Españoles de leyenda

La historia se escribe con fuego: todo sobre operaciones militares, tácticas, estrategias y otras curiosidades
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Españoles de leyenda

Mensajepor nasredim » 14 Abr 2011 13:37

No se si alguien escribio algo ya sobre esto, pero bueno me lanzo.

Siempre me llama la atención de lo poco que sabemos de nuestra historia y sobre todo de españoles que realizarón grandes gestas o de extranjeros que lucharon por la gloria de las armas españolas.

Este tema va por ellos y se agradece todas las aportaciones.

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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor nasredim » 14 Abr 2011 13:47

Tomás Geraldino Geraldino.

Tomás Geraldino Geraldino (Jerez de la Frontera, 1754- frente al Cabo de San Vicente, 14 de febrero de 1797)

Oficial de la Armada Española
Miembro de una ilustre y noble familia de origen irlandés afincada en Jerez de la Frontera desde el siglo XVII, entre cuyos miembros destaca su abuelo, el diplomático Tomás Geraldino (Thomas Fitzgerald) Sus padres fueron Francisco Geraldino Barreda e Isabel Geraldino Comins.

Con dieciséis años ingresa en el empleo de guardia marina el cinco de junio de 1770, en la compañía del Departamento de Cádiz.

Hasta alcanzar el grado de brigadier de navío en 1795, con cuarenta y un años, fue pasando por las diferentes escalas. En 1773 ascendió a alférez de fragata, y a alférez de navío tres años después; a teniente de fragata en 1778, para pasar a teniente de navío en 1780 y, seguidamente, a capitán de fragata en 1781, obteniendo en 1782 el de capitán de navío.

Se distinguió en la expedición a Argel de 1775 y en el bloqueo a Gibraltar. Y en 1779 estuvo agregado a la división naval de Cantabria, bajo las órdenes del general D. Ignacio Ponce de León, sirviendo en las escuadras respectivas de los generales Gastón, Córdoba, Langara, conde Esteing y otros jefes del momento.

Su valor iba unido a una inteligencia y saber natural que le permitió desarrollar un original sistema para filtrar agua del mar y hacerla potable. Su aplicación en a los barcos de la Armada se aprobó a partir de 1790.

Entre sus destinos hay que mencionar el de comandante de las fuerzas navales de las costas de Chile y Panamá entre 1790 a 1794.

Tuvo mando en los navíos San Fernando, San Sebastián, y San Nicolás, así como en la fragata Liebre.

Muere a los cuarenta y tres años durante la batalla naval del Cabo San Vicente, en el San Nicolás, que es capturado por Nelson.

Mas información.

http://tr-tr.facebook.com/pages/Tom%C3%A1s-Geraldino-Geraldino/107984155895995

http://www.jerezsiempre.com/index.php?title=Tom%C3%A1s_Geraldino_Geraldino
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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor nasredim » 14 Abr 2011 14:30

Alonso de Contreras

Alonso de Guillén (Madrid, 6 de enero de 1582 – 1641), más conocido como Alonso de Contreras, militar, corsario y escritor español, autor de unas memorias (Vida de este Capitán) que escribió quizá a instancias de su amigo Félix Lope de Vega. Se trata de una de las pocas autobiografías de soldados españoles que militaron en el ejército de los Austrias, y constituye su ejemplo más destacado junto a la Historia verdadera de Bernal Díaz del Castillo.

Alonso de Guillén Contreras fue hijo de Gabriel Guillén y de Juana de Roa y Contreras, casados en el año 1567 en la Iglesia Parroquial de San Miguel, de Madrid. Tomó el apellido de su abuela materna, al alistarse en el ejército. A muy temprana edad (12 ó 13 años), tras acuchillar a un compañero de estudios, que falleció, cumplió un año de destierro en Ávila en casa de un tío suyo, cura de Santiago. Una vez acabada la pena, volvió y su madre le encontró un trabajo como aprendiz en casa de un platero, pero su carácter rebelde lo llevó, a los 14 años, a alistarse en el Ejército de Flandes del Príncipe Cardenal, el Archiduque Alberto de Austria, hacia donde partió el 7 de septiembre de 1597.

Debido a un malentendido con sus superiores, abandonó su unidad para dirigirse a Palermo y embarcarse en las galeras de Pedro de Toledo, que luchaban contra los turcos y los piratas berberiscos. Desde la base de Malta, las naves cristianas se dedicaban a hostigar las poblaciones árabes del Norte de África y el mar Egeo, y a asaltar los barcos. Unas veces actuaban con independencia y otras se agrupaban para misiones de mayor calado. Allí aprendió Contreras el arte de la navegación.

En 1601 recibió el mando de una fragata y se le encomendó vigilar las islas griegas y espiar las actividades de los turcos, cuya lengua llegó a dominar. Alternó estas actividades con el ejercicio del corso. Cabe destacar cómo consiguió infiltrarse en Tesalónica para secuestrar a un judío rico, encargado de recoger tributos para el Gran Turco, y cómo también consiguió capturar a la mismísima amante húngara del Solimán de Catania.

En 1603 consiguió el grado de alférez de infantería.

De carácter mujeriego, tuvo una querida, pero la acabó dejando. Al final se casó en 1606 en Sicilia con la viuda, española, de un Oidor, pero la mató en 1608, junto con un amigo suyo con el que le era infiel. Después de este suceso, vuelve a Madrid para pretender la Sargentería Mayor de Cerdeña.

Después de intentar sin éxito hacer carrera en la Corte, se retira a una ermita cerca de Ágreda, en el Moncayo, como ermitaño, pero lo fueron a sacar de allí en 1609 acusado de ser el cabecilla o rey de una rebelión morisca y fue juzgado por ello. Se alegaba que las armas que encontró en una casa de moros en Hornachos eran suyas, y no se tuvo en cuenta que estaba en cumplimiento de su deber. El hecho de que se retirara al Moncayo jugó en su contra, ya que se pensaba que pretendía hacerse fuerte en un punto estratégico entre Castilla y Aragón. Según el propio Contreras, este episodio le sirvió a Lope de Vega para escribir su obra de teatro El Rey sin Reino.

Aunque salió absuelto, estuvo perseguido hasta que de nuevo partió para Flandes, a la guarnición de Cambrai, en donde sirvió como oficial. Más tarde consiguió licencia para volver al Mediterráneo, con una recomendación para el Maestre de la Orden de Malta. En su camino, fue confundido con un espía y encarcelado como tal en la Borgoña. En 1611 recibió de nuevo el mando de un navío e ingresó en la Orden como novicio.

De carácter pendenciero, se vio envuelto en varios lances que lo llevaron en más de una ocasión a ser detenido. Alcanzó el grado de capitán de infantería, participó en una expedición a las Indias Occidentales y volvió a ejercer de corsario en aguas de Puerto Rico contra sir Walter Raleigh, al que menciona como Guatarral. En 1616 regresó a España para volver a las actividades marítimas en busca y captura de piratas berberiscos, lo que desempeñó con éxito y le valió que los turcos pusieran precio a su cabeza.

Durante un tiempo, actuó como gobernador de la ciudad de El Águila (L'Aquila), al noreste de Roma, con la encomienda de poner orden en ella, ya que se trataba de una población aislada y rebelde. Contreras cumplió con dureza y astucia su cometido. También asistió a una erupción del Vesubio y salvó a un convento de monjas del desastre. En 1630 se retiró del servicio y recibió el título de Caballero Comendador de la Orden de San Juan de Jerusalén o de Malta. Tal vez a instancias de Lope de Vega, caballero de la misma orden nobiliaria, quien le dedicó una comedia y lo tuvo como huésped en su casa, redactó sus memorias, que no fueron publicadas hasta 1900.

Como era preceptivo y habitual en las ocasiones en que se buscaba promoción, escribió varios memoriales relatando sus servicios. Algunos están hoy archivados en el Archivo General de Simancas.

Escribió un derrotero del Mediterráneo que él creyó perdido pero que ha sido recuperado y está publicado. Lleva por título: Derrotero universal desde el Cabo de San Vicente, en el Mar Océano, costeando Cartagena, Cataluña, Francia, Nápoles, Golfo de Venecia, Archipiélago de Levante, Caramania, Natolia, Suria, Egipto, Nilo, volviendo por Berbería hasta Cabo Cantín, Islas de Sicilia, Cerdeña, Mallorca, Candía, Chipre. El manuscrito original se encuentra hoy en la Biblioteca Nacional de Madrid.

Su autobiografía lleva por título literal Vida, nacimiento, padres y crianza del capitán Alonso de Contreras, natural de Madrid Cauallero del Orden de San Juan, Comendador de vna de sus en comiendas en Castilla, escrita por él mismo, y por subtítulo, Discurso de mi vida desde que salí a servir al rey, de edad de catorce años, que fue el año de 1597, hasta el fin del año de 1630, por primero de octubre, que comencé esta relación. El manuscrito original se encuentra hoy en la Biblioteca Nacional de Madrid.

El manuscrito fue descubierto en 1900 por D. Manuel Serrano y Sanz, quien hizo una primera edición que contenía supresiones y errores. Después se han hecho varias ediciones con prólogos y comentarios de diversos autores. La obra fue editada en 1943, con un ensayo preliminar de José Ortega y Gasset, y más recientemente por el hispanista Harry Ettinghausen.

El estilo de su escrito, como afirma el propio autor, Ello va seco y sin llover, y sin embargo es éste el principal aliciente de su narración, que es muy vívida, movida e interesante por todos los conceptos, desde el sociológico al histórico y psicológico.

Una versión cinematográfica fue dirigida por Rafael Gil en 1955, con el título La otra vida del capitán Contreras, con un reparto en el que figuraba, entre otros, Fernando Fernán Gómez. Esta adaptación se fundaba en la novela homónima anterior de Torcuato Luca de Tena, del mismo título, publicada en 1953. El argumento de la novela y de la película difieren notablemente de la autobiografía: el capitán Alonso Contreras es perseguido a muerte por orden del gobernador de Toledo y busca la ayuda de un alquimista, quien lo hace beber una pócima que lo deja adormecido. Cuando despierta, se encuentra en el siglo XX, perseguido en esta ocasión por un periodista.

Enlaces:

http://es.wikipedia.org/wiki/Alonso_de_Contreras
http://es.scribd.com/doc/44626360/Alonso-de-Contreras-Derrotero
Buen documento PDF:

http://www.icorso.com/corsarios/CORSARIOS/PARA%20SABER%20MAS/ElCapitanAlonsodeContreras.pdf
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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor nasredim » 14 Abr 2011 14:37

Diego García de Paredes (padre)

Diego Garcia de Paredes nació en Truxillo el año de 1468, y fue hijo de Sancho Ximen de Paredes, conocido por su valor y la moderación de sus costumbres en los revueltos tiempos de nuestro Henrique IV. No tuvo en su niñez otra educación ni otros juegos que el salto, la lucha, la carrera y los demás exercicios de agilidad y de fuerza: llegado á la juventud, ansioso de guerra y de combates, abandonó su casa, y pasó á Italia, donde la necesidad le obligó á alistarse entre los guardias del Papa Alexandro VI.
Allí estaban entonces Juan de Urbina, Zamudio, el Capitán Pizarro y otros guerreros, todos Españoles, que se ilustráron sobre manera en el discurso de aquellas turbulencias. Paredes, su igual en corazón y ardimiento, descollaba sobre ellos por sus fuerzas personales, que en aquel tiempo tenían todavía mucha influencia en los sucesos de la guerra. Jugando un dia á la barra fue insultado por un Romano; y á pesar del tropel que tomó la parte del ofensor, sin mas armas que la barra, se hizo temblar de todos matando cinco, hiriendo á diez, y maltratando á muchos. Este lance llegado á noticia del Papa y de Cesar Borja, dió a conocer á Paredes, y fue hecho Capitán de una compañía alistada entonces contra los Ursinos.
En esta guerra él fue el primero que asaltó á Montefiascon, rompió con sus manos las cerraduras de las puertas, dió entrada á sus gentes, y desbarató á los enemigos que se habian hecho fuertes en la plaza. Diéronle tanta nombradía esta y otras proezas semejantes, que los Generales parece se disputaban la ventaja de tenerle en sus banderas. Cesar Borja, Próspero Colona, Gonzalo de Córdoba, y Villalba el que arrojó á los Franceses de Navarra, debieron tal vez á él solo sus victorias mas decisivas. Hostía, Cefalonia, Fosara y Faenza le viéron en distintos tiempos ser el primero en el asalto de sus murallas, el mas furioso en la refriega, y el mas activo en su rendición.
Era entonces el tiempo de los desafios. La Europa, apenas salida de la barbarie, daba la reputación de mas bravo á quien salía mas veces vencedor en semejantes combates. ¿Quién en ellos pudiera medirse con Paredes, á quien el arnés mas pesado no agoviaba mas que una gala, y en cuyas manos era un juguete la maza mas robusta? Así salió victorioso en casi todos sus duelos, que fuéron muchísimos, sin tener jamás la afrenta de verse vencido.
Despues de la batalla de Cirinola, en que se desplegáron con tanto brillo sus virtudes marciales, fue á rendir á Canosa, que los enemigos cedieron con condición de que los dexasen retirarse á Melfi. En tanto que la capitulación venia firmada del Gran Capitán, quiso tener el gusto de ver el castillo, fiándose de la lealtad y confianza de los Franceses; pero estos indignos de su nombre, luego que le vieron dormido asaltaron la puerta del quarto en que reposaba con intención de asesinarle. En tal extremidad la indignación y la necesidad le dieron fuerzas para defenderse, hasta que sus soldados sospechando la traición asaltaron la fortaleza, y le libertaron. Victoria mucho mas ilustre todavía con su moderación; puesto que autorizándole ya el derecho de la guerra á dar muerte á los traidores, él los dexó retirarse á Melfi, según les tenia ofrecido.
Ocupaban los Franceses el puente del Garellano, y la habían fortificado con una formidable batería. El General Español intentaba forzarlo, y Paredes le ponía delante las dificultades de la empresa. Ya que no conocéis el miedo, le dixo Gonzalo, no le pongais vos en mí. Paredes despechado se retira á su tienda, coge un montante, y se entra por el puente. Los enemigos no se cuidaron de emplear su artillería en aquel hombre solo, y él hizo señal de querer hablarles. Un considerable número de gente se adelantó á recibirle, y luego que le vió delante de la batería, sacando el montante empezó á lidiar con ellos: los suyos acudieron á sostenerle, y él pudo retirarse de la refriega sin daño alguno, después de una acción tan temeraria.
Reduxo el Ducado de Sora, y tomó á Rosano. Por premio de tantos servicios le dieron á Coloneta, de que el Rey Católico le despojó después para contentar á los Argevinos, sin darle indemnización ninguna. Entonces irritado dexó el servicio de la España; hízose corsario, é infestó los mares. Pero de allí á poco cansado de aquel exercicio volvió á Italia, y asistió á la batalla de Rabena, donde sin poderse valer fue hecho prisionero. Llevábanle los vencedores por un puente, y él sacudiéndose de sus guardas arrojóse al rio, y se salvó á nado. Sirvió al Emperador Maximiliano en la guerra contra Venecia, y vuelto á España militó también en la de Navarra, donde venció á los Franceses. Su muerte acaeció en 1530 de resultas de una caída.
Este guerrero, que por sus fuerzas y sus hazañas renovaba la memoria de Hércules, tenia también como el campeón de la fábula sus accesos de melancolía que le ponían intratable. Acontecíale en semejantes ocasiones apedrear hasta á su mismo hijo, y su muger no pudiendo sufrir este humor atrabiliario, tuvo que separarse de él. En lo demás era humano y comedido, como puede serlo un soldado de su clase. Su generosidad con los infames de Canosa es digna de eterna alabanza; y fueron tales la estimación y respeto que conservó toda su vida por el Gran Capitán, en cuyos laureles había tenido tanta parte, que en medio del palacio, y á oídos del Rey Fernando, nada aficionado a Gonzalo, dió un alto testimonio de su integridad y sus virtudes, haciendo callar á sus envidiosos detractores.
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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor nasredim » 14 Abr 2011 14:39

Duelista invicto: el desafío de Barleta

«Era entonces el tiempo de los desafíos. La Europa, apenas salida de la barbarie, daba la reputación de más bravo a quien salía más veces vencedor en semejantes combates. ¿Quién en ellos pudiera medirse con Paredes, á quien el arnés más pesado no agoviaba más que una gala, y en cuyas manos era un juguete la maza más robusta?».[5] Diego, que fue un hombre muy pendenciero y con un sentido del honor al límite, participó en numerosos duelos a lo largo de toda su vida: desde «cuchilladas» en reyertas de taberna con vulgares fanfarrones y matones hasta duelos concertados, extendidos bajo salvoconducto ante notario, frente a coroneles del ejército español, capitanes italianos o la élite del ejército francés (durante el encierro del ejército español en Barletta, ante la superioridad francesa en las Guerras de Nápoles, se estuvo batiendo en duelo durante sesenta días en liza abierta con caballeros franceses, que llegaron a esquivar las contiendas, a faltar a ellas o a responder que de ejército a ejército se verían en el campo de batalla); todos estos incidentes, que generalmente terminaban con la muerte de uno de los oponentes, tuvieron un vínculo en común: Diego García de Paredes jamás sufrió la afrenta de verse vencido, fue un consumado especialista en este tipo de lances, resultando imbatible para todos sus adversarios. De todos estos encuentros, quizás, el más famoso fue el «desafío de Barletta», en septiembre de 1502, cuando se originó un duelo caballeresco entre el ejército francés y el español, organizándose un torneo: Los franceses se burlaban de los hombres de armas españoles y el asunto alcanzó tal cariz que el 19 de septiembre de 1502 se acordó un torneo, once caballeros franceses frente a once españoles, donde los principales paladines de los dos ejércitos defenderían el honor de su patria. Los franceses dedicaron ciento cincuenta caballeros a un activo entrenamiento, de los cuales habrían de salir los once campeones. En el campo español no hubo preparación alguna, el asunto estaba en las manos del Gran Capitán, quien se encargaría de designar a sus paladines. Entre los franceses, que eran lo mejor de su ejército, se encontraba el célebre Pierre Terraill de Bayard, que ha pasado a la historia como el caballero «sin miedo y sin tacha», el cual gozaba de un prestigio desmesurado entre las tropas francesas, quienes le consideraban el más hábil caballero de armas, sobre todo a caballo, del mundo. Por aquellos días, Diego estaba convaleciente de unas heridas, pero los españoles, al oír que se presentaba el tal Bayard, empezaron a preocuparse y decidieron acudir a su enérgico capitán. El Gran Capitán fue a su cámara y le dijo que era uno de los once elegidos para luchar contra los franceses; Paredes le hizo saber de su estado y le expresó su opinión de que pudiera no dar la talla ante el enemigo al no estar todavía recuperado de sus molestias. El Gran Capitán le replicó que así como estaba, había de ser uno de ellos. Oyendo esto, Diego García se incorporó, pidió sus armas y, mermado aún por sus dolencias, aceptó el reto con la valentía que le caracterizaba. Un batallón de soldados venecianos guardaba el campo donde se había construido una vistosa tribuna, cubierta de banderas, donde se situaron los jueces, así como gran número de damas y caballeros. Los primeros en llegar fueron los caballeros españoles. Tras larga espera, por el lado opuesto, llegaron los once paladines de Francia. A una señal de los jueces hicieron tocar la trompeta, al sonido de la cual arremetieron unos contra otros...en la primera embestida rodaron al suelo cuatro franceses, de ellos murió uno, el que había cruzado armas con Paredes; tras una larga y durísima lucha, los españoles, por fin, tenían la victoria al alcance de la mano; entonces los franceses (todos magullados y doloridos, acorralados, desmontados por sus rivales y en inferioridad numérica), viendo a los españoles venir a rematar la faena, solicitaron detener la disputa, dando a estos por «buenos caballeros» y argumentando que la noche se les echaba encima; a la mayoría de los españoles les pareció conveniente (ya que, pese a llevar la mejor parte, estaban casi todos heridos, igualmente fatigados por la interminable lucha y satisfechos al ver su honor a salvo con sus enemigos prácticamente rendidos) excepto a uno: Diego García de Paredes, quien solo concebía la victoria, no estaba conforme con esta resolución y sentenció que «de aquel lugar los había de sacar la muerte de los unos o de los otros»; entonces, en una demostración más de sus fuerzas prodigiosas, «con muy grande enojo de ver cómo tanto tiempo les duraban aquellos vencidos franceses», viéndose con las manos desnudas tras haber quebrado las armas durante el combate, comenzó a lanzar a los franceses las enormes piedras que delimitaban el campo de batalla, causando grandes estragos, ante el asombro de la multitud, de los jueces y de los propios caballeros franceses, que, no sabiendo donde meterse ante semejante espectáculo hercúleo, «salieron del campo y los españoles se quedaron en él con la mayor parte de la victoria».[6] Sin embargo, los jueces del tribunal dictaminaron tablas, sentenciando que la victoria era incierta, con tal que a los españoles «les fue dado el nombre de valerosos y esforzados, y a los franceses por hombres de gran constancia».[7] No hay duda de que la leyenda de sus hazañas increíbles lo cubrió siempre con un inmenso escudo de respeto entre sus enemigos: tales fueron la admiración, el temor y la desesperación que Diego García de Paredes despertó entre sus rivales que llegó a ganar duelos sin necesidad de batirse, como en el caso de Gaspar I de Coligny (padre del famoso Gaspar de Coligny de las Guerras de religión de Francia), todo un Mariscal de Francia, quien, comprometido ante sus camaradas en aceptar el desafío lanzado por Diego tras un desaire del francés, no tuvo valor para presentarse a la liza donde le esperaba el campeón español, que fue declarado ganador por los jueces. El lenguaraz francés prefirió perder la honra y conservar la vida.
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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor nasredim » 14 Abr 2011 14:43

Diego Hurtado de Mendoza

Hijo del duque del Infantado, don Iñigo Hurtado de Mendoza, el conde de Tendilla inició sus estudios de leyes en Granada, pasando después a Salamanca para ampliar sus conocimientos. Participó en las guerras de Italia y entró en contacto con el Humanismo, convirtiéndose en uno de los nobles más preparados de su tiempo. Carlos I le envió como embajador imperial a Inglaterra en 1537 y dos años más tarde a Venecia. La confianza depositada en don Diego por el emperador iba subiendo en enteros como muestra su participación como delegado imperial en el Concilio de Trento en 1542. Los fracasos de la reunión conciliar le llevaron de nuevo a Venecia, donde pasará los dos próximos años antes de reintegrarse a la asamblea trentina. En 1547 será enviado a Roma como embajador, conociendo en estos momentos a Pedro Mártir de Anglería. En la capital del Papado desempeñó los cargos de gobernador y capitán general de la Toscana, muestra de la importe presencia española en la península italiana. En 1554 se traslada ya definitivamente a la corte para formar parte del Consejo de Estado, siendo recompensado con el hábito de la Orden de Alcántara y con el marquesado de Mondejar.
La posición de don Diego se complicó durante el reinado de Felipe II, siendo desterrado en primer lugar al castillo de la Mota y después a Granada, debido a la complicación de los problemas moriscos en su ciudad natal y a un incidente con Diego de Leiva. Durante su destierro en Granada escribió "Guerra de Granada, hecha por el Rey de España D. Phelipe II, nuestro señor, contra los moriscos de aquel reino, sus rebeldes". Consiguió regresar a la corte madrileña en 1574 donde falleció el 13 de agosto del año siguiente, legando su copiosa biblioteca al Real Monasterio de El Escorial.

http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/personajes/5787.htm
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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor homer » 14 Abr 2011 16:31

un post muy muy interesante pero sabeis perfectamente que no se acabara nunca, por suerte, :wink:
Si en el frente os encontráis a un soldado mal afeitado,sucio,con las botas rotas y el uniforme desabrochado, cuadraos ante él,es un héroe, es un español(Jí¼rgens Comandante General del XXXVIII - Cuerpo de Ejército de la Wehrmacht)

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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor Hectorvillajos » 14 Abr 2011 17:15

Me encanta este tema, amigo Nasredim.
No te dejes en el tientero a CASTO MÉNDEZ NÚÑEZ, el héroe de la campaña del Pacífico :wink:

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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor nasredim » 14 Abr 2011 18:03

Hector va por ti.


Casto Méndez Núñez

Casto Méndez Núñez (Vigo, 1 de julio de 1824 - † Pontevedra, 21 de agosto de 1869) fue un marino y militar español, contraalmirante de la Real Armada Española y héroe de la Guerra Hispano-Sudamericana.

Sus restos mortales fueron sepultados en Pontevedra. Cinco años después de su muerte se trasladaron al panteón de la familia en la capilla de El Real, en Moaña, provincia de Pontevedra, ría de Vigo, donde fueron visitados el 2 de agosto de 1877 por el rey Alfonso XII, decretándose que fueran trasladados al Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz), lo que se realizó el 9 de junio de 1883, conduciendo los restos la fragata Lealtad, uniéndose a los honores la Escuadra británica al mando del almirante Dowell, que se hallaba fondeada en el puerto de Vigo.

Para continuar leyendo:

http://es.wikipedia.org/wiki/Casto_M%C3%A9ndez_N%C3%BA%C3%B1ez

Otros enlaces:
[url]
https://www.lavozdegalicia.es/vigo/2010/ ... 617081.htm[/url]
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/mendez_nunez.htm

Mas información sobre la guerra Guerra hispano-sudamericana.

http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_Hispano-Sudamericana
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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor nasredim » 14 Abr 2011 18:04

homer escribió:un post muy muy interesante pero sabeis perfectamente que no se acabara nunca, por suerte, :wink:



Solo espero el día de poder poner vuestras andanzas. :wink: :wink:

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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor Joseph_Porta » 14 Abr 2011 22:59

:apla: :apla: Nasredim :apla: :apla:
Humildemente mmi aportacion, que valdría igualmente para mi hilo del corso...el irrepetible...CAPITAN TONI

Sacado de http://www.todoababor.es/articulos/bio_antoniobarcelo.htm

DON ANTONIO BARCELÓ
Teniente general de la Real Armada Española.

Esclarecido marino que de humilde clase de marinero, ascendió hasta los primeros puestos de la escala de la Armada, sólo con su espada y su infinito valor y sobre todo con la marina sutil o las pequeñas embarcaciones.

Consiguió que sólo su nombre fuera el terror de los berberiscos y sus hazañas en la mar le dieron fama legendaria; aún circula un dicho, por Andalucía que dice: <<ser más valiente o tener más fama que Barceló por la mar>>.

Nació en Palma de Mallorca el uno de octubre de 1717. Desde muy joven demostró su afición a las cosas de la mar, navegando en los buques que hacían la travesía desde Palma de Mallorca hasta las costas de la península, como simple marinero, por su constancia al fin obtuvo el título de tercer piloto de los mares de Europa.

A los diez y ocho años se le confió el mando de uno de los jabeques que hacían la travesía entre las Baleares y la Península, con el que en varias ocasiones persiguió a los moros que infestaban las costas de la islas.

Su nombre fue subiendo en conocimiento de las gentes y se acrecentó con un combate que sostuvo con dos galeotas argelinas, por cuya acción S. M. se dignó nombrarle alférez de fragata con graduación del seis de noviembre de 1738, contaba con veintiún años de edad, pero con carácter de graduado y << sin derecho a goce de sueldo alguno >>.

jabequebarcelo.jpg


Antonio Barceló, con su jabeque correo, rechaza a dos galeotas argelinas (1738). Pintado por Ángel Cortellini Sánchez, Museo Naval de Madrid.
En 1738 rechazó y puso en fuga a dos galeotas argelinas que le atacaron cuando llevaba de transporte en su jabeque un destacamento de dragones del regimiento de Orán y otro del de infantería de África, acción recompensada por el Rey con la graduación de alférez de fragata de la Armada, el día 6 de noviembre de 1738.
La real cedula de concesión del nombramiento decía:

<< Por cuanto en atención a los meritos y servicios de Antonio Barceló, patrón del jabeque que sirve de correo a la isla de Palma de Mallorca y señaladamente al valor y al acierto, con que defendió he hizo poner en fuga a dos galeotas argelinas que le atacaron en ocasión que llevaba de transporte un destacamento de dragones del regimiento de Orán y otro del de infantería de África....>>.

Siguió con su intrepidez y arrojo practicando otros servicios distinguidos, manteniendo a ultranza las comunicaciones con las Islas y llevando alimentos, cuando las cosechas eran parcas, que ocasionaron el que la población llegara a pasar hambre, paliándola Barceló en lo que le era posible.

Tuvo mucha repercusión el apresamiento por parte de los berberiscos, de un jabeque español; llevaba a doscientos pasajeros, entre ellos a trece oficiales del ejército. Molesto el Rey ordenó armar en Mallorca a sus expensas a cuatro jabeques, dándole el mando al insigne capitán Toni, siendo ascendido a teniente de fragata el cuatro de mayo de 1748.

La división se dirigió a Cartagena, cumpliendo la orden recibida, donde se le iban a incorporar los navíos América y Constante, poniéndose al mando de todos ellos don Julián de Arriaga; en su búsqueda del enemigo el dieciséis de noviembre de 1748, tuvo un encuentro contra cuatro berberiscos, desarrollándose el combate frente a las costas de Benidorm y Altea, enfrentado con los cuatro a su mando, obteniendo una victoria al ponerlos en fuga y muy maltratados.

Al año siguiente la división se desarmó, pasando Barceló a desempeñar sus anteriores labores, que consistían en el traslado de tropas desde la península a las islas y viceversa, sobre todo en las Ibiza y Cabrera.

Pero los combates eran muy frecuentes, pues nuestro mar estaba infestado de naves corsarias berberiscas; estando en el puerto de Figueras de Palma de Mallorca se dio la alarma, de que cruzaba una flotilla enemiga, Barceló como siempre no lo dudó un instante, hizo embarcar a una compañía de granaderos del regimiento África en su jabeque, y se hizo a la mar, se puso en persecución del enemigo, cuando pudo llevar a su vista, se apercibió de que era una galeota de treinta remos y armada con cuatro cañones, iba acompañada por un jabeque pequeño y llevaban como presa a un español el Santísimo Cristo del Crucifijo, le dio caza y lo abordó, a la altura de la isla de Cabrera, que venía persiguiendo desde el cabo Formentor, en este combate fue herido dos veces.

Había sido ascendido a de teniente de navío graduado el cuatro de agosto de 1753. Pero el rey por esta acción tan meritoria, le concedió la efectividad en este grado y su incorporación en el Cuerpo General de la Armada con fecha del treinta de junio de 1756.

jabeque.jpg


Modelo de jabeque (s. XVIII). Núm. de catálogo: 367. Museo Naval de Madrid.
Este tipo de jabeque era como los que empleaba Barceló en sus campañas contra el corso norteafricano. El jabeque era una embarcación exclusiva del Mediterráneo y muy utilizada por los corsarios, y más tarde por la Real Armada para combatirlos dada su gran efectividad. De líneas elegantes y finas era uno de los tipos de buque más rápidos y maniobrables que además poseían una buena potencia de fuego, al menos para sus cometidos habituales de guardacostas y corso. Para ello iban armados con cañones de poco calibre, y con varias piezas en mira o caza de 12, o incluso 18 libras. Fueron tan efectivos que la marina francesa, e incluso la británica, llegaron a contar con varias de estas unidades.
En el año de 1761, ya ascendido a capitán de fragata, se le dio el mando de una división de tres jabeques reales, siendo el de su mando el llamado Garzota.

En este año sostuvo un enfrentamiento en el que apresó a siete de los moros, con sólo los tres suyos, en las costas del Mediterráneo peninsular. El treinta de agosto con sólo su jabeque apresó a otros berberiscos, tomando a treinta de ellos como prisioneros, habiéndole muerto a otros diez en el abordaje.

Al año siguiente con su jabeque, en otro combate rindió a tres enemigos con ciento sesenta turcos; en uno de ellos hizo prisionero al famoso Selim, célebre capitán de aquellos piratas, siendo nuevamente herido en el abordaje, por una bala de mosquete, que le atravesó la mejilla izquierda.

Prosiguieron sus proezas, contra los moros, que eran casi diarias; en julio del año de 1768 batió y apresó en las cercanías del Peñón de la Gomera a un jabeque argelino de 24 cañones, sufriendo en el combate diez muertos y veintitrés heridos.

Hubo un intento de unificar esfuerzos en la lucha contra la piratería, pero no dio sus frutos por falta de la misma, pues entre las potencias cristianas, habían enemigos como el caso de Venecia, que mantenía tratados ocultos con Argel, lo que impedía que la labor se efectuara con eficacia; éste proyecto provenía de Austria, paro dadas las circunstancias fracasó.

También lo intentó una sola nación, en este caso fue Francia, que intento el bombardeo de Larache, pero el fracaso fue rotundo. De toda la cristiandad las únicas decididas a acabar con este goteo de pérdidas, eran España y Malta.

Al mando de seis jabeques, se enfrentó una vez más contra los moros y en esta ocasión apreso a cuatro en la ensenada de Melilla. Como consecuencia de esta acción, el Gobierno le ascendió a Barceló, a capitán de navío, por Real patente de dieciséis de marzo de 1769.

Continuo con su perfecta labor de limpiar la mar de piratas y su nombre continuó ascendiendo, llegando a la celebridad, cuando condujo a Cartagena nada menos que a mil seiscientos moros apresados, poniendo en libertad a más de mil cristianos.

Habiendo sido atacado el Peñón de Alhucemas por los moros, se encargo a Barceló de su socorro, con sus jabeques bombardeo la fortaleza con más de 9.000 bombas, pero el al no llevar artillería gruesa no se pudo dar el asalto, aún así con el fuego de sus jabeques desmontó la artillería ligera enemiga, a pesar de la pérdida de cuatro lanchas y un jabeque, consiguió que los berberiscos levantaran el campo el 23 de marzo de 1775.

Se le puso al mando del convoy que en el año de 1775, hizo la expedición para la conquista de Argel. Este, en su conjunto esta formado por siete navíos, de 70 cañones, doce fragatas de 27, cuatro urcas de 40, nueve jabeques de 32, 3 paquebotes de 14, cuatro bombardas de 8 y siete galeotas de 4, al mando del general González de Castejón, con un total de 46 buques de guerra y 1.364 cañones.

En la travesía el mando del convoy con las tropas del ejército compuesto por unos 18.400 hombres y al mando del general O’Reilly, fue dado a Barceló.

Barceló llevado de su indomable carácter no sólo protegió el desembarco, acercándose lo máximo posible a la costa para que su artillería fuera efectiva, sólo decir que el desorganizado desembarco y las definitivamente erróneas disposiciones posteriores, llevaron a un completo desastre en el que tuvimos no menos de cinco mil bajas, incluidos cinco generales muertos y quince heridos, dejando al enemigo nada menos que quince cañones abandonados y unos nueve mil fusiles; ante este fracaso se ordeno el reembarco, efectuando la misma acción, en unas circunstancias muy desfavorables, tanto que el ejército tuvo que soportar cargas de caballería mora de hasta 12.000 jinetes, lo que hizo la situación insostenible, y sólo no fue un desastre total por la acción de los jabeques de Barceló, que demostró una vez más su valentía, se supo imponer a las circunstancias, salvando de esa forma a muchos, que de no haber sido por su actuación hubieran perecido, a más la honra de las armas españolas.

Su acción le dio gran crédito entre los Navias, Romanas y Villenas y no sólo a ellos sino que el rey le ascendió al grado de brigadier, en el mismo año de 1775.

Pero aun le quedaba la gran obra de su vida, el veinticuatro de agosto de 1779 fue nombrado comandante de las fuerzas navales destinadas al bloqueo de Gibraltar, su fuerza la componían un navío, una fragata, tres jabeques, cinco jabequillos, doce galeotas y veinte embarcaciones menores; y por tierra debía efectuar el ataque el general Martín Álvarez de Sotomayor, fue entonces cuando se le ocurrió la idea de construir las lanchas cañoneras y bombarderas, que tantos éxitos le dieron a él como a los que las comandaban, realizando prodigios nunca pensables, incluido el ataque a los navíos británicos, que en la mayoría de los casos huían enseñándole las popas, recogiendo tanta gloria para las armas españolas y recibiendo una herida. Cuando se le dio el mando del bloqueo y en el mismo día fue ascendido a jefe de escuadra.

Como es bien sabido, las cañoneras nacieron durante el último gran sitio de Gibraltar, gracias a la imaginación del gran Barceló, el hombre que de simple patrón de un jabeque-correo, había llegado a teniente general de la Real Armada por méritos de guerra.

La dificultad para atacar la plaza por mar residía en la más que comprobada inferioridad de los buques de vela y madera, de la época contra las fortificaciones terrestres.

Nelson afirmaba a este respecto, que un cañón en tierra en un buen reducto valía diez embarcados, y eso a igualdad de proyectiles, pues desde tierra era fácil responder al atacante con <<balas rojas>> o granadas, que por su peligrosidad estaban casi totalmente descartadas en los buques.

Para bombardear la plaza ideó el marino mallorquín armar con una pieza de a 24 (casi la de mayor calibre de la época, pues las más pesadas eran de 32 ó 36 y sólo en las baterías bajas de los navíos) o con un mortero, grandes botes de remos.

Para proteger a la dotación se las dotó de un parapeto plegable forrado por dentro y fuera, de una capa de corcho. Median cincuenta y seis pies de quilla, dieciocho de manga y seis de puntal, con catorce remos por banda, la pieza mencionada giratoria, con una gran vela latina y su dotación de una treintena de hombres.

Muchos opinaron que tales botes no podrían soportar el peso y mucho menos el retroceso de la enorme pieza, pero las experiencias probaron que tales temores eran infundados. Barceló desarrolló su idea proporcionando a las lanchas un blindaje de hierro, que las cubría hasta por debajo de la flotación.

Pero pronto se pudo observar que tales precauciones eran exageradas, pues, dado los limitados recursos de puntería de la época, resultaba poco menos que imposible acertar a las pequeñas lanchas cuando atacaban de proa, mientras que éstas tenían muchos menos problemas para batir blancos mucho mayores.

El mejor juicio sobre su efectividad vino del enemigo, y no pudo ser más concluyente, según el capitán Sayer:

<<La primera vez que se vieron desde nuestros buques causaron risa; mas no transcurrió mucho tiempo sin que se reconociese que constituían el enemigo más temible que hasta entonces se había presentado, porque atacaban de noche y eligieron las más oscuras, era imposible apuntar a su pequeño bulto.

Noche tras noche enviaban sus proyectiles por todos lados de la plaza. Este bombardeo nocturno fatigaba mucho más que el servicio de día. Primeramente trataron las baterías de deshacerse de las cañoneras disparando al resplandor de su fuego; después se advirtió que se gastaba inútilmente las municiones>>.

Prestó otros servicios, que como siempre honraron a su persona, tanto al general como al soldado, que siempre llevó dentro.

Con tantas fatigas y la vida tan azarosa que es siempre la mar, él fue siempre el primero en los peligros, siendo un modelo de firmeza y de lealtad. (Cosa que otros no hicieron con él, pues era un poco despreciado por los que provenían de las academias de guardiamarinas y él era un simple navegante, de la marina mercante, de ahí el que el pueblo le tuvieran en gran estima, no guardaba las etiquetas, como otros que venían de pruebas de pureza de sangre).

A tanto llegaron las habladurías y comentarios, que llegó a estar entredicho el que fuera o no capaz de tener el mando, por lo que el rey relevó a Martín Álvarez de Sotomayor, por el duque de Grillón que llevaba unas instrucciones reservadas, para que calibrase la capacidad de Barceló como general.

Cuando el duque conoció a Barceló, decidió recomendarle para el ascenso a teniente general, como queda demostrado en la carta que dirigió a Floridablanca, a pesar de su sordera y su ancianidad, que era sobre todo en lo que se basaban las acusaciones, tan vilmente vertidas sobre su persona, por sus detractores.

Por real título del trece de agosto de 1783, fue ascendido a teniente general, la escuadra al mando de Barceló zarpó el uno de julio de 1783 de Cartagena; la componían cuatro navíos, con insignia en el Terrible de 70 cañones, cuatro fragatas, nueve jabeques, tres bergantines, tres balandras, cuatro tartanas, cuatro brulotes y lo que va a ser decisivo, diecinueve cañoneras con cañones de a 24, veintidós bombarderas con morteros y diez de abordaje, lanchas que servían de escolta a las anteriores por si eran abordadas por embarcaciones enemigas con superior dotación. A la escuadra se unieron dos fragatas de la Orden de Malta; con un total de 14.500 hombres en las dotaciones y 1.250 cañones.

Tras una penosa travesía, dificultada por vientos y mares contrarios, la escuadra fondea frente a Argel el día 26; esperando una mejora del tiempo y haciendo los preparativos llega el 1 de agosto, día en que a las 1430 horas, se rompe el fuego contra la plaza.

Las diecinueve bombarderas forman en línea avanzada junto con la falúa en la que embarca Barceló; a los costados están las cañoneras y las de abordaje, por si las embarcaciones enemigas intentan un contraataque, más atrás dos jabeques y dos balandra; el resto de la escuadra no toma parte en el bombardeo.

Al poco salen del muelle veintidós pequeños buques enemigos, entre ellos nueve galeotas y dos cañoneras, que no tardan en ser rechazadas por el fuego de los españoles.

Hacía las 1630 horas las lanchas españolas han consumido todas sus municiones y se ordena el alto el fuego.

Los atacantes han disparado unas 375 granadas y 390 balas de cañón (éstas sobre todo contra los buques de la defensa), provocando dos grandes incendios en la ciudad, de los que uno se prolonga toda la noche.

Los argelinos han disparado unas 1.436 balas y 80 granadas, que no han causado sino dos heridos leves en las cañoneras españolas.

El balance no puede ser mejor, pues aunque no se ha optado por un bombardeo nocturno, como en los ensayos de Gibraltar, la fuerza atacante apenas ha sufrido daños del fuego enemigo y desde luego, los ha causado muy serios.

Y así, con pocas variaciones se producen otros ocho ataques, uno el día 4, dos el 6, dos el 7 y dos más el día 8, lanzándose un total de 3.752 granadas y 3.833 balas contra la ciudad y sus defensas.

Según fuentes neutrales, entre las que se hallaba el cónsul francés, el pánico se apoderó de parte de la guarnición y de toda la población, quedando destruidas no menos del diez por ciento de las viviendas y muchas más afectadas, numerosas fortificaciones, buques y cañones, más fuertes pérdidas humanas.

En cuanto al fuego de la defensa, no menos de 11.280 balazos y 399 bombas sólo han causado veinticuatro muertos y veinte heridos entre las dotaciones atacantes, y aún esas pérdidas de deben casi por entero a un golpe afortunado, cuando el día 7 por la tarde una bomba hizo volar a la cañonera número uno, con veinte muertos, incluido su segundo, el alférez de navío Villavicencio, y once heridos, entre ellos su comandante, el teniente de navío Irisarri.

Como en un gesto de desafío, cinco corsarios argelinos apresaron cerca de Palamos, en septiembre de 1783, a dos polacras mercantes.

Pero no es más que un gesto, los preparativos son incesantes: se apresta una nueva fortaleza con cincuenta cañones, se reclutan cuatro mil soldados turcos voluntarios que arriban en buques neutrales, llegan <<asesores>> europeos para ayudar en las fortificaciones y baterías, se han preparado no menos de setenta embarcaciones entre goletas y cañoneras para rechazar a las españolas, etc. etc., incluso el dey ha ofrecido una recompensa de mil cequíes al que aprese una embarcación de la escuadra atacante.

Barceló activa sus preparativos en Cartagena, ahora su escuadra constará de cuatro navíos, con insignia en el Rayo de 80 cañones, cuatro fragatas <<dos de ellas desarmadas y utilizadas como almacén de pólvora y municiones>>, doce jabeques, tres bergantines, nueve más pequeños, y la fuerza atacante: veinticuatro cañoneras con piezas de a 24, ocho más con una de a 18, siete con calibres menores para abordaje, veinticuatro con morteros y ocho obuseras, con piezas de a 8.

Pero esto no es todo: la expedición adquiere un cierto aire de cruzada, por lo que cuenta con el apoyo de la Armada de Nápoles <<entonces tan íntimamente unida a la española>>, que bajo el almirante Bologna aporta dos navíos, tres fragatas, dos jabeques y dos bergantines; la de Malta, con un navío, dos fragatas y cinco galeras y la de Portugal, al mando del almirante Ramírez de Esquivel, con dos navíos y dos fragatas, si bien ésta llega tarde y ya en plenos bombardeos.

Tras una solemne advocación de la empresa a la Virgen del Carmen, la escuadra zarpa de Cartagena el 28 de junio de 1784, llegando a Argel el 10 de julio.

El día 12 a las 0830 horas se rompió el fuego, sosteniéndolo hasta las 1620, intervalo en el que se lanzaron una 600 bombas, 1.440 balas y 260 granadas, contra 202 bombas y 1.164 balas del enemigo.

Se observaron grandes destrozos y un gran incendio en la ciudad y fortificaciones, y se rechazó a la flotilla enemiga, de 67 unidades, causando la voladura de cuatro de ellas.

Las bajas atacantes se redujeron a seis muertos y nueve heridos, más por accidentes con las espoletas a bordo que por fuego enemigo, aumentadas tristemente y de forma accidental con la voladura de la cañonera número 27, mandada por el alférez de navío napolitano don José Rodríguez (muy italiano el apellido ¿no?).

Y así durante siete ataques más, sin incidencias dignas de mención, salvo que en uno de ellos un disparo de la defensa alcanzó la flotación a la falúa desde la que Barceló dirigía el bombardeo, echándola a pique, en esta ocasión estuvo muy cerca de perder la vida, acudió en su ayuda su mayor general don José Lorenzo de Goicoechea, no sufriendo herida alguna y transbordándose inmediatamente a otro bote, desde el que continuó dando órdenes sin dar mayor importancia al incidente.

Al fin, el 21 de julio se decidió poner fin al ataque, tras haber disparado más de 20.000 balas y granadas sobre el enemigo, y tras haber perdido unos cincuenta y tres hombres y resultado heridos otros sesenta y cuatro, en los ocho ataques, buena parte de ellos, como sabemos, debidos más a accidentes que al fuego enemigo, aunque resultó evidente que en esta ocasión las defensa eran más fuertes.

Sin embargo fue tanta la oposición de los moros y del Dios Eolo, que también se puso de su lado, aunque ya había hundido o incendiado a la mayoría de los buques enemigos, pero no obstante el viento contrario obligó a que nuestro general diera la orden de regresar de nuevo a Cartagena.

Consiguiendo con estas dos expediciones, que en la primera Trípoli se aviniera a la paz con España y en la segunda, la firmaron Argel y Túnez, con la visita de Mazarredo, para este fin.

El rey, después de tantas glorias, se sirvió concederle el sueldo de teniente general, que era el que debía estar cobrando, porque el grado ya lo tenía, pero no era así y al fin lo consiguió, siéndole concedida la condecoración de Real Orden de Carlos III.

Hubo por aquel tiempo, con gracejo típico andaluz una copla que decía:

Si el rey de España tuviera
cuatro como Barceló,
Gibraltar fuera de España
que de los ingleses no.

Continuó don Antonio Barceló al mando de las fuerzas de mar y de tierra en Algeciras, durante el bloqueo de Gibraltar y como siempre, demostrando su valor y denuedo extraordinario, en varios enfrentamientos que hubieron.

Habiendo regresado a su tierra a descansar de sus anteriores combates y ya contando con 73 años de edad, llegó la fragata Florentina trayendo ordenes del ministro de marina Valdés para que se pusiese al mando de una escuadra, para llevarle a Algeciras donde se estaba organizando, con la misión de socorrer a Ceuta y bombardear Tánger, para levantar el sitio que los moros estaban dando a Ceuta, saliendo de Palma el veinticinco de noviembre y llegando a Algeciras, el siete de diciembre, una vez más obedeció las órdenes sin preguntarse nada y demostrando que como siempre, su valor y gallardía, estaban dispuestos en todo momento a darlo todo por su patria.

A su llegada el enfrentamiento había terminado, anunciándose la llegada a Madrid de unos enviados por el sultán, para tal propósito.

Barceló, ante esta nueva situación, arrió su insignia de la fragata Florentina, pero por su conocimiento del carácter de los musulmanes, no quedó contento con este fin tan a desuso para él, por lo que se embarcó en un jabeque y se dirigió a Ceuta, allí estudió las posiciones enemigas, situadas alrededor de la ciudad, previendo el que las cosas no fueran tan bien como parecía y si por acaso se tenía que actuar de otra manera, lo mejor era inspeccionar lo mejor posible todas las posibilidades de defensa.

Efectivamente sus previsiones se cumplieron, las negociaciones fracasaron y se declaro la guerra. Pero como ya había ocurrido, las intrigas consiguieron que no se le diese el mando de la escuadra y eso que se le había llamado expresamente para ello, dándole el mando al general Morales de los Ríos, jefe de las fuerzas navales del Mediterráneo.

Molesto por esta discriminación arbitraria, lo puso en conocimiento del Rey, quien con fecha cuatro de enero de 1792, ordenaba se le diese el mando de la escuadra reunida en Algeciras, que esta compuesta por las fragatas Perpetua y Santa Rosalía, las dos de 34 cañones, los jabeques San Blas, San Leandro, y África, con cuarenta y cuatro lanchas distribuidas en tres divisiones y una flotilla de buques menores.

El invierno fue muy duro, con temporales que obligaban a estar en puerto, además el sultán había fallecido en un combate contra su hermano Muley Jehen, lo que unido a la imposibilidad de efectuar lo previsto, el día doce de junio se firmó el decreto de disolución de la escuadra.

Barceló, afligido se volvió a su tierra; durante unos meses se había propuesto dar una lección más a los berberiscos, a los que tan bien conocía, pues no en balde llevaba toda su vida peleando contra ellos y como reflejan unas cartas, en las que se expresa así: <<Sólo con las lanchas espero dar una victoria muy completa y gloriosa, mediante el favor de Dios...>>; en otra dirigida al Rey le dice: << Como autor de ellas [las lanchas], nadie sabrá darles el valor que tienen mejor que yo; y siendo su manejo inmediato, el puesto más arriesgado es el que yo apetezco en servicio de V. M. y honor de la Nación>>. Hemos de pensar que él no las había utilizado a su entera satisfacción en el sitio de Gibraltar, por aquel otro invento de baterías flotantes ignifugas, pero que ya sabemos como resultó, a pesar de estar inventadas por un francés D’Açon, dejando su invento (las cañoneras) fuera de todo concurso, lo que imagino también le produjo un malestar importante.

Como el problema no se había solucionado, al poco tiempo hubo de comenzarse la guerra, pero Barceló ya no fue llamado y por lo tanto no esta al mando de este nuevo episodio.

Se le dio el mando y se puso al frente de la escuadra al general Morales de los Ríos, que aunque no consiguió muchas victorias, si lo hizo bien frente a Tánger, lo que le supuso ganar el título de conde. Cosa que nunca sucedió con Barceló, habiéndolo hecho bien toda su carrera militar, pero los títulos eran para como mínimo los hijodalgos, la plebe sólo estaba destinada, por muy alto que llegara a morir por su patria.

Cito textualmente un punto de su biografía, compuesto por don Carlos Martínez-Valverde.

<< Fue Barceló un general muy discutido en su tiempo. No tuvo muchos amigos entre los jefes de la Armada, pero contaba con numerosos émulos. Contribuía a ello seguramente su tosquedad en el hablar y lo brusco de sus modales, como también la expresión de suspicacia que le hacía tener su sordera, defecto que le ennoblecía por haber sido causado por el estampido de los cañones. Su cara tampoco era muy atrayente, sobre toso después que la cruzó la cicatriz de una de sus herida. Su instrucción se limitaba a saber escribir su nombre. Pero si bien no tenía muchas simpatías entre los jefes, era en cambio el ídolo de sus marineros. Con ellos se mostraba cariñoso y afable y les trataba con familiaridad, no obstante ser con ellos exigente hasta el extremo, cuando la ocasión lo pedía.

En todo el litoral mediterráneo gozaba de una popularidad por nadie superada. El conde de Fernán Núñez se expresaba con respecto a él:

<<Aunque excelente corsario, no tiene ni puede tener por su educación las cualidades de un general>>.

No obstante, es indudable que su inteligencia y su fina percepción suplían la falta de cultura general. Su preparación en el terreno de la experiencia era grande, pues se basaba en el ejercicio de la mar y de la guerra, es decir, en lo real de la profesión.

En ésta era todo diligencia, vigilancia y serenidad, destreza y pericia en las maniobras, y sobre todo tenía un valor ardoroso que comunicaba a los que le rodeaban, por difíciles que fuesen las circunstancias. Completa este retrato moral el decir que Barceló, poseía un corazón bondadoso y noble>>.

De estas dos cualidades últimas es de donde se entiende, que soportara durante tantos años los desatinos de sus jefes primero y después de sus compañeros, pero esto suele ocurrirle a todos aquellos, que son como lo retrata Martínez-Valverde, cuantos como Barceló han habido, que habiéndolo dado todo por la patria, se han visto en el más absoluto ostracismo.

Ya en su retiró de Palma de Mallorca, inducido por las ya comentadas envidias y bajas acusaciones, que sobre él circulaban e intentando rebajar siempre el verdadero mérito y esto en los últimos días de su vida, debió de hacerle mucho daño, incluso acelerar su fin.

Falleciendo en Palma de Mallorca el día treinta de enero de 1797 a los ochenta años de edad, reposando sus cenizas en una iglesia de la ciudad.
Última edición por Joseph_Porta el 14 Abr 2011 23:32, editado 1 vez en total.
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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor Joseph_Porta » 14 Abr 2011 23:12

Y otro de nuestros MAS grandes héroes...

DON BLAS DE LEZO

Leer aquí: http://www.silvela.org/kermit/cuentos/blas%20de%20lezo.pdf


Y aquí:
http://www.todoababor.es/articulos/bio_lezo.htm
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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor pablo1984 » 14 Abr 2011 23:25

No hace mucho andaba pensando en iniciar un post similar, con permsio me gustaría hablar del gran Viriato, pero eso será mañana por que hoy...
Los españoles son el único pueblo mediterráneo verdaderamente valiente e inmediatamente organizarí­an guerrillas en nuestra retaguardia. No se puede entrar en España sin permiso de los españoles.

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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor nasredim » 14 Abr 2011 23:25

Gracias Porta por tu ayuda. :apla: :apla: :apla: :apla:

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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor nasredim » 14 Abr 2011 23:26

pablo1984 escribió:No hace mucho andaba pensando en iniciar un post similar, con permsio me gustaría hablar del gran Viriato, pero eso será mañana por que hoy...


Te queda reservado Viriato, esperamos tu ayuda. :apla: :apla: :apla:

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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor Joseph_Porta » 14 Abr 2011 23:36

nasredim escribió:Gracias Porta por tu ayuda. :apla: :apla: :apla: :apla:

A mandar, Nas...¡¡¡Desperta Ferro!!!!!!
:apla: :apla: :apla: :apla: :apla: Esos serán los siguientes... :twisted:
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Re: Españoles de leyenda

Mensajepor nasredim » 14 Abr 2011 23:37

Tenía dudas si incluir a Quinto Sertorio, al que en algunos sitios llaman el segundo Viriato.

Pero aunque en mi opinión uso a los iberos en su beneficio es indudable su influencia en la lucha de los lusitanos y demas tribus contra Roma.

Quinto Sertorio

Quinto Sertorio, en latín Quintus Sertorius (Nursia, 122 a. C. - Osca, 72 a. C.), fue un destacado político y militar romano de la época final de la República, célebre por el movimiento antisilano que dirigió en Hispania. Posteriormente fue mitificado como héroe nacional de España.

Perteneciente a una familia humilde aunque relacionada con la aristocracia republicana a través de su tío, Cayo Mario, sirvió a las órdenes del mismo durante la Guerra de Yugurta y durante la Guerra Cimbria, donde se labraría cierta fama como militar. Su carrera política comenzó cuando fue nombrado tribuno militar (97 a. C.) y destinado a Hispania, donde sirvió a las órdenes de Tito Didio; aquí mostró de nuevo sus habilidades militares llegando a ser condecorado con una corona gramínea (93 a. C.) tras derrotar a unos rebeldes en Cástulo.

En 90 a. C. fue elegido cuestor de la Galia Cisalpina. Tras expirar su tiempo en el cargo combatió en calidad de legatus durante el transcurso de la Guerra Social. Cuando estalló la guerra civil entre su tío y su antiguo lugarteniente, Sila, se declaró aliado del primero; no obstante, siendo nombrado pretor por el régimen de Cinna y Carbón, se trasladó a Hispania antes de que los conservadores tomaran la capital.

Tras ser nombrado dictador por el Senado, Sila decidió acabar con el último vestigio del régimen rebelde que aún se resistía a someterse a su persona; para ello enviaría a dos de sus comandantes más hábiles y leales, Metelo Pío (79 a. C.) y Pompeyo (76 a. C.).

La llegada de este último inclinaría la balanza bélica a favor de los conservadores que, en una campaña conjunta acabaron con casi toda la resistencia (74 a. C.). Estas últimas derrotas dieron pie a la concepción de una conspiración liderada por Marco Perpenna que acabó con su vida en 72 a. C. El propio Perpenna asumió el liderazgo del régimen rebelde, al que Pompeyo aplastó pocos meses más tarde.

Sertorio nació en Nursia (Sabinia) hacia el año 122 a. C., en el seno de una familia ecuestre, y pronto destacó como buen orador. Sin embargo, su prestigio le vendría a raíz de sus valerosas intervenciones militares -a las órdenes de Cayo Mario- en las batallas de Arausio (105 a. C.) y Vercelae (102 a. C.) contra los cimbrios. Según las fuentes, en este año Sertorio había entrado en el territorio de los teutones para conocer sus movimientos aprovechando sus conocimientos de la lengua celta. Posteriormente sirvió como tribuno militar en Hispania bajo Tito Didio (97 a. C. a 93 a. C.), ganando una corona gramínea al reprimir un motín militar en Cástulo.

En 90 a. C. fue nombrado cuestor, permaneciendo en la Galia Cisalpina. Poco tiempo después tomaría parte en la Guerra Social en calidad de legado. Durante la Primera Guerra Civil se declaró enemigo de Sila, mandando, según nos dice Apiano, una de las cuatro legiones que ocuparon Roma bajo el gobierno de Mario y de Cinna.

No obstante esta colaboración, se mostró contrario a las ejecuciones que siguieron al establecimiento de dicho gobierno. A los cinco días del comienzo de éstas, Sertorio ordenó a sus tropas (mucho más disciplinadas que las de Mario, que se habían reclutado entre gladiadores, esclavos y demás) aniquilar a los libertos responsables de las atrocidades, acción que Mario se tomó con sorprendente calma, sin tomar represalia alguna.


Para saber mas en:

https://es.wikipedia.org/wiki/Quinto_Sertorio[/quote]

Otros buenos enlaces:
https://www.eloscense.com/blogoscense/20 ... -sertorio/
https://historia.libertaddigital.com/qui ... 38176.html
https://aventuraenlatierra.blogspot.com/ ... panol.html
https://www.biografiasyvidas.com/biograf ... rtorio.htm
Última edición por nasredim el 14 Abr 2011 23:42, editado 1 vez en total.


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