Hay almirantes que son partidarios de la agresividad desde el principio, mientras que otros prefieren la cautela. Entre los segundos tenemos a Temístocles, que en lugar de combatir frontalmente a los persas en Salamina, prefirió primero atraerlos a unos estrechos donde su superioridad numérica les resultaba inútil. Y a Roger de Lauria, cuya táctica favorita era fingir una retirada apresurada, para luego dar la vuelta y caer sobre el enemigo cuando éste hubiera desordenado su formación durante la persecución.

Pero los almirantes agresivos son los que nos han dejado las frases más célebres: por ejemplo, Jean Bart, antes de la batalla de Texel, dio la siguiente orden a sus capitanes: "Cada uno de vosotros escogerá a un navío enemigo y no se detendrá hasta haberlo capturado o echado a pique".

El rey, almirante y pirata hindú Tulaji Angria navegaba con una flota de embarcaciones ligeras cuando divisó al navío "Restoration", el más poderoso con el que contaba la Compañía de las Indias británica. Sin dudarlo, Tulachi reunió a sus capitanes y les dijo: "El tigre ha salido de su guarida. Debemos cazarlo, cueste lo que cueste".

Y las instrucciones de Nelson a sus capitanes en Gibraltar fueron: "En caso de duda, ningún capitán se equivocará si se sitúa al costado del navío enemigo más cercano y lo bate a cañonazos".

Por su parte, Farragut, en la batalla de Nueva Orleans, ante la sospecha de que los confederados hubieran minado la bahía, ordenó: "¡Al diablo con las minas! ¡Avante a toda!".

Pocos años después, Tegethoff, en la batalla de Lissa, ordenó simplemente: "Embestid al enemigo y hundidlo".

Claro que los almirantes agresivos también pueden caer en trampas como la que los japoneses tendieron a Halsey en la batalla del Golfo de Leyte. Halsey picó el anzuelo, envió a todas sus fuerzas a por los portaaviones japoneses (que eran un mero señuelo, pues la aviación naval japonesa estaba completamente destruída), desprotegiendo a las fuerzas de desembarco, y esa decisión estuvo a punto de significar un desastre para los estadounidenses, que solo se salvaron por el valor de las fuerzas de cobertura de la flota de desembarco, que con unos barcos nunca pensados para ello (destructores de escolta y portaaviones de escolta) se las apañaron para mantener a raya a una flota de acorazados japonesa que incluía al poderosísimo "Yamato".

Muy interesante tema.

JotaErre escribió:
Claro que los almirantes agresivos también pueden caer en trampas como la que los japoneses tendieron a Halsey en la batalla del Golfo de Leyte. Halsey picó el anzuelo, envió a todas sus fuerzas a por los portaaviones japoneses (que eran un mero señuelo, pues la aviación naval japonesa estaba completamente destruída), desprotegiendo a las fuerzas de desembarco, y esa decisión estuvo a punto de significar un desastre para los estadounidenses, que solo se salvaron por el valor de las fuerzas de cobertura de la flota de desembarco, que con unos barcos nunca pensados para ello (destructores de escolta y portaaviones de escolta) se las apañaron para mantener a raya a una flota de acorazados japonesa que incluía al poderosísimo "Yamato".

Pues sí, este es un ejemplo de libro. Pero dada la aplastante superioridad de las fuerzas de Estados Unidos el resultado fue casi el mismo que si Halsey no hubiera mordido el anzuelo, ya que las perdidas japonesas fueron igualmente considerables por los constantes ataques aéreos norteamericanos. Sin embargo, la postura de Halsey tenía sus antecedentes en la Batalla del Mar de Filipinas, ocurrida poco antes, en las que el competente almirante Spruance fue acusado precísamente de falta de agresividad al haber permitido escapar intacta a la mayor parte de la flota japonesa.

En todo caso, a pesar de este borrón de Halsey, que no significó desastre alguno para su flota, ya que al final la flota japonesa fue destruida en su gran mayoría, dicho almirante tuvo su importancia en el curso de la guerra naval en el Pacífico. Cuando otros muchos almirantes norteamericanos estaban temerosos y acobardados a causa de la gran eficacia mostrada por los japoneses, entre diciembre de 1941 y junio de 1942 él hizo muchísimo por recuperar su moral gracias precísamente a su acometividad.

Lo cierto es que las batallas navales son sumamente complejas y juzgarlas a posteriori es muy fácil, pero tomar las decisiones adecuadas en el momento de la batalla, con un conocimiento siempre incompleto de la realidad, es muy difícil.

Saludos

Muy interesante.

En una ocasión lei el.motivo por el que no se lanzó una tercera oleada en Pearl Harbor y me convenció.

Hernan2 escribió:Lo cierto es que las batallas navales son sumamente complejas y juzgarlas a posteriori es muy fácil, pero tomar las decisiones adecuadas en el momento de la batalla, con un conocimiento siempre incompleto de la realidad, es muy difícil.

Eso mismo decía el almirante japonés Mikawa, al que algunos acusaron de excesivamente cauteloso porque, tras hacer una escabechina de cruceros estadounidenses y australianos en la batalla de la Isla de Savo, se retiró antes del amanecer, sin destruir los casi indefensos transportes aliados (la información que tenía Mikawa indicaba que había portaaviones americanos en las cercanías, pero, en realidad, éstos se habían retirado de la zona).

A ese respecto, Mikawa dijo después de la guerra: "Sé que algunos criticaron mi decisión, pero no recuerdo haber visto a ninguno de ellos en el puente de mi barco aquella noche".



Por cierto, también va del tema "almirantes cautelosos versus almirantes agresivos" la eterna discusión sobre la Batalla de Jutlandia y "Jellicoe versus Beatty". ¿Qué opináis vosotros al respecto?

JotaErre escribió:

Por cierto, también va del tema "almirantes cautelosos versus almirantes agresivos" la eterna discusión sobre la Batalla de Jutlandia y "Jellicoe versus Beatty". ¿Qué opináis vosotros al respecto?

Por mucho que el carácter de Beatty resulte audaz y atractivo lo cierto es que Jellicoe mantuvo casi intacta la Grand Fleet y aunque no destruyó la flota alemana tampoco cayó en trampa alguna, que era lo que los alemanes buscaban. Los alemanes brillaron a gran nivel en Jutlandia pero sus menores pérdidas frente a los buques británicos fueron debidas sobre todo a la muy superior robustez de sus buques, más que a una táctica u otra. Y de eso no tenían ninguna culpa ni Jellicoe ni Beatty. Por otro lado ni uno ni otro se enteraron de que durante la noche le cortaron el camino de la flota alemana a sus bases.

Saludos

Churchill decía que Jellicoe era el único hombre que estaba en la posición de poder perder la guerra en un solo día. El propio Jellicoe lo sabía, y tenía claro que prefería asegurar un empate (que no era malo para Gran Bretaña) que arriesgarse a una derrota. El problema es que el pueblo inglés quería a toda costa "otro Nelson" y "otro Trafalgar".

Si tantos sabían cual era el carácter de Jellicoe, que además el mismo había declarado en ocasiones anteriores a la batalla señalando entre otras cosas que él jamás perseguiría al enemigo en aguas cercanas a sus bases, no se entiende que no lo relevaran, a no ser que se quisiera que desempeñara un papel como el que desempeñó.

Nelson y Trafalgar inauguraron un siglo de dominio británico en todo el mundo. Pero en la Primera Guerra Mundial se demostró que Francia y el Imperio Británico no eran capaces de vencer a Alemania por si solos. Estados Unidos era ya una gran potencia y eso no se puede dejar de tener en cuenta para asegurar que fuera cual fuera el resultado de la batalla, no se iba a repetir lo ocurrido a partir de 1805.

Saludos