la presencia de los ingleses cerca de la costa fue detectada por una campesina que dio avisó a los centinelas de la fortaleza de Paso Alto. Como consecuencia, desde el castillo se inició una serie de potentes descargas de artillería que aconsejaron a los botes ingleses volver por donde venían y regresar a sus buques. La Plaza entera se puso en pie de guerra. Había fracasado el primer intento y Nelson había perdido el efecto sorpresa que tanto deseaba.

Más tarde, entre las 9 y las 10 de la mañana, al norte de Paso Alto y fuera del alcance de sus cañones, en la zona del Bufadero, Nelson lograría desembarcar, con muchas dificultades, su fuerza de asalto. Una vez en tierra, más de 900 ingleses, iniciaron la ascensión a la montaña del Ramonal, con la intención de dirigirse desde ella hacia el sur, pasar Valleseco y, desde el risco de La Altura, atacar por la retaguardia el castillo de Paso Alto. El movimiento de las tropas inglesas fue muy penoso y complicado porque a lo abrupto del terreno hubo que unir el tremendo calor que hizo aquella jornada

Gutiérrez había anticipado la maniobra de los ingleses y había dispuesto en el risco de La Altura , 160 hombres con el apoyo de 4 pequeños cañones “violetos” de 40 mm para frenar a los atacantes. Consecuencia del fuego de los españoles, los ingleses quedaron clavados en el terreno, sin moverse, en El Ramonal.

Como hemos mencionado , el calor era muy intenso aquella mañana del 22 de julio en Tenerife. A los soldados españoles de la posición del risco de La Altura, no les faltó agua, que era suministrada por las aguadoras de Santa Cruz; por el contrario a los ingleses les escaseaba el preciado elemento, lo que agravó todavía más su situación.

Al atardecer, Nelson ordenó la retirada desde el Theseus y, aprovechando la creciente oscuridad los soldados ingleses embarcaron en sus botes y volvieron a sus barcos.

El desembarco había fracasado ante la imposibilidad de avanzar hacia el objetivo. Por la cabeza de Horacio Nelson, empezaban a aparecer malos augurios. Este había sido el segundo fracaso en el intento de toma de Santa Cruz.

23 de julio

Tras la retirada, Nelson intentó un plan para engañar a Gutiérrez. La flota se dirigió hacia Barranco Hondo y Candelaria .

Pero Gutiérrez no picó el anzuelo y adivinó las intenciones reales de Nelson. El general español, agrupó sus fuerzas en Santa Cruz, con objeto de consolidar su potencia de combate . En Paso Alto quedaron tan sólo dejó 30 hombres; mientras que en el Castillo de San Cristóbal, en el centro de la población, el despliegue defensivo se reforzó con las fuerzas canarias mejor preparadas. El batallón de Canarias quedaría como fuerza en la reserva.

Tras su segundo fracaso, Nelson se enfrentaba con una situación insólita que ensuciaba su reputación militar; debía intentar salvar su honor y el de la Royal Navy.

Nelson convocó a sus capitanes a una reunión y les transmitió el nuevo plan: asalto directo al castillo Principal o de San Cristóbal y el muelle inmediato . En este castillo estaba el Puesto de Mando del general Gutiérrez. Si caía el castillo y se apresaba al Comandante General , la rendición de la plaza era segura.

Nelson había decidido atacar directamente al Castillo de San Cristóbal; pero no se imaginaba que en esa zona se iba a volcar el esfuerzo defensivo de Gutiérrez. El contralmirante incluso había decidido dirigir personalmente uno de los 6 grupos de asalto, al frente de los otros cinco estarían los capitanes Troubridge, Miller, Hood, Waller y Thompson.

De esta forma, Nelson participaría directamente en la batalla , evitando quedarse en su buque insignia como correspondería a su grado de contralmirante y comandante en jefe de la operación. Esta decisiónn personal de Nelso, suponía que se iba a exponer al riesgo del combate, poniendo en grave peligro, si le sucedía algún percance, el mando de la fuerza de desembarco y la propia operación. Nelson, herido en su orgullo, se comportó como un valiente soldado pero también como un irresponsable comandante en jefe

Carta de Nelson a Jarvis:

“No entraré en el asunto de por qué no estamos en posesión de Santa Cruz; su parcialidad le hará creer que se ha hecho hasta el momento todo lo posible, pero sin efecto. Esta noche yo, humilde como soy, tomaré el mando de todas las fuerzas destinadas a desembarcar bajo las baterías del pueblo, y mañana mi cabeza será coronada probablemente de laureles o de cipreses”.

24 de julio

Olvidado ya el fracaso del día 22, ahora Nelson y sus capitanes eran, otra vez, optimistas. Estaban seguros de que los españoles tenían pocos y no muy cualificados recursos. Nelson había recibido la información que Gutiérrez solo disponía de 300 soldados y que el resto eran paisanos que huirían al primer disparo. La toma de Santa Cruz Iba a ser un autentico paseo militar

Operación secundaria inglesa de distracción: a las siete de la tarde , la bombarda inglesa comenzó a bombardear la fortaleza de Paso Alto, sin que apenas tuviera consecuencia las 40 descargas realizas. El fuego fue respondido desde Paso Alto y alrededores del fuerte de San Miguel .

Esta operación de bombardeo, pretendía Nelson, fuera interpretada por Gutiérrez como la típica de preparación previa al desembarco de las fuerzas inglesas. Quería Nelson engañar a Gutiérrez y que este pensase que la zona entre El Bufadero, al norte de Paso Alto, iba a ser la zona de desembarco, la misma donde se produjo el intento fallido el día 22.

Pero el general Gutiérrez no cayó en la trampa y concentró sus tropas en el frente marítimo de la población. Nelson volvió a fallar en la estrategia.

El Comandante General español, basó su estrategia de defensa de Santa Cruz en la eficiencia de fuego de sus baterías de costa. Para robustecer su plan, también desplegó en el lugar del posible desembarco las fuerzas de los Regimientos de Milicias y de las Banderas de Cuba y La Habana; los baluartes artilleros también fueron reforzados con marineros franceses de La Mutine, una corbeta gala robada por los ingleses de la bahía de Santa Cruz unas semanas antes . El Batallón de Infantería de Canarias, quedaría como fuerza de reserva para intervenir dónde y cuándo fuera necesario.

A las 10 de la noche estaban preparados y organizados alrededor de 1000 infantes de marina y marineros ingleses en 6 grupos. Todo estaba listo para del desembarco final. El cútter Fox, con 180 hombres marineros también les iba a acompañar como fuerza de apoyo.

La meteorología seguía del lado español, pues el estado del mar impedía que los barcos ingleses se acercasen mucho a tierra y , como consecuencia San Cristóbal no estaba al alcance de su artillería de los ingleses. Las corrientes alejaron los botes ingleses del rumbo previsto, y cuando eran las 2 de la madrugada del 25 de julio, los botes estaban al alcance de las baterías de costa y pronto empezarían los fogonazos.

El desembarco se realizaría por el muelle de la ciudad, cerca del castillo de san Cristóbal, y en la playa cercana de la Alameda . La estrecha escalera del muelle, sin duda , presentaría dificultades al desembarco, alargando el tiempo requerido para el mismo. Además la zona descubierta de unos 90 metros, que las tropas debería recorrer, entre el muelle y las casas más próximas, estaban batidas por varias baterías y por los infantes; lo que sin duda aprovecharían fácilmente los españoles para causar gran número de bajas a los ingleses.

La oscuridad de la noche y las corrientes impidieron alcanzar los objetivos previstos por Nelson, y sólo 6 botes alcanzaron el muelle y la playa de la Alameda. La mayoría fueron arrastrados por las corriente hacia el Sur , alejándose del objetivo principal del ataque, el Castillo de San Cristóbal, llegando a tierra a unos 500 metros al sur de ese enclave, en la Playa de la Carnicería.

25 de julio

Durante la madrugada, cuando los botes ingleses, navegando con los remos envueltos en tela se encontraban a unos 350 metros de la playa, fueron descubiertos en la rada de Santa Cruz por la fragata española San José, que estaba fondeada en el muelle principal. La voz de alarma se extendió enseguida desde la San José a todo el área del frente de Santa Cruz. Comenzaron los primeros cañonazos, posiblemente y porque la oscuridad era absoluta , se realizaron al azar sobre las siluetas del grupo de botes que se acercaban a la playa.

La batalla se inició simultáneamente en 5 frentes, con las acciones principales en las zonas del muelle y la plaza de la Pila, el barranco de Santos y la playa de las Carnicerías

Las baterías españolas hicieron fuego desde Paso Alto hasta San Telmo. En los primeros momentos, cuando aún los botes se acercaban a la costa, una de ellas , alcanzó al cutter Fox por debajo de su línea de flotación; la embarcación se hundió rápidamente provocando la muerte de su comandante, el teniente Gibson, y otros 97 soldados y marineros

En el muelle llegó a desembarcar un bote con 40 marineros. Inmediatamente los ingleses clavaron las 7 piezas de la batería que, poco antes del desembarco, habían abandonado los sirvientes. Pero cuando las tropas inglesas iniciaron el avance hacia la plaza, frente al Castillo de San Cristóbal , un grupo de milicianos los neutralizo completamente , causando muchas bajas y haciendo prisioneros al resto.

Otros tres botes, con unos 120 soldados, alcanzaron la playa de la Alameda cercana al muelle. Estas fuerzas, no corrieron mejor suerte que las desembarcadas en el muelle. La fuerte resistencia causó muchos muertos y heridos; entre ellos fue baja Horacio Nelson .

El día anterior, en la Batería de Santo Domingo, parte del conjunto del Castillo de San Cristóbal , se abrió una tronera para instalar en ella un cañón de 16 libras enfilado directamente hacia la Playa de la Alameda, que separaba el Castillo Prinicipal del de San Pedro. La tradición cuenta que esa pieza fue el cañón Tigre, que ocasionaría enormes estragos en las fuerzas de Nelson, y fue el responsable directo de la baja del contralmirante de la fuerza expedicionaria inglesa.

En efecto, cuando Nelson se incorporaba en su barca para saltar a tierra, y desenvainaba su espada, la metralla de un disparo del Tigre le alcanzó por encima del codo derecho . Casi al mismo tiempo murió el comandante Richard Bowen, comandante de la Terpsichore junto con varios oficiales y marineros.

Herido Nelson, su hijastro, el teniente Josiah Nisbet cogió a Nelson mientras caía herido en su bote. "Soy hombre muerto,"dijo Nelso, mientras Josiah lo tumbaba en el bote, y le hacía un torniquete con su pañuelo . Indudablemente Josiah salvó la vida de Nelson.

Nelson fue evacuado en el mismo bote , con su brazo derecho colgando, y llevado a su buque insignia el Theseus para ser intervenido. El cirujano de a bordo , y en vista de la gravedad de la herida, decidió amputar el brazo derecho del contralmirante por encima del codo . Parece ser que el brazo se introdujo en un saco junto con el cadáver de otro y se arrojó en las aguas de la rada de Santa Cruz.

La operación de desembarco no podía ir peor para los ingleses. Después de algunos minutos, el panorama era realmente negro para la Royal Navy. Con los botes dispersos por las playas, Horacio Nelson en el quirófano del Theseus, y varios oficiales muertos y abandonados en las escaleras del muelle , las tropas en tierra corrían el riesgo de quedarse sin mando y dirección al poco tiempo.

Simultáneamente a lo descrito anteriormente, Troubridge, jefe de las fuerzas de desembarco ,intentó poner pié en tierra al Sur del Castillo de San Cristóbal, en la Playa de las Carnicerias, pero ante la dura resistencia ofrecida por el Batallón de Infantería de Canarias, el comandante inglés ordenó virar al Norte y dirigirse a la playa de la desembocadura del Barranquillo del Aceite, o de Cagaceite . En el Barranco de Santos, llegaron a desembarcar 450 soldados. Posteriormente avanzaron y se dirigieron a la Plaza Principal o de la Pila, en el centro de la ciudad bajo un intenso fuego. Pero debido a la dura resistencia de los 40 soldados de las Banderas de Cuba y La Habana y los milicianos que defendían la zona, los ingleses iban a intentar la toma del Castillo de San Cristóbal por la retaguardia.

Efectivamente, este grupo numeroso de soldados ingleses , al mando de Troubridge , se acercó por el sur hacia el Castillo de San Cristóbal , por la zona de La Caleta, esperando que su acción se viera apoyada por las tropas, supuestamente desembarcadas al norte del castillo. La sorpresa fue tremenda, de repente unos 60 hombres salieron de la fortaleza y cargaron heroicamente contra las fuerzas invasoras; mientras desde la fortaleza se realizaban descargas de fusilería. Los ingleses huyeron hacia el oeste , dispersándose desordenadamente por las callejuelas de Santa Cruz, dirigiéndose junto con otro grupo, con el que habían establecido contacto, hacia una trampa mortal: el Convento de Santo Domingo .

En efecto, como consecuencia del total desorden del despliegue de fuerzas durante la operación de desembarco, 340 ingleses supervivientes bajo el mando de Troubridge y Hood, acabaron refugiándose en el convento Santo Domingo, donde quedaron completamente cercados.

La arrogancia británica, a pesar de la seria resistencia encontrada, animó al capitán Troubridge, siguiendo el plan de Nelson, a enviar un mensaje de solicitud de rendición al general Gutiérrez; quien lógicamente rechazó este absurdo y arrogante ultimátum británico .

Mientras tanto, Gutiérrez y sus oficiales no estaban completamente seguros de la evolución de la situación, pues les faltaba mucha información. Desde la terraza del Castillo, adivinaban el éxito logrado en la defensa de la Playa de la Alameda y del muelle, pero también les llegaron noticias preocupantes, los ingleses habían logrado internarse en la población al oeste del castillo.

Gutiérrez mando un enlace para localizar al comandante del Batallón de Canarias y entregarle la orden de controlar el muelle para evitar la retirada de Troubridge. Las fuerzas españolas procedieron mientras tanto a la destrucción de los botes ingleses varados en la playa y siguieron haciendo muchos prisioneros entre heridos y desertores.

Durante toda la noche, hasta la madrugada, se entabló una durísima batalla, calle por calle, en los oscuros y estrechos callejones del centro de Santa Cruz. El general Gutiérrez ordenó que 4 destacamentos de 40 hombres cada uno fueran taponando las bocacalles, apoyados con los pequeños y eficaces cañoncitos de campaña de 40 mm.

Ante lo difícil de la situación, Nelson, maltrecho y recién operado, a eso de las 6 de la mañana, envió 15 botes con unos 400 hombres hacia el muelle con objeto de reforzar los efectivos de Troubridge Los disparos de las baterías de costa (especialmente la del muelle, desclavada y puesta de nuevo en servicio por el Teniente Grandy) hundieron 3 botes, por lo que los demás regresaron a sus buques de origen. Entre muertos y ahogados, este último intento de Nelson, llevó a la tumba del fondo del mar a cerca de 100 soldados.

[b]Informe de de Troubridge a Nelson:[/b]

[i]Señor:
Debido a la oscuridad de la noche no encontré inmediatamente el Muelle, el punto señalado para el desembarco, pero avancé hacia la costa bajo la batería del enemigo, cerca del sur de la ciudadela; el capitán Waller desembarcó al mismo tiempo y otros dos o tres botes. El oleaje era tan grande que muchos retrocedieron; los botes se llenaban de agua en un instante y se estrellaban contra las rocas, mojándose la mayor parte de las municiones guardadas en los saquitos. Tan pronto como hube reunido unos pocos hombres avancé inmediatamente con el capitán Waller hacia la plaza, el lugar de reunión, esperando encontrarnos allí con usted y el resto de la gente; y aguardé cerca de una hora, tiempo durante el cual envié un sargento con dos señores del pueblo a intimidar a la ciudadela. Sospecho que mataron al sargento en su encargo ya que no he oído nada de él desde entonces. Perdidas todas las escalas de asalto en la resaca, o sin ser posible encontrarlas, no se pudo hacer ningún asalto a la ciudadela; por ello, marché a reunirme con los capitanes Hood y Miller, de quienes había sabido que hicieron bueno su desembarco, con una porción de hombres, al S.O. del lugar donde yo lo había realizado. Traté entonces de adquirir alguna noticia de Vos y del resto de los oficiales, pero sin éxito.
[/i]

26 de julio

A las 5 de la madrugada, el teniente coronel Güinther, jefe del Batallón de Infantería de Canarias, requirió a Troubridge , comandante de las fuerzas inglesas de desembarco y encerradas en Santo Domingo, que se entregasen. Ellos se negaron, con la esperanza de la llegada de refuerzos desde la escuadra inglesa.

La terrible escena anterior, fue vista directamente por los sitiados ingleses desde la torre del convento de Santo Domingo.

Desgraciadamente para Nelson, las cosas no iban a cambiar, y lo que inicialmente iba a ser un simple paseo militar, se iba a convertir, gracias a la determinación de un puñado de soldados y milicianos, en una terrible tragedia y en la más triste derrota de Horacio Nelson.

Pero los ingleses persistían en su arrogancia y hasta otras dos veces Troubridge envió emisarios a Gutiérrez para que se rindiese. Pretendía acobardarle con la amenaza de incendiar Santa Cruz. El Comandante General respondía siempre con “aún disponemos de hombres y municiones .....”

Perdidas todas las esperanzas de recibir refuerzos, a las 6:30 de la mañana, Troubridge se rindió y envió un oficial con bandera blanca a ofrecer capitulaciones ante el general Gutiérrez. En su escrito , Troubridge ofrecía la capitulación siempre que “se le concedieran los honores de guerra”. El General accedió a la petición, con la condición de que aquella escuadra británica se comprometiera a no volver a atacar Tenerife ni a ninguna de las demás islas de Canarias.

El acuerdo fue firmado ante Gutiérrez por el capitán Hood, quien posteriormente se trasladó , acompañado por el capitán Carlos Adan , a bordo del Theseus, para informar a Nelson de la capitulación. Las condiciones fueron aceptadas por el contralmirante en todos sus términos, incluyendo el de entregar en Cádiz un informe del Comandante General dirigido a la Corte para informar de la victoria lograda

Los británicos vencidos desfilaron por la Plaza de la Pila, donde estaban formadas las Unidades españolas y los marineros franceses de La Mutine. Posteriormente al desfiles, se incorporaron los prisioneros para reembarcarlos con sus heridos a los buque de procedencia.

En la tarde del 26, los ingleses rindieron honores fúnebres, con 25 cañonazos y arriado de sus banderas de sus buques, en memoria del capitán de fragata Bowen, comandante de la fragata Terpsichore, muerto el día anterior.

Los españoles le entregaron comida y vino abundante, quedando muy satisfechos los “derrotados” por nuestras atenciones y humanidad

Los británicos, agradecieron el detalle obsequiando a Gutiérrez con un queso y una barrica de cerveza inglesa, a lo que correspondió el comandante general con dos barricas de vino tinerfeño.

27 de julio

La flota inglesa levó anclas ; y en las aguas de la rada de Santa Cruz , quedaron las esperanzas de un crucero y desfile militar, junto con 226 muertos ingleses, un barco hundido y el brazo derecho de Nelson

28 de julio

Informe oficial de Nelson al almirante Jervis:

Theseus, 28 de julio, frente a Santa Cruz

Señor,

En obediencia a sus órdenes de hacer un vigoroso asalto al pueblo de Santa Cruz en la isla de Tenerife, envié desde los diferentes barcos bajo mi mando 1000 hombres, que incluían a los infantes de marina, para que se prepararan para desembarcar bajo la dirección del capitán Troubridge del navío Culloden, y los capitanes Hood, Thompson, Fremantle, Bowen, Miller y Waller, quienes ofrecieron voluntaria y muy amablemente sus servicios; y aunque estoy bajo la dolorosa necesidad de informarle que no nos ha sido posible tener éxito en nuestro asalto, es mi deber afirmar que creo que nunca mayor osada intrepidez se mostró por los capitanes, oficiales y hombres que usted hizo el honor de colocar bajo mi mando; y el informe que le envío adjunto, espero le convencerá de que mis disposiciones, humildes como son, han sido ejercidas en la ocasión presente. Adjunto le envío también una lista de los fallecidos y heridos, y entre los primeros, con e más profundo dolor, tengo que colocar el nombre del capitán Richard Bowen, del navío Terpsíchore, el oficial más emprendedor, competente y valiente que haya servido en la marina de su Majestad; y con mucha pena tengo que mencionar la pérdida del teniente John Gibson, comandante del cúter Fox, y de un gran número de valientes oficiales y hombres.
H.Nelson.


Bajas de la Batalla de Tenerife

Españolas
Los españoles sufrieron cerca de 60 bajas, de las que 24 fueron mortales: 1 teniente coronel, 1 subteniente, 14 soldados y milicianos , 6 civiles y 2 marineros franceses.



Bajas Inglesas
El bando inglés sufrió muchas más bajas que el español. Los historiadores aseguran que las bajas totales inglesas, incluyendo prisioneros, fueron cerca de 800. Los muertos en combate , ahogados ( incluyendo los del Fox) y desaparecidos fueron 349; y los prisioneros unos 451. Otras fuentes especializadas, aseguran que las bajas inglesas llegaron a ser unas 600 soldados; es decir, alrededor del 50 % de los recursos iniciales de Nelson.

Condiciones de la capitulación de la Batalla de Tenerife


Santa Cruz, 25 de julio de 1797

Las tropas pertenecientes a S.M. Británica serán embarcadas con todas sus armas de toda especie, y llevarán sus botes si se han salvado; y se les franquearán los demás que se necesiten, en consideración de lo cual se obligan por su parte a que no molestarán el pueblo de modo alguno los navíos de la Escuadra Británica que están delante de él, ni a ninguna de las Islas en las Canarias, y los prisioneros se devolverán de ambas partes.

Dado bajo mi firma y sobre mi palabra de honor

Samuel Hood

Ratificado por

T.Troubridge, Comandante de las tropas Británicas.



Carta de Nelson a Gutiérrez

Nelson, envió una carta de agradecimiento al general Gutiérrez por el trato dado a sus hombres , que fue entregada por Troubridge el día después, cuando recuperaron a los heridos que estaban en los hospitales de Santa Cruz

Theseus, en las afueras de Tenerife, 25 de julio de 1796


”No puedo separarme de esta isla sin da a V.E. las más sinceras gracias por su fina atención para conmigo, y por la humanidad que ha manifestado con los heridos nuestros que estuvieron en su poder, o bajo su cuidado, y por la generosidad que tuvo con todos los que desembarcaron, lo que no dejaré de hacer presente a mi Soberano, y espero con el tiempo poder asegurar a V.E. personalmente cuanto soy de V.E. obediente humilde servidor”
Horacio Nelson

Respuesta de Gutiérrez:
"Muy Señor mío, de mi mayor atención: Con mucho gusto he recibido la muy apreciable de V.S. efecto de su generosidad y buen modo de pensar, pues de mi parte considero que ningún lauro merece el hombre que sólo cumple con lo que la humanidad le dicta, y a esto se reduce lo que yo he hecho para con los heridos y para los que desembarcaron, a quienes debo de considerar como hermanos desde el instante que concluyó el Combate. Si en el estado a que ha conducido a V.S. la siempre incierta suerte de la Guerra, pudiese yo, o cualquiera de los efectos que esta Isla produce, serle de alguna utilidad o alivio, ésta sería para mí una verdadera complacencia, y espero admitirá V.S. un par de barricas de vino, que creo no sea de lo peor que produce. Sería de mucha satisfacción tratar personalmente cuando las circunstancias lo permitan, a sujeto de tan dignas y recomendables prendas como V.S. manifiesta; y entre tanto ruego a Dios guarde su vida por largos y felices años”.

Santa Cruz de Tenerife 27 de julio de 1797

B.L.M. de V.S. su más seguro atento servidor.

D. Antonio Gutiérrez


[b]Consecuencia de la Derrota de Nelson en la Batalla de Tenerife[/b]

Si Nelson hubiera tomado Santa Cruz, muy probablemente las Islas Canarias, no hubieran vuelto a ser una parte de España. Los británicos podrían hoy veranear, tan a gusto, en una de sus colonias tal como hacen en Gibraltar. Nunca los ingleses hubieran soltado las Islas Canarias, salvo por la fuerza , tal como hicieron con la Isla de Menorca en 1782.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor goncula » 31 Ene 2018 16:54

Sigo este hilo con especial interés y desde aquí agradezco al compañero Brasilla su trabajo, el cuál estoy encantado de poder leer y le animó a que siga porque siempre aprendemos algo.

Esta batalla es una de las más desconocidas por la gente. A Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana le tengo un especial cariño (tengo por firma su frase), además de por ser paisano mío, por lo prácticamente desconocido que es, incluso en su lugar de nacimiento, Aranda de Duero (Burgos). Ya os digo yo que a pesar de tener allí un parque y una calle con su nombre, y un pequeño busto detrás de la Iglesia de San Juan ( de la que se dice contribuyó a sufragar el altar mayor) si preguntas que quién fue o que hizo la mayoría no lo sabe.

Como anécdota diré que desde hace relativamente poco, año 2008, se viene conmemorando esta batalla en Tenerife (conocida como la Gesta del 25 de julio) los dias 24 y 25 de julio de todos los años pero lo increíble es que tanto el General Gutiérrez como Nelson tienen cada uno una calle con su nombre (aquí Nelson está como la placa en honor de los ingleses en Cartagena de Indias :shock: :shock: :shock: ) y lo más rocambolesco es que ya os podéis imaginar cuál de las dos es más grande, y además con diferencia.

Un cordial saludo.
"Nada está perdido si tienes la voluntad de triunfar"

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Hoplon » 31 Ene 2018 17:35

La placa de homenaje a los ingleses en Cartagena de Indias fue finalmente retirada en 2014 por presión popular.

https://www.elmundo.es/internacional/201 ... b4581.html

Nada tengo en contra de que se recuerde a los que murieron al servicio de su nación, sea esta cual sea, pero en Londres sólo hay dos calles con nombre español: Trafalgar y Vigo, dos batallas en las que nos vencieron. Somos más generosos que ellos, a pesar de lo que opina "The Times".

El cañón "Tigre" se expone aún hoy en Tenerife.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor cutis » 31 Ene 2018 19:59

Que simpaticos estos " The Times " ; deberian repasar lo que hacen sus conciudadanos en Mallorca o Ibiza . Porque la verdad , estando en estas maravillosas islas , todas las borrachas y putas que vi y fueron muchas,eran todas inglesas

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 31 Ene 2018 21:51

Respecto de lo que dice The Times, que evidentemente es un "timo", sólo se puede decir lo que en su momento dijo mi paisano Alonso Quijano.

"Ladran Sancho, luego cabalgamos"

Agradecido por vuestros comentarios y vuestro interés.
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 31 Ene 2018 22:00

Y se me olvidaba, la culpa de que se comporten como se comportan, es única y exclusivamente nuestra, que no se le olvide a nadie.

Hace nueve años estuve en Dusseldorf, para someterme a un trasplante de celulas madre, pues bien en lo días que estuve en esa localidad, fui a una cervecería muy famosa allí Schumacher, o algo parecido, como el corredor de F1, alli nos atendió un "simpatico " camarero, de casi dos metros que no hablaba nada más que alemán, venía conmigo una persona que habla, perfectamente frances, ingles, euskera y castellano, por mi parte me defiendo bien en italiano, como no nos entendía o no quería, recurrimos a la mímica, y al final conseguimos lo que queríamos, incluso aprendimos un poco de alemán.

Si eso lo hicieramos aquí con los hijos de la gran bretaña, y si no piden en español, no se les sirve, para empezar, y si hay mal comportamiento se les encierra 24 horas y se les pone en un avión a su país, seguro que las cosas iban a empezar a ir mejor con esa basura que viene.

Por cierto, y para culminar la "anecdota" junto a nosotros había cuatro chavales jovenes catalanes, empeñados en que les tenían que atender en catalán porque ellos no hablaban otra cosa, el "simpatico camarero" junto con otro compañero acabaron cogiéndoles del cuello y sacándoles a la calle, sin servirles cervezas ni nada parecido.

En fin cosas que pasan.

Saludos cordiales:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 31 Ene 2018 22:27

Batallas de ALGECIRAS 1.801



La campaña de Algeciras —conocida también como batalla o batallas de Algeciras— consistió en un intento de la escuadra naval francesa de Tolón dirigida por el contraalmirante Charles Linois de unir las flotas francesa y española en Cádiz durante junio y julio de 1801, en el ámbito de las guerras revolucionarias francesas. Esta campaña precedió a una operación planeada contra Egipto o Portugal. Para poder llegar a Cádiz, la escuadra francesa tenía que pasar cerca de la base naval británica de Gibraltar, en la que se encontraba el centro de operaciones de la escuadra dirigida por el contraalmirante sir James Saumarez, cuya tarea consistía en bloquear el puerto español.

Tras cubrir la distancia que separaba Tolón y Gibraltar sin sobresaltos, e incluso habiendo capturado varios buques británicos, la escuadra francesa echó el ancla en Algeciras, una ciudad portuaria fortificada desde la que se podía ver Gibraltar a través de la bahía de Algeciras. El 6 de julio de 1801, Saumarez inició un ataque contra la escuadra rival, en lo que se conoce como la primera batalla de Algeciras. A pesar de que consiguió infligir daños a los tres navíos de línea franceses allí presentes, no fue capaz de capturar ninguno de ellos. En consecuencia, tuvo que retirarse. Además, perdió el HMS Hannibal, ya que se había quedado encallado a causa de los daños sufridos y los franceses se habían hecho con su control.

Tras la primera batalla, ambos bandos se retiraron a hacer reparaciones y a pedir refuerzos. El 9 de julio, llegó al lugar una flota de cinco naves de línea españolas y una francesa, así como varias fragatas provenientes de Cádiz, las cuales escoltaron a la escuadra de Linois hasta el puerto español. Asimismo, los británicos, desde Gibraltar, trataron por todos los medios de restaurar la escuadra y hacer que fuera útil de nuevo para la batalla.

La tarde del 12 de julio, la flota francohispana partió desde Algeciras y la fuerza británica la siguió. Esto resultó en la captura de los navíos perseguidos durante la llamada segunda batalla de Algeciras. Los británicos abrieron fuego a las 23:20 y la acción que sucedió a este hecho fue confusa. A lo largo de la misma, el barco británico HMS Superb consiguió atravesar la desorganizada retaguardia aliada. Posteriormente, a este le siguió el resto de la fuerza de Saumarez. En la confusión del confrontamiento, los británicos consiguieron capturar un navío francés, mientras que una fragata de bandera española se hundió y dos buques de primera clase, equipados con 112 cañones y también españoles, colisionaron y explotaron, provocando la muerte de 1700 hombres. Al amanecer del siguiente día, el barco francés Formidable fue atacado cuando se encontraba cubriendo la retaguardia de la escuadra combinada, pero consiguió escapar y llegar a Cádiz a salvo.

Finalmente, las flotas francesa y española consiguieron su objetivo último, que consistía en reunirse en Cádiz. No obstante, el precio fue bastante alto, ya que sufrieron importantes pérdidas. Además, no lograron zafarse del bloqueo al que estaban sometidas y no podían enterarse de los planes egipcios o portugueses. Las batallas, «generalmente consideradas como una única»,​ resultaron ser decisivas en la consolidación del control del mar Mediterráneo por parte de los británicos, así como en la derrota del ejército francés en Egipto a causa de la imposibilidad de enviar refuerzos desde Tolón.

El 1 de agosto de 1798, una flota británica sorprendió y prácticamente destruyó por completo la flota mediterránea francesa en la batalla del Nilo, después de la exitosa invasión de Egipto por parte de Francia. Esto dio un vuelvo a la situación estratégica existente en el mar Mediterráneo, ya que la flota francesa, con base en Tolón, dejó de ser una amenaza importante, mientras que el Reino Unido y sus aliados se hicieron con el control naval de la región para el resto de la guerra de la Segunda Coalición.

​ A lo largo de los tres años siguientes, varias escuadras tanto británicas como aliadas llevaron a cabo bloqueos contra todas las bases navales españolas y francesas importantes de la región, incluyendo Alejandría, Corfú y Malta, pero principalmente contra los importantes puestos de Tolón y Cádiz. Esto limitó drásticamente el transporte de tropas y material militar francés a través del Mediterráneo, lo que resultó en la toma de Malta y Corfú y la reducción, tanto en número como en efectividad, del ejército en Egipto.

En enero de 1801, en un intento por aumentar el tamaño de la flota mediterránea francesa y de reforzar la asediada guarnición egipcia, el primer cónsul Napoleón Bonaparte ordenó que una escuadra compuesta de siete navíos de línea partiera de Brest, situado en la costa atlántica, en dirección hacia el Mediterráneo bajo el mando del contraalmirante Honoré Ganteaume. La escuadra fracasó en tres ocasiones y no consiguió llegar a Egipto, por lo que tuvo que retirarse a Tolón a finales de julio de 1801.

Durante el último de los intentos, la escuadra de Ganteaume partió de Tolón el 27 de abril de 1801 con las órdenes de asegurar la supremacía naval sobre la isla de Elba para después poder llevar a cabo una invasión marítima; después, siguió navegando hacia el este del mar.​ A lo largo de estas operaciones, Ganteaume descubrió que varios de los barcos de su fuerza se encontraban peligrosamente desguarnecidos en cuanto a personal, por lo que decidió consolidar sus tripulaciones y enviar tres navíos de línea, el Formidable, el Indomptable y el Desaix, junto con la fragata Créole de vuelta a Tolón.​

El regreso de estos navíos a Tolón permitió a los franceses planear una operación secundaria. A comienzos de ese año, Bonaparte y Carlos IV de España habían llegado a un acuerdo, gracias al cual el gobierno español iba a prestar seis navíos de línea de la flota de Cádiz a la Marina francesa.​ Se emitieron órdenes para que los tres barcos de línea que habían abandonado la escuadra de Ganteaume y la fragata Muiron se unieran a la nueva escuadra formada en Cádiz, cuya dirección recayó en el contraalmirante Charles Linois.

A esta fuerza de nueve buques franceses, a los que se iban a unir, tal y como se había acordado, las seis naves de la flota española, le fue encomendada la tarea de cumplir uno de los dos planes establecidos: el primero de ellos consistía en un ataque a gran escala sobre Lisboa. Por aquel entonces, Portugal y España estaban enzarzados en la guerra de las Naranjas y en Lisboa se encontraba uno de los principales puertos comerciales británicos: el almirante francés Kerguelen había estimado años atrás que, mediante un ataque sobre ese puerto, se podrían incautar un total de «dos millones» de bienes y buques británicos.​

La otra operación planeada, aprobada tras el fin de la guerra de las Naranjas el 2 de junio, consistía en reabastecer la guarnición de Egipto empleando los soldados estacionados en los puertos italianos. Para facilitar la cesión de las naves españolas a los franceses, Napoleón ordenó al comandante Pierre Dumanoir le Pelley partir hacia Cádiz. Le Pelley arribó al puerto español con las fragatas Libre e Indienne, con soldados para tripular los recién adquiridos navíos y con el comodoro Julien le Ray para comandarlos.

La escuadra que estaba llevando a cabo el bloqueo sobre Cádiz, dirigida por el contraalmirante sir James Saumarez, un veterano de la batalla del Nilo y uno de los miembros de la famosa Banda de Hermanos de lord Nelson.10​ El HMS Superb y el HMS Venerable iniciaron la persecución de los buques de le Pelley, pero el almirante francés consiguió evitar a sus perseguidores y llegar a Cádiz de forma segura.​ Saumarez había llegado a Cádiz en mayo de 1801, con órdenes de no solo bloquear a la flota española, sino también de evitar cualquier intento de alguna escuadra francesa de establecer vínculos con la flota española gaditana.

Linois partió de Tolón el 13 de junio de 1801 con tres navíos de línea y una fragata y un total de 1560 soldados al mando del general de brigada Devaux.20​ La expedición de Gaunteaume se encontraba todavía en el este del Mediterráneo, mietras que la fuerza de bloqueo británica al mando de sir John Borlase Warren, que debía vigilar Tolón, se encontraba, por el contrario, en las cercanías de Malta, con la esperanza de poder interceptar a Ganteaume en su regreso.

En consecuencia, cuando Linois salió del puerto, tan solo había unas pocas naves británicas disponibles para perseguirlo y estas fueron fácilmente ahuyentadas por los barcos de guerra de mayor tamaño de la escuadra francesa. La travesía de Linois fue lenta, ya que tuvo que enfrentarse a vientos provenientes del suroeste que redujeron el ritmo de la escuadra; consecuentemente, el 30 de junio, solo habían llegado al cabo de Gata, situado en el mar de Alborán. El 1 de julio fueron avistados desde Gibraltar, a pesar de que el único barco de guerra que se encontraba allí era el HMS Calpé, comandado por el capitán George Dundas. Este no pudo ralentizar el avance de los franceses. Sin embargo, Dundas ordenó al teniente Richard Janvarin que tomara un barco y comunicara a la fuerza de bloqueo formada por siete navíos de línea establecida en Cádiz y dirigida por Saumarez la presencia de los buques franceses.

Linois pasó cerca de Gibraltar el 3 de julio y, durante la noche, descubrió que el bergantín HMS Speedy, equipado con catorce cañones, se encontraba a poca distancia. La escuadra de Linois había capturado varios navíos mercantiles durante su travesía, pero esta era la primera nave de guerra a la que tenía que enfrentarse. A pesar de que su tamaño era mucho menor, el Speedy y su capitán lord Cochrane tenían fama de infames. A lo largo del año anterior, Cochrane había llevado a cabo varias incursiones exitosas en las costas españolas, durante las cuales había destruido o capturado más de cincuenta barcos.

La captura más memorable se produjo durante la acción del 6 de mayo de 1801, en la que Cochrane se hizo con la fragata corsaria Gamo, considerablemente superior en cuanto a tamaño, cerca de Barcelona.​ En un principio, Cochrane pensó que los barcos sin identificar eran navíos capturados por los españoles y se decidió a acercarse a ellos. Cuando se dio cuenta de que esto era un error, la escapada era ya imposible.​ No obstante, en vez de rendirse, Cochrane obligó a su tripulación deshacerse de todos los cañones y de todo aquello que se encontrase en la cubierta y tuviese un peso excesivo con el fin de poder maniobrar para situarse fuera del alcance de los cañones franceses.​

A continuación, trató de escapar por el espacio existente entre el Formidable y el Desaix y consiguió evitar los disparos provenientes de los buques franceses y llegar a mar abierto. El comodoro Jean-Anne Christy de la Pallière, al mando del Desaix, hizo que este virase e inició una persecución, en la que consiguió dañar algunos de los aparejos y varias velas del Speedy. Según el Speedy reducía su velocidad a causa de los daños, el Desaix se puso a su altura y disparó una andanada a corta distancia. Sin embargo, en el momento del disparo de la andanada, el navío francés estaba en balanceo,​ por lo que la cubierta no resultó dañada y ninguno de los miembros de la tripulación causó baja. Aun así, consiguió arrancar lo que quedaba de los aparejos y las velas restantes, de modo que el Speedy quedó incontrolable.

En vez de enfrentarse a otra andanada, Cochrane decidió rendirse. Tras esto, fue llevado al Desaix, donde Christy de la Pallière le reconoció su gran defensa y se negó a aceptar la espada de Cochrane como símbolo de su rendición con las siguientes palabras: «No voy a aceptar la espada de un oficial que ha luchado durante tantas horas contra la imposibilidad».​ Linois se enteró por Cochrane de que Saumarez se encontraba adelante suyo. Además, consciente de que la guarnición de Gibraltar se habría percatado de su presencia,​ decidió regresar con su escuadra hacia el este bordeando Punto Cabrita para echar el ancla en Algeciras, un puerto fortificado español desde el que se podía ver Gibraltar a través de la bahía de Gibraltar, el 4 de julio.

El 5 de julio, a las dos de la madrugada, el teniente Janvarin le informó a Saumarez en las costas de Cádiz de la llegada de Linois. El almirante decidió poner rumbo hacia Gibraltar inmediatamente, a pesar de tener el viento en contra. La fragata HMS Thames se separó del grupo y se dirigió a la desembocadura del río Guadalquivir, situada a dieciocho millas náuticas —33 km—, de la que regresó junto con el HMS Superb, comandado por el capitán Richard Goodwin Keats y que estaba bloqueando el río con el pequeño bergantín HMS Pasley.​

Keats siguió a Saumarez de vuelta a Algeciras y se encontraba cerca de allí cuando la batalla comenzó. No obstante, tras enterarse, gracias a un informe poco preciso de un buque mercantil estadounidense, de que Linois había escapado de la bahía y se encontraba de nuevo en mar abierto, Keats supuso que los franceses debían de estar regresando a Tolón y que, consiguientemente, sería más provechoso regresar a Cádiz para continuar con el bloqueo que unirse a la persecución dirigida por Saumarez. El lugre HMS Plymouth también se separó de la escuadra y puso rumbo a Lisboa con varios envíos dirigidos al Almirantazgo en los que se informaba de las intenciones de Saumarez.

El almirante británico, a sabiendas de que Linois se encontraba aún anclado en la bahía, pretendía descender hasta Algeciras inmediatamente. Sin embargo, se vio afectado por una serie de rachas de viento que provocaron que su escuadra virara hacia el este, alejándose del Superb y acercándose a Algeciras. Por lo tanto, Saumarez no estuvo en la posición adecuada para atacar a la escuadra francesa, que se encontraba anclada, hasta la mañana del 6 de julio.

Con el fin de anticipar la llegada y el hipotético ataque de Saumarez, Linois había colocado a su escuadra en una posición defensiva poderosa: los tres navíos de línea estaban anclados en una línea que iba de norte a sur y cruzaba las poco profundas aguas de la entrada al puerto de Algeciras; además, estaban protegidos por fuertes españoles situados a ambos extremos de la línea, así como en el propio pueblo, donde se encontraba el Murion. El propio Linois estaba a cargo de la línea a bordo del Formidable y envió a algunos miembros de las tripulaciones de las naves que conformaban la línea a ayudar a las defensas españolas.

Primera batalla de Algeciras

A las siete de la mañana, Saumarez dio la orden a su escuadra de avanzar hacia el interior de la bahía de inmediato para poder enfrentarse directamente a los franceses. Los navíos británicos pasaron frente a los fuertes españoles de El Tolmo, San Diego y Punta Carnero sin que éstos llegaran a intervenir.30​ A las ocho de la mañana y ya en la bahía de Algeciras, el Fuerte de San García, armado con cinco cañones de a veinticuatro, uno de a dieciocho y dos morteros, fue el primero en abrir fuego contra ellos.

El capitán Samuel Hood, que se encontraba a bordo del HMS Venerable fue el encargado de dirigir la ofensiva. No obstante, Hood se vio afectado por ligeras corrientes de viento y, por lo tanto, el primer barco en entrar en acción fue el del capitán Charles Stirling, el HMS Pompée, que atacó a los buques franceses que se encontraban anclados y que después se situó cerca del Formidable.​ Al Pompée le siguieron el HMS Audacious, el Caesar, buque insignia de Saumarez, y el Hannibal, mientras que el Venerable y el HMS Spencer se mantuvieron a cierta distancia a causa de las corrientes de viento.

Llegadas las diez de la mañana, bajo el fuego de las baterías del Fuerte de Isla Verde y del Fuerte de Santiago y con el auxilio de las lanchas cañoneras españolas de la batería de la torre del Almirante, ambas escuadras estaban combatiendo al completo, a excepción del Pompée.​ Este, que estaba a la cabeza de la línea británica, había quedado atrapado en una corriente de aire que lo había dejado de cara a los cañones del Formidable.​ De este modo, Linois pudo enfilarlo. Tras percatarse de la complicada situación en la que estaba inmerso Stirling, Saumarez ordenó al capitán Solomon Ferris que llevara el Hannibal hacia la cabeza de la línea francesa para poder abrir fuego contra el Formidable. Ferris tardó cerca de una hora en llegar allí a causa del viento y, al intentar acercarse a la orilla, quedó encallado en un banco de rocas, a tiro de los cañones del fuerte español de Santiago.

Saumarez envió a los botes de su escuadra a ayudar tanto al Hannibal como al Pompée, que se encontraban atrapados, bajo constantes disparos y con la imposibilidad de responder. Al mismo tiempo, Linois ordenó que se cortaran los cables de anclaje que mantenían sus buques unidos entre sí y que seguidamente fueran hacia las aguas bajías, lejos de la calmada escuadra británica. El Formidable consiguió realizar la maniobra con éxito, pero tanto el Desaix como el Indomptable quedaron encallados cerca de la orilla, donde quedaron al alcance de los cañones de las naves británicos, que también habían cortado sus respectivos cables para tratar de acercarse a sus contrincantes.​

No obstante, a las 13:35, Saumarez se dio cuenta de que su escuadra estaba en serio peligro de quedar encallada directamente bajo el fuego de las baterías españolas. Como todos los botes de la escuadra estaban hundidos u ocupados remolcando el Pompée hasta Gibraltar, no existía la posibilidad de desplegar una operación anfibia contra los fuertes españoles.​ A la vista de la situación, Saumarez, aunque reacio, se vio obligado a suspender el ataque. Lo que restaba de la escuadra se retiró a Gibraltar, pero el varado Hannibal se quedó en la bahía de Algeciras.

El Hannibal había estado expuesto al fuego combinado francohispano durante cuatro horas y había perdido dos mástiles, mientras que más de 140 miembros de su tripulación habían causado baja. En un intento por mantener con vida a los tripulantes que aún seguían vivos, Ferris ordenó a sus hombres que se refugiaran bajo la cubierta. No obstante, los franceses volvieron a abrir fuego contra el buque a las dos de la tarde y Ferris, que había quedado aislado tras la retirada de Saumarez, se vio obligado a rendirse. Un grupo de abordaje francés extinguió el fuego y colgó de nuevo la Union Flag, esta vez boca abajo, para indicar que el Hannibal había capitulado. Sin embargo, a diferencia de los franceses, los miembros de la Marina Real británica empleaban la bandera invertida como señal de socorro, por lo que algunos botes acudieron a su auxilio sin percatarse de su error y fueron capturados por los franceses.​

La victoria francesa había resultado bastante costosa: más de 160 hombres fallecieron, mientras que otros trescientos heridos completaron la lista de bajas; asimismo, tres buques franceses resultaron gravemente dañados.​ Tanto el capitán del Formidable como el del Indomptable se encontraban entre los muertos. Linois, por su parte, no resultó herido.​ Once hombres españoles también perdieron la vida en la batalla y cinco cañoneros de bandera también española quedaron inutilizables. Las baterías y el pueblo también sufrieron importantes daños en el enfrentamiento. Por otro lado, las pérdidas en el bando británico también fueron significativas, con más de 130 muertos y cifras de heridos superiores a los 230. La mayoría de las bajas se produjeron en el Hannibal y en el Pompée. Además del extravío del Hannibal, el Pompée había sufrido graves daños y el resto de los buques que conformaban la escuadra británica también necesitaban reparaciones urgentes.

Interludio

Inmediatamente después de la conclusión de la batalla, Linois empleó a sus mensajeros terrestres para solicitar la asistencia de la flota española de Cádiz, dirigida por el almirante José de Mazzaredo.​ Linois y Saumarez también se embarcaron en la tarea de reparar y reabastecer sus escuadras con la vista puesta en la reanudación de la acción. En Gibraltar, los heridos fueron trasladados al hospital naval, mientras que los fallecidos fueron enterrados en varias tumbas que más tarde pasarían a conformar el cementerio de Trafalgar.​

Saumarez ordenó que los barcos con mayores daños, que eran el Pompée y el Caesar, fueran inmovilizados en el muelle y sus respectivos tripulantes distribuidos en los buques restantes, de modo que se pudiesen garantizar rápidas y necesarias reparaciones. Esto fue necesario ya que el número de carpinteros en Gibraltar se había visto reducido al haber tenido que acudir muchos de ellos en ayuda del Hannibal a lo largo de los últimos compases de la batalla. La escuadra al completo necesitaba vastas reparaciones. El capitán Alexander Ball, comisario naval en Gibraltar, fue el encargado de llevarlas a cabo.

El capitán Jahleel Brenton, del Caesar, no estaba de acuerdo con la orden emitida por Saumarez, así que protestó y este le permitió continuar con sus reparaciones por su cuenta: la tripulación del buque trabajó todo el día y durante turnos largos en la noche para asegurarse de que, cuando Saumarez partiera de nuevo, el Caesar pudiera ir con él.​ Entre estos arreglos consta la sustitución en tan solo cuatro días de los mástiles dañados.​ Saumarez también envió un bote con una bandera blanca a Algeciras con el objetivo de tratar de conseguir la repatriación en libertad condicional de Ferris y sus oficiales.

Tras una breve correspondencia entre Linois y el almirante británico, los oficiales de Saumarez, incluyendo a Ferris y Cochrane, fueron enviados a Gibraltar.​ Más tarde, los franceses accedieron a devolver también a los tripulantes británicos heridos que habían sido capturados en el Hannibal.​ Ferris fue enviado de vuelta al Reino Unido, donde tuvo que esperar a la corte marcial por la pérdida de su barco, a bordo del HMS Plymouth junto con varias partidas. Sin embargo, tanto él como sus oficiales fueron absueltos por completo.

Linois también puso en marcha las tareas de reflote y reparación para sus barcos, entre los que ahora se encontraba el Hannibal, que rebautizó como Annibal. En un principio, se colocaron unos mástiles improvisados sobre el maltrecho casco del navío. No obstante, este necesitaba tantos arreglos que, cuando Linois partió a finales de esa misma semana, solo estaba listo para navegar, pero no para participar en un combate, por lo que fue enviado de vuelta a Algeciras.​

En Cádiz, a pesar de que los españoles dudaron en un principio, los mensajes de Linois unidos a las peticiones de le Pelley llevaron a Mazzaredo a ordenar la partida de una escuadra el 9 de julio. Esta estaba bajo el mando del vicealmirante Juan Joaquín de Moreno e incluía dos navíos de línea de primera clase y de gran tamaño, el Real Carlos y el San Hermenegildo, ambos equipados con 112 cañones.46​ El resto de la escuadra estaba conformada por tres barcos españoles de 96, ochenta y 74 cañones, así como del Saint Antoine, cargado con 74 cañones y que días antes era conocido como San Antonio. La tripulación de este buque estaba compuesta por algunos antiguos hombres de las fragatas Libre e Indienne, apoyados por varios navegantes españoles y comandados por el comodoro Le Ray. Asimismo, las fragatas francesa Libre y la española Sabina y el lugre Vautour acompañaban a la escuadra.

El capitán Keats, que se encontraba a bordo del Superb y que, tras su regreso a Cádiz, se había quedado en el puerto custodiando el HMS Thames y el HMS Pasley, se percató de la partida de la escuadra combinada. El Thames estaba navegando cerca de la costa en busca de un navío mercantil estadounidense detenido y observó la partida de la escuadra; no obstante, tuvo que retirarse, ya que cuatro navíos de línea se estaban acercando. Poco después, la escuadra aliada se percató de la presencia del Superb, que también tuvo que retirarse ante un navío de línea y dos fragatas.

Ante la amenaza de la escuadra de Moreno, Keats se vio obligado a reconstituir la suya. Inmediatamente después, envió el Pasley a Gibraltar con el fin de avisar a Saumarez de la situación.​ El bergantín arribó a las tres de la tarde seguido de cerca por el grueso de la escuadra aliada, de la cual el Saint Antoine se había separado en Cádiz y estaba llevando a cabo la persecución desde una posición más lejana, seguido por el Superb. La escuadra de Moreno echó el ancla en la bahía de Algeciras, fuera del alcance de las baterías británicas de Gibraltar, y esperó a que Linois completase sus reparaciones.​

El Saint Antoine se unió a esta la mañana del 10 de julio.​ Más tarde, Keats llevó sus buques a Gibraltar, donde los esfuerzos por reparar su escuadra estaban al alza, a sabiendas de que Moreno partiría junto con Linois hacia Cádiz de un momento a otro.​ Saumarez, preocupado por el tamaño de la escuadra aliada, envió mensajes urgentes a lord Keith, bajo cuyo mando estaba la flota mediterránea, pidiéndole ayuda, ya que creía que Moreno tardaría al menos dos semanas más como consecuencia del estado de las naves de Linois. Sin embargo, Saumarez estaba equivocado: Moreno había planeado llevar la maltrecha escuadra a Cádiz tan pronto como sus barcos estuvieran listas para navegar.

Segunda batalla de Algeciras


La mañana del 12 de julio, la escuadra combinada francohispana salió al mar, seguida de cerca por la británica. Los dos bandos estuvieron la mayor parte del día reunidos, a pesar de las dificultades propiciadas por el estado de los barcos y el viento, y, a las siete de la tarde, Moreno ordenó a su escuadrón que virara completamente hacia el oeste, en dirección al mar abierto y a Cádiz. Saumarez lo siguió y, a las nueve menos veinte, con la noche echandósele encima y la intensidad del viento aumentando, ordenó a Keats, que se encontraba a bordo del Superb, el más rápido de la escuadra, que se adelantara y atacara la retaguardia de las fuerzas de Moreno.

Cuarenta minutos después, Keats se percató de la presencia del Real Carlos y disparó tres andanadas contra su costado, las cuales produjeron un incendio de gran magnitud en la cubierta del buque español. A continuación, el Superb se echó hacia el Saint Antoine y combatió contra el navío francés durante aproximadamente treinta minutos, hasta que la tripulación del mismo se rindió.​ Al mismo tiempo, el Real Carlos se sumergió en la oscuridad y la confusión. Al encontrarse con el San Hermenegildo, sin saber que era un barco amigo, abrió fuego contra él.​

Después, el Real Carlos se abalanzó sobre el San Hermenegildo y los dos grandes navíos se enzarzaron al tiempo que el fuego se expandía por ambas cubiertas.​ A las doce y cuarto del 13 de julio, el Real Carlos explotó, causando la muerte a 1700 hombres.​ Quince minutos después, el San Hermenegildo, afectado por las llamas de su barco amigo, también explosionó. En total, dos mil miembros de las tripulaciones de estos dos buques españoles perdieron la vida.​ Dos oficiales y treinta y seis marineros consiguieron llegar vivos al Superb y otros 262 se salvaron, ya que lograron subirse al Saint Antoine u otros barcos de su escuadra.​ Asimismo, la fragata española Perla, que navegó independientemente a lo largo de toda la noche, sufrió daños fatales en algún momento de la misma y se hundió la siguiente mañana.

Mientras tanto, Keats había derrotado al Saint Antoine después de tan solo media hora de enfrentamiento, ya que el comodoro Julien le Ray, que estaba herido, se rindió. Las bajas en la tripulación del Saint Antoine fueron significativas, mientras que solo quince miembros de la tripulación del Superb habían resultado heridos. El resto de los navíos de la escuadra británica estaban siguiendo al Superb en la oscuridad con la intención de atrapar a lo que restaba de la escuadra de Moreno al tiempo que esta navegaba hacia el noroeste, bordeando la costa española.

En su persecución, abrieron fuego contra el Saint Antoine creyendo erróneamente que aún estaba activo. A las 4:00, el Formidable, ahora bajo el comando del capitán Amable Troude, fue avistado al norte, en la bahía de Conil de la Frontera, cerca del cabo de Trafalgar, y Saumarez envió al Venerable a su caza. Hood, capitán de este barco, recibió el apoyo del Thames, capitaneado por Aiskew Hollis. A las 5:15, el Venerable consiguió situarse lo suficientemente cerca como para abrir fuego y se inició la confrontación. Hood ordenó a Hollis que se acercara con su barco a la popa de Troude y que abriese fuego de enfilada contra su navío. No obstante, el Formidable corrió mejor suerte durante el enfrentamiento y, a las 6:45, el mástil principal del buque de Hood cayó sobre la cubierta.

Aprovechándose de las dificultades a las que estaba haciendo frente el navío británico, Troude, a bordo del Formidable, se ayudó del viento para avanzar y volvió a reunirse con el grueso de la escuadra de Moreno, que se encontraba estacionada en el puerto de Cádiz.​ Mientras el Formidable se alejaba, los mástiles que seguían en pie sobre la cubierta del Venerable cayeron y este quedó encallado en las costas de Sancti Petri. Los miembros de la escuadra británica pensaban que Moreno podría contraatacar al maltrecho barco, pero la llegada del Audacious y del Superb disipó la duda y el almirante español se vio obligado a retirarse a Cádiz.​ Hood consiguió reflotar el Venerable el 13 de julio y el barco fue arrastrado hasta Gibraltar junto con el Saint Antoine, que había sido tomado. Saumarez dejó tres buques en el lugar para mantener el bloqueo sobre Cádiz, de modo que se restauró la situación previa al inicio de la batalla.

[b]Consecuencias[/b]

En Francia, la campaña se expuso como una victoria, ya que a los logros genuinos de Linois en Algeciras le siguieron informes exagerados de la defensa de la bahía de Conil por parte de Troude. Por este motivo, la segunda batalla se consideró como un éxito al haberse enfrentado los franceses a una fuerza británica superior en número. A pesar de que era cierto que Troude había demostrado habilidad y coraje en el enfrentamiento, su reputación creció sobre las bases de un infrome enviado a París por Dumanois le Pelley que estaba basado en una carta escrita por el propio capitán Troude.

En dicha carta, este afirmaba que, además de contra el Venerable y el Thames, había tenido que batallar contra el Caesar y el Spencer —identificado incorrectamente en el informe como Superb—.Troude sostuvo que, aparte de reducir a estos buques, también había destuído el Venerable por completo llevándolo hacia la costa. En consecuencia, Troude fue ascendido, recibió alabanzas y consiguió acaparar un gran número de cargos en la Marina nacional francesa.

En España, por otro lado, el resultado de la campaña enfureció al gobierno y propició el deterioro de la alianza francohispana. Los españoles solicitaron la devolución a aguas españolas de los navíos con su bandera que estaban estacionados en Brest, en la costa atlántica francesa, mientras que rebajaron su presión sobre Portugal. La debilitación del eje París-Madrid tuvo especial importancia en la firma del Tratado de Amiens a comienzos del año 1802, que puso fin a las guerras revolucionarias.

En Gran Bretaña, Saumarez fue laureado debido al éxito de la segunda batalla, pese a la derrota inicial. Las dos cámaras del Parlamento agradecieron sus acciones y fue nombrado caballero de Bath, lo que acarreaba una pensión de 1200 libras esterlinas anuales. Cerca de cinco décadas después, la segunda batalla fue una de las acciones reconocidas por el Naval General Service Medal, que condecoró a todos los participantes británicos que seguían vivos en 1847.

La campaña fue el centro de las novelas Capitán de mar y guerra —Master and Commander en la versión original—, de Patrick O'Brian, y Touch and Go, escrita por Cyril Northcote Parkinson. En los relatos británicos de la campaña, esta se suele considerar como una única batalla, con un resultado global favorable a Saumarez, a pesar de haber fracasado tratando de evitar que Linois uniera su escuadra con la de Cádiz y de la pérdida del Hannibal.​

El plan francés para reforzar al ejército que se encontraba atrapado en Egipto fracasó por completo como consecuencia de las pérdidas sufridas por la flota española de Cádiz y la restauración del bloqueo. Al final, la guarnición de Egipto tuvo que rendirse en septiembre tras una dura campaña contra fuerzas británicas y otomanas.​ Asimismo, el dominio británico sobre el mar se acentuó, de modo que ninguna embarcación francesa podía partir o llegar a un puerto francés o aliado sin ser detectado e interceptado por la Marina Real.

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Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.


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