Los heroes del Alcántara
El 22 de julio es hostigada la posición de Annual. El Regimiento Alcántara está varios kilómetros a retaguardia, protegiendo la construcción de una posición. A las 11 de la mañana ve aparecer un tropel procedente de Annual que huye despavorido. La desorganización es total, el pánico se ha adueñado de la situación. En medio del caos, el Regimiento trata de poner orden en la desbandada con pocos medios, cubriendo los flancos y la retaguardia de la columna, protegiendo a las tropas del fuego de los rebeldes rifeños, para conseguir la llegada de, cuantos más mejor, a Dar Drius.
El día 22 de julio de 1921 el teniente coronel Primo de Rivera tiene desplegados los cinco escuadrones del Regimiento, cuatro de sables y uno de ametralladoras, (461 hombres, 22 oficiales y 439 de tropa) detrás de Izumar. El Regimiento se convierte en el escudo que cubre a los demás para su salvación. La protección se realiza de diferentes maneras: maniobrando a distancia de la columna para disuadir a los rifeños de disparar contra ella; haciendo fuego de carabina; iniciando cargas a sable; o, cargando hasta chocar físicamente contra el enemigo. En esta acción colaborarán jinetes de Regulares, infantes del Regimiento Ceriñola y otras facciones que conservaban la disciplina.al mando de la circunscripción desde hacía tres días. El Regimiento Alcántara da seguridad durante toda la jornada, incluso cuando jinetes y caballos estan cansados de un día completo de acción militar.
Desde la madrugada del día 23, los escuadrones del Alcántara van saliendo de Dar Drius para proteger los repliegues de las guarniciones de la comarca: Cheif (a 20 kilómetros), Ababda, Ain Kert, Karra Midar, Tafersit, y Azib de Midar. El 23 de julio, una vez llegados a Dar Drius, el general Navarro ordena la evacuación de la posición hacia la de El Batel. La retirada debe ser total, por lo que el citado general ordena al teniente coronel Primo de Rivera apoyar también el abandono de otras posiciones. Una vez recibida la orden, el teniente coronel Primo de Rivera se reúne con sus oficiales y les dice: "La situación, como ustedes verán, es crítica. Ha llegado el momento de sacrificarse por la Patria, cumpliendo la sagradísima misión de nuestra Arma. Que cada uno ocupe su puesto y cumpla con su deber".
Primo de Rivera, en cumplimiento de la órdenes recibidas y al frente de su 2° escuadrón, dos secciones del 4° y uno del 1° del Regimiento de Alcántara, con un total de 192 jinetes, protege la retirada de Chaif, hacia Dar Drius. Sale al encuentro de las fuerzas enemigas que persiguen a los españoles, y sin medir lo numeroso del enemigo -que al mismo tiempo trataba de envolver la columna en retirada- ataca. También con gran brío la fuerza de auxilio se lanza sobre ellos, y combate con la fuerza a sus órdenes al arma blanca y cuerpo a cuerpo diferentes veces, logrando atravesar la línea enemiga, dar la vuelta y atacar por la espalda a los rifeños.
El resultado es bueno: con ello consigue salvar la columna y su impedimenta, que entra en orden de todas las fuerzas en Dar Drius. Durante todo el día -23 de julio, pero también el 21, tomando posiciones y el 22, actuando a la carga para abrir brecha en el enemigo y proteger al resto de las unidades en marcha-, los escuadrones de Alcántara, con marchas inverosímiles de rapidez y de obstáculos, apoyan los repliegues de todas las posiciones avanzadas de Drius; mantienen los flanqueos fuera de camino, combatiendo en despliegue y en cargas, batiéndose a pie los desmontados; y apenas pudiéndose reorganizar, vuelven a la retaguardia para cubrir los últimos restos de la columna en desorden, y hacen alto para aguantar las postreras acometidas de la harka.
Conforme pasan las horas, están ya los escuadrones más que mermados. Pero aún han de completar la hazaña, porque los contingentes enemigos han cortado el camino de Batel. Y allá va el maltrecho Regimiento de Alcántara, dejando en la accion un reguero de caballos muertos, repitiendo una y otra vez las cargas, con denuedo inaudito, manteniendo la lucha cuerpo a cuerpo, entregándose para saciar la fiereza del enemigo, hasta lograr que a sus espaldas pase toda la columna procedente de Drius.
A las cuatro de la tarde, en el cruce del río Igán, la columna se arriesga a quedar cercada. Los rifeños ocupan todas las posiciones altas, y es el Regimiento Alcántara el que debe abrir paso a la columna en retirada. Primo de Rivera, sabiendo a lo que se enfrenta y buscando la forma de animar a sus hombres ante el pamorama sombrío, arenga a sus jinetes con estas palabras: "¡Soldados! Ha llegado la hora del sacrificio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos". Y no lo serán.
Los jinetes del Alcántara realizan una primera carga al galope contra la fuerte concentración enemiga. El cauce está seco y en torno a él se atrincheran miles de rifeños que hacen fuego graneado desde lo alto. Al producirse los primeros disparos, el general Navarro ordena a Primo de Rivera que cargue con sus escuadrones sobre el flanco izquierdo, para conseguir que la columna vadee el río y se ponga a salvo.
Los jinetes del Alcántara cargan repetidas veces contra el enemigo atrincherado, mientras el resto de la columna atraviesa el río. La lucha y el esfuerzo español son titánicos: ocho veces carga el Alcántara monte arriba y sable en mano, reagrupándose tras cada carga, con cada vez menos hombres y más heridos. Exhaustos y sedientos jinetes y caballos cargan una y otra vez, bajo la granizada de balas enemigas, entre las zarzas y parapetos rifeños. Son tan diezmados y estan tan agotados al final que una última carga final, la octava del día, la dan con los caballos al paso, incapaces ya de trotar; y aún después de dejar a éstos exahustos, cargan los jinetes ladera arriba a pie, combatiendo al arma blanca.
Las bajas son tan terribles que a los soldados en las cargas acaba uniéndose el joven trompeta de quince años que lleva el cornetín de órdenes. Y cuando a la quinta o sexta carga ya no hay hombres suficientes para cerrar las filas, cargan también -aunque nadie los obliga a ello- los tres alféreces veterinarios, el teniente médico, y hasta el capellán, que va adelante con la tropa. Al final, cuando ya no queda nadie a quien recurrir, cargan también los catorce maestros herradores, y tras ellos los trece chiquillos de catorce y quince años de la banda de música del regimiento. Como el joven corneta de órdenes, mueren todos en los alrededores del cauce.
Con todos los hombres cargando, oficiales, soldados, veterinarios y músicos, los insurrectos abandonan sus posiciones, pese a su enorme superioridad. El camino queda por fin expedito, y se restablece el paso a Batel. Allí llega la columna, que ha sido hostilizada constantemente, sin poder recoger tantas bajas causadas por el intenso fuego enemigo. Pero ante la falta de condiciones para la defensa, continua hacia Tistutin.
Los supervivientes del Regimiento Alcántara consiguen llegar al anochecer a la posición de El Batel, con su jefe avanzando sin caballo, agotados, heridos, caminando entre las sombras con sus extenuados caballos cogidos de la brida. De los 691 hombres del Regimiento sólo quedan 67. Sin duda han cumplido con su teniente coronel. A ellos, ninguna madre, mujer o novia los llamaría jamás cobardes.
El Regimiento se reúne en Tistutín, donde el teniente coronel ordena que parte de su Unidad marchara sobre Zeluan. El resto permanece en esta posición con la Columna Navarro, hostilizados con fuego tan intenso y continuo que impide a las fuerzas salir de sus posiciones. Las bajas son terribles: de los 40 jinetes del quinto escuadrón que repitieron la salida de Tieb, no queda ninguno. Pero queda algo que vale más: queda el alma militar, personificada en el gran soldado que mandaba aquella tropa gloriosa, el teniente coronel Fernando Primo de Rivera; y la fortaleza de esa alma preside la cruenta y extraordinaria resistencia de Monte Arruit, referida la fecha al 29 de julio, con antecedentes de acción desde el 23 en Ishafen, Segangan, Zoco el Telatza, Batel, Tistutín.
Pero no acaban las penalidades en Tistutín. Aquí se organiza la defensa de la posición, destinando a los restos del Regimiento Cazadores de Alcántara a un lugar próximo a la yesería. La posición es dura y constantemente hostilizada. El día 28 se realiza el repliegue sobre Monte Arruit, y es tal el estado del Regimiento de Caballería, sin personal ni caballerías, que actúa ya como una unidad de Infantería: tan sólo la forman el teniente coronel Primo de Rivera, dos comandantes, algunos oficiales y 67 de tropa.
Así es como se distribuyen las tropas en sectores para la defensa, que se prolonga hasta el día 9 de agosto.
Extraído de.
https://www.gees.org/articulos/los_heroe ... aballeria_“cazadores_de_alcantara”_n_14_9428
El 9 e agosto, se rinde el fuerte y ya sabemos lo que pasó....