Un poco de historia

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Brasilla
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Un poco de historia

Mensajepor Brasilla » 23 Mar 2018 11:57

[b]Historia de Cataluña I[/b]


Vamos a empezar este hilo sobre la historia de España, con una pequeña serie de artículos dedicados a las mentiras del nacionalismo catalán, ya que cada vez que oigo una aseverqación de la existencia de reinos catalanes o paises catalanes, me silban los oídos. Me parece una postura muy fácil y ventajista por parte de los políticos nacionalistas catalanes que pretendan inventarse una historia que no tienen, unos símbolos que no les pertenecen y que además quieran hacer creer a todos de su veracidad gracias a la posición privilegiada que ostentan con el dinero de todos los «españoles».

La verdad es que me da completamente igual lo que piensen y lo que hagan, que se lo crean de verdad o no se lo crean en absoluto, que les aguanten sus votantes ellos sabrán, pero cuando quieren contar la historia como les hubiese gustado que fuera en lugar de cómo fue, eso es otra cosa, que pretendan adoctrinar a los jóvenes con unos hechos que no existieron dice muy poco a su favor.

El primero al que me referiré es el mito de la famosa bandera de las cuatro barras que comparten Aragón, Valencia, Baleares y Cataluña, y en contra de lo que creen no es catalana.

A pesar de que Rovira i Virgili, Presidente del Parlamento de Cataluña en el exilio entre 1940 y 1949, dijera que: "La Unió catalano-aragonesa adoptà l'enseya catalana de les quatre barres vermelles". Esto es totalmente falso. El origen de la bandera es aragonés ya que representaba a la Casa Real de Aragón y el primer rey en usarla fue Alfonso II el casto. La famosa leyenda de que su creador fue Wifredo el velloso es todavía más inverosímil. Hasta la unión con Aragón el emblema de los condes de Barcelona era precisamente la Cruz de San Jorge —una cruz en gules sobre campo de plata—, casualmente como Castilla.

Los autores catalanes del medievo, entre ellos Muntaner, describen a la bandera cuatribarrada como «la senyal real d'Aragó», nunca dijeron que fuese «l'escut» de Catalunya como sostienen los nacionalistas.

Se pongan como se pongan los nacionalistas nunca hubo ningún rey catalán ni existió ningún Estado catalán, por lo menos en España, los reyes fueron los reyes de Aragón y al Reino de Aragón es al que perteneció el Condado de Barcelona que, además, no representaba a la Cataluña actual ya que entonces estaba formado por más condados dependientes que la extensión que tiene actualmente

Pero lo más importante es que de la bandera cuatribarrada tiene su origen la bandera de España. La bandera de la Marina Real, al inicio del reinado de Carlos III, era de color blanco y éste rey la cambió por otra que se distinguiese mejor en altamar, se pensó en la del reino de Aragón, pero como tenía las barras muy estrechas y no se distinguían bien, se ensancharon las franjas y la amarilla se hizo doble que las rojas.

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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Un poco de historia

Mensajepor Brasilla » 23 Mar 2018 12:03

Historia de Cataluña II


Las mentiras del nacionalismo catalán (II)

Otro mito de los grandes es el de la Sardana, el baile "nacional" de Cataluña que según el nacionalismo es una danza de raíces helénicas y está vincula al antiguo folclore catalán. Pues nada más lejos de la realidad, lo de la "sardana" es un mito y de los "gordos", ni tiene origen helénico, ni es folclore y no es ninguna tradición catalana.

Pues resulta que según el catalanismo, la sardana es el baile nacional de Cataluña y su creador, un tal Pep Ventura, músico de Figueras, es un mito nacionalista. Lo que está demostrado es que todo esto es un montaje y la biografía del susodicho Ventura está reescrita. Su biografía es la siguiente:

El músico inventor de la sardana se llamaba José María Ventura Casas, natural de Alcalá la Real, provincia de Jaén, nacido el 2 de febrero de 1817. Su padre, Benet Ventura, ampurdanés, era cabo primero del Ejército, y se encontraba destinado en Andalucía en misiones de represión del bandolerismo, tras la Guerra de la Independencia Española. En 1819,la familia se traslada a Rosas, al ser destinado a esa localidad su padre. Muerta su madre de tuberculosis, cuando tiene 6 años y mientras su padre es destinado a Tarragona, José se queda a vivir con su abuelo, sargento en la Compañía de Rosas. A la edad de 13 años se traslada a vivir con su padre a Figueras, cuando éste deja la vida militar. A los 15 trabaja como aprendiz de sastre en el taller de Joan Llandrich quien además de sastre es también militar y director de la Cobla de Figueres, con cuya hija María se casaría en 1837. Mientras tanto también ha aprendido a tocar diversos instrumentos y solfeo ejerciendo en la cobla, primero de músico y después, en 1848 como director.

Se le considera el «padre de la sardana» por la profunda transformación que imprimió a estas composiciones, basada en la inclusión de nuevos instrumentos, especialmente la tenora desde 1840 y su disposición en la cobla, que imitarán otras formaciones musicales de este tipo.

Su actuación ante la reina Isabel II de España en el Monasterio de Montserrat junto a otros artistas de la Renaixença le consagran como una figura en el mundo cultural catalán.

Enviuda en 1864 y en honor de su esposa María compone la sardana "Per tu ploro" (Por ti lloro) que se estrenará en Cabanes, en la provincia de Gerona en 1875 unos meses antes de su muerte.

Para Josep Playà Maset, el catalanismo convierte la sardana en el baile “nacional” de Cataluña y al músico Pep Ventura en un mito, reinventando su biografía y proscribiendo algunas sardanas inspiradas en zarzuelas y óperas de moda, proscritas sólo porque no encajaban en el discurso más purista del catalanismo”.

La exposición: “Pep Ventura antes del mito: cuando la sardana era un baile de moda” (2009), de Anna Costal, rompe con este discurso tradicional. Recupera la música de Ventura sin áureas míticas ni legendarias: partituras musicales como la “Sardana de la Sonàbula” que recoge fragmentos de una ópera de Bellini estrenada en Figueres el año 1866, y también de otras inspiradas en zarzuelas, como por ejemplo “La cançó del 6 d´octubre”. Se presenta a Pep Ventura en el contexto de su época y, a ras de su biografía, superando la idealización a la que había sido sometido.

Stanley Brandes considera que la sardana no puede entrar en la clasificación de folclore, ya qué los bailes folclóricos “se aprenden y se transmiten de modo informal, no a través de clases organizadas, no gratuitas, patrocinadas, como sucede con la sardana. Así mismo, las danzas folclóricas experimentan una evolución indudable, a pesar de ser imperceptible... En cambio, la sardana ha quedado fosilizada desde hace un siglo en diversas variantes de una secuencia invariable, idealmente perfecta de movimientos. Ciertamente, este tipos de estandarización no es característico de ningún tipos de folclore, ni tan solo del baile”.

Podemos resumir diciendo que La sardana es un invento de mediados de siglo XIX, no tiene orígenes más lejanos. El nacionalismo de derechas del momento busca la creación e institucionalización de nuevos mitos y nuevas tradiciones para una Cataluña moderna y soberana. Se justifica así la invención de una «sardana tradicional», un baile y una música de moda en aquel momento, con vínculos con la zarzuela y la opereta italiana, que se somete a un proceso de mitificación por razones políticas e ideológicas e inventándose unas raíces que se remontan a la antigua Grecia.

Al mismo tiempo, se fue forjando el mito de Pep Ventura mediante la idealización histórica, literaria y musical, se tergiversa conscientemente su imagen, y se llega a proscribir buena parte, la mayoría, de su obra musical por "poco catalanista".

Como vemos es origen de la Sardana es otro mito que es interesante conocer, las tradiciones inventadas e impuestas a frotamiento duro no terminan de cuajar del todo en el conjunto de la población, a excepción de sus impulsores, y hoy en día hay muchas voces en contra de que la sardana sea considerada el baile nacional catalán cuando hay otros bailes y cantos con mayor tradición y arraigo.

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Re: Un poco de historia

Mensajepor Brasilla » 23 Mar 2018 12:08

Historia de Cataluña III


Las mentiras del nacionalismo catalán (III)


Otra de las grandes mentiras del nacionalismo catalán y que se cae por sí sola, solo hay que leer "bien" la historia para darse cuenta de ello, es la de que la Diada "día nacional de Catalunya", es el símbolo de la resistencia nacional catalana contra el imperialismo castellano. Según el nacionalismo catalán, "el centralismo y el espíritu colonizador de Castilla hacia Cataluña se fue intensificando hasta que en 1714, durante la Guerra de Sucesión, Castilla y Francia aliadas, vencieron a Cataluña, Inglaterra y Austria". Esto es simplemente mentira y totalmente falso.

El 1 de noviembre de 1700 moría Carlos II declarando como sucesor al Duque de Anjou, Felipe de Borbón, hijo segundo del Delfín de Francia y nieto de Luis XIV. El nuevo rey, Felipe V, de tan solo 17 años de edad, entró en España el 22 de enero de 1701 por Irún, llegando a la Villa y Corte de Madrid el 18 de febrero donde se alojaría en el Palacio del Buen Retiro, aunque la entrada oficial y triunfal no tendría lugar hasta el 14 de abril de ese mismo año. Comenzaba el reinado del primer Borbón en España.

La postura de Cataluña, y del resto de España, hacia el nuevo Rey fue de gran apoyo. Las manifestaciones populares y oficiales en su favor fueron generales y la literatura panegirista exaltó al nuevo monarca y a la nueva dinastía, salvando incluso el hecho de que Felipe V fuese francés. Así, el catalán Raymundo Costa escribía en su “Oración panegírica” (1701):

“Felipe quinto para Cataluña no es extraño, sino patricio, Natural, y buen Catalán, quando la Sangre Real, que alienta sus venas ha salido de los cristales transparentes de esta perenne y clara fuente de Nobleza del Principado de Cataluña”.

Por su parte, el también catalán Francesc Brú señala en su “Lamentación fúnebre” (1700):

“el Rey es español por más que haya nacido en Francia. Porque los reyes toman la naturaleza de la Corona, no de la cuna; de los reinos en que mandan, no de las tierras en que nacieron [...] venga a España el serenísimo Felipe de Francia y será más español que nosotros, pues a nosotros nos hizo españoles la tierra, y a Felipe el Cielo, a nosotros la cuna y a Felipe la Corona”.

Del 24 de septiembre de 1701 al 8 de abril de 1702, Felipe V visita Cataluña, con el objetivo principal de la celebración de Cortes. Cataluña esperaba llena de expectación la primera visita del nuevo Rey, una visita especialmente esperada, pues hacía setenta años, desde que en 1632 lo hiciera Felipe IV, que un soberano español no visitaba el Principado.

A medida que el Rey se iba acercando a la capital catalana aumentó el número de personalidades que se adelantaban a recibirle y darle la bienvenida: Universidad de Barcelona, oidores del General de Cataluña, el Consell de Cent, destacando el discurso del Conseller en Cap:

“Senyor, la Ciutat de Barcelona se postra humil als Reals peus de V.M. en protestació de son verdader rendiment, y ab expressió del imponderable jubilo ab que celebra lo feliz arribo de V.M. gloriantse de la ditxa li cap, que V.M. la favoresca ab sa Real presencia, y si be est tan rellevant favor, lo te sa innata fidelitat a agigantat […]”.

El 8 de abril de 1702, y obligado por el inicio de las acciones bélicas, Felipe V dejaba Barcelona poniendo rumbo a Italia en medio de un clima general de fidelidad y amor al monarca

En realidad, el 11 de septiembre de 1714 lo que ocurrió fue la entrada de las tropas de Felipe V a Barcelona que estaba bajo dominio francés. En el asedio a Barcelona participaron miles de catalanes integrando el ejército borbónico. Otros tantos catalanes sitiados en Barcelona lucharon para la que estimaban como legítima dinastía española y de la "libertad de toda España".

No sólo eso, sino que un siglo después en la Guerra de la Convención. Los catalanes participaron con entusiasmo en defensa de su religión, su rey y su patria contra los revolucionarios franceses. De hecho se puede leer en el Diario de Barcelona del 1 de octubre de 1792 un Soneto Catalá celebrando la toma de la localidad rosellonesa de Bellaguarda:


" Vallesir, Rosseló, la França entera
del valor espanyol lo excés admira:
Ya espera resistir, ya desespera:
ya brama contra el Cel, però delira:
que lo cel es qui vol que torne a Espanya
lo Rosselló, Navarra y la Cerdenya".

Esto es lo que hay, aunque a algunos no les guste.

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Re: Un poco de historia

Mensajepor Brasilla » 23 Mar 2018 12:27

El Marques de la Ensenada, un gran reformador


Zenón de Somodevilla y Bengoechea, Marqués de la Ensenada, encabezó la administración y la política interior durante la mayor parte del reinado de Fernando VI (1746-1759). De modestos orígenes en Alesanco (Logroño), donde había nacido de una familia de hidalgos, en 1701, era, sin embargo, un hombre capaz y seguro de sí mismo.

Se había formado en la escuela de Patiño, especializándose en la administración naval. En 1736 se vio recompensado por sus servicios en la reconquista de Orán (1732) y en la expedición a Nápoles (1733), con el título de marqués de la Ensenada. Fue promovido al cargo de secretario del almirantazgo, en 1737, desde donde comenzó a trabajar en la reconstrucción de la marina. Pero su carrera política culminó en 1743, cuando fue nombrado secretario de Hacienda, Guerra, Marina e Indias y, además, se le concedió el título de Secretario de Estado y superintendente de ingresos, convirtiéndose en el hombre más poderoso de España.

Ensenada llevó a cabo un programa reformador cuyas prioridades fueron: la reforma administrativa y financiera, el comercio de las Indias, la construcción naval, el reforzamiento del ejército y las relaciones con Roma.

Fruto de su política fue la creación de fábricas y compañías privilegiadas de comercio, la construcción de carreteras y puertos de montaña en Castilla, y la instalación de arsenales en Cádiz, Cartagena y Ferrol, lo que, unido a la modernización de las técnicas de ingeniería naval, permitió duplicar el número de barcos de guerra en muy poco tiempo.

Suya fue también la responsabilidad de la firma del Concordato de 1753 con la Santa Sede. Ensenada preparó la negociación y dispuso la formación de un comité de investigadores con la misión de buscar en los archivos todos los documentos que abonaran el punto de vista de la Monarquía española en materia de regalías.

A imitación del Banco de Inglaterra, creo, en 1751, el Real Giro para dotar a la Hacienda de un instrumento financiero eficaz, que le hiciera menos dependiente de los asentistas privados.

En cuanto al comercio americano, intentó acabar con el espíritu de monopolio y eliminar las principales restricciones sobre el comercio colonial. Para ello dio un nuevo impulso a la utilización de los navíos de registro, con preferencia sobre el sistema de flotas.

Pero el eje de su política económica fue el intento de establecer en Castilla una contribución única, planeada según los moldes existentes en la Corona de Aragón. Tras unos ensayos generales en determinadas provincias, Ensenada ordenó la realización de un Catastro de la riqueza y población de las veintidós provincias de Castilla, con el propósito de establecer en ellas la Única Contribución, inspirada en el Catastro catalán. En el Decreto de 10 de octubre de 1749 se manifestaba que la pretensión era reducir a una sola contribución las de millones, alcabalas, cientos, servicio ordinario y sus agregados, o lo que era igual, la variedad de las Rentas Provinciales. Un nuevo decreto, la Ordenanza de Intendentes, potenciaba la figura de esta institución, extendiéndola a toda la corona de Castilla, a la vez que se le encomendaba la dirección de la política económica del Estado, muy especialmente las operaciones del Catastro.

La gran innovación del Catastro de Ensenada era que, por primera vez, se iba a realizar un control de los súbditos, incluidos los estamentos privilegiados, con el consiguiente perjuicio para este sector de la sociedad. Al propietario de la tierra se le exigía la declaración de sus parcelas y su contenido. El impuesto recaería sobre el destinatario de la renta, tuviera esta la forma que fuese: de la tierra como propietario, de alquileres de casas, de réditos de censos o de la percepción de impuestos enajenados.

La oposición nobiliaria a esta iniciativa y la retirada del poder del marqués de la Ensenada provocaron el fracaso del proyecto, que en el reinado siguiente, con Carlos III, tampoco se hizo realidad.

El Catastro de Ensenada constituye en la actualidad una de las fuentes primordiales para el estudio del reparto de la propiedad castellana en el siglo XVIII.

Aunque Ensenada concentró sus energías en la reconstrucción interior, su caída, en 1754, vino provocada por sus discrepancias con Carvajal en política exterior, en concreto, por el Tratado de Madrid, por el que se llegaba a un acuerdo con Portugal para canjear la colonia de Sacramento por los territorios del Paraguay. Ensenada, que consideraba lesivo el tratado, se las ingenió para malograrlo. La muerte de Carvajal situó la crisis en primer plano. Los enemigos de Ensenada y los ingleses se aliaron contra el primer ministro consiguiendo su destitución y su exilio a Granada.

Con la subida al trono de Carlos III, Ensenada fue rehabilitado de nuevo. Su presunta implicación en los motines de 1766 le llevó al destierro a Medina del Campo, donde falleció.

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Re: Un poco de historia

Mensajepor Brasilla » 23 Mar 2018 23:11

La Guarda del Reino de Aragón


La Guarda del Reino era el organismo dependiente de los diputados aragoneses cuya misión esencial consistía en preservar la paz y el orden público. El incremento de la delincuencia, robos, homicidios y de todo tipo de delitos observado a mediados del siglo XVI movió a las autoridades a crear este cuerpo de vigilancia. Fundado en 1568, será a partir de 1572 cuando alcance su conformación definitiva.

El excesivo costo de su mantenimiento y la incapacidad para hacer frente a todos los objetivos inicialmente propuestos llevaron a los diputados a limitar su acción, reducida en esencia a mantener expeditas las más importantes rutas comerciales del reino. Atención especial merecieron los caminos que conducían a Francia por Canfranc y al Principado de Cataluña por los Monegros. La vigilancia se ejercía de manera más intensa en aquellos lugares que ofrecían mayor peligro.

Los miembros de la Guarda, formada por infantes y jinetes, residían en presidios, teniendo en teoría limitados sus contactos con la población civil. Desde los presidios, las distintas escuadras se encargaban de reconocer los espacios adjudicados. En la ruta entre Zaragoza y Canfranc se establecieron dos guarniciones, correspondientes a los presidios de Jaca y Zuera; dos más ocupaban los de Bujaraloz y Fraga, en el trayecto real entre Zaragoza y Lérida: También se localizaron guarniciones en Tamarite de Litera y la sierra del Presn, entre Naval y Monzón; en el Serrablo y en la sierra de Guara, entre Sabiñánigo y Nueno. También fue importante el itinerario que, partiendo de Zaragoza, atravesaba la sierra de Alcubierre y, por Sariñena, se encaminaba a Barbastro y Monzón. Además, hubo lugares con guarniciones eventuales como los de Candasnos y Peñalba, Peralta de Alfocea, Ontiñena, San Esteban de Litera; y, con carácter excepcional, los de Ariza y Calatayud.

En 1572 la Diputación del Reino organizaba una operación militar contra aquellas zonas de Aragón más castigadas por el bandolerismo. Para ello los diputados contaron con la colaboración de los municipios, muy primordialmente con el de aquéllos más afectados por el mismo, solicitándoles gente de calidad en el uso de las armas y advirtiéndoles que debían de encontrarse dispuestos, si la situación lo requería.

El contingente quedó estructurado en 60 jinetes, distribuidos en tres escuadras a razón de 20 hombres cada una, y 200 arcabuceros en unidades de 25 infantes a cargo de un cabo de escuadra cada una. Como jefe efectivo del conjunto de la tropa, los diputados nombraron al capitán Marco Lop.

Se completaba el «pequeño ejército» con un trompeta, un herrero y un intendente, todos ellos ocupando una plaza de a caballo; un acemilero, encargado de transportar la munición; un aposentador, encargado de alojar a la tropa en las localidades; un notario con su correspondiente secretario, y el pagador de la gente, a quien competía realizar la «muestra» y la entrega del salario a los soldados. Cualquier otro tipo de compañía, frecuente en el acompañamiento de la gente de guerra, quedaba al arbitrio del diputado que marchara con la tropa y, en su caso, del gobernador.

Los soldados voluntarios acudirían pertrechados, percibiendo el sueldo de la Diputación una vez que pasaran a formar parte del contingente. El salario, a percibir por los integrantes del contingente se elevaba a 1.790 libras mensuales, distribuidas de la siguiente manera: El capitán, 50 libras jaquesas al mes; 40 jinetes a razón de 15 libras cada uno, 600 libras al mes; 20 jinetes, incluidos el herrero y el trompeta, a 10 libras jaquesas, 200 al mes; 8 cabos de escuadra a 7 libras jaquesas, 56 al mes; 200 infantes a 4 libras jaquesas cada uno, 800 libras al mes; el pagador de la tropa 15 libras jaquesas al mes; el intendente 5; un acemilero 24; el notario 24 y un portero a 20 libras al mes. Terminada la campaña del verano de 1572, la Guarda volvió a las actividades cotidianas a ella encomendadas, adquiriendo desde entonces una estructura más definitiva.

La tropa tuvo en ocasiones graves faltas de disciplina: connivencias con bandoleros, conflictos con la población civil, progresivo abandono de sus cometidos, etc.; sin embargo, el mayor defecto residía en el absentismo. Era muy frecuente que oficiales y soldados estuvieran beneficiándose de una plaza en una de las guarniciones y residieran en la capital del reino, ejerciendo otra profesión. Ello movió a los diputados a arbitrar unas normas disciplinarias mucho más rígidas, a fin de lograr una mayor eficacia en las acciones de la Guardia.

Además de la vigilancia de los caminos, la Guarda del Reino tenía encomendadas en ocasiones misiones de carácter especial: acompañar al gobernador de Aragón en las salidas que éste hacía por el reino en persecución de bandas de delincuentes; proporcionar escolta al monarca o a personajes importantes a su paso por territorio aragonés; proteger el tránsito de las remesas de moneda enviadas a Cataluña, etc. A pesar de los problemas de indisciplina, en líneas generales la Guarda del Reino permitió con su actuación que los intercambios comerciales, amenazados por el incremento de la delincuencia, pudieran continuar realizándose.

Durante el verano del año 1587 la Corte nombró a Alonso Celdrán como ayudante del anciano Juan de Gurrea, gobernador del Reino, importante paso en el giro que la Corona estaba dando en Aragón en su lucha contra la delincuencia y en persecución del más famoso de los bandidos aragoneses, Lupercio Latrás.

Sólo algunos meses más tarde la Diputación del Reino, como ya hiciera el año 1572, decidía levantar un cuerpo militar, para evitar los insultos, muertes, robos, fuerzas y daños que cada día se cometen por gentes estrangeras y naturales de mala vida que por él andan en cuadrillas y desmandados, por lo que en la primavera del año 1588 pedía licencia al monarca.

El nuevo contingente, gobernado por Juan de Lanuza el Viejo, Justicia de Aragón, se componía de 120 jinetes distribuidos en cuatro escuadras, a razón de 30 hombres cada una, con su respectivo capitán, y 1.000 infantes, en otras cuatro unidades, de 250 hombres cada una gobernadas por sus respectivos capitanes, a quienes se les había asignado como zona de reclutamiento de la gente de guerra: las Cinco villas, Daroca y su Comunidad, Calatayud y sus aldeas, así como las comarcas de Tarazona y Borja, respectivamente. Además, cada una de estas unidades incluía un sargento y diez cabos, también elegidos por sus capitanes, quienes dispondrían de 15 mosqueteros en calidad de guardia personal permanente. Para todos los conceptos tocantes al mantenimiento de la tropa, los diputados habían previsto un montante total de 10.000 libras jaquesas.

A partir de las Cortes de 1592, celebradas en Tarazona, la Guarda del Reino, que continuaría siendo sufragada por los diputados, pasó a depender directamente del monarca, a través del su representante en el reino, quien se encargaría de nombrar las personas que debían formar parte del organismo. En 1598 contaba con cincuenta infantes y treinta jinetes.

En el siglo XVII, aunque en teoría la misión de la Guarda no sufrió modificación alguna, el sentido del cargo decayó. Sus integrantes, más que ejercer una función, lo eran en pago de servicios prestados a la monarquía. Según las referencias, iban armados de pistola en el arzón y carabina, con una lanza en la mano de punta guarnecida de hierro, bajo la cual ondeaba una banderola de tafetán azul y anaranjado.

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Los origenes de la Inquisición Española

Mensajepor Brasilla » 24 Mar 2018 01:02

Los Orígenes de la Inquisición en España


La Inquisición no fue un invento español. Fue creada por el papado, en 1233, contra la herejía albigense en el sur de Francia, de donde pasó luego a España. Esta primitiva Inquisición dependía del Papa y de los obispos y ya a fines del siglo XV estaba prácticamente extinguida.

La Inquisición española difería de la Inquisición papal tanto por sus orígenes como por su organización. En el siglo XV ninguna herejía se había difundido con fuerza en España y nadie intentaba establecer un nuevo credo. La Inquisición española fue creada para ocuparse de los judíos conversos, algunos de los cuales se distinguieron por su encarnizamiento contra sus antiguos correligionarios, como el franciscano Alonso de Espina y el jerónimo Alonso de Oropesa. El propio fray Tomás de Torquemada, primer inquisidor general de Castilla y Aragón, era probablemente de estirpe conversa, aunque no está del todo claro.

Durante la Edad Media los judíos habían conseguido un extraordinario progreso, situándose en posiciones clave tanto de la vida política como económica del país, llegando incluso a ocupar cargos en el Consejo Real. Sus relaciones con los cristianos, amistosas durante mucho tiempo, se deterioraron en la segunda mitad del siglo XIV, pues en un período de fuerte depresión económica, su excepcional buena fortuna engendró resentimientos que dejaron paso al odio y que estallaron en actos de violencia, como las masacres de 1391. Para salvar sus vidas y sus fortunas, muchos judíos, sobre todo en Andalucía, aceptaron el cristianismo.

Estos judíos conversos, con la protección de su nueva religión realizaron aún mayores progresos, pues podían acceder tanto a la Iglesia como al Estado, y en los ámbitos llegaron a ocupar puestos de responsabilidad. Sin embargo, dado que la conversión al cristianismo había sido fingida en muchos casos, se sabía o se sospechaba que continuaban practicando en secreto la religión judía. Así pues, las razones decisivas de la creación de la Inquisición en España fueron el temor a la apostasía de los judaizantes y la convicción de que la Iglesia y el Estado estaban siendo socavados desde dentro. Los Reyes Católicos estaban dispuestos a utilizar la fuerza para conseguir la unidad religiosa y se veían presionados para ello por grupos poderosos de cristianos viejos, especialmente el clero y la aristocracia.

El máximo inspirador de la Inquisición en España fue el prior de la comunidad dominica de Sevilla, Alonso de Hojeda, quien denunció la existencia de numerosos grupos de conversos que, supuestamente, judaizaban. Pero la ofensiva de los dominicos se alimentaba del antisemitismo de las masas. Artesanos, comerciantes, trabajadores, numerosos cristianos viejos de las clases menos favorecidas envidiaban el éxito material y social de los judíos y conversos, su posición como financieros de la Corona, su talento como científicos y hombres de profesiones liberales y sus vínculos matrimoniales con la nobleza, y los acusaban de falsos conversos. Tanto es así, que la primera generación de familiares de la Inquisición se reclutó entre los sectores populares más que entre las clases sociales más elevadas.

Pero la Corona tenía otros motivos además del religioso. Si bien es cierto que la Inquisición no se creó con el único motivo de despojar a los conversos de sus bienes, este motivo no estuvo ausente en los cálculos oficiales. Las finanzas de la corona estaban en situación de crisis en ese momento, por tanto, quienes aconsejaron la confiscación de las propiedades de los conversos fueron convenientemente escuchados, si bien los reyes no actuaron durante un tiempo, pues estaban totalmente ocupados en la tarea de asentar su autoridad y sólo podía intervenir esporádicamente. Durante ese período, el papa Sixto IV trató de introducir la Inquisición papal, pero sin éxito, pues Fernando e Isabel estaban firmemente decididos a limitar, más que a ampliar, las oportunidades para la intervención de Roma.

La bula de Sixto IV autorizando el establecimiento de la Inquisición se expidió el 1 de noviembre de 1478; dos años después llegaron a Sevilla los primeros inquisidores y en 1481 se celebró en dicha ciudad el primer auto de fe.

La Inquisición española fue creada con el rango de un Consejo de Estado, el Consejo de la Suprema y General Inquisición, con jurisdicción sobre todos los asuntos relacionados con la herejía. Para asegurar el control real sobre la nueva institución y excluir el del Papa, los RR.CC. crearon un nuevo cargo, inexistente en la Inquisición medieval, el inquisidor general, máxima figura de la institución y cuyo nombramiento correspondía exclusivamente a la Corona, al igual que el de los funcionarios subordinados, aunque en la práctica estos últimos eran designados por el inquisidor general y por la Suprema. Ésta, nombrada también por la Corona, estaba formada por seis miembros, entre los que se incluían representantes de la orden de los dominicos y del Consejo de Castilla. La Suprema conocía las apelaciones de los tribunales locales y controlaba la administración financiera de la Inquisición, sus propiedades y los procedimientos de sus confiscaciones, cuyos beneficios iban a parar al tesoro real. Los tribunales provinciales estaban formados por dos o tres inquisidores, asistidos por numerosos personal auxiliar, administrativo y subalterno.

Sobre la Inquisición hay una leyenda negra sobre sus métodos de actuación y las torturas a que sometían a los detenidos. En los asuntos de herejía, la Inquisición tenía jurisdicción sobre toda la población secular y sobre todo el clero –aunque no sobre los obispos-, quedando excluidos todos los demás tribunales. Sus sentencias eran inapelables, incluso ante el Papa, pues estaba subordinada a la autoridad real. Uno de los rasgos más peculiares, pues, de la Inquisición española era la combinación de la autoridad espiritual de la Iglesia con el poder temporal de la Corona.

Saludos
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Re: Un poco de historia

Mensajepor Brasilla » 24 Mar 2018 14:42

Juan II de Aragón y Navarra


Juan II de Aragón y Navarra

A la muerte de Alfonso V en Nápoles en 1458, subió al trono de Aragón su hermano Juan que contaba con 61 años de edad y que era desde 1425 rey de Navarra y desde 1435 lugarteniente de Aragón y Valencia.

Juan II, debido a su avanzada edad parecía destinado a servir de puente entre el reinado de su hermano Alfonso y el de su hijo primogénito y así establecer la unión de las coronas de Aragón y Navarra. Sin embargo, los acontecimientos desmintieron este hecho, Juan II vivió todavía 20 años más, su hijo primogénito murió y Aragón y Navarra continuaron separadas.

Juan de Aragón era el segundo hijo de Fernando de Antequera y durante su larga vida no estuvo exento de conflictos de gran magnitud. Su figura personaliza la tendencia dinástica hacia Castilla, de tal forma que desde su primer matrimonio con Blanca de Navarra, heredera de Carlos III el noble, al segundo con Juana Enríquez, hija del Almirante de Castilla, pasando por los vínculos matrimoniales de sus hijos y hermanos, alianzas políticas y continuas disputas con don Álvaro de Luna o con su propio hermano Enrique, todas sus acciones van encaminadas a adueñarse de la política castellana.

Su posición como rey de Navarra era un tanto peculiar, Rey consorte, reconocido como tal, utilizaba el título real para sus intervenciones en Castilla pero sin ejercer ningún acto de gobierno, lo que hacía su esposa. A la muerte de ésta en 1441, perdía sus derechos aunque en su testamento la reina hacía heredero universal a su primogénito Carlos, le recomendaba que no tomase el título real sin la bendición de su padre, a lo que éste se aferró como usufructuario de su mujer. Esto se complicó con su segundo matrimonio lo que, según el fuero de Navarra, invalidaba su usufructo. Pero el carácter de Juan II mantenía su postura que se agravó con su derrota en Castilla y su intromisión en el gobierno navarro que provocó la reacción del Príncipe de Viana y la creación de bandos enfrentados (beamonteses y agramonteses).

En Aragón desarrolló igualmente una política personal enfocada a satisfacer sus aspiraciones en Castilla y así el reino sufrió las constantes acometidas castellanas. Su reinado unido a sus años de lugartenencia (en la práctica fue el soberano durante este tiempo), enturbian la vida del reino con el encumbramiento de las instituciones por encima del poder real, la ruina moral de la monarquía, la lucha contra su hijo primogénito, la pérdida del control monárquico a favor de los grupos sociales privilegiados y el vacío de autoridad que padece el reino va a provocar un estado de alteración interna con enfrentamientos entre grupos, familias, pueblos, comunidades, etc., produciendo una nómina de guerras particulares o privadas interminable.

Cuando Juan II llega al trono de Aragón ya esta envuelto en los graves problemas navarros, las reclamaciones de su hijo y sus partidarios (beamonteses) ha hecho estallar la guerra civil contra los partidarios de Juan (agramonteses). La situación se complica enormemente cuando a partir de 1458 Carlos de Viana pasa a ser el primogénito del rey de Aragón y las Cortes del reino exigieron a Juan II que lo considerase como príncipe heredero. La intención del rey era muy distinta ya otorgó a su segundo hijo, Fernando, los títulos de duque de Montblanc, conde de Ribagorza y señor de Balaguer que deberían pasar a Carlos y que por tradición de la corona debían ser concedidos al sucesor, es decir al primogénito.

Debido a la presión Juan II firma la Concordia de Barcelona, en enero de 1460, que resolvía el problema navarro pero no el aragonés. Se inicia un acercamiento entre padre e hijo que que dura poco ya que a finales de ese mismo año el Príncipe de Viana es detenido en Lérida y encarcelado. Se inicia una guerra civil donde el levantamiento popular obliga al rey a liberar a su hijo y firmar las Capitulaciones de Panadés, por las que lo reconocía como primogénito y heredero “presunto” de sus reinos y lugarteniente de Cataluña, Rosellón y Cerdaña. Esto tenía su trampa porque el reconocimiento de la primogenitura debía ser refrendada por las Cortes y el único que podía convocarlas era el rey.

La situación se allanó cuando en septiembre de 1461 murió el Príncipe de Viana, aunque se acusó a la reina de envenenarlo lo cierto es que la salud de Carlos era delicada y su encarcelamiento y la agitación de los últimos años la había deteriorado aún más. Su muerte se debió a un avanzado proceso de tuberculosis.

En las Cortes de 1466-68 se produce la jura del infante Fernando como Gobernador General, rey de Sicilia y corregente de su padre en el gobierno de Aragón. Fernando en 1468 informa a las Cortes de la muerte de su madre y debido a la ancianidad de su padre (que cuenta con más de 70 años, edad muy avanzada para la época) que es operado éxito de cataratas, se encomienda al favor y protección de los aragoneses.

En 1468 se va a producir un hecho decisivo para el posterior devenir de la Corona. Juan II deseoso de afianzar el flanco castellano y alejar toso intento de Enrique IV en los asuntos de su reino, trata el matrimonio del infante Fernando con la heredera al trono de Castilla, Isabel, hermana de Enrique IV, lo que logra con el apoyo del bando aragonesista que todavía perdura en la nobleza castellana. La ceremonia se celebra el 18 de octubre de 1469.

Juan II murió en Barcelona el 19 de enero de 1479 a los 82 años, siendo enterrado en el Monasterio de Poblet.

Saludos :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: ASTURIAS

Mensajepor Brasilla » 24 Mar 2018 14:47

Historia de Asturias


La Historia de Asturias cubre el periodo desde que las tribus astures se asentaron en esta zona de la franja cantábrica hasta la sociedad posindustrial moderna de nuestros días. Los asturianos actuales son descendientes directos de los astures transmontanos,​ ya que los astures cismontanos o augustanos habitaban los territorios que actualmente se conocen como León, Zamora y Orense. En cuanto a la etimología del término Asturias, algunos autores creen que su origen se halla en el nombre del río Astura (hoy río Esla), cuyos ribereños fueron llamados astures por los autores romanos.

Los asturianos han habitado la zona que ocupan actualmente desde el neolítico. Como en todos los casos en que ésta se remonta a tiempos en los que no hay registros, existen numerosas hipótesis sobre su origen. Se cree que los actuales asturianos son fruto de la mezcla de los astures transmontados, procedentes de la zona centroeuropea, con habitantes autóctonos de origen totalmente desconocido.

Los asturianos poseen una lengua románica propia, el asturiano, también llamado bable, hablada por entorno a 100.000 habitantes de forma frecuente, y entendida por 400.000 personas, según Ethnologue, y una cultura, instituciones e historia propias que les diferencia y aporta identidad como pueblo diferenciado.

Asturias fue ocupada por grupos humanos desde el Paleolítico Inferior (hace 100.000 años) en un periodo comprendido entre el Achelense y el Musteriense. Existen pinturas rupestres que datan de hace 30.000 años y corresponden a las culturas Solutrense, Magdaleniense y Auriñaciense pertenecientes al Paleolítico Superior y propias tanto de los pueblos de la Cordillera Cantábrica como del sur de Francia.

Por medio de los yacimientos conocidos hasta el momento, se cree que los primeros pobladores de Asturias se instalaron en el litoral cantábrico y en los valles ribereños: cuevas del Pindal (Ribadedeva), de Posada, de Tito Bustillo (Ribadesella), del Buxu (Cangas de Onís), de San Román de Candamo (Candamo) y la de la Covaciella (Cabrales).

Mesolítico: Cultura Asturiense

En el Mesolítico se desarrolló una cultural original, el Asturiense, propia del oriente de Asturias y el occidente de Cantabria. Estos asentamientos se encuentran en bocas de cuevas próximas al mar o bajo abrigos, generalmente próximos a la costa, aunque también en montañas cantábricas del interior.

Neolítico

Del Neolítico asturiano quedan pruebas como los treinta [[dolmen| de la prehistórica del Monte Areo, entre y Gijón, de 5.000 años de antigüedad, así como túmulos o el Ídolo de Peña Tú . En algún momento las anteriores culturas abandonaron las cuevas y dominaron la agricultura y la ganadería.

Según Avieno, en su descripción de las costas del occidente europeo, fueron los Oestrimnios el pueblo que habitaron en un principio el norte peninsular y la costa atlántica hasta Bretaña. Serían los descendientes de unos primeros habitantes que serían un pueblo preindoeuropeo y otro indoeuropeo no celta. Estos fueron desplazados por otros que formaban el Ofiusa (nombre que recibía todo el norte peninsular): Cempsos, Sejes, Ligus y Draganos. De éstos, los draganos ocuparían la actual Asturias y serían el pueblo de origen celta que la invadió.

Protohistoria

El periodo entre el abandono de las cuevas hasta casi la romanización es bastante desconocido. Los autores griegos o latinos hablan de tribus bárbaras y aguerridas que vivían en las selvas y montañas. Escritores romanos como Plinio el Viejo y Pomponio Mela y griegos como Estrabón hablan de dos tribus principales separadas por la Cordillera Cantábrica: los astures augustanos con capital en Asturica cuyos dominios llegaban hasta el Duero, y los astures transmontanos que se extendían entre el río Sella y el Navia. No obstante, hoy se entiende que estas divisiones son producto de la practicidad romana a la hora de establecer sistemas administrativos y policiales, y no como muestra de identidades precisas indígenas.

Existe también constancia escrita de las duras luchas mantenidas entre astures y cántabros a lo largo del cauce del Sella[cita requerida]. Así como de la rudeza y bravura de ambos pueblos y su resistencia a ser dominados por los romanos.

A este periodo pertenecen muestras de la presencia humana en Asturias como son los castros. Entre ellos, el castro de Coaña es un poblado astur construido a comienzos de nuestra era cerca de la capital del concejo de Coaña. Perdió importancia a partir del siglo III y se le ha relacionado con las explotaciones auríferas en el Navia. Otros castros destacados son el de Pendía (Boal), el Chao Samartín (Grandas de Salime), San Chuis (Allande), Os Castros (Taramundi), Cabo Blanco (El Franco), La Sobia y La Cogollina (Teverga), la Campa Torres (Gijón), Caravia y así hasta una cifra en torno a los 300.

Romanización

A finales del siglo I a. C. los romanos tenían la necesidad de terminar la conquista de toda la Península Ibérica. En ese momento sólo los pueblos del norte: Astures y Cántabros no estaban bajo el yugo romano. La motivación principal del interés imperial por esta región era el oro del subsuelo del área noroccidental peninsular, conocido para los romanos por la expedición contra Gallaecia de Bruto; también el joven emperador Augusto necesitaba de alguna victoria que glorificase su posición. En el año 29 a. C. se unen los vacceos, astures y cántabros en su lucha contra los romanos, y estos concentraron todo su poder militar en el norte peninsular. César Augusto tuvo que ponerse personalmente al frente de sus tropas.

Siempre según las fuentes grecolatinas, en el año 25 a. C. los astures cruzaron los montes de la Cornisa Cantábrica y acamparon en el río Astura (río Esla). Dividiendo sus fuerzas en tres columnas pretendían atacar a otros tantos campamentos romanos. De no haber sido por la traición de la ciudad de Brigaecium que avisó a los romanos dándoles tiempo a reorganizarse y rechazar el ataque, los astures hubieran arrasado las tropas del general Publio Carisio. Tras sufrir esta derrota, los astures se refugiaron en el oppidum de Lancia que fue atacada y ocupada por el legado de Lusitania.

Sin embargo, esta victoria no supuso el final de la resistencia astur. En efecto, los romanos tuvieron que enfrentarse con sucesivas rebeliones que periódicamente surgían a causa del trato recibido por el invasor o del levantamiento de impuestos. Así pues, hubo varias rebeliones en el 24 a. C., 22 a. C. y una última en el 19 a. C. que fue la más duramente represaliada. Augusto con el deseo de una rápida pacificación le dejó el mando de sus tropas a su mejor estratega: Agripa.

Monarquía visigoda

La caída y desmembración del Imperio romano, que no pareció haber ejercido mucha influencia en el territorio astur, se produce en el siglo V. En el siglo VI, la invasión de la Península por los visigodos y suevos es rechazada por los astures, manteniéndose por consiguiente al margen de la influencia cultural germánica.

Entre el siglo V y el VIII se instaló en Asturias el cristianismo primitivo.

En el momento en que los musulmanes ganaron, en la batalla de Guadalete, al reino visigodo de Toledo, los cristianos de Toledo huyen para buscar refugio en Asturias. Es en este momento cuando las reliquias que hoy se guardan en la Cámara Santa de la Catedral llegan a Asturias. Primero se guardaron en el Monsacro (Montes de Morcín) y luego en Oviedo. Esta región nunca sufrió una intensa arabización, ya que las ocupaciones por parte de los musulmanes eran eventuales y tenían más un carácter de razzias.

En el año 716 se produce en Asturias una primera revuelta contra el poder musulmán, al mando de un caudillo (probablemente noble) llamado Don Pelayo. Esta revuelta fue sofocada y Pelayo detenido y encarcelado.

Don Pelayo consigue huir en el año 717 de Córdoba, llega al río Piloña en 718 y ese mismo año consigue convertirse en jefe de los Astures, tras conversar y convencer a los pueblos astures de la necesidad de unir sus fuerzas frente "al enemigo común". En mayo de 722 tiene lugar un segundo enfrentamiento en la Batalla de Covadonga contra el general árabe Munuza. Ésta fue más una victoria guerrillera que militar. Don Pelayo, con la intención de consolidar su triunfo, se proclama rey en Cangas de Onís, fundando el Reino de Asturias.

La monarquía asturiana, a consecuencia de varias escisiones y reagrupaciones, daría paso en los siglos siguientes a los Reinos de León, de Galicia, de Castilla y de Portugal. A partir de ese momento y hasta 1492 la Península Ibérica estará dividida en una parte musulmana y otra cristiana.

Con Fruela la capitalidad pasó a Oviedo. Allí, el abad Máximo y su sobrino Fromestano habían construido un cenobio benedictino sobres las ruinas de un castro romano. Castro que, en tiempos de Augusto, protegía la cercana ciudad de Lucus Asturum (probablemente en la zona de Lugones) y se situaba en lo alto de la colina Obetao. Alfonso II el Casto amuralla la ciudad, construye la primitiva basílica de San Salvador y la basílica de San Julián de los Prados.

Durante el siglo IX entre los reinados de Ramiro I y Alfonso III el Magno se construyen: San Miguel de Lillo, Santa María del Naranco, la iglesia de San Salvador de Valdediós y Santa Cristina de Lena.

El Reino de Asturias se fracciona tras la muerte del rey Alfonso III el Magno, quien reparte sus dominios entre tres de sus cinco hijos. Estos dominios incluían, además de Asturias, el condado de León, el de Castilla, el de Álava, el de Galicia y el de Portugal (que entonces era solo la frontera sur de Galicia). García se quedó los dos primeros condados fundando el Reino de León. Ordoño II se quedó con Galicia y Portugal, y Fruela II se quedó Asturias y heredó, más tarde, el reino de León de su hermano García I, que no tuvo descendencia.

Edad Media

Tras la unión de los dos reinos el de Asturias y el de León, la capitalidad pasó a la bien amurallada y romana ciudad de León. Con lo que Asturias se convirtió en una región apartada y de difícil acceso, únicamente visitada con objeto de las peregrinaciones a Santiago de Compostela, cuando los peregrinos del Camino de Santiago se desviaban hasta Oviedo para visitar las reliquias de la Catedral.

Movimientos secesionistas


La pérdida de esta influencia provocará varios movimientos secesionistas; unos de los más importantes serían, en el siglo XII, el levantamiento del Conde Gonzalo Peláez en contra del Rey Alfonso VII y de Doña Urraca, que gobernaba Asturias en nombre del Rey.

Origen del Principado de Asturias


En 1388, mediante el Tratado de Bayona, Juan I de Trastámara y Juan de Gante ponen fin a sus disputas por el trono de Castilla pactando el matrimonio de sus hijos Enrique III de Castilla y Catalina de Lancáster, ceremonia que se celebra en la catedral de Palencia. A ambos se les otorga la condición de príncipes de Asturias, quedando así instaurado el Principado de Asturias y el título que en adelante ostentará el heredero de la Corona. Además, se vinculaban de este modo a ésta una serie de territorios que, debido a su aislamiento, constituían un foco constante de rebelión.

En los primeros tiempos de la institución le pertenecía al príncipe el territorio asturiano como patrimonio y podía nombrar jueces, alcaldes, etc. que gobernaban en su nombre. Esta situación cambió con los Reyes Católicos, que redujeron el título a una condición honorífica.

Asturias en la Guerra Civil Castellana


Asturias desempeñó un papel importante en la sublevación que tras la muerte de Enrique IV inició el rey Alfonso V de Portugal en favor de los derechos sucesorios de su sobrina Juana y contra Isabel la Católica. Alfonso V se apoyó en nobles castellanos descontentos e Isabel en las tropas enviadas por Asturias y Vizcaya.

Renacimiento


Durante este periodo se terminan las obras de la Catedral de Oviedo, iniciada por el obispo don Gutierre de Toledo en el siglo XIV y a finales del siglo XVI, el obispo asturiano Fernando Valdés Salas funda la Universidad de Oviedo.

Ilustración

Cuando Napoleón Bonaparte invadió España en 1808 con el apoyo de los afrancesados se inició la Guerra de la Independencia, la Junta General del Principado de Asturias se declaró soberana y reunida en la Sala Capitular de la Catedral tomó la decisión de declarar la guerra a los franceses, formando un ejército para batirse con ellos en el Pajares.

Asturias fue escenario de algunas batallas durante la Primera (1833-1839) y Tercera Guerra Carlista en 1873-1876. En esta última Oviedo fue sitiado por las tropas carlistas aunque resistió, dando este hecho, probablemente, origen a la tradición gastronómica local del Día del Desarme.

En 1852 se abrió oficialmente el primer tramo de una línea de ferrocarril entre Gijón y Langreo (Ferrocarril de Langreo). Este tramo unía Gijón y Carbayín y fue la tercera línea de España y la primera de Asturias. Comenzó en este Siglo XIX la industrialización de las Cuencas Mineras, muy especialmente Mieres y La Felguera (Langreo). Por otra parte el carbón venía explotándose en esta zona desde el Siglo XVIII.

Mentalidad


La nueva concepción que llega por influjo francés va a intentar modificar los usos y costumbres en España y en Asturias.

Hasta entonces el atraso en la mentalidad y en la enseñanza general, experimental y científica era muy notable. A ello habían contribuido los poderes fácticos (gran parte de la nobleza y el clero no quisieron asumir la dirección de las reformas) y los males endémicos de la población (preocupación por la subsistencia entre el campesinado sumido en la miseria, las supersticiones, la ignorancia, el inmovilismo social, etc.). En Asturias, además, se sumaba a esto el plurisecular aislamiento y la falta de instrucción pública, siendo unicamente las clases privilegiadas quienes tenían acceso a la educación. La creación de la Universidad de Oviedo en 1608, no resolverá el problema por estar desvinculada de las transformaciones en los estudios superiores que se habían ido produciendo en otros lugares.

Incluso durante el siglo XVIII, a pesar de que la iglesia cede la tradicional hegemonía en las iniciativas culturales y educativas, los cambios no serán profundos. Por otro lado, la prensa (gacetas, diarios, ensayos, etc.) tan importante en otros lugares en Asturias no será elemento dinamizador por la ausencia de industrias impresoras en la región. Así la cultura ilustrada solo llegará a grupos muy reducidos.

La minoría ilustrada trató de introducir sus ideas a través del poder (despotismo ilustrado), en Asturias formarán parte ella pequeños sectores de la nobleza terrateniente y el clero, es decir, círculos reducidos y elitistas de la sociedad que se reunirán en salones, tertulias y conferencias y mantendrán contacto con la intelectualidad europea.

Asturias aportará importantes nombres a la Ilustración española: El primero, el padre Feijoo, precursor de la generación, el tratadista militar Álvaro Navia Osorio, marqués de Santa Cruz, el médico Gaspar Casal, los economistas y políticos José del Campillo y Cosío y Flórez Estrada, el jurista y escritor Martínez Marina, el académico de la historia Canga Arguelles, los políticos conde de Toreno y conde de Campomanes y cerrando el siglo el político, economista, literato, historiador, filósofo y ensayista Gaspar Melchor de Jovellanos.

Benito Jerónimo Feijoo, padre benedictino emprenderá en el convento de San Vicente una labor de investigación y estudio en diversos campos. Durante prácticamente toda su vida en Oviedo será catedrático en la universidad (entre 1709 y 1764).

En sus obras el Teatro Universal y Cartas eruditas y curiosas, defenderá la experiencia y la razón como medio para alcanzar el conocimiento. Denuncia la situación de pobreza del campesinado asturiano y realizará una crítica profunda de la sociedad, los males provocados por la ignorancia, la religiosidad popular y la superchería y brujería.

Sus ideas serán seguidas por un grupo de personajes influyentes como Campomanes, ministro de Carlos III, que llevará a cabo un plan renovador de la realidad social: cultura, enseñanza, economía.

Gaspar Melchor de Jovellanos


El gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos es, sin duda, una de las más extraordinarias personalidades asturianas de todos los tiempos y la figura más representativa del movimiento ilustrado español. Además de desempeñar cargos políticos como ministro de Gracia y Justicia (aunque su visión reformista de los problemas legislativos le enfrenta con las nuevas orientaciones políticas, por lo cual es destituido al cabo de unos pocos meses) realizó importantes aportaciones teóricas y prácticas en economía, agricultura, enseñanza o en teatro y espectáculos públicos.

En el Informe sobre la ley agraria señala la urgencia de una profunda reforma en el campo que afecte tanto al régimen de la propiedad como a la introducción de cambios en los cultivos y a la necesidad de la formación de los campesinos.

En Memoria para el arreglo de la pálida de los espectáculos y diversiones públicas y sobre su origen en España (1796), critica ciertas fiestas populares.

La preocupación de Jovellanos por su tierra, verdadero asturianista, y el ostracismo al que se vio sometido durante gran parte de su vida le hizo llevar a cabo multitud de empresas en la región como:

En comunicaciones, el proyecto de una carretera a Castilla por Pajares y la carretera carbonera; y la mejora de los puertos, especialmente el de Gijón, donde se volcará en la creación en 1794 del primer centro de España en formación de expertos en navegación y mineralogía el Instituto de Náutica y Mineralogía, todo un triunfo del las ideas ilustradas sobre la educación frente a las nuevas necesidades científicas y sociales.

En industria, impulsa las explotaciones mineras y la industria siderúrgica en Asturias.

Además, critica los prejuicios hacia ciertos sectores de la población asturiana en Cartas del viaje de Asturias: Sobre el origen y costumbres de los vaqueiros de alzada en Asturias.

Pone en pie la Academia Asturiana, institución que intentará velar por su lengua, e historia.

Desde su cargo de director de la Sociedad Económica de Amigos del País, fundada bajo sus auspicios y los de Campomanes, tendrá como objetivo la difusión de las novedades científicas y técnicas europeas, promoviendo así la instrucción y riqueza cultural y material que permita generar un futuro industrializado en Asturias.

Siglo XX

Los grupos que tradicionalmente habían detentado el control sobre las clases más deprimidas emprenderán también durante esos años algunas medidas.

Así, por ejemplo, por iniciativa de M. Arboleya y el obispo Martínez Vigil, se fomenta el Catolicismo Social que emanaba de la encíclica Rerum Novarum de León XIII. En ciertos sectores de la burguesía se emprenden medidas encaminadas a la fundación de centros de enseñanza destinados tanto a adultos como a jóvenes: Universidad Popular, Ateneos, etc.

Pero la clase obrera asturiana ya desde los primeros años del siglo XX toma conciencia y participará en los conflictos que estallan en 1901, 1903 y 1906 en Gijón, La Felguera o Mieres. Todos ellos terminan en fracaso lo que provocará que la Unión General de Trabajadores (UGT) pierda 5/6 de sus afiliados.

A pesar de ello a los pocos años, en 1910, en Gijón el movimiento anarquista aglutina a 4.500 afiliados y los socialistas a unos 3.200; mientras que en Oviedo los afiliados socialistas suponen un 72% con 1.200 obreros.

En este año es fundado por Manuel Llaneza el Sindicato Minero (SOMA) que alcanza en dos años los 12.000 afiliados. El sindicato, en la misma línea que otros movimientos socialistas combina las negociaciones con las huelgas, lo que le permite alcanzar importantes conquistas sociales.

Además participa en actividades políticas, ocupando ya desde la alianza entre republicanos y socialistas concejalías en muchos municipios entre ellos Oviedo y Gijón en 1909. En el campo surgen también asociaciones, como por ejemplo la Unión de asociaciones agrícolas de Asturias que a partir de 1911 se convertirá en la Federación Agrícola Asturiana.

Con la Primera Guerra Mundial, a pesar del dinamismo que provoca en ciertos sectores, tanto socialistas como anarquistas coinciden en la necesidad de llevar a cabo movilizaciones y protestas a causa de la subida de precios, las malas cosechas o la falta de abastecimiento. Los conflictos de 1917 serán duramente reprimidos, especialmente en las zonas mineras.

Durante los siguientes años el Sindicato Minero consigue algunas mejoras laborales: reducción de la jornada laboral, subidas de salarios (aprovechando la reactivación del sector minero por la huelga de los mineros ingleses).

El final de la huelga inglesa significara la caída de los salarios y la reducción de plantillas. El líder Manuel Llaneza transigirá' ante estas medidas solicitando al gobierno medidas proteccionistas para el sector hullero, lo que provoca el descontento entre los afiliados, abriéndose un periodo de conflictos internos en que el propio Manuel Llaneza será apartado de la dirección del Sindicato en 1921.

El triunfo de la revolución rusa agravará aún más la situación al desencadenarse un debate interno entre los socialistas de si incorporarse a la III Internacional (convocada por los comunistas rusos) o seguir fieles a la II Internacional socialista. Un sector, entre ellos el antiguo dirigente de la FSA Isidoro Acevedo, abandonará el partido. Los afiliados del Sindicato Minero que le siguen son expulsados del SOMA y formarán el "Sindicato Único de los Obreros Mineros de Asturias" (SUM).

Con la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera, el Sindicato Minero al igual que el Partido Socialista pactará, ofreciendo su colaboración y apelando a la negociación a cambio de mantener intacta su organización. Los comunista y anarquista, entre tanto, no estarán dispuestos a la colaboración por lo que serán vigilados y su sindicato suspendido en 1924. Al final de la Dictadura, el descontento es general, incluso en el Sindicato Minero que ve cómo el número de afiliados en 1920 de 20.000 se reduce a 3.000 en 1928.

Los comunistas y cenetistas salen de la clandestinidad y su sindicato llega a 9.000 afiliados. En estos años Manuel Llaneza será sustituido por González Peña en la dirección del sindicato.

La Revolución de octubre

La Revolución de Asturias de 1934 fue una insurrección obrera que formaba parte de la "huelga revolucionaria" y el movimiento armado organizado en toda España conocido con el nombre de Revolución de Octubre de 1934 y que sólo arraigó en Asturias,​ debido fundamentalmente a que allí la CNT si que se integró en la Alianza Obrera propuesta por los socialistas de la UGT y el PSOE, a diferencia de lo sucedido en el resto de España. De ahí que la forma de organización social y política de la Comuna Asturiana (nombre con el que también se conoce a la Revolución de Asturias, por sus similitudes con la Comuna de París de 1871)​ fuera la instauración de un régimen socialista4​ en las localidades donde predominaban los socialistas (o los comunistas), como Mieres donde se proclamó la "República Socialista" o como Sama de Langreo, o el comunismo libertario donde predominaran los anarcosindicalistas de la CNT, como en Gijón y sobre todo en La Felguera.5​ Fue duramente reprimida por el gobierno radical-cedista de Alejandro Lerroux, contra el que se había lanzado la insurrección por haber dado entrada en el gobierno a tres ministros del partido no republicano CEDA, recurriendo, por decisión del general Franco que dirigió las operaciones militares desde Madrid, a las tropas coloniales marroquíes (los regulares del Ejército de África) y a la Legión procedentes del Marruecos español.

A este respecto hay que hacer constar que no fue el general Franco quien dirigió las operaciones militares, siendo el general Lopez Ochoa, si bien los regulares y la Legión intervinieron por gestiones de Franco ante el ministro correspondiente, ya que Franco se hallaba en Madrid agregado al Ministerio

Los sublevados tomaron los barrios de Oviedo próximos a la carretera de la cuenca y parte del casco antiguo (San Lázaro, Campomanes, el Fontán, la plaza del Ayuntamiento, y la de la Escandalera). La guarnición de la ciudad apoyada por algunos civiles se protegieron en zonas del centro de la ciudad. Tras cinco días de lucha y con la proximidad de refuerzos militares, los sublevados se retiraron después de dinamitar la Cámara Santa de la catedral, situando la dinamita en la cripta de Santa Leocadia, de incendiar el teatro Campoamor, la Universidad y varios edificios civiles.

Tras el triunfo electoral de la izquierda en febrero de 1936 muchos de los presos de la sublevación fueron amnistiados y en julio de 1936 varios mandos del ejército se levantaron contra el gobierno salido de las urnas.

Asturias en la Guerra Civil


Durante la Guerra, Asturias quedó aislada del gobierno central y tuvo que formar su propia Administración. Oviedo estuvo ocupada por el coronel Aranda, de los nacionales, que la mantuvo hasta el final con la ayuda del pasillo del Escamplero y el Naranco por donde llegaba el abastecimiento. En Gijón gobernaban la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y la Federación Anarquista Ibérica (FAI), no existía moneda y había cierta descoordinación de las tropas entre el frente y la retaguardia. En esa ciudad, se proclamó el 25 de agosto de 1937 el Consejo Soberano de Asturias y León. En octubre del mismo año varias columnas procedentes del frente de Villaviciosa entraron en Gijón sin casi resistencia y rompieron el cerco de Oviedo.

El conflicto se prolongará durante quince meses, en los que los principales combates se librarán en tomo a la capital, asediada por los milicianos y en los límites de la región, Eo, Deva y costa del Cantábrico por donde las ofensivas del ejército nacional pretenderán liberar el cerco a la ciudad.

La sublevación

Tras el alzamiento, las fuerzas gubernamentales no conseguirán imponerse en la totalidad de la provincia, a pesar de que son mayoría, debido al apoyo del jefe del ejército en Oviedo, coronel Aranda a los sublevados.

El coronel Aranda retrasará su decisión de su apoyo al alzamiento hasta el 19 de julio, tomándose el tiempo suficiente para conseguir varios objetivos:

Hacer creer a las autoridades republicanas su fidelidad al régimen.
Evitar el reparto de armas, ordenado por Madrid, entre los obreros y mineros que las reclamaban.
Alejar a los mineros armados que rápidamente salieron en defensa de la capital Madrid.
Reunir al grueso de las fuerzas militares y Guardia Civil de la provincia en Oviedo para su defensa, que sumarían unos 3.200 hombres a los que se sumarían después voluntarios falangistas.
Mientras tanto el coronel Pinilla, animado por Aranda, sublevará los cuarteles de Gijón.

De julio a octubre del 36

Ambos bandos fijaron sus objetivos para el gobierno republicano acabar rápidamente con los focos rebeldes, para los nacionales resistir hasta la llegada de la ayuda de la columna gallega. En el bando gubernamental, al igual que había ocurrido entre los golpistas durante la Revolución de 1934, surgen en los primeros días Comités que a las pocas semanas constituyen el Comité Provincial con sede en Sama de Langreo, cuyas principales tareas serán:

Organizar las milicias.
Mantener los abastecimientos
Mantener la disciplina y el orden
Incautar las fábricas y tierras, necesarias o abandonadas.
Cancelar impuestos.
La unión del Comité Provincial con el cenetista Comité de Guerra creado en Gijón, tras el levantamiento, dará lugar a la formación de un nuevo Comité Provincial, que pronto pasará a llamarse Consejo Interprovincial de Asturias y León con sede en Gijón, dirigido por Belarmino Tomás y en el que participarán miembros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y CNT.

Los sublevados de los cuarteles de Gijón serán derrotados tras 33 días de asedio a pesar de la ayuda prestada por el crucero Almirante Cervera que desde la costa bombardea la ciudad. El último reducto de Simancas caerá el 21 de agosto.

A partir de entonces Oviedo queda incomunicado, situación que se prolongará hasta el 17 de octubre, fecha en la que las tropas gallegas dirigidas por el coronel Tejeiro, penetran en la ciudad a través del pasillo abierto desde Grado por el Escamplero.

Los milicianos que sitiaban el centro fueron incapaces de asaltar las últimas defensas a pesar de la ofensiva llevada a cabo en los primeros días de este mes.

De octubre del 36 a septiembre del 37

La llegada de la columna gallega a Oviedo abrirá una crisis entre anarquistas y comunistas dando lugar al cambio de algunos consejeros y a fijar como necesidad fundamental anteponer la victoria militar sobre la revolución social.

Para evitar la actuación incontrolada del "terror rojo" de períodos anteriores se crea el Tribunal Provincial Popular. Mientras tanto Oviedo recibe más ayudas gracias al "pasillo" abierto, mejoran las duras condiciones de vida de los sitiados y aumenta el número de encarcelados y represaliados que en los primeros meses habían sido pocos.

En febrero del 37 se lleva a cabo una nueva ofensiva en la que participan batallones asturianos y vascos con armamento soviético. Se salda con un nuevo fracaso a pesar de que se consigue penetrar en la ciudad. A las autoridades nacionales, en estos momentos, les interesaba más la ocupación de Vizcaya que la liberación de Asturias.

En agosto una nueva ofensiva republicana se dirige ahora hacia el "Pasillo de Grado" pretendiendo con ello estrangular la ayuda material que llegaba a la capital, tampoco tiene éxito.

La caída de Vizcaya y la rápida ofensiva rebelde hacia Santander, afecta a los batallones que asedian Oviedo que son destinados a Cantabria. Cuando Santander cae, el Consejo se proclama soberano ante la crítica situación, con el voto en contra del PCE y de las Juventudes Socialistas Unificadas y la indignación gubernamental. El Consejo nombra nuevos jefes militares, restringe libertades y amplia la jornada laboral "por necesidades de la guerra".

El avance nacionalista continúa rápidamente encontrando una dura oposición en El Mazucu (Posada de Llanes) donde participan anarquistas como Higinio Carrocera. El 1 de octubre se entra en Covadonga.

La ayuda republicana es cada vez menor, solo queda resistir las ofensivas que ahora se incrementan con un nuevo frente por el Sur, por donde penetran hombres y pertrechos sin apenas resistencia. El día 18 de octubre cae Villaviciosa y el 21 Gijón, toda Asturias y todo el norte queda en manos nacionalistas.

La desmoralización en los días anteriores en Gijón es total, muchos de los más significativos dirigentes huyen desde el Musel, lo que provoca innumerables deserciones y el "sálvese quien pueda". Barcos de la Armada, mercantes e incluso pesqueros se emplean en la evacuación de soldados y civiles (algunos consiguen salvar el bloqueo nacional, otros son apresados y alguno como el destructor Ciscar es hundido en el propio puerto). Otros republicanos huyen hasta Cataluña y algunos se echan al monte formando grupos de guerrilleros o "maquis" que perduran durante algunos años.7​

La posguerra
Consecuencias de la guerra en Asturias:

Innumerables perdidas materiales, industrias, campos arrasados (la producción descendió en los años sucesivos a niveles por debajo de los alcanzados antes de la República entre un 20 y 29 %).
Hambre y enfermedades (tuberculosis).
Edificios destruidos (en Oviedo las 3/5 partes, entre ellos sufrieron graves deterioros la catedral y numerosas iglesias y conventos.
Se cifran en más de 16.000 los muertos, 11.500 en combate (El número de muertos en Asturias solo es superado por Madrid) y más de 5.000 represaliados.
Más de 2.000 encarcelados durante los primeros años de los 40 en cárceles o campos de trabajo.
Varios miles de exiliados.
En la posguerra mucha de la población obrera permanecía encarcelada o había huido a las montañas lo que obligó al mantenimiento de una fuerza militar en la región. Pero con la declaración de la Segunda Guerra Mundial en 1939 el carbón y la industria metalúrgica tomaron una importancia extraordinaria lo que impulsó el resurgimiento de la región.

Asturias desde la Transición

Con la llegada de la democracia a España, se creá el Consejo Regional de Asturias como órgano provisional preautonómico, presidido por Rafael Fernández Álvarez. El 30 de diciembre de 1981 se aprueba el Estatuto de Autonomía de Asturias, que determina la creación de la comunidad autónoma uniprovincial del Principado de Asturias.

En mayo de 1983 se celebran las primeras elecciones autonómicas. Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos, del PSOE, resulta elegido Presidente del Principado de Asturias.

Este periodo está marcado en Asturias por una fuerte reconversión industrial. Prácticamente todos los sectores se ven afectados por recortes de plantilla y cierres.

De 1991 hasta la actualidad

A Pedro de Silva le sucede Juan Luis Rodríguez-Vigil (PSOE) en 1991, que tiene que dimitir en 1993 por caso del Petromocho. Antonio Trevín asume el cargo de Presidente del Principado.

En las elecciones de 1995 el Partido Popular consigue la mayoría simple en la Junta del Principado de Asturias y es elegido Presidente Sergio Marqués. En 1998, por diferencias de criterio con su partido, Sergio Marqués abandona el Partido Popular y funda la Unión Renovadora Asturiana, gobernando en minoría hasta las elecciones de 1999.

En 1999 el PSOE obtiene la mayoría absoluta y Vicente Álvarez Areces es nombrado Presidente del Principado de Asturias. Desde el 22 de julio del 2003 gobierna con el apoyo de IU.

En 2007 de nuevo gana el PSOE las elecciones y pesar de no conseguir mayoría absoluta, de nuevo forma gobierno, siguiendo como presidente Vicente Álvarez Areces "Tini"

En 2011 gana las elecciones Foro Asturias, partido recién fundado y presidido por Francisco Álvarez Cascos, que se convierte en el primer partido de la democracia en ganar las primeras elecciones a las que se presenta.

En 2012, Álvarez Cascos convoca nuevas elecciones y resulta derrotado, convirtiéndose en presidente Javier Fernández Fernández, Secretario General de la Federación Socialista Asturiana del PSOE. En las elecciones de 2015 revalida su triunfo gobernando en minoría con el apoyo de IU

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Marco Tulio Cicerón.

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Los Fueros de Aragon

Mensajepor Brasilla » 24 Mar 2018 16:02

Los Fueros de Aragón

La palabra fuero, del latín « forum» = foro, etimológicamente significa juicio, lugar donde se administra la justicia, o territorio sobre el que se extiende la jurisdicción, aunque en legislación se refiere a uso, costumbre y « derecho, no observado de un modo general», definiéndose entonces como «colección de privilegios, franquicias e inmunidades otorgadas por el poder público a determinadas localidades o clases sociales». En el Derecho vigente se usa en equivalencia de «legislación especial».

Durante el siglo XIII vemos repetirse el mismo proceso en todos los reinos del norte peninsular: los nobles, caballeros y defensores, a quienes las prerrogativas forales benefician, buscan ser plasmados de forma expresa los «Usos y Costumbres» que se remontan a tiempos ancestrales (principios de la Reconquista e incluso los visigodos) aprovechando cualquier período de debilidad real, sucesiones o peticiones de ayuda. Los reyes lógicamente eran remisos a sancionar lo que era para ellos pérdida de poder efectivo, de sus intereses centralizadores y sobre todo de la capacidad para represaliar debidamente a quien se alzara en armas o conjurara contra el poder real.

El «Fuero Real» promulgado por Alfonso X para los territorios de Castilla y León, los «Usatges» de Cataluña, promulgados por Ramón Berenguer I (1068) y elevados a compilación legal con el Privilegio «Recognoverunt Proceres» dado por Pedro III en 1283, en la misma fecha y situación en que se vio obligado a otorgar el «Privilegio General» a los nobles aragoneses, o el «Fuero General de Navarra» , recopilado como consecuencia de las disidencias entre la nobleza y el rey Teobaldo I en 1287, todos ellos son el resultado de esa pugna entre el rey y la nobleza por delimitar sus respectivos campos de actuación.

A diferencia de los anteriores, en Aragón no se produce confusión entre alta y baja nobleza, formando grupos diferenciados en su representación en Cortes.

Los «Fueros de Aragón» son una colección de «cartas pueblas» y privilegios concedidos desde los comienzos de la Reconquista a Sobrarbe, Aínsa, Jaca, San Juan de la Peña (en cuyo monasterio se recopiló la Crónica que más tarde invocarían los nobles), Zaragoza, Belchite, Calatayud, Daroca, Alcañiz y Teruel. Fueron recopiladas por el Obispo de Huesca Vidal de Cañellas, por orden de Jaime I y aprobadas por las Cortes de Huesca de 1247, agregándose en 1283 el «Privilegio General» en las siguientes circunstancias:

Tras la conquista de Sicilia, Pedro III fue excomulgado y depuesto por el Papa Martín IV y Felipe III se disponía a invadir el territorio. El rey necesitaba subsidios y a la nobleza para organizar la defensa pero, a pesar de su crítica situación, en las Cortes de Tarazona (septiembre) se resiste a las presiones nobiliarias. Un mes más tarde, en las Cortes de Zaragoza se ve obligado a otorgar 30 nuevas leyes añadidas a los Fueros, dando lugar al «Privilegio General», aceptando entre otras cosas, las siguientes:

§ Reunir Cortes todos los años.
§ No proceder contra la clase privilegiada de oficio sino sólo a instancia de parte.
§ Nombramiento del Justicia de Aragón entre caballeros o hijosdalgo y con el consejo de ricoshombres.
§ Derecho a los honores y a trasmitirlos a sus hijos.
§ Derecho de los ricoshombres a juzgar sus propios pleitos.
§ Protesta por la concesión de un Fuero propio al reino de Valencia, y sobre todo
§ Obligación de jurar los fueros como condición indispensable para ser aceptado como rey.
Sancionados los Fueros de Aragón, Cataluña y Valencia, se hace frente a los franceses derrotándoles en el paso de Panisars, donde muere Felipe III. Poco después muere el Papa Martín IV, Alfonso X y el propio Pedro III, superándose la crisis pero consolidándose una situación favorable a los intereses socio-económicos de la nobleza. Entre las consecuencias de la aprobación de los Fueros se pueden citar:
§ Imposición de la nobleza al poder real.
§ Imposición de la nobleza a las nuevas clases sociales emergentes de burgueses y comerciantes.
§ Consolidación de las estructuras feudales.
§ Separación de los intereses aragoneses y catalanes.
§ Reclamación sobre el reino de Valencia como zona de expansión aragonesa y salida al mar.
§ Intereses por los asuntos estratégicos del Mediterráneo.

Cuando los Fueros de Aragón se imprimen por vez primera (1476/77) la Compilación de 1247 constituye sólo una pequeña parte de sus páginas. En ediciones posteriores (1496, 1517, 1542) se siguieron adicionando los fueros nuevamente promulgados sin otro orden que el cronológico. A esta colección de fueros se le llama por ello «Cronológica» y, a veces, los foristas la denominaban «Volumen viejo».

Constaba de doce libros. Los Fueros de 1247 ocupaban casi la totalidad de los ocho primeros, en los que se encontraban también los Fueros de Ejea de 1265 (origen legal conocido del Justicia de Aragón) y el Privilegio General de 1283.

Después, cada Rey añadió un libro con los Fueros que promulgaba, desde Jaime II (1267-1327) a Martín I (1356-1410). El Libro XII abierto por éste irá engrosando luego con los Fueros aprobados en las Cortes convocadas por la nueva dinastía de los Trastámara (desde 1412).

En los libros de los Fueros se encontraban las normas escritas más importantes que habían de aplicarse en los juicios civiles y criminales. Pero, además, los jueces aplicaban «las Observancias», es decir, precedentes judiciales basados más o menos firmemente en la costumbre.

Las Cortes celebradas en Teruel en 1428 acuerdan encomendar a una comisión presidida por el Justicia Martín Díez de Aux que reúna en un volumen los usos, observancias y actos de Cortes del Reino. Cumplen el encargo de manera selectiva y resumida, en nueve libros y en latín. Desde entonces la “colección oficial” de Observancias quedó inalterada, y se imprimió a continuación de los Fueros en todas las ediciones de éstos.

En Cortes de los siglos XVI y XVII se siguen aprobando Fueros, que se imprimen por última vez oficialmente por la Diputación del Reino en 1667.

A partir de 1711 con los “Decretos de Nueva Planta” sólo seguirán vigentes los Fueros y las Observancias en cuanto regulen las relaciones entre particulares (el Derecho Civil).
En 1925, el “Apéndice al Código Civil correspondiente al Derecho Foral de Aragón” derogará totalmente el Cuerpo legal denominado “Fueros y Observancias del Reino de Aragón”. Pero, a través del Apéndice, el Derecho Civil Aragonés llegará hasta nuestros días.

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Historia del Reino de Navarra ( I )

Mensajepor Brasilla » 25 Mar 2018 00:07

Historia de Navarra


Navarra fue un Reino desde 824 hasta 1841 y una provincia con Diputación Provincial, a veces llamada Diputación Foral,1​ desde 1841 hasta 1981. Desde 1981 hasta la actualidad constituye una Comunidad Foral. El Reino de Navarra fue uno de los reinos medievales de Europa situado en ambas vertientes de los Pirineos occidentales, pero con la mayor parte de su territorio localizado al sur de la cordillera pirenaica, en el norte de la península Ibérica. Fue el sucesor del Reino de Pamplona, fundado en torno a la capital navarra en 824, según establecen la mayoría de los historiadores. Tras unos primeros años de expansión y la posterior merma territorial a manos de Castilla y Aragón, el Reino de Navarra se estabilizó con dos territorios diferenciados: la Alta Navarra, al sur de los Pirineos y en la que se encontraba la capital y la mayor parte de la población y los recursos, y la Baja Navarra o Navarra Continental, al norte de la cordillera pirenaica.

El fin de la independencia del reino se produjo cuando Fernando el Católico la conquistó militarmente en el verano de 1512 con distintas resistencias, controlando el reino en unos dos meses. Se hicieron varios intentos de recuperar la independencia en los años siguientes y finalmente Carlos I de España se replegó de la Baja Navarra por su difícil control. Por lo que esta porción siguió siendo independiente manteniendo la dinastía de Foix, hasta que se asoció dinásticamente a la Corona francesa, al subir el rey navarro, Enrique III, al trono galo, como Enrique IV de Francia.

Así, los monarcas franceses se intitularon «Reyes de Francia y de Navarra». La unión del reino de Navarra a Francia, se produjo puramente por una unión dinástica, ya que se hizo conservando siempre sus propias instituciones (así, cuando Luis XVI convocó los Estados Generales de Francia, Navarra no envió formalmente diputados a estos, sino al rey en persona, de manera independiente y con su propio Cuaderno de agravios).​ Sin embargo, su estatus diferenciado dentro de la Corona terminó en 1789,4​ al ser abolido como reino. Del mismo modo, la Navarra peninsular o Alta Navarra aunque manteniendo su lengua, usos y costumbres, terminó por convertirse en uno más de los reinos y territorios de la Corona de Castilla y finalmente de la Monarquía Hispánica, estatus que conservó, gobernada por un virrey, hasta 1841, fecha en la que pasó a ser considerada «provincia foral» española mediante la posteriormente denominada Ley Paccionada, tras la Primera Guerra Carlista.

El reino de Navarra surgió dentro de un entramado étnico-lingüístico que terminó articulándose en varios espacios geopolíticos al Norte y Sur de los Pirineos. En uno de ellos será el germen del reino de Navarra, que tras un periodo de expansión, fue menguando paulatinamente en extensión y poder, socavado por las disputas entre las clases dirigentes y las conquistas realizadas por los reinos vecinos.

El espacio navarro se estructuró de manera dual tras la invasión musulmana de la península en el siglo VIII. El norte permaneció poco tiempo bajo dominio musulmán y pronto se organizó en un núcleo cristiano de fugaz sometimiento al Imperio carolingio y con centro en la ciudad de Pamplona, población fundada en época romana como Pompaelo por Pompeyo sobre un asentamiento vascón preexistente denominado «Iruña». Su primer soberano conocido fue Íñigo Íñiguez —o Íñigo Arista («Enneco Cognomento Aresta»)—, cabeza conocida de la primera dinastía navarra.

En el sur, un noble hispano godo oriundo de la zona (Casius) pactó con los invasores musulmanes y se convirtió al Islam, consiguiendo así continuar señoreando esa zona del valle del Ebro y prolongando este poder entre los de su estirpe (los Banu Qasi), que, durante generaciones, afirmarán su poder en el sur del actual territorio navarro, aliándose con los Arista en diversas ocasiones en contra del poder central del emirato cordobés, o del afán expansionista del Imperio carolingio.

Navarra fue uno de los núcleos montañeses de resistencia cristiana impulsados por los francos carolingios que se formaron en los Pirineos, como el Ducado de Vasconia, frente a la dominación islámica de la península Ibérica, al igual que en Aragón y Cataluña. Inicialmente fue conocido por los cronistas francos como Reino de los Pamploneses o Reino de Pamplona y poco más tarde, como Reino de Pamplona-Nájera en referencia a la importancia en su organización de la ciudad riojana.

En su etapa de mayor expansión territorial, durante la Edad Media, el reino abarcó territorios atlánticos y se expandió más allá del río Ebro, hacia territorios situados en las comunidades autónomas contemporáneas de Aragón, Cantabria, Castilla y León, La Rioja, País Vasco y las regiones administrativas francesas de Aquitania y Mediodía-Pirineos, en las antiguas provincias de Gascuña y Occitania. Las capitales vascas de Vitoria y San Sebastián fueron fundadas por el rey navarro Sancho VI el Sabio.

En su etapa final, el reino resultó dividido en:

La Navarra peninsular o Alta Navarra, que fue invadida junto a la Navarra continental en 1512 por Fernando el Católico con el apoyo de Luis Beaumont, hijo del líder Beaumontés exiliado tras perder la guerra civil de Navarra años antes, y fue anexionada a la Corona de Castilla. Se integró en el Reino de España o Monarquía Hispánica, conservando instituciones propias como reino. En 1530 el rey Carlos I de España decidió abandonar la Baja Navarra por su difícil control. La Alta Navarra sigue como reino integrante de España, hasta que en 1848 se abolió su estatus y pasó a ser una región o provincia.

La Navarra continental o Baja Navarra, que se unió dinásticamente con Francia a finales del siglo XVI, y en 1620 se integró en la Monarquía francesa. Aunque los reyes conservaron el título de reyes de France et de Navarre hasta la abolición de los privilegios de los territorios de la Monarquía, en 1789, en época de la Revolución, no obstante los reyes Luis XVIII y Carlos X recuperaron el título de Reyes de Francia y de Navarra durante sus reinados, en el primer tercio del siglo XIX.

El título del príncipe heredero es Príncipe de Viana, que hoy en día ostenta Leonor de Borbón y Ortiz, hija y heredera del rey Felipe VI.

Hace unos 7.000 años se produce en Europa un profundo cambio, cultural y económico, en un contexto, además, de cambio climático. El final de la IV glaciación o de Würm, es también el fin de la economía de los cazadores y recolectores del Paleolítico para dar paso a la civilización neolítica..

El Neolítico se caracteriza por una economía agrícola y ganadera, el asentamiento de la población en aldeas, la invención de la cerámica y la construcción con grandes piedras (Megalitismo) de dolmen, menhir y crómlech.

En el territorio que históricamente ha ocupado Navarra, la transición del paleolítico al neolítico-bronce fue lenta y paulatina5​ desde el 5000 AC hasta el 1000 AC en que comienza el periodo del hierro céltico.

El origen geográfico de la cultura neolítica se ha establecido en Oriente Medio y Mesopotamia, pero ha quedado demostrado genéticamente6​ que, en Europa Occidental, el cambio cultural no supuso un cambio étnico y los mismos cazadores y recolectores paleolíticos se transformaron en agricultores y ganaderos neolíticos.

La cultura y el idioma de aquella población, que posteriormente se denominarán vascones, está relacionada con la civilización lígur e íbera7​ y en general con las civilizaciones preclásicas mediterráneas como la micénica en la península Helénica, minoica del Egeo, etrusca en la Itálica, bereber en el norte de África o la ivera del Cáucaso.8​

El vascuence o euskera ha sobrevivido en este territorio como vestigio de aquella civilización europea desaparecida tras las invasiones célticas y el desarrollo posterior de las civilizaciones clásicas griega y romana.

La relación e integración del Ager Vasconum, agrícola, y el Saltus Vasconum, ganadero, mediante las cañadas reales, nacidas en la trashumancia del neolítico, vertebraron el territorio de los vascones.

Edad Antigua
Romanización, los vascones entran en la historia


Son varios los geógrafos romanos que citan a los vascones, como Plinio, Estrabón y Ptolomeo, delimitando el territorio mediante la relación de sus ciudades: Oiasso (Oiartzun/Irún), Itourissa (Espinal), Iacca (Jaca), Alaunoa (Alagón), Segia (Ejea), Cascantum (Cascante), Graccurris (Alfaro), Calagurris (Calahorra), Andelos (Andión), Nemeturissa (Oteiza).

Los primeros contactos de vascones y romanos pueden situarse en el siglo II A.C. Ya en 179 A.C. Tiberio Sempronio Graco funda Graccurris (Alfaro) en territorio vascón. La intensidad de los contactos aumenta durante las Guerras Sertorianas, Pompeyo se retira a estas tierras como retaguardia y funda Pompaelo (en el alto que actualmente ocupa la catedral) en 79 A.C., junto a un asentamiento indígena (en el alto que hoy ocupa el archivo de Navarra que en la edad media se conoció como Burgo de San Miguel).

La construcción de calzadas, como Ab Asturica Burdigalam de Burdeos a Astorga, el establecimiento de pesos y medidas, y en general, el orden romano, fomentó el comercio. En este sentido tuvo gran actividad la emisión de moneda de la ceca “Barskunes”. El hecho de emitir moneda, no frecuente en la península, denota la existencia de una civitas, que en el derecho romano da idea de una unidad organizada autónoma. En agricultura se inició el cultivo de la vid y el olivo y se implantaron nuevas tecnologías como el arado romano.

En general la romanización fue intensa como lo acreditan los vestigios arqueológicos de Pamplona, Andelos, Liédena, Santacara, Arellano y otros, denotando el nivel de integración cultural y, en muchos casos, la prosperidad económica. Aparecen nombres vascones entre los integrantes en las legiones como los que figuran en el Bronce de Ascoli o en la Cohors II Vasconum con inscripciones de su participación en Germania, Britania y Mali.

No hay noticias de conflicto en el contacto de ambas culturas, a diferencia de lo ocurrido con otros grupos étnicos. Es muy probable que la relación pacífica con los romanos provenga del respeto y reconocimiento romano a la civitas vascona, que sus sucesores visigodos no continuaron. Los quinientos años de romanización supusieron para los vascones un gran desarrollo, expansión geográfica, demográfica y económica.

Visigodos

Según Claudio Sánchez-Albornoz​ y otros autores, la crisis del orden imperial romano, en el siglo V, generó un vacío de poder en la Tarraconense. Los vascones muestran un gran dinamismo en esta época, impulsados por la mejora económica y demográfica que había favorecido la romanización. Para la historia son años oscuros con pocas noticias documentales. Estos mismos autores afirman que se produce una colonización, al menos cultural, de la depresión vascongada, y las tribus de várdulos, caristios y autrigones que la habitaban, adoptan el idioma y la cultura vascona, es la denominada tesis de la Vasconización tardía. El mismo fenómeno se extendió hacia el norte en el proceso de vasconización de los aquitanos.

Históricamente se relaciona a los vascones con el fenómeno de los bagaudas. Los bagaudas son descritos por los hispanorromanos, en el siglo V, como bandoleros y saqueadores a lo largo del valle del Ebro. Fueron combatidos por el general romano Asturius en 441 y 442 en tierras de aracelitanos, saquearon Turiassone (Tarazona) y asesinaron al obispo en 449; en 455 el rey suevo Requiario realizó un ataque contra bagaudas en tierra de vascones y Federico, hermano del rey godo Teodorico, los derrotó en 456.

Los reyes visigodos emprendieron campañas de castigo, ataques y saqueos, contra los vascones: Recaredo (590–601), Gundemaro (610–612), Suintila (621), Recesvinto (653), Wamba (672) y Rodrigo (710), que se mencionan, entre otras crónicas, en las de Isidoro de Sevilla. Si tales guerras llevaron al dominio del territorio vascón por los visigodos, o si, en realidad nunca consiguieron tal dominio, ha sido fuente de controversias entre los historiadores y de la creación del mito del Domuit vascones (dominó a los vascones).​ La mayoría de los historiadores concluyen​ que los vascones nunca fueron totalmente sometidos, aunque los visigodos lograron el control temporal de algunas ciudades.

La estrategia de dominación visigoda creó una línea de fortificaciones como Fitero, Olite (Oligito fundada por Suintila como "civitas gothorum"), Pamplona y Vitoria, defendidas militarmente y legitimadas en el cristianismo episcopal. Pamplona fue sede episcopal de la iglesia visigoda, el obispo Liliolo suscribe las actas del III Concilio de Toledo en 589.13​ El texto De laude Pampilone se corresponde a este periodo de fortificación visigoda en tierra de bárbaros.

Están documentadas necrópolis visigodas en Pamplona, siempre en extramuros, en la zona de la calle Leyre, excavada a finales del siglo XIX por Iturralde y Suit, en la Plaza del Castillo, excavadas durante las obras del aparcamiento, y en el solar de la Casa del Condestable, excavadas en las recientes obras de rehabilitación.

El carácter episcopal de Pamplona durará toda la Edad Media.
La formación del reino
La Invasión musulmana


El rey de los visigodos, Roderico, estaba combatiendo a los vascones en tierras de Pamplona cuando recibió la noticia del desembarco en Algeciras.1

Durante el invierno de 713 los ejércitos califales alcanzaron el valle medio del Ebro, que se encontraba gobernado por el Conde Casio; este pactó someterse al califa Omeya y convertirse al Islam a cambio de mantener su poder en la región, dando origen a la estirpe de los Banu Qasi.

Los Banu Qasi, desempeñarán el gobierno de la cuenca del Ebro como frontera norte del Califato de Córdoba. Su centro geográfico estaba en Calahorra; pertenecían a una estirpe de señores locales romanizados, probablemente de ascedencia vascona. Mantenían estrechas relaciones, incluso de parentesco con los Íñigos de Pamplona. Casan en 784 a Musa ibn Fortún con Onneca, viuda del vascón Íñigo Jiménez y madre de Íñigo Íñiguez, que más tarde sería el primer rey de Pamplona conocido como Eneko Aritza. Hasta el año 1.000 su poder se extendió hasta Zaragoza y Huesca. Fueron los fundadores de Tudela.

Pamplona fue finalmente ocupada, tras oponer resistencia, en torno a 718 y obligada a pagar tributo a los gobernadores musulmanes; a cambio conservaron heredades, tradiciones jurídicas, culturales y religiosas, e incluso, con el mantenimiento de sus propias autoridades locales. Esta situación fue inestable y en periodos sucesivos se vio a Pamplona pagando tributo, siendo gobernada por carolingios como Velasco, o simplemente sin poder reconocido.

La derrota musulmana en la batalla de Poitiers en 732 frente a los francos de Carlos Martel debilitó la posición musulmana, pero el valí Uqba recondujo la situación instalando una guarnición militar en la ciudad de Pamplona entre 734 y 741.​ El territorio de los vascones al norte de los Pirineos, se incorporó al Ducado de Vasconia bajo el Imperio carolingio, mientras que el sur de la cordillera se reorganizaba en torno a la ciudad de Pamplona y a la estirpe Íñiga, Ennega o Enecca.

El Imperio carolingio organizó el territorio ganado a los musulmanes, al sur de los Pirineos, en la Marca Hispánica como frontera político-militar, mediante guarniciones militares que se extendían de Pamplona a Barcelona. Pronto los condados occidentales alcanzan gran independencia y mantienen relaciones equidistantes con el Imperio y el Califato.

Carlomagno aprovechó la rebelión del valí de Zaragoza o Saraqusta para intervenir en la Península y apoyar a Sulaymán al-Arabi, que pretendía alzarse como emir de Córdoba con el apoyo de los francos, a cambio de entregar la plaza de Saraqusta. Atravesó con su ejército el territorio vascón, Pamplona le recibió capitulando.

Al llegar a las puertas de Zaragoza, un cambio de alianzas entre musulmanes, negó la entrada al ejército carolingio a la ciudad, y los francos le pusieron cerco. Por la complejidad que suponía un largo asedio a una plaza fortificada, con un ejército alejado de su centro logístico y dado que llegaron noticias de la sublevación de los sajones, Carlomagno desistió. En la retirada, al pasar por Pamplona destruyó sus murallas y la ciudad.

El 15 de agosto de 778, entre el collado de Ibañeta y la hondonada de Valcarlos el ejército imperial sufrió una emboscada por partidas de vascones, tanto pamploneses como calagurritanos, de su retaguardia, en la denominada batalla de Roncesvalles. La acción provocó un descalabro general de esa parte del ejército, mandada por Roldán, sobrino del Emperador, que murió en la batalla. Siglos después la Chanson de Roland, inmortalizó el evento. La independencia de los condados occidentales respecto del Imperio Carolingio se decidió en el fracaso de la toma de Saraqusta.

La colaboración entre vascones frente a francos y musulmanes, hará posible la consolidación del Reino de Pamplona con la proclamación de Íñigo Arista o Eneko Aritza, como primer soberano. Los Íñigos de Pamplona afianzaron su poder en una ciudad sin control extranjero estable y con el apoyo indirecto de los Banu Qasi, ya que, encargados de la frontera norte del Califato nunca emprendieron una conquista sistemática de Navarra. La derrota Carolingia en la batalla de Roncesvalles por la alianza vascona de Ínigos y Banu Qasi acabó con la amenaza del Imperio sobre el naciente reino.

Hacia el año 900-1000 desaparece el poder Banu Qasi y también el de los Íñigos de Pamplona. A partir de ese momento comienza la conquista de los territorios musulmanes y las campañas de castigo por parte del Califato de Córdoba como las realizadas en 911 por Al-Tawil desde Huesca, en 920 por Abd Al-Rahman III (campaña de Muez), en 924 Abd Al-Rahman III (campaña de Pamplona), en 937 Abd Al-Rahman III y en 998 y 1002 Almanzor.

Dinastía Íñiga

La estirpe de los Íñigos o Ennegos o Ennekos estaba territorialmente vinculada a Pamplona, zona donde desde antiguo mantenía relaciones de poder.

Iñigo Arista (llamado Eneko Aritza en Euskera, 810-851) es considerado como primer monarca. La identidad propia del reino nace entre tinieblas que nunca se lograrán despejar totalmente, en las crónicas musulmanas aparece como señor, conde o príncipe de los vascones (bashkunish) considerándolo como tributario del emir cordobés.

La dinastía sólo cuenta con tres miembros; a Arista le sucedió García Íñiguez (851-882) que en 859 es secuestrado por los normandos y liberado tras pagar un rescate; en 860 es derrotado por el emir Muhammad I y debe entregar a su hijo Fortún Garcés, quien es llevado a Córdoba para ser educado. En 882 Fortún Garcés sucede a su padre como rey de Pamplona.

En 905 Sancho Garcés I se alzó como rey de Pamplona (surrexit rex in Pampilona) destronando al último Íñigo y cambiando de dinastía, como consecuencia de una conspiración de intereses extranjeros.

El periodo de los Íñigos fue el del germen de la nación y su principal logro consistió en la resistencia y consolidación del nuevo reino. Desde el reino Astur-Leonés venía una nueva forma de pensar más militante y de reconquista que no coincidía plenamente con la actitud Íñiga de contemporización con los musulmanes, ni con la superficial cristianización que representaban.

Finalizada en el 905 la dinastía Íñiga con el destronamiento de Fortún Garcés, se inicia la dinastía Jimena con el reinado de Sancho Garcés I que reclamó violentamente los derechos de su esposa, la reina Toda; dicha dinastía continuaría con su hijo García Sánchez I.

Sancho Garcés II de Navarra (970–994), es el primero del que existe constancia escrita de que se denominara "Rey de Navarra" con motivo de la donación de la villa de Alastué hecha por el rey de Pamplona al monasterio de San Juan de la Peña en 987: Sancho II.Codex Vigilanus

"reinando Yo, D. Sancho, rey de Navarra, en Aragón, en Nájera y hasta Montes de Oca ..."

Con Sancho Garcés III el Mayor (1000–1035), el Reino de Navarra alcanzó su mayor extensión, abarcando casi todo el tercio norte peninsular, desde Astorga a Ribagorza. fue el gran impulsor de la ciudad de Nájera, convirtiéndola en la capital. En ella celebró Cortes y le otorgó el famoso fuero de Nájera, origen de la legislación navarra. Durante su reinado en Nájera se acuñó la primera moneda de la Reconquista con su efigie y la palabra "IMPERATOR" en su anverso y "NAIARA" junto a una cruz en el reverso. Favoreció las peregrinaciones a Santiago de Compostela, estableciendo albergues y hospitales, y convirtiendo a la ciudad en punto clave de la ruta jacobea.

Tras su muerte correspondió al primogénito García Sánchez III el Reino de Navarra y la gestión personal de los territorios patrimoniales de Nájera y Pamplona, así como la hegemonía política sobre los demás, cuya administración se encargó a sus demás hijos Fernando I de Castilla, Ramiro I de Aragón y Gonzalo Sánchez. El testamento paterno no fue respetado y cada hijo se hizo dueño de los territorios que le fueron concedidos entablándose disputas territoriales entre ellos.

Sancho Garcés IV de Navarra, "el de Nájera", fue nombrado rey en el 1 de septiembre de 1054 en la Batalla de Atapuerca tras morir en ésta su padre. Las pretensiones expansionistas de Sancho II "el Fuerte" de Castilla provocaron la llamada Guerra de los Tres Sanchos (1067), en la que el rey de Navarra contó con la ayuda de Sancho Ramírez de Aragón, venciendo en la lid el navarro. Fue asesinado el 4 de junio de 1076 por su hermano Ramón y su hermana Ermesinda en Peñalén y su muerte originó la invasión de Navarra por Alfonso VI de Castilla, que ocupó La Rioja, de forma temporal.

Para evitar que el fraticida fuera rey de Pamplona se nombra a Sancho Ramírez de Aragón conocido como Sancho I de Aragón y V de Navarra (1076-1094), que recuperó la unidad de los reinos perdida desde Sancho III el Mayor. Le sucedieron sus hijos Pedro I de Aragón (1094-1104), Alfonso I el Batallador.

En 1083 es nombrado obispo de Pamplona Pedro de Roda (Pierre Rodez) monje benedictino de Toulouse con el encargo de extender la reforma del papa Gregorio VII o Reforma gregoriana. Consolida y dignifica el solio obispal y promueve una colonización del reino desde el Languedoc y la Provenza. Cambistas y mercaderes se insatalaron extramuros de la ciudad dando origen al Burgo, por excelencia, el de San Cernin, conociendo un pujante desarrollo junto al Camino de Santiago que en ese momento estaba en pleno auge.

En este periodo histórico se gesta la leyenda de San Fermín, primer obispo de Pamplona, convertido al cristianismo, precisamente, por San Saturnino (Saint-Sernin) de Toulouse. Son muchas las concesiones y encomiendas a religiosos del Mediodía francés, pero cabe destacar la donación de Artajona cuyo cerco e iglesia de San Saturnino pasaron a ser detentadas por los canónigos de Toulouse. El prestigio y poder de estos mercaderes provenzales se extendió toda la Edad Media, hasta el punto que muchos siglos después toda la documentación mercantil y contractual de Pamplona se redactaba en lengua provenzal.

Alfonso I el Batallador (1104-1134) emprendió un gran ofensiva contra los reinos musulmanes, llegando a duplicar la extensión de su reino y conseguir la conquista clave de Zaragoza. Temporalmente, y gracias a su matrimonio con doña Urraca, posteriormente anulado, forzado por la oposición nobiliaria, gobernó sobre León, Castilla, Toledo, Navarra y Aragón haciéndose llamar entre 1109–1114 «emperador de León». Por el sur conquistó hasta Teruel y por el este hasta Tortosa como salida al mar. En su intento de conquistar Lérida entra en conflicto con Ramón Berenguer III conde de Barcelona. Por el norte acudió en ayuda de sus vasallos del Bearne, Foix y Cominges en contra del Duque de Aquitania, conquistando Bayona en 1131.

El Condado de Aragón formaba parte del Reino de Pamplona desde sus inicios, así lo recogían las Crónicas navarras del Fuero General. El rey de Navarra Sancho V había restablecido la unidad, sólo interrumpida brevemente por los hijos de Sancho III el Mayor. Alfonso I el Batallador dejó testamento a su muerte a favor de las órdenes militares de Templarios, Hospitalarios y Santo Sepulcro. Sin embargo el testamento era irrealizable debido a que la nobleza aragonesa apoyaba a su hermano Ramiro II el Monje que fue entronizado en Jaca como rey de Aragón, mientras que paralelamente García Ramírez (1134-1150) se convertía en rey de Pamplona, con lo que los territorios de Alfonso I de Aragón se volvieron a dividir en dos reinos. Algunos nobles aragoneses, fundamentalmente en los territorios disputados entre Aragón y Navarra, mantuvieron la lealtad al rey de Pamplona. Finalmente Ramiro II casa a su hija Petronila, con un año de edad, con Ramón Berenguer IV de Barcelona, uniendo definitivamente el Reino de Aragón al Condado de Barcelona.
Sello de Sancho VII

Al inicio de su reinado, Sancho VI el Sabio (1150-1194), debió enfrentarse a dificultades que lo impulsaron a realizar reformas jurídicas y administrativas destinadas a mejorar la hacienda real. El territorio de La Rioja estaba en disputa entre los reinos de Navarra y Castilla desde el siglo X. En 1176 Sancho VI y Alfonso VIII de Castilla tras firmar una tregua admitieron al rey de Inglaterra como árbitro, emitiendo éste el Laudo arbitral del Rey Enrique II de Inglaterra en marzo de 1177, por el cual Navarra perdía casi todo lo que actualmente es La Rioja, cediéndoselo a Castilla. Sancho VI funda con fuero de villa la ciudad de Donosti-San Sebastián en 1180.

La expansión territorial por el sur tenía como principal tenencia la fortaleza de Albarracín, encomendada a la familia de linaje navarro de los Azagra, que mantuvieron de facto la independencia de Castilla y de Aragón desde 1170, llegando a crear un obispado propio. Tras el fracaso de conquista por parte de Jaime I en 1220, Pedro III de Aragón la conquistó en 1285 tras sitiarla, pasando definitivamente a la Corona de Aragón en 1300. Con esta conquista Navarra pierde definitivamente cualquier posibilidad de expansión territorial hacia el Mediterráneo.

El hijo de Sancho VI, Sancho VII "el Fuerte", rey de Navarra entre 1194 y 1234, sufrió la pérdida del territorio occidental y la Navarra marítima: (Duranguesado, Álava y Guipúzcoa) a manos de la corona de Castilla, aliada con la corona de Aragón y que habían firmado numerosos tratados para repartirse el reino de Navarra. La ciudad de Vitoria tuvo que soportar un duro asedio de varios meses. En 1212 Sancho VII participó en la Batalla de Las Navas de Tolosa junto a otros monarcas peninsulares con la intención de conseguir prestigio entre los reinos cristianos y poder negociar la devolución de sus territorios perdidos. En esta batalla se fraguó siglos después la leyenda del rey cortando las cadenas que protegían la tienda del rey Miramamolín y que se asocian a las cadenas del escudo de Navarra. Durante su reinado recibió el vasallaje de la nobleza de los valles de Baja Navarra incorporándose ese territorio a Navarra.

Dinastía de Champagne y Capeta

A la muerte sin descendencia de Sancho VII, subió al trono en Tudela el 7 de abril de 1234 su sobrino Teobaldo I el Trovador, iniciando la dinastía de Champaña. Selló pactos con Castilla, Aragón e Inglaterra, que le permitieron consolidarse en la corona.

Ante la imposibilidad de establecer su corte en Pamplona por ser ciudad episcopal, construye un castillo y establece su residencia en la población de Tiebas. Los abusos e incumplimientos de fueros y usos realizados por su antecesor crearon un ambiente hostil, de prevención, a su llegada. Los infanzones, ricohombres y nobles, organizados en las Juntas de Infanzones de Obanos lograron del monarca la firma de la ratificación de sus derechos, fueros, usos y costumbres en el Fuero General, vinculando la libertad de sus gentes a la propia libertad del reino en el famoso lema: Pro libertate patria, gens libera state. Estos hechos son similares al proceso que obligó al rey de Inglaterra Juan sin Tierra a firmar la Carta Magna.

Teobaldo II el Joven, heredó el trono en 1253 con tan sólo catorce años de edad. Continuó con la mejora de la administración de ingresos y gastos del reino ya iniciados por su antecesor, realizando el primer censo de población del reino, cuya cifra aproximada se situó en más de 30.000 fuegos, unos 150.000 habitantes. Las cuentas de 1266 permiten concluir que el 6,75% de las ingresos se dedicaban a burocracia civil, el 33,84% a la administración militar y el 59,6% al rey y su gestión. Participó en la octava Cruzada contra Túnez promovida por su suegro San Luis de Francia donde murió.

Su sucesor Enrique I el Gordo tuvo un corto reinado entre 1270 y 1274, y la corona pasó a su hija Juana I, que sería reina de Francia entre 1285 y 1305 por su boda con Felipe el Hermoso rey de Francia. Reina con apenas tres años de edad, actuó de regente su madre y esta situación supuso un aumento de las presiones de castellanos, aragoneses y franceses por casarse con la heredera, finalmente se concertó matrimonio con el heredero de Francia. Por disposición testamentaria de la reina Juana en 1304 se funda el Colegio de Navarra de París centro docente de la universidad parisina, de gran prestigio intelectual hasta su desaparición en la Revolución francesa.

Su primogénito, Luis I de Navarra, comenzó la dinastía Capeta en Navarra. Según otras versiones, fue su esposo quien siguió como rey de Navarra, no gobernando el hijo hasta la muerte de su padre en 1314, cuando se convirtió en Luis I de Navarra y X de Francia. Denominado Luis le Hutin (el obstinado) construyó un castillo para la defensa de Pamplona situado en el ángulo norte de la actual Plaza del Castillo.

Los tres hijos de Juana y Felipe:Luis, Felipe y Carlos fueron sucesivamente, y a un tiempo, reyes de Francia y Navarra, ya que todos murieron sin descendencia. Al morir Carlos, se planteó en Francia un problema sucesorio que llevaría al estallido de la Guerra de los Cien Años; sin embargo, en Navarra no tenía vigencia la ley sálica, es decir, que las mujeres no quedaban excluidas de la sucesión al trono, lo que permitió que una hija de Luis I, Juana II fuese Reina de Navarra entre 1328 y 1349.

Los Capetos no residieron en Navarra y su forma de gobierno fue mediante gobernadores con plenos poderes, no siempre respetuosos con los fueros, usos y costumbres del Reino. Fueron continuas las protestas de agravio de las Cortes e incluso consideraron a la dinastía aragonesa como alternativa para trono de Navarra. El capítulo más sangriento fue la Guerra de la Navarrería en 1276 narrada por Guilhem de Anelier donde este Burgo de Pamplona quedó completamente en ruinas por más de cincuenta años.
Dinastía Evreux

Juana había contraído matrimonio, a los seis años, con Felipe de Évreux, con doce años, de manera nacía una nueva dinastía: Casa de Evreux. En su reinado se "amejoró" el fuero y tuvo lugar la creación de algunos órganos de gobierno, como el Consejo Real que colaboró con el rey en tareas legislativas y judiciales como tribunal superior de justicia, así como la Cámara de Comptos encargada de la recaudación de impuestos y de la hacienda regia.

Carlos II el Malo, rey de Navarra de 1349 a 1387, fue protagonista de una desmedida política internacional que desbordó los limitados recursos del reino. El ejército castellano cerca Pamplona viéndose Carlos obligado a firmar el Tratado de Briones en 1379 que permite a Castilla retener durante casi una década una quincena de plazas navarras que había conquistado en la guerra, lo que supuso el final de las ambiciones políticas del rey. Esta política oscilante e incoherente se explica por la necesidad de mantener un precario equilibrio con las potencias que rodeaban Navarra: Castilla, Aquitania inglesa (salidas al mar), Aragón y Francia, todas y cada una capaces por sí mismas de anexionarse el pequeño Reyno de Navarra.

Carlos III el Noble Su matrimonio con Leonor de Trastámara, hija del rey Enrique II de Castilla, en 1375 puso fin a los conflictos entre ambos reinos y creó una relación de amistad que continuó en tiempos de los reyes de Castilla Juan I y Enrique III. Procuró la distensión de relaciones con Castilla, Aragón, Francia e Inglaterra mediante una política de colaboración, apoyo al papado de Aviñón y relaciones matrimoniales. Instituyó el título de Príncipe de Viana en 1423 para los herederos al trono del reino navarro, siendo el primero su nieto Carlos.

Destacó como impulsor de las artes, pues concluyó la catedral gótica de Pamplona e hizo edificar los palacios reales de Tafalla y de Olite, donde murió en 1425. Fue el unificador de Pamplona bajo el llamado "Privilegio de la Unión" en 1423 que puso fin a las guerras de Los burgos de Pamplona.

Heredó el trono su hija Blanca I, en 1402 contrajo matrimonio con Martín el Joven, rey de Sicilia y heredero de la Corona de Aragón. Muerto éste en 1409 pasó a gobernar dicha isla, regresó a Navarra y contrajo matrimonio en segundas nupcias con Juan II de Aragón.

De la unión con Juan II de Aragón nació su hijo Carlos, príncipe de Viana, quien, según las capitulaciones matrimoniales de 1419, debía heredar el reino de Navarra a la muerte de su madre. Pero al morir doña Blanca, su esposo usurpó el trono navarro, alegando entre otras razones el testamento en el que la reina recomendaba a Carlos que no se hiciese coronar sin consentimiento de su padre.

Carlos de Viana, declaró la guerra a su padre, lo que supuso una guerra civil en Navarra, Carlos reclutó el apoyo de Luis de Beaumont (Beaumonteses) y del propio condestable castellano, Álvaro de Luna. Juan II era apoyado por los Agramonteses, ambas facciones disfrutaron del apoyo de las facciones guipuzcoanas de Gamboínos y Oñacinos respectivamente. Dicha guerra interna persistió a la muerte de Carlos en 1461 y también a la de Juan II en 1479.

Pero Juan II le derrotó una y otra vez, al tiempo que se casaba con la castellana Juana Enríquez en 1447 que le daría un hijo, el futuro Fernando el Católico.

Guerra Civil de Navarra

Leonor de Foix, por casarse en 1441 con Gastón IV de Foix, pasa a ser instrumento del rey aragonés en contra del resto de sus hijos. Al desheredar Juan II a su hijo Carlos, Príncipe de Viana y caer en desgracia la otra hija, Blanca, hizo proclamar herederos del reino a Leonor y a Gastón, e instituyó gobernadora general del reino a Leonor, que se estableció en Sangüesa. Leonor en su testamento dispuso que fuera heredero Francisco I de Foix ("Febo"), su nieto, recomendándole que adoptara la protección del rey de Francia. Durante su breve reinado ejerció la regencia su madre Magdalena de Francia, hermana del rey Luis XI de Francia. Al principio de su regencia (1479) consiguió que Agramonteses y Beaumonteses firmasen la paz en Aoiz, la regente creyó haber conseguido la paz definitiva, sin embargo resultó efímera. Este es el origen del escudo de Aoiz, las dos banderías, simbolizadas por espadas que quedan debajo de la corona real.

La prematura muerte de Francisco (1483) convirtió a Catalina de Foix, su hermana, en reina de Navarra. Doña Magdalena continuó en la regencia los primeros años. Hubo fuertes presiones del rey católico para acordar la boda de Catalina con Juan príncipe de Asturias recién nacido. El matrimonio de Catalina se convirtió en cuestión de delicada diplomacia en una coyuntura de ambiciones territoriales sobre Navara, tanto de Francia, como de la unión Castellano-Aragonesa. Finalmente la opción fue Juan III de Albret (1484), que contaba con el beneplácito del rey de Francia.

Fernando el Católico aumentó el acoso sobre el reino y sus monarcas. La guerra civil de Navarra estaba en su fase más cruenta. Ya nadie recordaba cómo había empezado, ya no existía un enfrentamiento dinástico entre el Rey Juan y su hijo Carlos el Príncipe que la originó. Ahora los Beaumonteses, liderados por Luis de Beaumont, Conde de Lerin, Condestable de Navarra, eran utilizados por Castilla para sus fines y los Agramonteses que rodeaban a los reyes de Navarra, ocupando los más importantes cargos del reino como Juan de Jaso, Señor de Javier, presidente del Real Consejo o el Mariscal Pedro de Navarra, con claro apoyo del rey de Francia.

La guerra civil asolaba campos y villas, como Rada que resultó destruida y abandonada; se practicaba el sabotaje con talas de arboledas y viñas, quema de aldeas; los cargos públicos se concedían por bandería y reinaba la corrupción moral con traiciones, deslealtades, robos y crímenes.

La guerra quedó abierta entre el Rey Juan Albret y el Conde de Lerín, decretándose el embargo de todas las haciendas del Conde que salió exiliado a Castilla. Quedó bajo la protección de Fernando que le recompensó con el marquesado de Húescar y el feudo de la Puebla de Don Fadrique en Granada. Sin embargo el de Lerín continuo el acoso al Rey con conquistas y sitios de pueblos y ciudades. En el sitio de Viana murió César Borgia, duque de Valentinois, hijo del Papa Alejandro VI, que debiendo huir de Roma por la persecución del Papa actual, se había refugiado en Navarra bajo la protección de Juan de Albret su cuñado.

El difícil equilibrio internacional de Navarra se vio definitivamente roto al declarar la guerra a Francia la coalición de Castilla e Inglaterra que suponía para Navarra, tanto neutral como beligerante, una guerra que le iba a afectar.

La guerra de Navarra

Fernando el Católico, aprovechando el apoyo que le ofrecían los Beaumonteses, invadió el Reino el 21 de julio de 1512.16​ Un ejército castellano con guías Beaumonteses entró en Navarra desde Álava, al mando de Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez, segundo duque de Alba.

Para esta acción, se argumentó que los reyes de Navarra habían firmado el tratado de Blois con el rey de Francia, por el que se afirmaba «ser enemigos de mis enemigos», habiéndose convertido por tanto Navarra en un estado beligerante y no neutral en la guerra de Castilla e Inglaterra contra Francia. Fernando el Católico consiguió que el papa Julio II excomulgara a los reyes de Navarra, en las bulas Exigit Contumacium y Pastor Ille Caelestis, y por tanto quedaban desposeídos del reino, por las connivencias de la casa real navarra con el protestantismo que se estaba extendiendo por el sur de Francia y su alianza con el monarca francés, declarado cismático en el V Concilio de Letrán. A ello se sumaron a las negociaciones para casar a su primogénito Enrique, Príncipe de Viana, con una hija de Luis XII de Francia.

El hecho de que Pamplona, la capital, dominada por el bando beaumontés, se rindiera en tres días (cayó el 25 de julio), determinó el control total en el reino. En otros lugares, la resistencia fue mayor: Lumbier hasta el 10 de agosto, Estella hasta agosto, Roncal hasta el 9 de septiembre, al igual que Tudela, que fue el mayor bastión agramontés, donde para tomarlo tuvieron que venir fuerzas de Aragón.17​ Los reyes navarros Juan y Catalina se refugiaron en sus dominios del Bearne.

En 1513, las Cortes de Navarra, convocadas en Pamplona por el virrey castellano y sólo con la asistencia de beamonteses, nombraron a Fernando el Católico rey de Navarra. El 7 de julio de 1515 las Cortes de Castilla en Burgos, sin ningún navarro presente,18​ anexionan el Reino de Navarra al de Castilla. El nuevo rey se comprometió a respetar los fueros del reino.

La ocupación castellana fue total, tanto la Navarra Continental como la Peninsular, sin embargo, en Baja Navarra, el control militar siempre fue más precario y la conquista de la Alta Navarra no finalizó con la invasión, ya que Catalina de Foix y Juan III de Albret, y posteriormente Enrique II, apoyados por los monarcas franceses, hicieron hasta tres intentos militares de recobrar el reino.

El primero lo realizaron ese mismo año, en noviembre, cuando un ejército de navarros, Agramonteses, franceses y mercenarios se adentraron en el reino con 15.000 hombres al mando de Juan de Albret y el general La Palice. Varias ciudades del interior se alzaron, como Estella, Cábrega, Villamayor de Monjardín y Tafalla, llegando a sitiar Pamplona del 3 al 30 de noviembre. Ante la llegada de refuerzos castellanos por el Perdón, se realizó un asalto precipitado el 27 de noviembre de Pamplona, que fracasó.

Debido a la proximidad del invierno, las tropas franco-navarras iniciaron la retirada hacia el Baztán. En el puerto de Velate, la retaguardia fue sorprendida por fuerzas castellanas, en las que predominaban guipuzcoanos oñacinos, al mando de López de Ayala. La batalla de Velate terminó con la derrota y pérdida de más de mil hombres y doce piezas de artillería de los franco-navarros.19​ Hasta fechas recientes han figurado en el escudo de Guipúzcoa las doce piezas de artillería en recuerdo de la gesta.

La segunda tuvo lugar en 1516, aprovechando la muerte de Fernando el Católico y la complicada sucesión castellana. El ejército, al mando del mariscal Pedro de Navarra, mal pertrechado y equipado, fue derrotado en el Roncal por el coronel Cristóbal Villalba. El mariscal fue hecho prisionero y moriría asesinado en el castillo de Simancas en 1522. Para evitar posteriores problemas, el cardenal Cisneros, regente de Castilla, ordena eliminar todos los lugares defensivos de Navarra, exceptuando los estratégicos y los pertenecientes a los aliados beaumonteses, debido a la imposibilidad de defender con el ejército castellano todos los castillos. Orden que fue cumplida salvo en el caso del castillo de Marcilla por la férrea oposición mostrada por Doña Ana de Velasco, marquesa de Falces.

Al no prosperar la vía militar, se intentó la diplomática. Así tuvieron lugar dos encuentros entre las partes, en Noyón (1516) y Montpellier (1519), que no arrojaron ningún éxito, por lo que los reyes navarros, apoyados por Francia, realizaron un último intento bélico.

En 1521, aprovechando la Guerra de las Comunidades que asolaba Castilla, y reinando Enrique II, que contaba con el apoyo incondicional de su cuñado Francisco I de Francia, deseoso de debilitar a toda costa a Carlos I de España, tuvo lugar un alzamiento generalizado en toda Navarra, incluyendo las ciudades beaumontesas, al tiempo que un ejército franco-navarro que vino por el norte, consiguió reconquistar toda Navarra.

Sin embargo, el ataque se había demorado demasiado, no produciéndose hasta mayo, cuando en abril los comuneros habían sido aplastados por las tropas reales. Además, en vez de consolidar la victoria, el ejército navarro quiso entrar en Logroño, lo que permitió que el ejército castellano se reorganizara con tres cuerpos de ejército. Finalmente, el ejército navarro se constituyó en un ejército de ocupación de facto, impidiendo el retorno del rey Enrique a Pamplona, lo que causó el descontento popular.

El enfrentamiento se produjo en la cruenta batalla de Noáin (30 de junio de 1521), a las afueras de Pamplona, donde no menos de 5.000 combatientes perdieron la vida. Tras esta derrota, los restos del ejército franco-navarro se dispersaron, aunque hacia octubre algunos combatientes se hicieron fuertes en el castillo de Maya (valle de Baztán), donde resistieron hasta el 19 de julio de 1522 y en Fuenterrabía, que resistió hasta marzo de 1524.17​ En diciembre de 1523, Carlos I decretó un perdón para los sublevados, excluyendo a unos setenta miembros de la nobleza navarra. Tras la caída de Fuenterrabía, el emperador decretó un nuevo perdón, incluyendo a los excluidos del anterior, a condición de que se le prestase juramento de fidelidad. Así terminaron los intentos tanto por recobrar la independencia de la Alta Navarra como de consolidar la influencia sobre ella de la corona francesa.

En mayo de 1521, defendiendo Pamplona de la sublevación de los habitantes de la ciudad, cuando fuerzas navarro-gasconas entraron en la Alta Navarra para recuperar el reino, resultó gravemente herido Íñigo López de Loyola, encuadrado en el ejército de Castilla que ocupaba Navarra. En 1528, siendo ya Ignacio de Loyola, en la Universidad de París tuvo como alumno aventajado a Francisco de Jaso y Azpilicueta, Francisco Javier, que llegaría a ser copatrón de Navarra en 1622. La familia de Juan de Jaso permaneció leal a los legítimos reyes de Navarra y con ellos partieron al exilio, participando, los hermanos de Francisco, Miguel y Juan, en todos los intentos de recuperación del reino y hasta la última resistencia de Amaiur.

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Última edición por Brasilla el 25 Mar 2018 00:37, editado 1 vez en total.
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furas
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Re: Un poco de historia

Mensajepor furas » 25 Mar 2018 00:15

Como te lo curras Brasilla.

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España, Las Carolinas y la Alemania de Bismarck ( I )

Mensajepor Brasilla » 25 Mar 2018 20:57

La España de la Restauración tuvo que enfrentarse a dos importantes problemas internacionales suscitados con dos grandes potencias: el problemade Cuba con los Estados Unidos y el problema de las Carolinas con la Alemania de Bismarck. El incidente de las Carolinas se resolvió por vía diplomática y finalmente culminaría con la venta de las posesiones oceánicas al Imperio Alemán.

«No hay que decir cuan profunda y amarga ha sido la impresión de tal acontecimiento realizado con tan poca lealtad por una potencia amiga con perjuicio y humillación de España». Mariano Rampolla Nuncio del Papa León XIII en Madrid.

INTRODUCCIÓN

El inaudito atentado de Alemania contra la soberanía de España en las islas Carolinas y Palaos, y las negociaciones que se siguieron, son hechos conocidos por haberlos difundido ampliamente la prensa nacional y extranjera, pero en la mayoría de las ocasiones se desconocen las causas y las motivaciones que llevaron a esa situación de enfrentamiento.La España de la Restauración hubo de enfrentar dos problemas internacionales suscitados con dos grandes potencias: el problema de Cuba con los Estados Unidos y elproblema de las Carolinas con la Alemania de Bismarck.

El incidente de las Carolinas se resolvió por vía diplomática, sin el recurso a la fuerza, y la potencia más fuerte reconoció el derecho del débil, aun cuando el más fuerte, en este caso, la Alemania poderosa del Canciller de Hierro que afirmaba la eficacia de la fuerza y el fuego comofuentes del derecho y como argumentos convincentes en el orden internacional. Posteriormente se culminaría con la venta de las posesiones oceánicas al Imperio Alemán.

Se han consultado las obras de Justo Parrilla, Emilio José Butrón y José Montero Ríos, escritas en los años en que se desarrollaron los hechos, las de María Dolores Elizalde, verdadera experta en el tema de Filipinas y los archipiélagos oceánicos, ydiferentes obras, artículos y páginas web referenciadas en el texto y en la bibliografíafinal.

El capitán de fragata Emilio José Butrón describe en su Memoria sobre las islas Carolinas y Palaos, el Archipiélago consta de 48 grupos, formando en todo muy cercade 500 islas, ocupando en longitud unas 450 leguas y en latitud desde los 2° á 7° N. ósean 100, de suerte que, con el mar que rodea á dichas islas, viene á tenor el grupo una extensión de 45.000 leguas cuadradas. (Butrón, 1885, 4-5).

Y continúa: A pesar de la gran faja de mar que ocupan, la extensión de todas las Carolinas reunidas (excepción hecha de las islas mayores de Ualam, Panope y Roug) no contando con los arrecifes, vendrá á ser de unas 25 millas de largo por solos 200 metros de anchura. Su población total (fuera de Yap y el grupo de las Palaos) vendrá á ser de unas 3.000 almas. Por ese cálculo resultan unos 500 habitantes por cada milla cuadrada,tanto por ciento muy superior á el que dan los países más poblados de Europa. (Butrón,1885, ).

Justo Parrilla en su Descripción geográfico-histórica de las islas Marianas y de las Carolinas, describe que aunque la mayor parte de estas islas son bajas y llanas, compuestas de formaciones de coral, hay hasta cinco grupos basálticos y con elevadas montañas. El suelo es fértil, siendo pocas las islas donde, como la de Yap, escasea el agua dulce. El clima de estas islas es benigno por causa de las aguas y las brisas que las bañan y las temperaturas máximas oscilan entre los 29 y 30 grados.

(Parrilla, 1885, 20).El color de los habitantes de las islas varía de una parte a otra del archipiélago,siendo los del Este, moreno-oscuros y algunos casi negros, mientras que los del Oeste son más claros y se aproximan al color trigueño de los criollos antillanos, o de los pueblos del Mediodía de Europa, pero aquí predomina el color cobrizo oscuro, y losrasgos faciales se asemejan a los de Filipinas. Son activos, industriosos, alegres, afables, gustan mucho del baile, que acompañan con cantos armoniosos y desconocen los instrumentos de música. La poligamia está admitida aunque pocos la practican. Su gobierno es oligárquico, y si bien cada una de las islas tiene su jefe, todos reconocen un Soberano, cuya residencia es Lamurek ó Namurik. (Parrilla, 1885, 21).

El primer y más importante grupo de islas es el de Eap, Uyap ó Yap , cuya isla mayor tiene 40 millas de circunferencia, elevada al Norte y cubierta al Sur de magníficos bosques de cocoteras. Tiene el puerto de Tomill, en la costa oriental y la extensión es de150 km2 con una población de unos 2.000 habitantes.Al SO de este grupo se encuentra el de las islas Ngoli, llamadas también Matelotas, aunque están habitadas tienen poca importancia. Al NE de Yap está el grupo de Falalep y al SE el
Feis llamado también Uluthi y Mackenzie, al que pertenece la isla de Mogmog. Al SE, se encuentra el de Sorol o Filip sin importancia, y un poco más lejos, en la misma dirección, el de Wolea ó Ulíe, compuesto de 22 islas siendo destacable la de Raul. Después vienen las islas de Lamurek o Namurik, Olimarao y Satawal, siendo Ulimirek la residencia del Soberano de todas estas islas.

Antecedentes históricos

La presencia española en las islas Filipinas, Carolinas, Marianas y Palaos se remonta a la época de los grandes viajes de descubrimiento y exploración del mundo realizados a lo largo del siglo XVI. En dura competencia con los navegantes portugueses, los expedicionarios españoles se aventuraron por latitudes orientales siguiendo la ruta de las especias, en busca de nuevas fuentes de riqueza para la Corona española; se sentían atraídos por la aventura de descubrir y conquistar unas tierras exóticas que parecían llenas de tesoros por recoger, y de las que deseaban tomar posesión en nombre del rey de España. (Elizalde, 2001).

El primer navegante del que se tiene constancia que estuvo en el archipiélago de las Carolinas fue Fernando de Magallanes en su viaje en busca de las especias, quien en marzo de 1521 se encontró con el archipiélago de las Marianas, que él llamo islas de los Ladrones. Una vez que tomó posesión de ellas y renovó víveres y fuerzas, prosiguió su viaje por aquellas aguas desconocidas y reconoció algunos islotes de menor importancia de las Carolinas, que recibieron por primera vez la visita de unos europeos. Los navegantes españoles se fueron encontrando con islas del archipiélago de las Carolinas de paso por la ruta de las Indias y fueron explorándolas poco a poco tomando de ellas en nombre del rey de España.

Se producen sucesivamente las expediciones de: Toribio Alonso de Salazar que, en 1525, descubrió la isla de San Bartolomé dentro de las hoy llamadas Marshall; Álvaro de Saavedra, en enero de 1528, recorrió las islas más importantes, como Uluthi, Truk, Ualan, Tugulo, Arrecifes, Ozolong y Yap; Ruy López de Villalobos, en 1542, descubrió los atolones más septentrionales los llamó de San Esteban o islas del Coral; Miguel López de Legazpi, en 1564, visitó Yap, Guam y las islas de los Barbudos antes de alcanzar las islas Filipinas.

Así a finales del siglo XVI, los españoles habían explorado y tomado posesión de gran parte de las islas Carolinas. Las islas fueron medio olvidadas hasta que en 1686, Francisco de Lezcano volvió al archipiélago y descubrió una isla grande y fértil —probablemente Ponapé —, a la que denominó Carolinas en honor del soberano reinante en España, Carlos II, y que por extensión dio nombre a todo el conjunto que pasó a ser conocido como islas Carolinas. Desde este momento el archipiélago fue paso habitual en las rutas de navegación y empezó a ser visitado por barcos de distintos países. (Elizalde, 2001).

En 1708, el padre Bobadilla realizó la primera expedición para evangelizar las Carolinas, que no tuvo ningún éxito. Lo intentó nuevamente en 1710, también sin éxito. En 1729, el jesuita Juan Antonio Cántova tampoco tuvo suerte, repitiendo en 1731 e instalándose, con ocho marineros, doce soldados y un carolino, en la isla de Yap , donde construyeron una capilla, una escuela y varias casas donde vivir siendo asesinados dos años más tarde.

Se desistió de la evangelización tras varias expediciones frustradas hasta que en 1887, con la ocupación efectiva del archipiélago se realizó el asentamiento definitivo de los religiosos. Con la Ilustración, durante el siglo XVIII y comienzos del XIX, el archipiélago es recorrido por navegantes y científicos de diferentes nacionalidades, que deseaban fijar su posición exacta en los mapas, estudiar sus caracteres físicos y observar los modos de vida de sus habitantes. A finales del XIX, la expediciones eran ya fundamentalmente militares, y en menor medida comerciantes, con la finalidad de facilitar el dominio político del territorio, principalmente de Rusia, Francia, Estados Unidos y España.

Entre las expediciones científicas españolas cabe señalar las Egoy (1712), Manrelle(1780), Wuintano (1796), Juan Ibargoitia, (1800) que recorrió las Palaos, Anacoretas y otros islotes a los que llamó Cata, Mártires y Anónima, Juan Lafita (1802) que reconoció las Matelotas y Catrican, Luis Torres (1804) que hizo un plano de las Ulea, Juan Bautista Monteverde (1806) exploró el grupo de Nugor o Nukuor y la isla de San Rafael. Las tres expediciones más importantes fueron las de Juan Álvarez Guerra,Emilio José Butrón y de la Serna , y Luis Bayo, durante el último tercio del siglo.(Parrilla, 1885; Elizalde, 2001).

La expedición de Butrón, enviada para ocupar las islas y crear la primera colonia, se encontró con dificultades debido a la presencia y actuación de un crucero alemán en la isla de Yap en el momento en se estaba procediendo a la ocupación española. Esos sucesos dieron lugar al conflicto hispano-alemán de 1885 que obligó a retrasar la ocupación efectiva hasta que se resolvió el contencioso con Alemania, que dio origen a una nueva expedición a cargo de Luis Bayo, que a bordo del Manila,
recorrió detenidamente las Carolinas y las Palaos y en 1886 estableció definitivamente la soberanía española sobre las islas Carolinas.

Extranjeros residentes en Carolinas e intereses.


El número de extranjeros establecidos en las islas eran de unas quinientas personas aproximadamente, distribuidos en varios grupos característicos.El más numeroso era el de los misioneros metodistas norteamericanos, unos trescientos entre religiosos, maestros y familias, que se asentaron a mediados del siglo XIX para evangelizar el archipiélago y fue de gran influencia en el área oriental. El segundo grupo comprendía a los comerciantes alemanes, estadounidenses, británicos y japoneses, unos cincuenta, que incidieron decisivamente en la vida y evolución de las islas.

Un tercer grupo, más de un centenar, de extranjeros era de procedencias muy distintas: marianos, filipinos, chinos, portugueses, etc., que habían llegado a las islas buscando trabajo, por naufragio, deserciones de barcos, afán de aventuras..., y que en muchos casos proporcionaron mano de obra responsable y muy apreciada por su escasez. Y finalmente un último grupo de extranjeros que visitaban asiduamente las islas, pero que no se asentaron, fueron los navegantes y comerciantes que surcaban aquellas aguas del Pacífico con diferentes objetivos comerciales y que pertenecían mayoritariamente a Alemania, Japón, Estados Unidos, Dinamarca, Noruega, Gran Bretaña y en rara ocasión a Francia. (Elizalde, 1991)

El interés de Gran Bretaña por las Carolinas se produce con el establecimiento de varios comerciantes a finales del siglo XIX y las autoridades coloniales conceden licencias a las firmas británicas que trabajaban en las islas no ocupadas para el comerciode copra. Alemania ya mostró un creciente interés por las islas Carolinas años antes de hacerse efectiva la ocupación de la colonia por los españoles, y que le llevó a intentar hacerse con el dominio del archipiélago en varias ocasiones.

Los comerciantes alemanes se fueron asentando en las islas, así en 1857 la Casa Godeffroy, compañía de Hamburgo, empezó a comprar tierras en Samoa y dos años más tarde ya monopolizaba el tráfico en estas islas. Poco a poco los alemanes fueron haciéndose con el dominio del comercio en aquella área del Pacífico, y sus compañías fueron el primer síntoma de una política colonial no organizada ni articulada.

Los cónsules españoles destacados en la zona empezaron a alarmarse ante la fuerza creciente de los alemanes en sus posesiones del Pacífico, y alertaron al Gobierno español, que decidió tomar medidas para ejercer una cierta vigilancia en el comercio en sus colonias que provocó varios incidentes con barcos alemanes. Los Estados Unidos no tenían interés económico a gran escala en las islas, pero algunas compañías independientes operaban en el archipiélago.

En la década de los setenta la Casa Crawford, la Compañía de San Francisco de California y la Compañía del Pacífico se dedicaron a la explotación de la copra en las Carolinas, pero posteriormente vendieron sus derechos a la Sociedad Jaluit, y quedaron únicamentepequeños comerciantes independientes ligados de forma personal a las islas. El interésde Estados Unidos era más bien por su estratégica situación que las convertía en un sugestivo lugar de escala y de cruce de comunicaciones.

Japón es un caso especial, porque estaba fuertemente interesado por Carolinas, e intentó en numerosas ocasiones aumentar su influencia, su presencia no fue bien acogida y tampoco contó con el peso necesario para ser considerado en el concierto internacional. Hubo dos compañías operando: la de Seki, de Yokohama, que contaba con establecimientos muy pequeños pero muy extendidos en Truk, Ulea y las Palaos y la Casa de Nonaka, que trabajaba en las Truk. España estaba preocupada por el desarrollo de Japón y por sus deseos de expansión en el Pacífico y para las autoridades coloniales españolas Japón era una potencia demasiado cercana, cada vez más poderosa,y con un exceso de población y unas pretensiones comerciales, estratégicas y políticas que le hacían volver los ojos hacia las islas de su alrededor.

Las Carolinas podían convertirse en un objetivo de su política expansiva. Por último en 1897 Holanda reclamó sus derechos sobre las islas San David, situadasen el área más meridional del archipiélago, muy cerca de las Indias Holandesas, y que nunca fueron visitadas por los españoles. Tomó posesión de ellas en nombre del soberano de los Países Bajos y por orden del gobernador general de las Indias Holandesas. España mostró sus títulos sobre el archipiélago, y el conflicto se discutió por vía diplomática durante varios años, sin conseguir ningún acuerdo positivo antes de vender las Carolinas a Alemania.

Colonia española

Según la historiografía anglosajona en el verano de 1885, el gobierno español decidió enviar una flota para tomar posesión de las islas Carolinas ante las intenciones del gobierno alemán de tomarlas bajo su protección. La documentación ha demostrado, como bien explica Mª Dolores Elizalde, que los acontecimientos ocurrieron justamente al contrario.

Ya desde hacía años las autoridades españolas en la zona venían señalando la necesidad de la ocupación de las Carolinas ante el temor de que alguna gran potencia con intereses en el área intentase hacerse con los dominios españoles que no estaban ocupados, situación que se acentuó en los años ochenta ya que desde 1882 el gobierno español había recibido sucesivas peticiones deque se estableciera en las Carolinas representantes de su administración para mantenerel orden y mediar entre los distintos grupos. (Elizalde, 2001).

La tensión se acrecentó con la expansión colonial de las distintas potencias que hacía muy difícil mantener el dominio nominal de unas islas basándose en derechos históricos. La Conferencia de Berlín, celebrada entre noviembre de 1884 y febrero de 1885, había dictado nuevas normas para regular la expansión colonial y se había establecido que para defender la soberanía sobre un territorio sería imprescindible la ocupación efectiva y el reconocimiento internacional, lo que hacía muy vulnerable la posición española en las islas Carolinas y Palaos.

El gobierno de Cánovas comprendió la necesidad de establecer en ellas una colonia si quería mantener los territorios bajo dominio español. El gobierno español decidió la ocupación de las Carolinas estableciendo en ellas dos Divisiones Navales, justificadas por razones políticas, estratégicas y económicas. Entre las primeras la justificación era conservar íntegras las posesiones en el Pacífico manteniendo la herencia y tradición imperial y reforzando su posición internacional, evitando así que las ambiciones de otras potencias cada vez más poderosas vulnerarán sus intereses en el Extremo Oriente y la importancia que las Carolinas tenían en el sistema colonial de España en el Pacífico, basado en la posesión del triángulo Filipinas-Marianas-Carolinas.

El valor estratégico de las islas como escala habitual de las rutas que cruzaban el Pacifico, hacía necesario el establecimiento de una estación naval para reponer carbón y aguada. Finalmente el interés económico recaía en la extracción de copra y en la exportación de maderas preciosas y frutas tropicales que permitiría la autofinanciación de la colonia. Así, en enero de 1885, se dio carta legal a la nueva colonia de las Carolinas y Palaos mediante una Real Orden y en agosto partió de Filipinas la expedición para ocupar las Carolinas. Los dos barcos que componían la expedición, el Manila y el San Quintin, llegaron a Yap el 21 y 22 de agosto de 1885.

En los primeros días los miembros de la expedición se ocuparon de elegir el lugar donde se erigiría la colonia, de desembarcar los materiales para construirla y permitir su supervivencia, y de convocar a los naturales y a los comerciantes y misioneros extranjeros a la solemne ceremonia de toma de posesión de las islas, que se fijó para el día 26. Pero horas antes de que ello ocurriera, la noche del 25 de agosto, en medio de una tormenta, entró en el puerto la goleta alemana Iltis.

Al enterarse su comandante de que los españoles no habían tomado posesión oficial de las islas, se apresuró a izar la bandera alemana en medio del redoble de los tambores, declarando solemnemente la creación del protectorado alemán sobre las islas Carolinas y Palaos. El asombro entre los españoles fue mayúsculo y el recién nombrado gobernador de las islas Enrique Capriles quiso defender los derechos españoles por la fuerza si fuera preciso. El Comandante Guillermo España, al mando de toda la expedición sostuvo que no se podía iniciar una guerra por las buenas y tras entregar al oficial alemán una nota reafirmando los derechos españoles sobre las islas y protestando enérgicamente por la acción alemana, se retiró a Manila para que se resolviera el asunto por vía diplomática.Se había originado el conflicto hispano-alemán por la soberanía de las islas carolinas y Palaos.

El 6 de agosto de 1885 el Embajador de Alemania en Madrid, Conde de Solms, hizo una notificación verbal al Gobierno español por la que anunciaba que, supuesta la falta de ningún titular con mejores derechos, el Gobierno Imperial decidía poner bajo su protectorado el conjunto de islas que componían los archipiélagos de Carolinas y Palaos. Este anuncio verbal se con firmó en una nota diplomática del día 11, en la que se expresaba literalmente la pretensión alemana "salvo los derechos bien fundados de tercero, que el Gobierno Imperial, como ya lo ha verificado en todas las adquisiciones análogas de territorios sin dueño, examinará y respetará. (Palacio, 1969).

Motivos

Montero Vidal en su obra expresa que lo que alegó el Gobierno alemán, en disculpa de su proceder, era que las Carolinas y Palaos eran territorios sin dueño, cuya excusa no puede ser más ridícula y pueril. Y se hace las siguientes preguntas; ¿Quién descubrió las Carolinas? ¿Qué nación mandó a sus expensas misioneros que pagaron con su vida el anhelo de civilizar y convertir a la religión católica a los indígenas? ¿Quién ha ejercido allí, siempre que fue menester, la autoridad, consecuencia de la soberanía? ¿Cómo en Filipinas no ignora nadie, porque en el país es tradicional y corriente, que las Carolinas y Palaos son posesiones españolas, dependientes en un todo del gobierno general del Archipiélago?; e interpreta con acierto que: “sí que es cierto que faltaba una autoridad que representara permanentemente a España en las Carolinas y Palaos, pero hay que tener en cuenta que es imposible que en una región donde poseemos cerca de 2.000 islas haya en todas ellas un delegado del Gobierno, cosa que ningún país del mundo, por mucha que sea su fuerza y su necesidad de colonias, puede seriamente sostener, ni aunque escude su ambición tras de conferencias en demasía dúctiles, la faltade dicha autoridad es bien explicable, bastando con que esos grupos de islas, en los cuales nuestros Gobiernos, con más o menos acierto, creyeron innecesario establecer una ocupación constante y efectiva, estuvieran bajo la dependencia del gobierno político-militar de Marianas o simplemente del general de Filipinas”. (Montero, 1886,483-484).

Por su parte Mª Dolores Elizalde se pregunta ¿qué pretendía Bismarck con estaacción? La bibliografía clásica española ha señalado que el Canciller dio la orden de que barcos alemanes ocuparan Yap, respondiendo a la solicitud en tal sentido le habían realizado los comerciantes alemanes que operaban en la Micronesia, porque desconocía los planes españoles de ocupación inmediata y porque pensaba que el Gobierno de Cánovas no estaba interesado en aquellas islas, ya que nunca había defendido su soberanía sobre ellas cuando ésta se había cuestionado en los foros internacionales. Hoy esto no se mantiene y hay constancia de que Bismarck sabía de las intenciones españolas de establecer la colonia en las Carolinas ya que había sido publicado en Manila y en Madrid y los representantes consulares estaban al tanto de los preparativos. (Elizalde,2001, 330

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España, Las Carolinas y la Alemania de Bismarck ( II )

Mensajepor Brasilla » 25 Mar 2018 23:41

Resolución del conflicto


La notificación formal alemana en Madrid de tomar posesión de las Carolinas,coincidía con la partida de la expedición española de Manila. Al conocerse lo ocurrido en Yap, en España se produjo una violenta e inesperada reacción popular. Las Carolinas dejaron de ser, ante los ojos de la opinión pública, unas islas desconocidas y perdidas en algún océano, para convertirse en un territorio indispensable de la nación, y en la causa a través de la cual España iba a demostrar que seguía siendo un país fuerte y vigoroso dispuesto a defender sus derechos frente a cualquier agresión exterior. (Elizalde, 2001).

La respuesta del Ministro de Estado español, Elduayen, fechada en San Ildefonso el 12 de agosto, consignaba su sorpresa y su protesta:"En vista de esta notificación es para mí un deber imprescindible manifestar de la manera más explícita y solemne el sentimiento con que el gobierno de S. M. recibe la inesperada noticia de la declaración del protectorado de Alemania sobre las Carolinas y las Palaos, que de tan antiguos tiempos pertenecen a España, sin que las disputas entabladas con el gobierno español por los de Alemania y la Gran Bretaña en determinadas ocasiones bastasen a menoscabar nuestra soberanía, que, por el contrario,corroboraban y sancionaban, y en donde el gobierno de S. M. tiene realizados tantos actos de soberanía con anterioridad a la declaración del protectorado alemán ...

No pudiendo dejar pasar estos primeros momentos sin la necesaria protesta, me apresuro acontestar de esta forma a la citada nota de fecha de ayer, sin entrar ahora en la detenida enumeración de los títulos y razones de todo género que abonan y sustentan la soberaníade España; tarea que el gobierno de S. M. llevará también a cabo inmediatamente para demostrar con evidencia al de Alemania la justicia de su causa, persuadido de que el gobierno del Emperador, fiel intérprete de los sentimientos amistosos de éste y de la nación alemana hacia el Monarca y la nación española, dejará sin efecto un acto que evidentemente lesiona nuestros justos derechos e intereses". (Palacio, 1969, 433).

Inmediatamente el embajador español en Berlín entraba en conversaciones con elgobierno alemán. Tras un primer contacto con el Ministro de Negocios extranjeros,Hatzfeld, el representante español, Francisco Meny y Colom, Conde de Benomar,consideraba factible el arreglo amistoso. España ofrecía como contrapartida la libertad de comercio y plantación a favor de los alemanes, en términos análogos a los convenidos para Joló en el Protocolo de 1877, más una estación naval de carboneo en alguna de aquellas islas. Según manifiesta el propio conde de Benomar: "La negociación presenta buen aspecto y las disposiciones del Ministro de Negocios Extranjeros son excelentes; importa, pues, mucho evitar que la efervescencia pública llegue hasta el insulto, porque toda ofensa contra el Emperador o contra Alemania excitaría la opinión pública en este Imperio contra nosotros y sería gravísimo embarazo para la negociación". (Palacio, 1969).

Contando con la tradicional amistad de las Casas Real e Imperial de España yAlemania, Cánovas apeló directamente a Guillermo II, para que apoyara una resolución pacífica del contencioso y aceptara el reconocimiento de la soberanía española, evitando con ello un conflicto que podría provocar una crisis interna y cuestionar la continuidad de la Corona, en unas condiciones especialmente difíciles, con Alfonso XII ya muy enfermo y a punto de entrar en un obligado período de regencia.Cánovas manifestó su deseo de llegar a un acuerdo amistoso y ofreció a Bismarck mantener la libertad de comercio y respetar los privilegios adquiridos por los comerciantes alemanes en aquellos archipiélagos a cambio de que se reconocieran los derechos prioritarios de ocupación de los españoles.

Planteado el problema en estostérminos, el gobierno alemán se mostró dispuesto a negociar amistosamente a través dela mediación de la Santa Sede. A pesar de que el Gobierno español hubiera preferido una negociación directa, aceptó la oferta. De esta forma, se llegó al Laudo Pontifíceo de octubre de 1885, que otorgaba los derechos de soberanía a España, pero concedía las ventajas económicas pretendidas por Alemania. (Elizalde, 2001).Ante la Santa Sede el gobierno español manifestaba que la ocupación material y continuada no ha sido nunca requerida, siendo muchas las islas en África, Australia y Oceanía en las que no se ejercía actualmente dominación material sin que por eso se entienda que están abandonadas; la presencia de misioneros españoles, en 1668 o en1731, corroboraba esta posesión

.El Memorándum español iba acompañado de una nota con la réplica a los alegatos formulados por Bismarck. No podían considerarse territorios sin dueño los que en 1875 fueron señalados como incidentalmente sin dueño, y España no había hecho entonces una afirmación plena de su soberanía precisamente porque en la nota alemana causante de la reclamación se declaraba de modo expreso no querer colonias, invitando al Gobierno español a ejercitar su soberanía en beneficio del comercio en general. Negaba Madrid que pudiera hacerse extensible el Acta General de la Conferencia de Berlín, que había tratado del reparto de África, a nuevas adquisiciones fuera de aquel continente.

Por fin, se ratificaba la oferta de una estación naval en el archipiélago a favor de Alemania, así como de libertad para el comercio y las plantaciones. Consideraba innecesario el arbitraje para resolver amistosamente el conflicto los dos Gobiernos, prefiriéndose por parte de España la negociación directa. (Palacio, 1969). El acuerdo fue confirmado en el Protocolo de Roma de diciembre de 1885 y establecía que los comerciantes de otros países podrían ejercer libremente sus actividades, lo mismo comerciales que de explotación de plantaciones, siempre que se asentaran en puntos del archipiélago no ocupados por los españoles. En este caso,además, no se verían obligados a pagar ningún tipo de impuesto, a solicitar permiso para recalar donde quisieran, ni a que sus barcos fueran revisados. (Elizalde, 2001, 332-333).

El gobierno español de las islas Carolinas.

Resuelto el conflicto con Alemania, comenzó de forma efectiva la administración española de las islas Carolinas y Palaos, la cual se mantuvo únicamente quince años, de1885 a 1899. Durante ese tiempo los objetivos de la acción colonial estuvieron claramente definidos: mantener la soberanía sobre las islas, conseguir que todos losgrupos que vivían en ellas respetaran las leyes dictadas por el Gobierno español, y lograr que se acataran los convenios internacionales relativos a la explotación y comercio en estos archipiélagos. Se crearon dos Divisiones Navales, una en la isla de Yap para la zona occidental yPalaos y la otra en Ponapé para la zona oriental. Servían de base para el control del resto de islas mediante el uso de los cañoneros que tenían adscritas las Divisiones.

Ambas tenían la misma organización, atribuciones y categoría aunque gozaban deidentidad jurídica propia, se gobernaban de forma autónoma y eran independientes una de otra. Cada una tenía un gobernador político-militar, personal administrativo, marinos,barcos y destacamentos militares destinados.

Tuvieron un modelo de funcionamiento centralizado y ambas dependían del Gobierno General de Filipinas, y en última instancia del Gobierno Central de la Metrópoli. Así el poder político, legislativo, judicial y militar dependía de las autoridades de Manila y Madrid al que los gobernadores político-militares estaban obligados a seguir estrictamente, debiendo dar cuenta regularmente de su actuación a las autoridades de Filipinas. Únicamente en caso de urgencia o necesidad, debido a la dificultad de las comunicaciones, los gobernadores político-militares tenían capacidad para modificar y suspender las órdenes del Gobernador General de Filipinas, y para dictar una nueva línea de conducta dando cuenta de las razones que les había llevado a tomar tales decisiones.

La organización de la administración colonial en las Carolinas se caracterizó por su sencillez, estada dotada de muy pocos recursos y personal. Destacaba el predominio del estamento militar ya que todas las funciones fueron desempeñadas por miembros de la Armada y del Ejército. No había población civil, ni colonos, ni comerciantes, los únicos españoles establecidos en las islas eran los gobernadores y las fuerzas bajo su mando que las administraban y defendían. En la acción colonizadora colaboraron activamente los misioneros capuchinos dónde eran los únicos representantes españoles. Su labor, probablemente, fue la que más huella dejó entre los indígenas de las Carolinas y Palaos a los que enseñaron la doctrina católica, formas para mejorar su vida cotidiana, a leer, a escribir y a cultivar la tierra.

Esta acción colonizadora de los religiosos tuvo muchas dificultades según las islas en las que se realizaba donde los propios indígenas se sublevaban constantemente contra los religiosos y contra la administración. Respecto a la población, se siguió una política flexible y conciliadora con los distintos grupos y sólo hubo enfrentamientos donde se discutió la autoridad española. Se respetó y mantuvo la estructura indígena original y en aquellas aldeas con las que se mantenían buenas relaciones se nombró una sistema municipal similar al de Filipinas,nombrando gobernador al jefe indígena local que organizaba a su pueblo como quisiera siempre que siguieran y cumplieran las leyes y órdenes del gobierno.

Es importante aclarar que debido a los medios con que se contaba, nunca se consiguió un dominio real sobre la totalidad del archipiélago, ya que se trataba de un territorio muy extenso con más de 700 islas y una población que rondaba los 30.000 habitantes diseminados en tribus. Los extranjeros estaban asentados en islas no ocupadas por los españoles donde tenían mayores ventajas en la explotación de sus negocios y un menor control.A pesar de estas limitaciones y de la débil implantación efectiva, puede decirse que la colonización española cumplió su objetivo durante los años que funcionó. Se controló la vida de las islas, se arbitró en los sucesos más importantes, se evitó abusos y conflictos entre sus habitantes, se controló a los extranjeros y sus actividades, se inspeccionó las plantaciones de copra y demás negocios, se reguló el comercio y el asentamiento en ellas; en definitiva, se administraron las islas siguiendo las leyesespañolas y los tratados internacionales referentes a ellas, y se consiguió el principal objetivo: mantener el dominio sobre unas islas que tenían una especial significación en el sistema colonial de España en el Pacífico. (Elizalde, 2001).

CRISIS Y LA VENTA DE LA COLONIA A ALEMANIA

En 1898 se inició un proceso en la colonia que desembocó en la venta del archipiélago a Alemania. Primero se produjo la insurrección de los indígenas de Ponapé por motivos religiosos entre católicos y protestantes y las autoridades de la colonia tuvieron que proteger a los misioneros capuchinos. Esta revuelta duró un año y medio y trajo consigo un alejamiento entre los nativos de Ponapé y la colonia española que obligó a la División Naval a vigilar a los rebeldes descuidando sus obligaciones cotidianas.Lo segundo que influyó en la crisis colonial fue la incidencia de la guerra hispano norteamericana de 1898 que dejó a las carolinas y Palaos aisladas de Filipinas y la Metrópoli.

Fueron unos tiempos de incomunicación, de indefensión y de escasez de alimentos, medicinas y fondos para cubrir las necesidades más urgentes. El tercer factor fue la consecuencia de la guerra hispano norteamericana que inició un proceso de redistribución colonial que cuestionaba el futuro de las posesiones españolas en el Pacífico, así las Filipinas y las islas de la Micronesia fueron repartidas entre los países imperialistas que buscaban nuevos lugares donde ejercer su influencia.

España no tuvo otro remedio que aceptar la situación y ceder los últimos restos de suimperio en el Pacífico. En el verano de 1898, el Gobierno alemán, que previamentehabía contactado con norteamericanos y británicos para conocer sus respectivas posiciones respecto al futuro del Pacífico, inició negociaciones con España relativas a la venta de las Carolinas, Marianas y Palaos. A pesar de la resistencia española a tomar ninguna decisión en firme antes de conocer las condiciones finales de la paz con los Estados Unidos, Alemania consiguió que el 10 de septiembre se firmara un acuerdo confidencial y secreto, en el que ya se establecía el compromiso de que las islas de Kusaie, Ponapé y Yap serían cedidas a Alemania mediante una indemnización monetaria, en el caso de que a España le interesara vender, una vez conocidos los términos de la Conferencia que se estaba celebrando en París. (Elizalde, 2001, 337)

Finalmente el 13 de junio se presentó a la consideración de la Cortes un Real Decreto en el que se proponía la venta de los archipiélagos a Alemania, justificándola por «la carga que para el Tesoro representan las islas poseídas aún por la Corona en el Pacifico; las responsabilidades y gastos que traería la defensa de tan lejanas posesiones; la falta de intereses morales y comerciales en el presente y la dificultad de crearlos en el porvenir sin hacer gastos en desproporción con los resultados que podrían esperarse»
.
Se resaltaban los derechos que España conservaría en las islas y se fijaba la indemnización que Alemania tendría que pagar en veinticinco millones de pesetas. El proyecto fue aprobado por las Cámaras, y en virtud de ello se dictó la ley de 24 de juniode 1899, autorizando la cesión a Alemania de los archipiélagos de la Micronesia, lo cualfue ratificado días más tarde, el 30 de junio de 1899, en el Tratado de Venta a Alemaniade las islas Carolinas, Marianas y Palaos. Se creó una comisión liquidadora, y finalmente en noviembre de 1899 se entregaron solemnemente las islas a Alemania. Así acabó la relación colonial que durante más de trescientos años unió a España, Carolinas, Marianas y Palaos.

CONCLUSIONES

A modo de conclusión es interesante señalar que las islas Carolinas españolas interesaron a las grandes potencias coloniales especialmente en el último tercio del siglo XIX, gracias a su estratégica posición en el Pacífico ya que se trataba de un enclave situado en el centro de las rutas comerciales del negocio de la copra, servía como puerta de entrada hacia Filipinas y el continente asiático y porque en la “guerra” de la expansión colonial de las grandes potencias era un territorio que aumentaba su influencia a nivel internacional y proporcionaba un asentamiento como base naval,telegráfica y de carboneo en el Pacífico.

España que durante décadas había ejercido su influencia en la zona de la Micronesia desde su principal colonia de las Filipinas, se vio en un momento determinado obligada a tomar posesión de unas islas que hasta entonces no había necesitado de ocupar físicamente para mantener sobre ellas su soberanía. El interés de la Alemania Bismarckiana por las Carolinas y Palaos sobre las que España mantenía sus derechos históricos produjo un incidente entre ambos gobiernos, afortunadamente resuelto por la vía diplomática, que culminó con la intermediación de la Santa Sede. Este incidente conocido como el “Conflicto Hispano-Alemán por la soberanía de las Carolinas y Palaos” fue un preludio de lo que posteriormente vendría que fue la venta definitiva del archipiélago a Alemania en 1899 por una cantidad de veinticinco millones de pesetas.

Si es cierto que durante el tiempo que duró la colonización efectiva de las islas España puso los medios necesarios de los que dispuso, teniendo en cuenta la situación española con un vasto imperio colonial y en continuas confrontaciones bélicas en todo él, cumplió eficazmente con su cometido de evangelización, control, vigilancia y defensa del archipiélago.El conflicto con Alemania sirvió también para concienciar a la sociedad española de la existencia de unos territorios, desconocidos para una gran mayoría de la población,que a raíz de la injerencia alemana produjo un movimiento social a favor de la colonia desconocido hasta el momento.Lo que fue real es el interés que despertaron las Carolinas españolas en el ámbito internacional y que se manifestó con total plenitud cuando se produjeron las negociaciones de venta del archipiélago, en las que se entrecruzaron los intereses de todas las potencias implicadas en las islas.

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Viva La Pepa

Mensajepor Brasilla » 28 Mar 2018 20:33

La expresión de ¡Viva la Pepa!, tiene su origen en la primera Constitución española, la promulgada el día de San José, 19 de marzo de 1812. Cuando Fernando VII la abolió, el pueblo, que no podía gritar: ¡Viva la Constitución!, disfrazó este grito con el de ¡Viva la Pepa!

De este modo tan benevolente se refiere Samuel Gili Gaya en el Diccionario General Ilustrado de la Lengua Española, a la expresión con la que los españoles se refirieron a la Constitución de Cádiz de 1812, la primera de las constituciones españolas. Es probable que refiriéndose a ella como la Pepa se recordara sarcásticamente que la Constitución era la alternativa de gobierno al monarca del momento, José I, el vilipendiado Pepe Botella.

Sin embargo, esta Constitución, con cuyo nombre el pueblo español despreciaba al rey galo, era un texto afrancesado que recogía sobre el papel lo mejor del ideario revolucionario francés: la soberanía popular y la división de poderes. Gestada merced al tesón de intelectuales y funcionarios liberales, se proponía derrotar las estructuras del Antiguo Régimen para dar paso a un Estado liberal, en el que la soberanía residiera en la nación y no en el rey, limitando el poder del Estado frente a los derechos de los ciudadanos.

La vuelta de Fernando VII desde su exilio francés, truncaría las esperanzas de los españoles al derogar la Constitución para restaurar el poder absoluto. A partir de ese momento, el texto constitucional se convirtió en el caballo de batalla de la España decimonónica, cuajada de enfrentamientos entre los liberales, partidarios de la modernización total de España, y los realistas, aglutinados en torno al monarca y partidarios del Antiguo Régimen.

El triunfo del pronunciamiento de Riego en 1820 forzó a Fernando VII a jurar nuevamente la Constitución de Cádiz, abriendo un periodo liberal —el Trienio Liberal— que concluyó en 1823 cuando la intervención extranjera de los Cien Mil Hijos de San Luis que, unida a los realistas del interior, nuevamente restauraron el absolutismo.

Con la de 1812 se inauguró una cadena de textos constitucionales que culminaría con el de 1978, quedando ‘la Pepa’ convertida en un símbolo para la democracia española, en un mito de la España contemporánea, que llegó a traspasar fronteras. Traducida a numerosos idiomas desde el mismo momento de su promulgación, el texto de Cádiz fue objeto de estudio y atención en numerosos países europeos, unas veces para admirar lo avanzado de su articulado y otras para rechazar lo por excesivo.

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Marco Tulio Cicerón.

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La Revolución Rusa ( I )

Mensajepor Brasilla » 28 Mar 2018 20:40

El proceso de revolución en Rusia se desarrollo por etapas; una primera de carácter democrático burgués y otra socialista. Su causa fundamental fue la incompatibilidad del estado zarista con las exigencias de la civilización moderna.

La revolución de 1905


La primera revolución surgió como consecuencia de la derrota de Rusia en la guerra Ruso‑Japonesa (1904–1905). Aunque las causas socioeconómicas también fueron profundas, la pérdida de Port Arthur provocó, el 9 de enero de 1905, una manifestación de 150 mil obreros que, dirigidos por el Pope Georgi Gapón, se dirige al palacio de invierno del zar en San Petersburgo, donde piden mejoras salariales, mejoras en las condiciones de trabajo y la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

Los cosacos cargaron contra ellos ocasionando un gran número de víctimas «Domingo Rojo o Sangriento». A partir de aquí, cambia la visión del zar como benefactor por la de un tirano contra el que se dirige el odio popular.

Como consecuencia de la represión se creó un clima donde se generalizaron las huelgas y las manifestaciones, donde se unen burguesía y proletariado, y que se extendieron incluso al campo. Además se produce la sublevación de algunas unidades militares.

En octubre hay una huelga de ferrocarriles que paraliza a Rusia, El paro es total, no hay comida, los precios se disparan y en varias ciudades se forman barricadas y la oposición logra el control de Odessa.

Esta agitación social y la presión popular obligan al zar Nicolás II a nombrar primer ministro al liberal Serguéi Witte y a la publicación de un manifiesto, «Manifiesto de Octubre», en el que prometía libertades cívicas y la convocatoria a una Duma (Asamblea Legislativa).

Tras este primer triunfo se produce la división de las fuerzas antizaristas. Los sectores moderados son partidarios de un sistema parlamentario a la imagen de Occidente, mientras que los bolcheviques anuncian que no participarán en las elecciones para una Duma sin auténtico poder. Aprovechando las divergencias entre la oposición, el zar inicia la represión. A finales de noviembre se detiene a los líderes obreros y se proclama la ley marcial.

La revolución había terminado. La ley electoral de febrero de 1906 es muy restrictiva y el zar tenía posibilidad de veto y la potestad de nombrar a la mitad de los miembros de la Asamblea. Se produce la reposición del liberalismo. Serguéi Witte es sustituido por Ivan Goremkin, que hace públicas las “Leyes del Imperio” en las que la figura del zar es sagrada.

En febrero de 1907 se convoca la 2ª Duma y a finales de 1907 se convoca la 3ª Duma, con lo que el gobierno había vuelto a ser una autocracia.

Saludos cordiales
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Marco Tulio Cicerón.

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La Revolución Rusa ( II )

Mensajepor Brasilla » 28 Mar 2018 20:43

La revolución de febrero de 1917

Constituye la segunda revolución democrática burguesa en Rusia. La causa del estallido fue la gran pérdida de vidas humanas en la I Guerra Mundial (de 6 a 8 millones entre muertos, heridos y prisioneros), el hambre y el caos económico.

Las huelgas y manifestaciones comenzaron, en la capital Petrogrado, el 9 de enero y para el 25 de febrero se habían generalizado. Las sublevaciones de miembros del ejército fueron constantes que terminaron provocando la abdicación de Nicolás II y la instalación de un gobierno provisional al frente del príncipe Georgy Y. Lvov quien prometió unas reformas sociales y políticas que incumplió. Después de que su gobierno fracasara, fue sucedido por un socialista, Aleksander Kérensky.

Al continuar participando Rusia en la Gran Guerra, Kérensky fue incapaz de tratar los problemas a los que se enfrentaba el país. El acoso desde la derecha y la izquierda sometió al gobierno bajo una creciente presión. Concedió una amnistía general, detuvo a la familia real, decretó la jornada laboral de 8 horas, la independencia de Polonia y la abolición de la pena de muerte.

El regreso de Lenin a Rusia y la publicación de sus famosas “Tesis de abril”, reforzaron la posición de los bolcheviques y radicalizó la escena política, aunque establecieron las bases para lograr la paz inmediata, el reparto de tierra a los campesinos y el poder total para los soviets. Los días 3 y 4 de julio millares de soldados se manifestaron contra el gobierno provisional. La represión ordenada por Kérensky logró colocar a Lenin como el enemigo popular, obligándolo a huir a Finlandia mientras que Trotsky era arrestado.

Después del fracasado golpe de estado del general Kornilov, en agosto de 1917, los bolcheviques obtienen la victoria en el soviet de Petrogrado el 31 de agosto y, al día siguiente, Kérensky proclama la república. El 25 de septiembre Trotsky fue elegido presidente del Soviet de la capital.

La revolución de octubre de 1917

El 10 de octubre el Comité Central bolchevique decide por mayoría iniciar una nueva insurrección armada, así al amanecer del 24 de octubre, eran controlados puntos más importantes por el ejército rojo, que estaba integrado por obreros armados, y obligaron al gobierno provisional a dimitir al día siguiente.

El segundo Congreso Panruso de los soviets ratificó, el 25 de octubre, los decretos presentados por Lenin referentes a la paz sin anexiones, y la expropiación inmediata y sin indemnizaciones de las propiedades agrícolas. Tras 10 días de combates, los bolcheviques se hicieron del control total del poder en Rusia.

Saludos :saluting-soldier:
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La verdadera historia de Anastasia Romanov

Mensajepor Brasilla » 28 Mar 2018 20:59

La historia de la gran duquesa Anastasia ha sido una de las grandes incógnitas del siglo XX desde que fuera salvajemente asesinada la familia real rusa por los bolcheviques el 17 de julio de 1918.

Durante mucho tiempo se le ha dado vueltas a la posibilidad de que la duquesa Anastasia se había librado milagrosamente de la masacre y, una vez recuperada, reclamase su identidad. Esta mujer que decía ser Anastasia era Ana Anderson quien defendió hasta su muerte ser la verdadera hija del Zar Nicolás.

¿Cómo se resolvió esta duda? Vamos a verlo.

Anastasia Nicolaeivna Romanova-Oldenburg-Holstein-Gottorp y von Hessen, nace en Peterhof, Rusia, el 18 de junio de 1901. Era la cuarta hija del zar Nicolás II Romanov y de la zarina Alexandra Feodorovna de Hessen. Anastasia tenía tres hermanas mayores, las grandes duquesas Olga, Tatiana y María, y un hermano pequeño, el Zarevich Alexis, dos años menor que ella y enfermo de hemofilia desde su nacimiento. Anastasia recibió, al igual que sus hermanos, una esmerada u austera educación y parece ser que era la más "revoltosa e inconformista" de todos ellos. Poco más se sabe de los príncipes, fuera de las actividades propias de su vida en palacio de Livadia.

Al estallar la revolución bolchevique en 1917,se abolió la monarquía y el 20 de mayo de 1918 la familia imperial fue exiliada y trasladada a Siberia siendo confinada en una pequeña granja en Ekaterinburgo. Aquí pasaron sus dos últimos meses de vida.

La noche de su ejecución, el oficial bolchevique Yuroski, despertó a la familia imperial y les solicitó que se vistieran. Cuando le preguntaron la razón, les dijo que iban a ser trasladados a una nueva ubicación por su seguridad. Una vez vestidos, la familia y un reducido círculo de sirvientes y ayudantes fueron llevados a uno de los sótanos de la casa, y se les pidió que esperaran con el pretexto de que iban a hacerles una foto antes de partir. A Alejandra y Alexis se les permitió sentarse en sillas, a petición de la zarina, con la condición de que estuvieran vigilados por guardias. Pasados los minutos, entraron en la habitación los ejecutores comandados por Yurovski y éste sin ningún preámbulo levantó el revólver y dijo al Zar que el pueblo ruso le había condenado a muerte y sin darle tiempo a reaccionarle disparó un tiro en la cabeza. A continuación son ejecutadas la zarina y su hija Olga en una primera ráfaga. El resto de la familia imperial es asesinada con la siguiente ráfaga, a excepción de Ana Demidova, la criada de Alejandra, que sobrevivió a la ráfaga inicial pero fue rematada a bayonetazos contra una de las paredes del sótano.

Parece ser que cuando sacaron los cuerpos del sótano para enterrarlos, las duquesas Tatiana y Anastasia aun vivían y fueron rematadas a golpe de bayoneta. Aquí es dónde comienza la famosa leyenda de que Anastasia, aún con vida, fue ayudada a escapar gracias al soldado Tschaikovsky que se compadeció de ella.

El rumor de que Anastasia Romanov sobrevivió a la masacre corrió como la pólvora y no faltaron candidatas que afirmaban que eran la gran duquesa Rusa. Así en 1920 aparece la figura de Ana Anderson diciendo que es Anastasia. No se sabía en realidad quien era Ana Anderson, pero había quien quería creer en la posibilidad que fuese de verdad Anastasia Romanov y que se había salvado de aquella masacre.

El parecido físico con la gran duquesa jugó a su favor e incluso en la gente que la había conocido surgieron dudas acerca de si era ella de verdad. También llamaba la atención la gran cantidad de recuerdos que tenía de la familia imperial que no podía tenerlos si no era la auténtica. Hizo dudar hasta a la abuela paterna, la zarina María, quien tras muchas dudas la reconoció como tal en 1928 poco antes de morir.

Ana Anderson tuvo que luchar toda si vida para demostrar quien decía que era, acudiendo en varias ocasiones a los tribunales. Murió en Klostersee (Alemania) en 1984 a la edad de 83 años a causa de una neumonía. Fue incinerada al parecer por deseo propio.

Después de su muerte, se realizaron varias investigaciones para determinar si era realmente la hija de Nicolás II. En 1979 se halló la fosa donde estaban los cuerpos de la familia imperial rusa, pero no sería hasta 1991 cuando se exhumasen los cadáveres. En esta fosa estaban los cuerpos del zar, la zarina, las tres hijas mayores y los tres sirvientes. Los restos de Anastasia y Alexis estaban en una pequeña fosa, a corta distancia de la anterior. En 1998 se hicieron las pruebas de ADN a los cadáveres y se demostró que los siete cuerpos eran los de toda la familia Romanov.

Las pruebas de ADN de Ana Anderson, que desde los veinte años hasta su muerte defendió ser Anastasia, demostraron que no solo no era la auténtica sino que no tenía ninguna relación con la familia imperial rusa. Se trataba de una inmigrante procedente de Pomerania llamada Franziska Schanzkowska, nacida el 16 de diciembre de 1896 y desaparecida en marzo de 1920, perdió la memoria cuando trabajaba en una fábrica de Berlin y la encontraron cerca de un puente de aquella ciudad tratando de suicidarse. Asumió como suya la vida de Anastasia según los relatos que le contó su marido que no era otro que el soldado Tschaikovsky que estuvo presente en la matanza a los Romanov en 1918. Ahora descansa bajo una lápida que dice: Anastasia Manahan 1901-1984, con el nombre de Anastasia y con apellido de su último marido.

Así termina la historia de la gran duquesa Anastasia Romanov y la de la impostora Ana Anderson que durante más de sesenta años estuvieron unidas casi en una misma persona.

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Re: Un poco de historia

Mensajepor Brasilla » 29 Mar 2018 10:27

El conflicto de Kosovo ( I )


A partir de hoy voy a tratar de explicar brevemente el conflicto de Kosovo, último de los conflictos armados producidos en Europa, a finales del siglo XX y comienzos del XXI, y que ha seguido la línea de los producidos en la Ex‑Yugoslavia en el último cuarto del siglo pasado. En unos pocos artículos intentaré explicarlo de una manera breve y clara para que todos puedan tener una idea de lo ocurrido en el corazón de los Balcanes, muy cerca de nosotros.

El conflicto en Kosovo, reúne todas las premisas de los conflictos de fractura entre grupos de diferentes etnias y creencias religiosas y sigue la línea de lo sucedido anteriormente en las guerras que produjeron la desmembración Yugoeslava. Los Balcanes siempre ha sido la zona más caliente de Europa, en ella han comenzado siempre los grandes conflictos y a fe que hacen gala de ello.

La lucha por la independencia ha sido la constante de estos territorios, primero fueron Eslovenia y Croacia, luego Macedonia y Bosnia y, por último, el conflicto se centra en el propio corazón de Serbia, en Kosovo. Estas guerras se han caracterizado por el intento, por ambas partes, de expulsar al contrario recurriendo a todo tipo de atrocidades para justificar sus acciones. Ambos bandos cometieron masacres, actos terroristas, violaciones, torturas, limpieza étnica y se por ello se han cometido genocidios y se han producido unas altas cifras de refugiados.

El conflicto bélico producido en Kosovo no ha estado exento de lo expuesto antes para los conflictos de la Ex‑Yugoslavia y en él se han cometido las mismas atrocidades por parte de los contendientes. Confiemos en que éste haya sido el último conflicto armado que se produce en Europa y que, a partir de ahora, la intransigencia y la intolerancia de paso al respeto, la tolerancia y la cordura.

BREVE HISTORIA DE KOSOVO. (I)

La historia de Kosovo es una historia sangrienta, con sucesivos episodios de expulsiones masivas y atrocidades cometidas en un territorio con una superficie de 10.887 km2 aproximadamente, similar a la de la Comunidad de Madrid, y con una población estimada, en 2005, de 2,5 millones. Los protagonistas pertenecen a dos comunidades, albano‑kosovar y serbo‑kosovar, que se han disputado la hegemonía desde los albores de la historia.

Los albaneses se proclaman descendientes de los ilirios, uno de los pueblos asentados en los Balcanes desde la antigüedad.

Durante el siglo VI antes de Cristo, los griegos fundaron establecimientos comerciales a lo largo de la costa adriática, pero la influencia griega fue escasa. Las acusaciones griegas de que los ilirios estaban dificultando el comercio y saqueando las ciudades costeras, precipitaron la intervención de Roma a partir del año 229 a.C. La dominación romana impuso el orden en la región aunque no consiguió una total uniformidad cultural.

En el siglo XIV Albania fue conquistada por los serbios; los albaneses huyeron hacia el sur o se refugiaron en las montañas. Poco después la zona fue conquistada por los turcos y a pesar de que la mayoría de los albaneses eran católicos, tras la conquista otomana se convirtieron al Islam como forma de ganar influencia económica y social.

A final del siglo XVIII, los albaneses detentaban importantes puestos en la administración otomana y en el ejército.

Ya en 1926 se acordó una frontera entre Albania y Yugoslavia, que separaba a medio millón de albaneses de Kosovo y Macedonia de lo que percibían como su patria. Bajo el dominio de Serbia, los albaneses no tenían representación en la administración local ni posibilidad de impartir la enseñanza o publicar libros en su lengua. Durante la época de Tito las demandas independentistas de los albano‑kosovares causaron numerosas tensiones.

A partir de 1968 se permitió a los albaneses el uso de la bandera nacional de Albania y la enseñanza y el uso de la lengua albanesa. Esto hizo que se importaran libros de texto y profesores desde Albania. Además el conocimiento de una lengua oficial —serbo-croata, esloveno o macedonio— dejó de ser obligatorio, lo que hizo que la juventud albanesa empezara a hablar solo en la lengua materna. En los años setenta aparecieron varios grupos nacionalistas.

En 1974 la Constitución yugoslava liberó a Kosovo del control político directo de Serbia, constituyéndose en provincia autónoma con rango federal. En los años 80 la situación en Kosovo se agravó. El apoyo de Albania a la causa de la independencia era cada vez más claro, las repúblicas más ricas de la federación criticaban el coste de las cuantiosas inversiones que se hacían en Kosovo para mejorar su situación económica y el nacionalismo radical amenazaba con contagiar a otros miembros de la federación.

En 1989 llegó al poder en Serbia Slobodan Milosevic quien consideraba a Kosovo como el “corazón de Serbia” y reformó la Constitución recortando las competencias de Kosovo.

Durante siglos los albaneses de Kosovo han vivido en familias extensas de 70 a 100 miembros dirigidas por un patriarca. Aunque esta estructura familiar se erosionó a partir de la segunda guerra mundial, todavía es posible encontrar en las zonas rurales familias extensas de 20 a 40 miembros viviendo dentro de recintos cerrados y donde rige un código feudal, El Kanun, código legislativo albanés trasmitido de generación en generación, que justifica la venganza entre clanes y de donde emanan actualmente muchos episodios de violencia criminal.

La alta tasa de natalidad de los albaneses de Kosovo —la más alta de Europa— ha presionado sobre una sociedad con una economía poco desarrollada, deprimiendo aún más el nivel de vida de la población. Las cifras de analfabetismo y paro son también muy altas. La población estudiantil de medio millón de personas y con malas perspectivas de futuro puede ser fácilmente manipulada para promover disturbios políticos.

En la actualidad, el 70% de los albaneses son musulmanes y alrededor de un 10% son católicos. Hasta la muerte de Tito, en 1980, el Estado practicaba una política contraria a todo lo relacionado con la religión. Así, los ciudadanos que manifestaban abiertamente la práctica de un credo religioso, eran normalmente relegados a puestos de trabajo de poca consideración social y bajas remuneraciones. La consecuencia del largo período de régimen comunista ha sido un nivel bajo de práctica religiosa.


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