Almirantes agresivos y cautelosos...
Publicado: 29 Ene 2017 23:27
Hay almirantes que son partidarios de la agresividad desde el principio, mientras que otros prefieren la cautela. Entre los segundos tenemos a Temístocles, que en lugar de combatir frontalmente a los persas en Salamina, prefirió primero atraerlos a unos estrechos donde su superioridad numérica les resultaba inútil. Y a Roger de Lauria, cuya táctica favorita era fingir una retirada apresurada, para luego dar la vuelta y caer sobre el enemigo cuando éste hubiera desordenado su formación durante la persecución.
Pero los almirantes agresivos son los que nos han dejado las frases más célebres: por ejemplo, Jean Bart, antes de la batalla de Texel, dio la siguiente orden a sus capitanes: "Cada uno de vosotros escogerá a un navío enemigo y no se detendrá hasta haberlo capturado o echado a pique".
El rey, almirante y pirata hindú Tulaji Angria navegaba con una flota de embarcaciones ligeras cuando divisó al navío "Restoration", el más poderoso con el que contaba la Compañía de las Indias británica. Sin dudarlo, Tulachi reunió a sus capitanes y les dijo: "El tigre ha salido de su guarida. Debemos cazarlo, cueste lo que cueste".
Y las instrucciones de Nelson a sus capitanes en Gibraltar fueron: "En caso de duda, ningún capitán se equivocará si se sitúa al costado del navío enemigo más cercano y lo bate a cañonazos".
Por su parte, Farragut, en la batalla de Nueva Orleans, ante la sospecha de que los confederados hubieran minado la bahía, ordenó: "¡Al diablo con las minas! ¡Avante a toda!".
Pocos años después, Tegethoff, en la batalla de Lissa, ordenó simplemente: "Embestid al enemigo y hundidlo".
Claro que los almirantes agresivos también pueden caer en trampas como la que los japoneses tendieron a Halsey en la batalla del Golfo de Leyte. Halsey picó el anzuelo, envió a todas sus fuerzas a por los portaaviones japoneses (que eran un mero señuelo, pues la aviación naval japonesa estaba completamente destruída), desprotegiendo a las fuerzas de desembarco, y esa decisión estuvo a punto de significar un desastre para los estadounidenses, que solo se salvaron por el valor de las fuerzas de cobertura de la flota de desembarco, que con unos barcos nunca pensados para ello (destructores de escolta y portaaviones de escolta) se las apañaron para mantener a raya a una flota de acorazados japonesa que incluía al poderosísimo "Yamato".
Pero los almirantes agresivos son los que nos han dejado las frases más célebres: por ejemplo, Jean Bart, antes de la batalla de Texel, dio la siguiente orden a sus capitanes: "Cada uno de vosotros escogerá a un navío enemigo y no se detendrá hasta haberlo capturado o echado a pique".
El rey, almirante y pirata hindú Tulaji Angria navegaba con una flota de embarcaciones ligeras cuando divisó al navío "Restoration", el más poderoso con el que contaba la Compañía de las Indias británica. Sin dudarlo, Tulachi reunió a sus capitanes y les dijo: "El tigre ha salido de su guarida. Debemos cazarlo, cueste lo que cueste".
Y las instrucciones de Nelson a sus capitanes en Gibraltar fueron: "En caso de duda, ningún capitán se equivocará si se sitúa al costado del navío enemigo más cercano y lo bate a cañonazos".
Por su parte, Farragut, en la batalla de Nueva Orleans, ante la sospecha de que los confederados hubieran minado la bahía, ordenó: "¡Al diablo con las minas! ¡Avante a toda!".
Pocos años después, Tegethoff, en la batalla de Lissa, ordenó simplemente: "Embestid al enemigo y hundidlo".
Claro que los almirantes agresivos también pueden caer en trampas como la que los japoneses tendieron a Halsey en la batalla del Golfo de Leyte. Halsey picó el anzuelo, envió a todas sus fuerzas a por los portaaviones japoneses (que eran un mero señuelo, pues la aviación naval japonesa estaba completamente destruída), desprotegiendo a las fuerzas de desembarco, y esa decisión estuvo a punto de significar un desastre para los estadounidenses, que solo se salvaron por el valor de las fuerzas de cobertura de la flota de desembarco, que con unos barcos nunca pensados para ello (destructores de escolta y portaaviones de escolta) se las apañaron para mantener a raya a una flota de acorazados japonesa que incluía al poderosísimo "Yamato".